Una semana entre Lagos y Volcanes ✏️ Diarios de Viajes de Chile

Nos damos el madrugón y llegamos al aeropuerto donde nos autocheckeamos. El vuelo dura unas 2.30 h y llegamos al diminuto aeropuerto de Puerto-Montt, después de una hora conseguimos alquilar un coche (Un Toyota Yaris 4p) y cambiamos más dinero.

Las sensaciones con el coche y las carreteras son buenas. Tomamos la Ruta 5 (Panamericana) y nos dirigimos a la Isla de Chiloé (donde termina esta importante carretera), para ello hay que cruzar el estrecho Araucal en un Ferry. Se tarda poco más de una hora y el paisaje es muy bonito.

Un vez en la isla nos dirigimos al Hotel, que es la Hostería de Castro que está bastante bien. Como ya era mediodía nos dirigimos al restaurante “Años Luz”, recomendado por la Lonely. El ambiente, la presencia y la comida es recomendable y allí me tomé mi primera cerveza Kuntsmann.

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Por la tarde dimos una vuelta por la ciudad, entramos en la Catedral que es toda de madera, como todo el pueblo de Castro.

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y vimos desde un mirador los famosos Palafitos.

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Como la población se ve rapidamente pensamos en hacer una ruta por las iglesias de maderas que hay en la isla, pero para nuestra desolación el coche se había quedado sin batería (me había dejado la radio encendida). Menos mal, que al lado de la Hostería había un taller mecánico y me cargaron la batería y no me quisieron cobrar nada, lo que dice de la generosidad de esta gente. Una vez solucionado este contratiempo cumplimos nuestro plan.

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A la vuelta nos dimos una buena sesión de piscina climatizada y sauna para relajarnos después del duro día. Tan relajados nos quedamos que no salimos a cenar.

Hoy el día es mucho más relajado, nos levantamos y vemos el bonito paisaje desde la habitación, nos acompañan unas bandurrias (que son pájaros muy bonitos que hay por estas zonas) y desayunamos en el Hotel escuchando música española de los 80 (Presuntos Implicados, Duncan-Dhu…)

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Nos dirigimos al parque Nacional de Chiloé, de camino, al poco de salir de Castro nos desviamos para ver los Palafitos desde más cerca.

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En Cucao empieza a lloviznar, desde aquí la desviamos a otra carretera que va bordeando el Lago Hullicao, este lago atraviesa casi toda la isla. A la entrada del parque nos encontramos con un guarda (es gratuito). Al salir del coche, hay mucho viento, lluvia y frio pero no nos desanimamos y elegimos el sendero de las Dunas.

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El paisaje es totalmente virgen, muy bonito y llegamos hasta la orilla del Océano Pacífico. Nos mojamos los pinreles y comprobamos lo fría que está el agua. Retrocedimos nuestros pasos y llegamos a otro sendero interpretativo.

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De vuelta al Hotel de Castro nos damos un relajado baño en un Jacuzzi que esta al aire libre. Que decir del sensacional paisaje de la bahía de Castro desde el jacuzzi calentito y la lluvia cayendo encima, insuperable.

Comimos en una pizzería de Castro y por la tarde nos fuimos a Dalcahué donde compramos artesanía y vimos su Iglesia, después cogimos un transbordador que nos llevó a la cercana Isla de Quinchao.

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Aquí vemos los pueblos de Curacao de Velez, Achao y Quinchao. No pudimos encontra los molinos que indicaban en la Guía pero si vimos la Iglesia mas antigua de la zona que es la Anchao.De camino a Anchao hay un mirador muy bonito que se llega a ver el estrecho que separa la isla con el continente.

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En Quinchao las Iglesia, que es la más grande estaba en obras salvo el campanario.

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Se nos hizo bastante tarde y volvimos de noche al Hotel.

Aprovechamos las primeras horas del día para despedirnos del Spa. De camino a Puerto Varas nos detenemos en Ancud que es la población más grande de la Isla, (Castro es un poco más pequeña y más bonita). Vemos la plaza, el paseo y entramos en el mercado de artesanía donde compramos alguna cosilla.

Volvemos a cruzar estrecho Araucal y en el continente tenemos que cruzar dos peajes para llegar a Puerto Varas. Aquí nos espera el Hotel Germania, también recomendable. Nos acomodamos y damos una vuelta por la ciudad, compramos un paraguas pero de poco nos sirve porque caía la del pulpo. Entramos en una tienda de artesanía, nada que ver con lo que había en Chiloé, pero también mucho mas caro. Vimos el Casino, la iglesia del sagrado Corazón, de estilo Alemán (Como todo esta zona de Chile).

