4 Kathmandu ✏️ Diarios de Viajes de NepalUn tañido de campanas y la intensa luminosidad solar teñida del verde de los campos nos despierta despues de una noche reparadora.. Hoy toca primer contacto con Kathmandu. Desayunamos y esperamos a nuestro guia que resulta ser un joven nepalí de...Diario: Nepalizando! Na Mas Te!⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Etapas: 22 Localización: NepalUn tañido de campanas y la intensa luminosidad solar teñida del verde de los campos nos despierta despues de una noche reparadora.. Hoy toca primer contacto con Kathmandu. Desayunamos y esperamos a nuestro guia que resulta ser un joven nepalí de suave nombre (Kissour) de cara de niño y evidente timidez. Nos embarcamos en un autobus ruinoso y vamos absorbiendo la intensa vida del Nepal, su sordidez, su alegría, su pobreza, su color. Para llegar tenemos que cambiar de autobús, autobuses que son carros de chapa decrépitos, rotos, contaminantes, a los que hay que subirse casi sobre la marcha entre un fantástico guirigay de gente. Es un cruce, es una parada de autobus, es un mercado, es un caos absoluto, es pura vida refulgiendo a media mañana. Hay una escalera que no conduce a ninguna parte, miles de chamizos que pretenden ser tiendas, gente por doquier, voces, animales, basura, coches, motos, bicicletas y miles de hombrecillos de piel color aceituna y alzada escasa. Cambiamos de autobus para encaminarnos al templo de los monos. Comienza lo bueno, la ampliación de la perspectiva que da el viajar y asi vemos con deleite un templo a rebosar de monos y turistas, el primer contacto cercano con el budismo, con sus orondos budas, sus dorados, sus templos alegres y coloridos, incienso y ruedas de oración, campanillas y banderas al viento. Alrededor del templo, árboles y en ellos, monos malencarados, pequeñas ardillas y miles de banderas de oración agitandose al viento, coloreando la brisa de rojo, verde, amarillo, azul y blanco. Un poco más arriba está el templo de Swayambuhnath propiamente dicho, llegamos por la parte de la cuesta para acercarnos a nuestras primeras pagodas y templos, nuestra primera estupa, blanca y dorada, vigilante de Kathmandu. Entramos en los templetes, llenos de velas, colores y redonditos budas y disfrutamos de una vista fantástica sobre la capital que se desparrama a lo largo y ancho de todo el valle, contaminandolo todo. Para seguir turisteando tenemos que bajar unas empinadas escaleras, las primeras de nuestro viaje, donde vamos observando como la mendicidad aquí es mucho más notoria, hay niños pidiendo en bandadas custodiados por lo que se supone su madre que malvive en una caja de cartón. Nuestro guia negocia con los taxistas para llevarnos a la plaza Durbar y nos subimos en uno de esos minicoches Suzuki Maruti con motor de lavadora que hay a millones. Callejeamos en dirección desconocida entre casas de ladrillo, gentes por todas partes, animales, no me dan los ojos para absorber tanta novedad de camino a la Durbar Square. Una vez en la plaza, pasamos por taquilla pese a que parece una plaza abierta y comenzamos la visita. Nuestro guia es mas que guia, un acompañante, sabe castellano pero no tiene mucha idea de historia ni de explicar y aunque es tímido, sonrie y ayuda en todo lo que puede. La plaza es espectacular, me falta tiempo para subir a los templos y poder admirarla en toda su perspectiva. La organización dista mucho de una occidental, los templos estan diseminados de manera caótica, sin simetría pero resulta muy bella la combinación de teja, ladrillo y madera antigua. Visitamos el templo de la Khumari, la niña-diosa, esperando debajo de la ventana como la tuna a ver si salía pero no hubp suerte por lo que continuamos la visita, nos mofamos de los leones maquillados, nos sorprendemos de las tallas, nos fotografiamos con vacas sagradas, contamos las ventanas sin cristales, admiramos las celosias de madera, subimos a los templos y nos reimos como niños. Todo parece viejo, decrépito, usado pero es auténtico, real, no como muchas de las maravillas de nuestra sociedad, esto se puede tocar, se ve roto, puro, verdadero, tanto los templos como los edificios. En contraste, a veces se observa algún edificio blanco encalado, quizás un pequeño templete de ofrenda que destaca como un faro en una costa. Y para colorearlo todo, las omnipresentes banderitas de oración. Cogemos otro taxi para ir a la gran estupa de Boudanath y yo que no soy creyente ni budista, circunvalo como un niño la estupa, tocando todas