¡¡¡Liverpool, allá vamos!!! ✏️ Diarios de Viajes de Reino Unido

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SALIDA DE MADRID: Volamos el viernes 8 de marzo, dirección Manchester, con la compañía Ryanair. El vuelo estaba previsto para las 16:35, pero mientras embarcamos y se solventó un caos dentro del avión con las maletas, salimos a las 17:00. Es la primera vez que volamos con esta compañía, y bueno, vi bastante desorganización en cuanto a las maletas de mano. No había sitio para colocarlas en los maleteros, la gente guardaba los abrigos y lógicamente el resto de pasajeros se quedaban sin espacio… Resumen, nos tocó sentarnos en la cola del avión con una maleta detrás del asiento y otra debajo del asiento de delante, con el consiguiente poco espacio que quedaba para los pies, y eso que era maleta de mano. Menos mal que las otras dos maletas las pudimos colocar en los maleteros. El resto del vuelo fue perfecto, en unas dos horas aterrizábamos en Manchester.

LLEGADA A LIVERPOOL: Después de pasar el control de pasaportes, en nuestro caso DNI, fuimos a la estación de autobuses para coger el bus que nos llevaría hasta Liverpool. Nosotros elegimos esta opción por ser rápida (40 minutos de Manchester a Liverpool) y más barata que el resto de posibilidades (alrededor de 7 libras). Para quien lo desee puede alquilar un coche o ir en tren. Cuando sales del avión solo tienes que seguir las indicaciones en las que pone The Station. En unos 10-15 minutos a paso ligero (algunos tramos por la calle, pero todo perfectamente indicado) llegas a la estación donde hay varias dársenas de autobuses. En los paneles informativos te pone la dársena y la hora a la que llega el bus, así que como faltaba un rato para que saliera el bus, esperamos calentitos en la estación ya que hacía un viento bastante fresquito y estaba empezando a lloviznear. La verdad es que es muy pequeñita y tranquila así que no es muy incómodo esperar. El autobús llegó puntual. Es de la compañía National Express. Nosotros optamos por comprar el billete directamente al conductor, pero había mucha gente que ya lo llevaba impreso, ya que es posible comprarlo por internet. Ahora creo que hubiera sido mejor sacarlo por internet, ya que entre que no entendíamos al conductor del bus, tenía unas pintas horrriiiiiblessss y ni nos dio resguardo del billete parecía que estábamos entrando al autobús que a saber donde nos llevaba. Menos mal que todo fue perfecto. En 40 minutos, pisábamos tierra de los Beatles.

La primera gran odisea llegó cuando llegamos a la estación de bus de Liverpool. Según habíamos visto en internet, la estación estaba cerca del apartamento y… ¡¡HORROR!!¡¡ Nos había dejado en otra!! ¡¡No era la que habíamos mirado!! Queríamos ir andando gracias al magnífico gps del móvil de nuestro amigo Iván, pero eran las 20:30 y a las 21:00 habíamos quedado con el dueño del apartamento. Así que cogimos un taxi. Hay infinidad de compañías de taxis, Delta, Alpha etc. La más barata según nos dijo mi amiga era Delta, pero para que te llevaran es indispensable que llames por teléfono, así que como no teníamos ni idea, cogimos el típico taxi ingles que había allí parado y en escasos 10 minutos estábamos en la puerta de la urbanización. Pensabamos que iba a ser muy caro, por eso de ser el típico taxi inglés con la “caja grande” como yo la llamo (la parte de detrás del coche) pero no, por 6 libras nos llevó. Al principio el taxista se perdió un poco, porque el apartamento está en una urbanización con varias entradas, así que se portó genial, nos paró el taxímetro y estuvo dando vueltas hasta que nos dejó en el sitio correcto. Luego le dejamos una propina de una libra, así que nos portamos bien también, ¡que no digan de los españoles!

