Este es uno de los lugares que cuando se ha visto no se olvida y siempre se desea regresar. Era muy joven cuando estuve allí por primera vez y no hace mucho encontré un día libre para visitarlo de nuevo. Me picaba el gusanillo, sobre todo desde que estuve en Plitvice (Croacia), que salvando las distancias de extensión y colores, estando allí, me lo recordó sin remedio.
Desde Madrid hay 229 Km, lo cual permite ir y volver en un día, pero tampoco es un paseo. Yendo por la A2, hay que tomar la salida 204 (Alhama de Aragón) y de allí hacia el pueblo de Nuévalos. Está muy bien indicado y no tiene pérdida. Es preferible ir un día de diario, ya que los fines de semana, especialmente en verano, se pone hasta arriba de gente y pierde un poquito de su encanto (sólo un poquito porque el parque es siempre una maravilla). Esta vez fuimos un miércoles, en mayo, y noté mucho la diferencia para mejor; también se puede aprovechar para comer en alguno de los restaurantes de Nuévalos sin agobios. La primavera es una época perfecta porque el agua es muy abundante, la vegetación está más verde y frondosa y las cascadas lucen más bellas.
El precio de la entrada es de 15 euros (11 euros niños y jubilados) y permite acceder al Parque Natural, a la demostración de rapaces y a la zona monumental, con el Monasterio Cisterciense de 1195. Como ya lo habíamos visto anteriormente y no se nos acomodaba bien el horario de la visita guiada del Monasterio y de la exhibición de rapaces, esta vez nos dedicamos exclusivamente al Parque Natural. Si se va por primera vez, es muy interesante hacerlo todo. El horario de abril a octubre es de 9:00 a 22:00 horas; y de noviembre a marzo, de 9:00 a 18:00 horas. También hay tiendas de recuerdos, restaurante, bar, merendero, etc.
Te entregan un mapa con el itinerario a seguir, que tiene unos 5 Km. y la duración media es de unas dos horas, pero cada uno necesitará su propio ritmo para disfrutar de este auténtico paraíso, prácticamente un oasis en medio del desierto. Realmente resulta inconcebible encontrar algo semejante justamente allí. El secreto es el río Piedra, que a lo largo de los siglos ha erosionado el terreno formando lagos, grutas y cascadas modelando un paisaje bellísimo, un remanso de frescor y paz.
Hay que darse una buena caminata y subir alguna pequeña cuesta, pero en general es un paseo muy agradable para todo el mundo, ya que, además, hay mucha sombra y sitio para descansar con unos panoramas que alegran la vista y confortan el ánimo, sobre todo en un día soleado, con poca gente y no demasiado calor.
Se puede seguir el itinerario marcado en el plano que te entregan con la entrada, pero preferimos tenerlo como punto de referencia e ir un poco a nuestro aire, dejándonos llevar por el sonido del agua que nos envuelve y preciosos panoramas que marcan las cascadas al superponerse unas a otras. Espero no equivocarme con el nombre de las cascadas, si meto la pata en alguna, me perdonáis, jeje. Para empezar, nos encontramos con estos seductores aperitivos:
Desde Madrid hay 229 Km, lo cual permite ir y volver en un día, pero tampoco es un paseo. Yendo por la A2, hay que tomar la salida 204 (Alhama de Aragón) y de allí hacia el pueblo de Nuévalos. Está muy bien indicado y no tiene pérdida. Es preferible ir un día de diario, ya que los fines de semana, especialmente en verano, se pone hasta arriba de gente y pierde un poquito de su encanto (sólo un poquito porque el parque es siempre una maravilla). Esta vez fuimos un miércoles, en mayo, y noté mucho la diferencia para mejor; también se puede aprovechar para comer en alguno de los restaurantes de Nuévalos sin agobios. La primavera es una época perfecta porque el agua es muy abundante, la vegetación está más verde y frondosa y las cascadas lucen más bellas.
El precio de la entrada es de 15 euros (11 euros niños y jubilados) y permite acceder al Parque Natural, a la demostración de rapaces y a la zona monumental, con el Monasterio Cisterciense de 1195. Como ya lo habíamos visto anteriormente y no se nos acomodaba bien el horario de la visita guiada del Monasterio y de la exhibición de rapaces, esta vez nos dedicamos exclusivamente al Parque Natural. Si se va por primera vez, es muy interesante hacerlo todo. El horario de abril a octubre es de 9:00 a 22:00 horas; y de noviembre a marzo, de 9:00 a 18:00 horas. También hay tiendas de recuerdos, restaurante, bar, merendero, etc.