las ruedas de oración, una a una, lanzando mil y un peticiones que son una simple muestra de mi alegría infinita. Esta estupa es espectacular, aun cuando repita la configuración cromática habitual, blanca y dorada, banderas al viento y una nota de color por los tonos azafrán y morado de los monjes budistas. Entramos a un templo donde está teniendo lugar una oración tibetana. No se si reir o salir corriendo, el aire esta invadido de incienso y los monjes rezan a toda velocidad para luego, sin organización ninguna, ponerse a ratos a tocar lo que parece la sinfonía más desafinada y caótica del mundo. Y yo me rio solo, feliz de estar aquí. Comemos en un restaurante un pelín turistico para mi gusto y nos desplazamos a Pashupatinath. Esto ya no se disfruta tanto, se nota el olor a muerte cercano, no deja de ser un templo de incineracion, hinduista para más señas. Y aunque llevemos poco tiempo en el pais, en contacto con las culturas locales, ya nos da para darnos cuenta que los templos hindues son muchisimo más sucios. Los budistas distan de ser impolutos pero en los hindúes abundan las ofrendas de comida por todas partes, con su inevitable cargamento de moscas y olores agresivos. Da miedo acercarse a los Saddhus y no quiero soltarles propina así que se quedan sin foto conmigo. A cambio, me entretengo con las ardillas, un ciervo del parque trasero y me alejo de la incineración que se está llevando a cabo rio abajo. Rio que me hace pensar en las descripciones del rio de Ank (vease Terry Pratchet y su mundodisco) A la salida visitamos un asilo que rompe el alma, lleno de ancianos que viven de la caridad y se organizan en una comunidad precaria. Tambien hay niños jugando con columpios hechos de bambú y corriendo libres por ahí. Realmente hay niños por todas partes, este pais es la apoteosis de la juventud.... Habiamos tratado con Babu por mail si llevar o no saco de dormir. Nos recomendó que no pese al trekking que ibamos a hacer. Al llegar a Nepal nos dijo que sí eran necesarios asi que toco ir a Thamel a por unos baratillos. Como si no tuviera otros cuantro en casa. Gracias a eso, experimentamos Thamel en pleno apogeo: carteles anunciando miles de servicios, millones de tiendas vendiendo ropa cojonuda mas falsa que un euro con la cara de popeye, una fantástica mezcolanza de colores, olores y sabores, turistas por todas partes, todo se compra y se vende en Thamel. De Thamel vamos a coger el autobus que nos ha de llevar a Kirtipur. Para ello deambulamos por todo el populoso barrio y nos sorprendemos de la cantidad de gente, de la mezcla de animales,vida urbana y rural que habita aqui. No sabría decir el recorrido hecho por la ciudad, en taxi o andando, todas las calles se parecen en ese dédalo laberíntico de ladrillos, adobe, asfalto precario y multitudes por todas partes. Y entre la masa, miles de millones de motos, bicicletas, animales, es curioso estar en una aglomeración en la que apenas te puedes mover y que a tu derecha tengas una cabra o una moto con pollos colgados. No se nos agota la capacidad de sorpresa ante la tranquilidad con que fluye la vida en esta ciudad hormiguero. La estación de autobuses es un descampado polvoriento con miles de vehiculos en estado decrépito llenos de inscripciones, publicidad falsa, colgantes, cortinas y colores con un revisor que grita los destinos creando una marabunta acrecentada por el mercado que se desarrolla alrededor de la estación y que se desparrama por las aceras colindantes. Abrumador y encantador, todo a la vez. Cogemos el autobus y nos vamos para casa, hay que caminar un ratito para llegar a la casa donde disfrutamos de la magia en los fogones de Belku y de su escandalosamente sabroso té, nunca jamás habré bebido yo algo tan fascinante y preparamos la maleta para el trekking de Poon Hill, nuestro destino para los próximos dias. Índice del Diario: Nepalizando! Na Mas Te!
01: 1 Inicio
02: 2 Madrid - Estambul
03: 3 De Estambul a Kathmandu
04: 4 Kathmandu
05: 5 A Pokhara
06: 6 Trekking I Pokhara/ Uleri
07: 7 Trekking II Uleri - Ghorepani
08: 8 Trekking III Ghorepani - Tatopani
09: 9 Trekking IV Tatopani - Gandruk
10: 10 Trekking V Gandruk - ?
11: 11 trekking VI ? - Pokhara
12: 12 Pokhara - Terai
13: 13 Terai II
14: 14 Terai III
15: 15 Del Terai a Kathmandu
16: 16 Kathmandu - Nagarkoth
17: 17 Nagarkoth - Chang Narayan - Kathmandu
18: 18 Patan
19: 19 Valle de Kathmandu
20: 20 Kathmandu
21: 21 Adios Nepal
22: 22 Conclusiones
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