Extremadura y, en especial, la provincia de Cáceres atesora un gran número de lugares naturales de gran belleza y espectacularidad, por lo cual no resulta nada extraño que allí se encuentre uno de los quince Parques Nacionales de nuestro país, el de Monfragüe, declarado así el 2 de marzo de 2007. Situado en las confluencias de los ríos Tiétar y Tajo, su superficie alcanza las 18.396 hectáreas que se extienden por 7 municipios (Casas de Miravete, Jaraicejo, Malpartida de Plasencia, Serradilla, Serrejón, Toril y Torrejón el Rubio). Además, otros siete municipios cercanos cuentan con parajes declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2003, lo supone una superficie protegida de 116.160 hectáreas.
¿Y qué tiene de especial este Parque? Pues mucho, valioso y digno de preservar, ya que se le considera la mayor y mejor conservada extensión de monte mediterráneo del mundo con roquedales, dehesas, extensos encinares, alcornoques, jaras, brezos, madroños y, también, una buena muestra de vegetación de ribera. La abundancia de agua que le proporcionan los ríos, arroyos y embalses favorece la existencia de numerosa y variada fauna, en especial aves como buitres, alimoches, águilas imperiales, cigüeñas negras, garzas reales, búhos reales... Todas estas especies, que gozan de un grado máximo de protección en Monfragüe, se pueden contemplar tranquilamente desde sus numerosos miradores.
Situación del Parque Nacional de Monfragüe en el mapa peninsular.
Habíamos estado en Monfragüe solamente una vez, en tiempos casi prehistóricos, cuando el lugar gozaba únicamente con el reconocimiento de Parque Natural. Apenas conservo dos o tres fotografías de entonces y, de pronto, con el gusto que le estamos cogiendo en los últimos tiempos a visitar Extremadura y, particularmente, la provincia de Cáceres (la tierra de mi padre, por cierto), decidimos aprovechar el puente del primero de mayo para hacer otra escapadita, animados también por la buena climatología prevista, lo que nos compensaría del agua que nos cayó encima durante la Semana Santa. Los lugares elegidos para los que, al final, resultaron seis días fueron: Parque Nacional de Monfragüe, Malpartida de Cáceres y los Barruecos, Garrovillas de Alconétar, Coria y el Valle del Jerte. En esta etapa contaré nuestro recorrido por Monfragüe.
Accesos.
Dependiendo del lugar de procedencia, existen tres puntos principales de acceso: La Bazagona, el Puerto de la Serrana (hacia Villarreal de San Carlos) y Torrejón el Rubio.
Desde Madrid, la distancia es de unos 230 kilómetros, que se recorren en poco menos de dos horas y media. El viaje resulta muy cómodo ya que se va prácticamente todo el camino por autovía, tomando la A-5 hasta Navalmoral de la Mata y enlazando allí con la EXA1 hasta La Bazagona, donde se gira a la izquierda para tomar la EX389, que en pocos kilómetros nos dejará en la entrada del Parque, lo que nos permitirá comenzar el recorrido de los miradores, que resulta imprescindible para visitar el Parque en coche. Por este acceso, el Mirador de la Portilla del Tiétar será el primero con el que nos encontraremos.
Itinerario según GoogleMaps desde Madrid.
Si se viene del oeste o del noroeste, se puede acceder por la A-66 (Autovía de la Plata) y la EXA1, a través del Puerto de la Serrana y Villarreal de San Carlos. Y si se llega desde el sur, el acceso principal es por Torrejón el Rubio.
Nuestro alojamiento.
Reservamos una noche de estancia en la Hospedería de Monfragüe (uno de los ocho alojamientos que ofrece la de red de Hospederías de Extremadura) situada a unos nueve kilómetros del Mirador del Salto del Gitano y a unos cinco kilómetros de Torrejón el Rubio. Habíamos tenido dos experiencias anteriores muy buenas en las Hospederías de la Conventual de Alcántara y la de las Hurdes, así que decidimos repetir por triplicado en nuestro nuevo viaje a tierras cacereñas. En este caso se trata de un establecimiento reciente (renovado en 2015), de cuatro estrellas, y que cuenta con habitaciones muy confortables, piscina de verano y demás. Si hay suerte y se pilla una oferta (en nuestro caso por 70 euros con alojamiento y desayuno), resulta muy interesante consideración la relación calidad/precio. Además, todas estas hospederías ofrecen unos menús (tanto para almuerzo como para cena) de cocina tradicional renovada (¿se dice así?) utilizando como base productos locales por 15 euros. No se trata de hartarse, pero se come muy bien.