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Esta Iglesia también tiene una Virgen que esta a sus pies y que adoran mucho por estas tierras.

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También vimos que el Lago Llanquihue tenía más olas que el Mar Mediterráneo.

Como teníamos hambre, volvimos a hacer caso a la Lonely y comimos en el Café Vienés, opción totalmente recomendable. En la entrada hay una pastelería con unos dulces espectaculares, el interior es acogedor. Nos pedimos una Pichanga, que es un plato enorme con patatas, variedad de carnes, queso…Sólo nos pudimos comer la mitad. También tomamos para compartir un batido de frambuesa muy rico.

Calados hasta los huesos volvimos al Hotel esperando que el día siguiente no lloviera.

Hoy decidimos hacer una ruta alrededor del lago Llanquihue.

Primero vamos a la localidad que da nombre al lago, esta es pequeña y tranquila, con sus casas de veraneo, admiramos la inmensidad del lago y vemos algunos cormoranes.

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Después nos dirigimos a Frutillar que es bastante nombrada por la zona, para llegar allí vamos por una pista forestal que bordea el lago y está plagada de fincas muy bonitas con abundantes vacas y ovejas.

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Una vez en Frutillar bajo vemos que hay un desfile con militares y civiles (incluso niños con uniformes de distintos colegios). Aquí hay muchas reminiscencias Alemanas, pues incluso los camiones de bomberos que desfilan tiene el escudo alemán (RFA), una vez que el desfile se dispersa entramos a varias tiendas de artesanía y dos trozos de tarta enormes y dos empanadas de pino que comemos en un banco cercano observando el impresionante azul del Lago frente al Volcán Osorno con su cumbre nevada que se encuentra a la otra orilla.

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Continuando la ruta pasamos por frutillar alto que nada tiene que ver con su hermana de abajo. En estas zonas hay dos niveles de vida los de Frutillar bajo y grandes fincas donde viven los colonos alemanes y Frutillar alto donde viven la gente modesta de Chile (muchos descendientes de indios Arahucanos), pasamos también por Puerto Octay y atravesamos grandes campiñas hasta llegar a la villa de cascadas.


En Villa Cascadas paramos frente al puesto de gendarmería y oímos las cascadas pero no llegamos a verlas (no serían muy grandes), nos metimos por un camino dirección al lago y atravesamos una urbanización con casas típicas con tejados muy inclinados hasta el suelo y llegamos a la playa. El agua es muy clara debido al suelo volcánico.

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Desde Cascadas hasta Ensenada hay que tomar otra pista de tierra de unos 20Km, a pesar de algún bache y alguna buena endiente el pequeño Yaris no tiene problemas en superarlo. Nos encontramos bajo el Volcán Osorno en el Parque nacional Vicente Pérez Rosales, esta zona esta plagada de restos de escoria, trozos de lava por lo que debe de ser la delicia de los entendidos de la materia, también hay tramos con vegetación muy densa.

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Llegamos a un punto donde el camino se convierte en buen carretera y pone ascensión al Volcán Osorno, son 12Km en donde se asciende 1300m (el Volcán tiene el doble). Según se va subiendo la carretera se empina mas, hay dos miradores con vistas espectaculares del Lago y la Cordillera de los Andes con sus verdes valles. La ascensión las pendientes son tremendas con 8 o 9 zig-zag que los tuve que hacer en primera velocidad y al final llegas a una estación de esquí, puedes continuar andando por un camino que llega a los hielos del Volcán pero el frío, y la niebla nos desaniman a continuar.

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El descenso en coche es todavía peor que la subida pues hay tramos que la ilusión óptica parece que te vas a despeñar directo al lago.

Al llegar a ensenada hay multitud de lugares donde practicar deportes de aventura y continuando se llega al cruce Petrohué-Puerto Varas. Nos dimos por satisfechos de nuestro día de excursión y volvimos al Hotel, cuando llegamos eran ya las 7 de la tarde así que vimos algo de internet en el hotel y nos dimos una vuelta por la ciudad.

El día anterior no pudimos ver en Frutillar, por ser Domingo, el museo de colonos Alemanes. En este museo se muestra como era la vida de los colonos Alemanes que llegaron a Finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX. Según indican, estos germanos tenían que tener título universitario o ser técnicos en alguna profesión y a cambio, el estado chileno del momento les daba grandes tierras en esta zona que se parecía a la Selva Negra de su Alemania natal.

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Después fuimos al centro forestal Edmundo Winckler, en donde hay un vivero con especies autóctonas para repoblar y ejemplares adultos. Para los entendidos en botánica puede que sea interesante.