Te entregan un mapa con el itinerario a seguir, que tiene unos 5 Km. y la duración media es de unas dos horas, pero cada uno necesitará su propio ritmo para disfrutar de este auténtico paraíso, prácticamente un oasis en medio del desierto. Realmente resulta inconcebible encontrar algo semejante justamente allí. El secreto es el río Piedra, que a lo largo de los siglos ha erosionado el terreno formando lagos, grutas y cascadas modelando un paisaje bellísimo, un remanso de frescor y paz.
Hay que darse una buena caminata y subir alguna pequeña cuesta, pero en general es un paseo muy agradable para todo el mundo, ya que, además, hay mucha sombra y sitio para descansar con unos panoramas que alegran la vista y confortan el ánimo, sobre todo en un día soleado, con poca gente y no demasiado calor.
Se puede seguir el itinerario marcado en el plano que te entregan con la entrada, pero preferimos tenerlo como punto de referencia e ir un poco a nuestro aire, dejándonos llevar por el sonido del agua que nos envuelve y preciosos panoramas que marcan las cascadas al superponerse unas a otras. Espero no equivocarme con el nombre de las cascadas, si meto la pata en alguna, me perdonáis, jeje. Para empezar, nos encontramos con estos seductores aperitivos:
Baño de Diana:
Cascada de la Trinidad:
Cascada la Caprichosa vista desde su base, una de las más espectaculares del parque.
Cascada la Caprichosa, su caída desde el mirador superior:
Cascada la Caprichosa vista desde su base, una de las más espectaculares del parque.
Cascada la Caprichosa, su caída desde el mirador superior:
Después continuamos por una zona muy sugerente, llamada los Vadillos, donde el río forma cascadas escalonadas no tan espectaculares como la Caprichosa, pero muy bonitas pues al rápido correr del agua se une una frondosa y verde vegetación:
Los Vadillos:
Cascada de los Fresnos:
Al fin llegamos a uno de los lugares más conocidos y fotografiados, la cascada Cola de Caballo, que tiene la particularidad de que se puede ver desde arriba, desde detrás y desde su base. Desde aquí se ve la cascada y el río:
Mirador de la cascada Cola de Caballo:
Penetramos en la Gruta Iris, donde hay que ir con un poco de cuidado porque el agua corre siempre y el terreno está algo mojado. Aquí la visita cobra un encantador tono aventurero.
Cascada Cola de Caballo desde el interior de la Gruta Iris:
Gruta Iris:
Mirador en la base de la Cascada Cola de Caballo.
Gruta Iris:
Mirador en la base de la Cascada Cola de Caballo.
Después de pasar por el centro de piscicultura, llegamos al maravilloso Lago del Espejo. No hay que explicar su nombre, solamente hay que verlo:
Lago del Espejo:
Realmente, resulta bellísimo, sobre todo en un día de tanta luz. Parece mentira que el agua se remanse de esta manera en este lugar permitiendo estos increíbles reflejos que parecen más brillantes y nítidos que el paisaje original, como el de esta montaña:
Un poco más adelante, encontramos la llamada Peña del Diablo, que también se refleja en el agua de modo perfecto.
Una barca allí varada añade aún más encanto al panorama:
El entorno es precioso, no te cansas de mirarlo y de hacer fotos. Es un lugar para sentarse un rato y contemplarlo tranquilamente. Aquí cobra mucho valor el silencio, la paz que otorga un día sin demasiada gente.
Por fin, llegamos a la zona de los Chorreaderos, con hilos de agua abrazando impetuosos las peñas verdes. Otro sitio ideal para sentarse tranquilamente, aquí más que ver el agua y sus reflejos, apetece cerrar los ojos y escuchar su sonido.
Los Chorreaderos:
Se acaba la excursión. Cuesta trabajo dejar este lugar único y sorprendente, un remanso de exuberante naturaleza labrado por las aguas de un pequeño río. Parece mentira. Espero que os haya gustado recordarlo a los que ya lo conocéis, y a los demás, os animo a visitarlo. Merece la pena.