Recorrido por el Parque Nacional de Monfragüe.
El inicio de nuestro viaje coincidió con la salida masiva del Puente del 1 de Mayo, que en Madrid se extiende también al día 2 por la fiesta de la Comunidad y al que algunos tuvimos la suerte de añadir el viernes 3, enlazando así con el fin de semana. De camino hacia Monfragüe llamé por teléfono a la Hospedería (donde nos alojábamos esa noche) para reservar una mesa para comer, pero me dijeron que ya no disponían de ninguna libre, lo cual nos obligó a buscar un restaurante nada más llegar, ya que la oferta no es demasiado amplia y en un día como ése corríamos el riesgo de quedarnos sin almuerzo. La verdad es que había gente, pero tampoco se trataba de una afluencia masiva porque la gente se dispersa bastante, salvo en sitios muy concretos. El problema allí reside en que hay pocas poblaciones y, por lo tanto, tampoco abundan las “comideras” :D. Lo que sí hay son numerosos merenderos, por lo que, si se prefiere y hace buen tiempo, no estaría mal llevar un bocata y tomarlo tranquilamente a la sombra mientras se contempla un mar de flores.
Como no era nuestro caso, aunque nos detuvimos en algunos miradores, fuimos casi directamente hasta Villarreal de San Carlos, único núcleo de población de la zona aparte de Torrejón el Rubio, que nos pillaba bastante más lejos, a unos 15 kilómetros. Villarreal dispone de dos aparcamientos públicos, uno a las afueras, que se utiliza para acceder al área de descanso del Arroyo de Malvecino y también comenzar la ruta de senderismo de color verde; y otro más cerca de las casas, al lado del Centro de Visitantes del Parque, el cual es muy conveniente visitar para conseguir información y un plano turístico que resulta muy útil para moverse por la zona y tener una referencia de dónde nos encontramos y lo que estamos viendo en cada momento.
Mapa turístico que entregan en Centro de Visitantes de Villarreal de San Carlos.
Villarreal de San Carlos es muy pequeño y lo primero que hicimos fue buscar un sitio que pusiera “restaurante”. Y lo vimos entrando por la primera calle a la izquierda. Eran las dos menos veinte y les quedaban tres mesas libres; cinco minutos estaba todo lleno. Tomamos un menú del día por 13 euros. No me acuerdo qué comimos, pero sí que nos pareció correcto teniendo en cuenta el precio. Después de la comida y de pasar por el Centro de Visitantes, nos dispusimos a hacer la ruta de los miradores en el coche. Ésos no eran exactamente nuestros planes, pero el calor apretaba de lo lindo pues estábamos a casi treinta grados y con un sol de justicia. Menos mal que corría un airecito bastante agradable.
Ya que no tiene mucho sentido seguir el recorrido tal como lo hicimos nosotros por pura circunstancia, haré el relato con un orden más lógico y que será de más utilidad a quienes puedan leerme con la idea de visitar Monfragüe.
Ruta de los miradores del Parque Nacional de Monfragüe en coche.
Naturalmente, la ruta se puede iniciar por cualquiera de los accesos, pero yo los iré citando desde el acceso de La Bazagona. Todos los miradores están bien indicados y, por lo general, cuentan con zona de aparcamiento, si bien en algún caso resulta insuficiente y hay que dejar el coche en donde se pueda. Decir que el día era precioso y con una luz espectacular, que presentaba los paisajes en todo su esplendor, especialmente bellos por la mañana.
Ruta de los miradores según Google Maps.