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A la tarde nos planteamos hacer una excursión a Valdivía a la cual se llega por una autopista muy buena (que por cierto estaba explotada por una empresa española). Una vez llegamos a Valdivia tomamos un pequeño crucero por los Ríos Valdvía, Calle-Calle y Cow-Cow.

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El guía nos dío mucha información del lugar, pero sobre todo del tremendo terremoto de 1960 con Tsunami incluido, que es el más fuerte registrado en el mundo hasta la fecha. Desde el barco pudimos ver algunas focas disfrutando del buen tiempo.

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La ciudad en sí, no tiene mucho mas que ver asi que nos dirigimos al Fuerte Niebla, que es un fuerte español que defendía la entrada al puerto de la ciudad. A lo largo de la ría que va desde el fuerte a la ciudad el paisaje es Magnífico, el día al ser soleado realza los ya intensos colores que podemos ver en estas latitudes.

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Como ya era tarde, pusimos rumbo de vuelta y los 200Km de distancia hasta el Hotel los hicimos en 2h, por lo que dice muy bien de la magnífica autopista.

Hoy toca visitar Puerto-Montt. La ciudad en sí me gusto más que Valdivia, tiene un bonito puerto y como estaba despejado hay buenas vistas de las montañas nevadas que hay cerca, como el Volcán Calbuco. En el puerto había un barco crucero muy grande (Creo que de aquí parten hasta Tierra de Fuego) al lado de un edificio grande de cristal que sobresale entre las construcciones de no más de dos pisos de la ciudad. También vimos una esposición de arte alternativo en lo que era una via muerta de tren.

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A pesar del magnífico día volvemos al hotel porque mi mujer estaba resfriada, acordamos que ella se quede descansando en el Hotel (pues nos quedan muchos días de viaje) y yo haga una excursión. Antes de salir de Puerto Varas voy a una lavandería para que me hagan la colada.

Yo volví al Parque Vicente Pérez Rosales y me hice varias rutas de senderismo por el pueblo de Ensenada que tiene una playa muy chula.

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Después me adentré mas al interior y por una carretera en obras llegué a los saltos del Petrohué que es una de las cosas que más me gusto de esta zona de Chile. Aquí el agua lucha por caer al océano entre la dura piedra volcánica dando lugar a rápidos espectaculares.

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En el pueblo de Petrohué se acaba la carretera y para continuar hacia Bariloche que está ya en Argentina hay que tomar un barco que tarda casi 2 horas en cruzar el Lago de todos los Santos. Yo me quedé un rato viendo como zarpaba uno de los transbordores.

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Para no demorarme mucho vuelvo a Puerto Varas y allí compro una riquísima tarta del día (no están frías) y vuelvo al Hotel para ver a mi mujer que todavía estaba algo convaleciente.

La idea que nos habíamos hecho estos días era intentar llegar este día a Bariloche, pero como mi mujer no estaba recuperada del todo, pensamos que lo mejor es que vea lo que no pudo ver la tarde anterior, a mí no me molestaba porque me encantó.

Fuimos a Ensenada, por el camino nos paró la gendarmería y me hizo varias preguntas que no venían a cuento, como cuanto me había costado el alquiler del coche (me dijo que el los alquila mas baratos ¿?¿?, menos mal que quedó todo en eso, porque yo me eseraba una mordida. En el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales hicimos otras rutas y pudimos ver un zoorro.

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Después nos dirigimos a ver los saltos del Petrohué, pero aquí mi mujer recae del constipado asique volemos a Puerto Varas.

Decidimos ir al médico, nos fiamos de la guía y lo que indicaba que era una clínica médica es en realidad un centro odontológico. Preguntamos a una mujer que tenía el coche aparcado en la cuenta y se ofrece a llevarnos en su coche al ambulatorio que no puede llamarse de otra manera, Clínica Alemana. La mujer muy amable nos conduce a recepción y se queda con nosotros. Como mi mujer es funcionaria le decimos a la doctora que nos complemente el diagnostico y el importe según lo pide Muface (Seguro médico) para que nos devuelvan el importe cuando lleguemos a España, como sí ocurrió. La amable señora que nos llevó nos volvió a dejar donde nos recogió.

Comprados los medicamentos, nos fuimos a una Pizzería riquísima y aprovechamos la tarde para hacer pequeñas cosas como enviar cartas a correos, recoger la colada, imprimir los voucher del Tour por el Atacama, llenar gasolina del coche y descansar porque el día de mañana iba a ser muy duro.