APARTAMENTO: Cuando llegamos a la urbanización, nos encontramos con una cerradura en la puerta con unas teclas para meter un código. Menos mal que unos días antes el dueño del apartamento nos había mandado un e-mail con varias indicaciones, entre ellas la clave de la puerta. Ahora solo quedaba entrar y buscar el portal… busca que te busca con las maletas a cuestas… de noche y bastante a oscuras… y nada, que no encontrábamos el portal… hasta que… escondidito, ¡ahí estaba!… pero… sin llave, ¿cómo entramos? Pues nada, otra vez maletas a cuestas hasta la puerta de entrada… menos mal que nada mas salir vimos a un chico bajando de un coche, y resultó ser el dueño. Casi me desmayo al ver que iba en manga corta como si fuera julio en España… pobre de mí, iba tapada hasta los ojos y con un frio impresionante. El dueño, muy amablemente nos subió al apartamento, no sin antes darnos cuenta de que habíamos dado una vuelta super tonta, ya que a 5 metros de la puerta estaba la entrada al portal… nosotros dimos la vuelta a todo el edificio y finalmente encontramos la entrada al portal 51, que tenía acceso por el otro lado el 52, el que nosotros buscábamos. El dueño nos dejó las llaves, nos explicó varios sitios donde podíamos ir a tomar algo y se fue. Ya no le volvimos a ver, ya que las llaves se las teníamos que dejar en la mesa de entrada y todo estaba pagado a través de paypal varias semanas antes de ir.

El apartamento estaba muy bien. Dos habitaciones, dos baños, cocina equipada con todo, salón y una entradita. Limpio, calentito… no podíamos pedir más. Al estar situado en el puerto es una zona muy tranquila, sin ruido y desde la que en 20 minutos paseando estás en el centro, además de poder visitar el puerto Albert Dock, nombrado Patrimonio de la Humanidad, sin problemas. Al día siguiente vimos varios hoteles, entre ellos un Hilton y un Ibis, que están justo enfrente del museo marítimo y el museo de los Beatles. Estos son super céntricos, en 5 minutos estás en el centro y nada mas bajar de la habitación en el mismísimo meollo del puerto. Nosotros los descartamos por precio y disponibilidad. Sin dudarlo os recomendaría esta zona. Antes de ir miramos muchos alojamientos y hay que tener en cuenta que Liverpool es una ciudad de 400.000 habitantes, por lo que hay hoteles que pueden estar muy alejados del centro. En concreto vimos un hotel de una cadena importante (no recuerdo muy bien si era otro Hilton), que en internet decía que estaba cerca del aeropuerto y a unos 10 minutos del centro. Cuando volvíamos para España, vimos este hotel. Estaba justo en la acera de enfrente del aeropuerto, tan cerca que casi podías tocar los aviones… y en bus se tardan 40 minutos al mismo centro por lo que limita mucho los desplazamientos por pérdida de tiempo, horarios de autobuses y precio de los taxis si tienes que desplazarte varias veces al día.

COMPRANDO ALGO PARA CENAR: Como eran ya las 9:30 y queríamos cenar, optamos por salir a buscar un supermercado. En una guía casera que nos dejó el dueño del apartamento vimos que cerquita había un supermercado, un Spar, que aquí en España también existe. Realmente era una gasolinera con un pequeño súper, así que allí fuimos a comprar algo para los desayunos y cenas, ya que teníamos pensado hacerlas en casa. La verdad es que es toda una aventura comprar en un súper inglés, tienes desde medicamentos a cualquier bebida de mil sabores… (si, medicamentos, mi amiga intentó comprar alcohol para las heridas en una farmacia y la miraron como si fuera a hacer una bomba casera en su casa, además, no vendían eso en la farmacia, y luego venden medicamentos en el súper, sírvase a su gusto) Después de mucho mirar y remirar y ver que todo lo que vendían eran alimentos listos para calentar y las llamadas “guarrerías” (patatas fritas, bollería varia, galletas de mil clases, muffins…) optamos por comprar unos bocadillos y unos rollitos de pan de pita. Por el precio, apenas 1,20 libras cada uno, teníamos la cena lista. En total, la compra fueron 30 libras (leche y mil tipos de galletas para el desayuno, chocolatinas, patatas de mil clases… cuando entras a un súper de estos, las “guarrerías” te atrapan y no puedes huir de ellas) Así que con nuestras bolsitas a cuestas, por el puerto, y con un viento helado y húmedo, llegamos a casa. No sin antes ver de lejos la noria que hay junto al museo de los Beatles, iluminada de azul por la noche. No fue un camino muy largo, 10 minutitos y ya estábamos casi sentados en la mesa cenando. No sé si sería el hambre o qué, pero los bocadillos estaban deliciosos. Tras una breve tertulia, a la cama, que al día siguiente nos esperaba una dura jornada de turismo. Apagamos la luz y… ¡entraba toda la luz de las farolas de la calle! Los estores de papel de fumar de las ventanas dejaban pasar toda la luz… ¡Cómo echo de menos las persianas de España! Pero el cansancio, hizo el resto, unos segundos y dormidos… ¡Hasta mañana!

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