Este recorrido suma unos veinte kilómetros, lo que supondría unos veinte minutos sin paradas, aunque, por supuesto, se dedica mucho tiempo a deleitarse con el paisaje, contemplar las aves, hacer fotografías, etc. La carretera tiene bastantes curvas como cabe esperar dado el terreno por donde discurre, pero está en perfecto estado.
Mirador de la Portilla del Tiétar.
Nada más cruzar los límites del Parque nos llamó la atención el verde intenso del paisaje, embellecido por miles de flores que ponían su contrapunto de color. En especial, las jaras estaban florecidas y aparecían por todas partes. El agua que teníamos enfrente corresponde al Embalse Torrejón-Tiétar.
Según reza el indicador, este mirador lleva el nombre de un cortado rocoso abierto por el río Tiétar que posee un gran valor faunístico, ya que es lugar de nidificación de buitres negros, buitres leonados, búhos reales, cigüeñas negras, etc. Y, ciertamente, pudimos ver una buena cantidad de ejemplares, unos volando y otros aposentados en el roquedal, cuyos intensos colores destacaban a la luz del sol. Es un lugar donde se pueden sacar buenas fotografías de estas aves, si bien se requiere paciencia, trípode y una cámara apropiada que mi espalda no se puede permitir. Por cierto, imprescindibles los prismáticos. Este mirador cuenta con caseta de observación de aves pero el sitio para aparcar no es muy amplio, así que en días de mucha afluencia cada uno se las tendrá que apañar porque merece la pena detenerse en él.
Mirador de la Fresneda.
No viene en GoogleMaps, pero es el siguiente después del de la Portilla del Tiétar. Creo recordar que dejamos el coche en el anterior y llegamos hasta él caminando. Son cuatro o cinco minutos. Presenta el mismo paisaje del anterior pero con una perspectiva diferente.
Mirador de la Higuerilla.
Muy fotogénico el paisaje porque nos presenta una pronunciada curva en el curso de las aguas, que se contemplan desde sendos lados. Sin embargo, se veían menos aves.
Mirador de la Báscula.
Este mirador nos resultó un poco extraño ya que desde la balconada de madera apenas se ve nada interesante. Hay que tomar una pista a la derecha, que luego se convierte en sendero, hasta llegar a unas vistas interesantes sobre el inmenso monte y la zona oriental del embalse de Torrejón, pero ya con las aguas del río Tajo. Prescindible si no disponéis de mucho tiempo y no os gusta caminar.
Mirador de la Malavuelta.
Como indica el cartel informativo, desde este mirador está prácticamente entre las presas del río Tiétar (de frente) y del río Tajo (a la izquierda). Aquí distinguimos una roca singular, llamada diabasa, cuyo color verdoso nos llamara la atención en otras muchas zonas del Parque. Resulta interesante leer las explicaciones geológicas que se nos ofrecen para complementar el bonito panorama.Hay una pista que lleva a la presa sobre el Tajo, pero está vallada y no se puede pasar.
Mirador de la Tajadilla.
Cruzamos la presa sobre el río Tiétar y llegamos a una amplia zona de merendero, que también sirve de mirador. Aquí los carteles informativos nos explican la historia de los Saltos Hidroeléctricos de Torrejón y su funcionamiento, al tiempo que nos aclaran que la Tajadilla es el nombre que recibe el farallón cuarcítico que podemos contemplar a un lado y que constituye una barrera natural entre los ríos Tiétar y Tajo. Es un buen lugar para observar a las grandes rapaces que anidan en el roquedal.
Fuente de los Tres Caños.
No figura como mirador, sino que se trata de un área de descanso con merendero y agua. Sin embargo, merece la pena detenerse porque el sitio tiene mucho arbolado, cuenta con sombra, hay una vista bonita hacia una curva en el embalse y, sobre todo, se agradece echar un trago en la rústica fuente, cuyo nombre resulta obvio al echarle un vistazo.
Mirador del Pliegue.
Es uno de los más extensos, está considerado como uno de los imprescindibles y se puede circundar mediante una estrecha pista de tierra que se asoma al agua y al monte mediante de una extensa balconada de madera.
