ETAPA 9. 328 Km.
A primera hora dejamos Coimbra, pero antes de salir de las Beiras quisimos dar una vuelta por la Serra da Estrela, la cadena montañosa más alta de Portugal, con una media de más de 1.500 metros de altitud, su punto más elevado alcanza roza los 2.000 metros. Nos encanta el senderismo y con gusto hubiésemos hecho alguna marcha, pero no llevábamos equipo ni itinerario preparado, así que tuvimos que contentarnos con un recorrido en coche, admirando muy bellos panoramas:
Aquí empecé a darme cuenta que tenía un problema con la cámara, que añadía una pequeña sombra en las fotos. No sé si estaba empañada o le había caído alguna gotita. Por fortuna la cosa no fue a más y siguió funcionando aunque siguió con ese defecto durante el resto de las vacaciones.
Este es el valle glaciar del Zézere, con 13 Km de longitud:
Nos encontramos una carretera estrecha y llena de curvas como no puede ser de otro modo, y en algunos tramos no tiene buen firme, cosa lógica pensando en los hielos y las nieves del invierno, pero te invade un sentimiento de paz en la soledad de los bosques que va cortando el granito según se asciende, erosionada la montaña en formas curiosas como la famosa “cabeza do Velho” ("cabeza del viejo", se parece, ¿verdad?):
En algunas zonas se aprecian restos de árboles quemados por antiguos incendios y, conociendo los fuegos que acechan, da mucha pena, aunque afortunadamente no vemos ninguna columna de humo y el parque parece a salvo hoy. Unas enormes piedras negras salpican el paisaje ofreciendo un aspecto un tanto tenebroso pero también muy pintoresco que se aprecia mucho mejor en vivo que en foto:
En el borde de la carretera, cerca de granjas y pueblos, unos apenas aldeas y otros más grandes, hay puestos de venta de quesos y otros productos típicos. El queso de Serra, elaborado con leche de oveja, tiene fama de ser el mejor de Portugal. Compramos queso y embutido e hacimos unos bocadillos, que comimos al borde del río, junto a un antiguo molino de agua. Da gusto respirar esta tranquilidad saboreando ese queso, muy rico, realmente. Según salimos del valle, ganamos altura y nos encontramos varios miradores donde parar a estirar las piernas y hacer unas fotos:
Seguimos hacia el norte, a las zonas del Duero y Tras-os-Montes. Paramos en Lamego. Se dice esta ciudad produce el mejor vino espumoso de Portugal, llamado Raposeira. No opino porque no lo probamos.
Lamego acogió las primeras cortes portuguesas que allá por 1143 reconocieron a Alfonso I como rey. Tiene Catedral, un museo y otros monumentos, pero destaca sobre todo como centro de peregrinación a la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, construida en 1761.
Lamego acogió las primeras cortes portuguesas que allá por 1143 reconocieron a Alfonso I como rey. Tiene Catedral, un museo y otros monumentos, pero destaca sobre todo como centro de peregrinación a la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, construida en 1761.
Esta es:
Lo más llamativo es su acceso: una escalinata doble de 686 peldaños y nueve rellanos, adornados con azulejos y urnas. Cada mes de septiembre, acuden miles de peregrinos muchos de los cuales ascienden los escalones de rodillas. La verdad es que impresiona verlo desde abajo y te entran dudas sobre si animarse a subir. No hay duda que valga, menuda soy yo en cuestión de subir a sitios, no hay torre, campanario ni mirador que se me resista, así que enfilo hacia arriba mientras mi marido me anima en espíritu, sentado tan ricamente en una terraza con una cervecita. Cada uno, a su gusto. En realidad, se hizo menos duro de lo que pensé, sobre todo una vez que se alcanza la zona en que empiezan los rellanos con los azulejos.
Esta fue la primera parada:
Me fui deteniendo en cada rellano para observar los detalles y también para para contemplar las vistas de la ciudad y el Duero, que se iban abriendo a mi espalda según iba ganando altura. Al tiempo así también descansaba.
Además, en los laterales hay artísticas fuentes y abundantes bancos con sombras, que facilitan la ascensión. El secreto para disfrutar de esta visita es muy fácil: no tener prisa.
Este es el último rellano. Muy bonito, ¿verdad?:
Por fin, llegué a la iglesia:
Y contemplé estas vistas:
Por fin, llegué a la iglesia:
Y contemplé estas vistas:
El descenso se hace más rápido y entretenido pues además de que bajar cansa menos, , tienes de frente el pueblo y ves un bello paisaje iluminado por el sol:
Así que os animo a subir también. Merece la pena.
Cenamos en la plaza mientras anochecía, contemplando la iglesia y su imponente escalinata.
Después afrontamos la última parte del viaje que nos llevaría a Amarante, donde habíamos reservado alojamiento para las tres siguientes noches.