Después, siguiendo la carretera, llegamos a un cruce: a la derecha, se va hacia el Puerto de la Serrana y Plasencia y, a la izquierda, hacia Villarreal de San Carlos, lugar donde habíamos almorzado según he relatado antes. Desde este pequeño núcleo poblacional se pueden iniciar algunas pequeñas caminatas que comentaré más adelante, aunque primero voy a terminar con el asunto de los miradores, pese a que lo viene a continuación lo hicimos al día siguiente. Sin embargo, será mejor no enredar más, de momento.
Mirador del Puente del Cardenal.
Este mirador tampoco viene en GoogleMaps, pero es interesante detenerse en él, sobre todo si el nivel del agua no cubre lo suficiente como para ocultar el Puente del Cardenal, cuya historia nos explica un panel informativo, según el cual fue mandado construir por el obispo de Plasencia en 1450 para facilitar el cruce de una orilla a otra poco después de que las aguas de los dos ríos ya corran juntas, paso que anteriormente se realizaba mediante barcazas. Hay una pista con una pronunciada pendiente que permite bajar a pie hasta el mismo puente.
Fuente del Francés.
Una vez cruzado el puente moderno sobre el Tajo, llegamos a una nueva área de recreo, donde también existe un parking. Desde la orilla se contemplan los dos puentes, el nuevo y el viejo (si no lo cubre el agua). Hay merendero, agua y arbolado. Muy agradable. No lo es tanto, sin embargo, la historia del nombre de la fuente, que rinde homenaje a un joven francés, llamado Maurice Jonson, que a mediados de los años setenta del pasado siglo visitaba Monfrague con un amigo y murió al intentar salvar a una rapaz que se estaba ahogando. En esta zona, el Tajo presenta peligrosos remolinos.
Mirador del Salto del Gitano.
Nada más cruzar el puente, siguiendo la carretera que llevamos (EX208) llegaremos al que sin duda es el mirador más espectacular del Parque: imprescindible sí o sí. A ser posible, hay que procurar visitarlo por la mañana, salvo que se pretenda ver la puesta del sol, que, según los días, también debe resultar bonita desde aquí.
Si es un día de mucha afluencia de público, éste será el lugar donde se concentre la mayor parte de la gente (junto con el castillo), así que habrá que dejar el coche donde no estorbe, siempre fuera de la carretera, y acercarse andando. Sin embargo, tampoco será preciso caminar demasiado y las vistas sobre la mole de cuarcita del Roquedo de Peña Falcón, cayendo en vertical sobre el Tajo, dejan sin aliento. El mirador, tanto por el paisaje como por la cantidad de aves que se llega a contemplar, es extraordinario.
Cuenta con una amplia balconada de madera que recorre una parte del cortado y, asimismo, con casetas para observación de los buitres, que anidan en los imponentes roquedales que tenemos en frente, planeando sobre ellos y volando incluso por encima de nuestras cabezas. También es posible ver cigüeñas negras, alimoches, halcones peregrinos, águilas culebreras… Otra zona maravillosa para hacer fotografías, especialmente dedicada a los que contéis con equipo adecuado. Eso sí, los lugares para instalar el trípode se rifan, jajaja. Pero, bueno, realmente cualquiera puede sacar alguna foto curiosa para el recuerdo, incluso yo.
En fin, impresionante. Te pasas minutos y minutos allí, observando el deambular de las aves y contemplando el precioso panorama.
Todavía me falta explicar el nombre de este hermoso lugar, aunque las leyendas no se ponen muy de acuerdo y con frecuencia las fechas no cuadran, pero bueno… Desde su construcción en el siglo XV, el Puente del Cardenal, que he mencionado antes, se utilizaba habitualmente como zona de paso por comerciantes y viajeros que hacían la ruta entre Plasencia y Trujillo, por lo cual, dado lo escarpado del terreno, se convirtió también en reclamo para bandidos y delincuentes que asaltaban a muchos incautos que por allí pasaban. Se cuenta que en una ocasión (tuvo que ser ya en la segunda mitad del siglo XIX), la Guardia Civil estaba persiguiendo a un individuo con aspecto de gitano que había asaltado a unos comerciantes, quienes, según las versiones, huyeron o resultaron muertos. El caso es que al llegar al roquedal y encontrarse con el río Tajo, para evitar ser detenido, el gitano dio un tremendo salto sobre el río, desde lo alto de una gran roca a otra de la otra opuesta. De modo inconcebible, lo consiguió y ya desde el otro lado les hizo un gesto de burla a los guardias civiles, uno de los cuales se quedó petrificado ante lo que había visto. De ahí que una de las rocas adquiriese su forma, con tricornio y todo. Bueno, hay que echarle un poco de imaginación, pero aquí está la roca en cuestión. Seguro que existen opiniones para todos los gustos.
El salto que dio el gitano y la roca del guardia civil.
Castillo y Ermita de Monfragüe.
Aunque no se trata de un mirador como tal, lo cierto es que desde su ubicación, a 513 metros de altura, se obtiene una de las vistas más espectaculares del Parque Nacional, ya que se contempla todo alrededor, casi en 360 grados. En definitiva, resulta imprescindible su visita. Hay una pista asfaltada que deja en las inmediaciones del castillo, pero está cortada al tráfico privado, al menos los fines de semana, puentes, fiestas y días con mucha afluencia de gente. La razón es por el escaso sitio de aparcamiento disponible arriba. En su lugar, hay un autobús gratuito que sube a las personas que no desean hacer el recorrido a pie desde el gran aparcamiento que hay abajo. Cuando existe mucha demanda, el autobús sube y baja continuamente, en el resto de los días, tiene un horario establecido.
Allá arriba está el castillo.
La subida a pie por la pista es bastante pendiente aunque no muy larga. Lleva unos quince minutos, más o menos. Sin embargo, si el autobús está disponible, se puede aprovechar y ahorrar ese tiempo para otras cosas. Nosotros hicimos esta visita al día siguiente de nuestra llegada, por la mañana, después de visitar el Mirador del Salto del Gitano. Íbamos con un poco de prisa, porque teníamos hora reservada para visitar las pinturas rupestres del Abrigo del Castillo, de las que después hablaré. Así que utilizamos ell autobús que salía en ese momento y que nos dejó frente a la entrada de la cueva, que está a medio camino, más o menos. Después de ver las pinturas, nos dirigimos al castillo a pie contemplando al mismo tiempo unas buenas vistas del Tajo.
El autobús deja a la gente en el aparcamiento de arriba, con lo cual, desde allí hay que ir a pie necesariamente. Se puede seguir por la derecha (un sendero) o por la izquierda que sube directamente a la zona del castillo por una empinada escalera. Recomiendo ir hacia la derecha, tal como señala un indicador del camino. Esta ruta es más llana y, además, ofrece unas vistas fabulosas del Parque, tanto del bosque como del discurrir de las aguas del Tiétar y del Tajo y su encuentro. También nos encontramos con el Mirador de la Umbría (accesible solamente a pie), al que conduce el tramo del sendero rojo que sube desde la Fuente del Francés y del que luego hablaré.
El castillo tiene su origen en el siglo IX y fue erigido por los musulmanes sobre fortificaciones más antiguas de origen celta y romano, siendo posteriormente reconstruido por los cristianos entre los siglos XII y XV. Actualmente es poco lo que se conserva: un trozo de muralla, una barbacana, un aljibe árabe y los dos torres cristianas, una de forma pentagonal y otra cilíndrica. Estas dos torres están habilitadas para la visita, cuyo principal interés es contemplar las extraordinarias vistas que se tienen del Parque.
En este cerro, en lo que antes era el patio de armas del castillo, hay una ermita cuyo origen se remonta, al parecer, al siglo XIV, teniendo en cuenta los escudos que existen sobre su puerta principal. Sin embargo su aspecto actual data del siglo XVIII. En el interior se guarda una talla de madera del siglo XII de la Virgen de Monfragüe, que se cree procede de Jerusalén.
En resumen, que entre unas cosas y otras, resulta imprescindible subir hasta el castillo.
Rutas a pie en el Parque Nacional de Monfragüe.
Además de otros senderos secundarios, para los que se precisa permiso, existen tres rutas senderistas para conocer el Parque y que figuran en los paneles informativos y en el mapa que entregan en el Centro de Visitantes. Estas rutas son las siguientes:
Ruta roja. Sale de Villarreal de San Carlos y llega hasta el Castillo de Monfragüe. Itinerario de ida y vuelta, de 16 kilómetros de distancia y unas seis horas de duración. Su grado de dificultad es bajo. Se puede acortar seis kilómetros, comenzando la ruta en la Fuente del Francés, con lo cual la duración sería de unas tres horas y media. En mi opinión, la ruta completa no aporta demasiado ya que va en buena parte paralela a la carretera. Resulta más interesante la subida desde la Fuente del Francés hasta el Castillo de Monfragüe, pasando por el Mirador de Umbría, sobre todo si se desea hacer este tramo a pie.
Ruta verde. Sale de Villarreal de San Carlos y llega hasta el Cerro Gimio, a 372 metros de altura (se puede hacer también sin subir al cerro, lo cual acorta el itinerario unos 30 minutos). El recorrido de ida y vuelta lleva dos horas y media, tiene 7,7 kilómetros y el grado de dificultad es bajo. Se disfruta de la vegetación propia de ribera y de unas vistas imponentes desde el Cerro. Teníamos intención de hacer esta ruta hasta el cerro, pero nos desaconsejaron subir en el Centro de Visitantes porque a esas horas de la tarde hacía mucho calor y era mejor mantenerse en la zona de arbolado.
Ruta amarilla. Sale de Villarreal de San Carlos y llega hasta el Mirador de la Tajadilla. El recorrido de ida y vuelta supone 9,1 kilómetros, tiene 3 horas de duración y su nivel de dificultad es bajo. Nos pareció que iba, igualmente, muy cerca de la carretera en varios tramos para llegar al Mirador de la Tajadilla. Con lo cual, lo que hicimos fue un pequeño recorrido, yendo desde Villarreal de San Carlos hasta el Mirador del Serrano, que nos pareció lo más interesante de la ruta.
A un kilómetro, surcando el bosque, nos encontramos con el árbol singular llamado el Almez del Lugar Nuevo, en el Huerto del Hojaranzo, que con sus 150 años, 15 metros de altura, 5 de copa y 20 de diámetro máximo de copa, es uno de los de mayor talla de Extremadura. Además, el entorno, con olivos, higueras, madroños, tomillos, lavandas, etc., es muy fresco y atractivo.
Siguiendo el sendero otro kilómetro o kilómetro y medio, aparece ante nuestros ojos de nuevo el brazo de agua hasta que llegamos al Mirador del Serrano (accesible solamente a pie), desde el que se contempla una buena vista del río Tiétar y de su desembocadura en el Tajo. Desde aquí, deshicimos el trecho andado ya que, como he mencionado, no teníamos intención de llegar al Mirador de la Tajadilla, que ya habíamos visitado con el coche.
Como resumen, señalar que, en mi opinión, antes de emprender una de estas rutas senderistas conviene mirar bien el mapa y ver qué tramos interesa hacer a pie y cuáles en coche.
Pinturas rupestres del Abrigo del Castillo.
Existe un buen número de pinturas rupestres en la zona de Monfragüe, pero las únicas que están habilitadas para la visita, y desde hace solamente un año, son las del Abrigo del Castillo. Se encuentra en una cueva, en la carretera que sube al castillo, a medio camino del mismo. Existe un horario de visitas que es muy conveniente consultar en la página web del Ayuntamiento de Torrejón el Rubio puesto que no abre todos los días ni a las mismas horas. Cuesta tres euros (los niños, gratis). Si se quiere una hora concreta o se va en festivo, fines de semana y puentes, conviene reservar previamente enviando un email o llamando por teléfono a dicho ayuntamiento, ya que solo pueden entrar cinco personas con el guía en cada pase puesto que el espacio es muy reducido. Esto fue lo que nosotros hicimos el día 2 de mayo. Nos dieron plaza a las doce de la mañana, así que aprovechamos el autobús del castillo para llegar hasta la entrada de la cueva, como ya he dicho antes.
No se trata de entrar en una cueva subterránea, con estalactitas y estalagmitas ni nada de eso. Las pinturas están a la entrada de una caverna poco profunda, a la que se accede por una escalera metálica y la zona de las pinturas está protegida por una puerta metálica. Una vez se sube la escalera, apenas se camina un par de metros hasta ver las pinturas. El guía nos explicó todo con mucho detalle utilizando láminas junto a los originales, con lo cual pudimos contemplar y entender los diferentes grupos de pinturas, realizadas en color rojo con un pigmento de óxido de hierro. Están bastante bien conservadas, se realizaron en diversos periodos históricos y hay figuras humanas y de animales, entre ellos un ciervo del Epipaleolítico (entre 8.000 y 7.000 años a.C.), difuminado entre un grupo de pinturas antropomorfas. Se aprecia también muy bien un conjunto de figuras humanas de trazo grueso del Neolítico. Asimismo, se puede ver una muestra de escritura tartesa de la Edad del Hierro. Está representada en color negro y su transcripción fonética sería KONKOLTIRU, pero se desconoce lo que significa.
Y, sobre todo, impresiona un espectacular grupo de figuras humanas de trazo fino, que se supone corresponden a la Edad de Bronce, en las cuales se aprecia la jerarquía social pues los supuestos jefes están representados con un penacho en la cabeza.
Una visita de una media hora francamente interesante, durante la que se puede hacer fotos sin flash. La recomiendo si os gustan las pinturas rupestres porque aquí se ven de verdad, no se adivinan como en otros sitios. Un verdadero acierto del Ayuntamiento de Torrejón proteger este lugar y habilitarlo para que se pueda visitar con todas las garantías para garantizar su preservación.
Otro lugar de interés: el castillo de Mirabel.
La tarde de nuestra llegada, después de visitar los miradores y demás, teníamos pensado hacer la ruta verde de senderismo, pero apretaba mucho el calor y hacía un sol de justicia. Así que decidimos llegar con el coche hasta la localidad de Mirabel, para visitar su castillo.La verdad es que nos pareció que estaba más lejos de lo que suponíamos en un principio. Hicimos una ruta circular para no repetir trayecto, aunque más o menos se tarda lo mismo, en torno a cuarenta y cinco minutos. Fuimos hacia el norte por el Puerto de la Serrana y Palazuelo-Empalme y volvimos por el sur, pasando por Torrejón el Rubio.
Recorrido según GoogleMaps.
El castillo se encuentra a un kilómetro del pueblo de Mirabel, en la Peña del Acero. Para visitarlo, hay que dejar el coche en un parking junto a la carretera CC-29.5. Hay un buen merendero, con numerosas mesas y arbolado.
Según los paneles informativos, este lugar destaca geológicamente por los cristales de quiastolitas, que se aprecian en las pizarras de los taludes de la carretera.
El paisaje alrededor lucía así de verde.
Al castillo se accede a pie, por una estrecha pista y luego por un sendero con bastante pendiente, pero es un trecho no muy largo y en poco más de diez minutos se llega sin ningún problema. Poco se conserva del castillo árabe original del siglo XII, conquistado después por Alfonso VIII y destruido posteriormente por una incursión de los almohades. Francisco de Zúñiga lo reconstruyó y lo utilizó como residencia, pero fue abandonado en el siglo XVI
.Actualmente está habilitado para la visita mediante escaleras y pasarelas, que conducen por los restos de sus antiguas dependencias, con aljibes, estancias, saeteras y dos torres, a las que se puede acceder y que proporcionan unas vistas estupendas de todo del pueblo de Mirabel, con su iglesia de la Asunción, y de todo el entorno: Sierra de los Canchos (flanco norte de Monfragüe) y la Sierra de Santa Catalina hacia el sur.
La entrada es gratuita (al menos de momento) y resulta una excursión interesante desde Monfragüe, aunque no pilla demasiado cerca, la verdad.
Como resumen, decir que después de tantos años nos encantó el redescubrimiento de Monfragüe, ya catalogado como Parque Nacional.