Hoy tenemos por delante una larga jornada de más de seis horas de viaje sin escalas, así que salimos “trempanito, trempanito”. Tras la juerga nocturna de ayer, partimos de la inolvidable Santa Fe en dirección a Ouray, en Colorado, un antiguo pueblo minero entre montañas conocido como "la Suiza de América". Es una escala previa hacia los grandes Parques Nacionales de Utah que visitaremos a partir de mañana. Antes de nada, decir que este “desvío” lo conocí gracias al blog viajeruta66.es, un diario hecho por un par de viajeros que, por desgracia, hace tiempo que no está activo. Un saludo desde aquí a sus creadores, su información me fue muy útil para planificar el viaje.
El día viene cargadito de sorpresas, así que abrochaos los cinturones. Al poco tiempo de estar en ruta, un "chinorro" sale despedido de la rueda trasera de una Harley directo hacia nuestro parabrisas y le hace un picazo. Tenemos la suerte de que en el siguiente pueblo por el que pasamos, Cuba, vemos un taller de cristales (el Carglass de la zona, vamos) y paramos. Por lo que se ve hemos hecho bien porque, según nos han dicho, es habitual en la zona que con los cambios de temperatura se acabe por resquebrajar. Vemos un claro ejemplo en el coche de al lado que están reparando en esos justos instantes, con un rajón de lado a lado del parabrisas. Aquí me doy cuenta de lo difícil que es mantener una conversación sobre mecánica en inglés, y tiro de recursos (gestos y aspavientos, básicamente) para explicar lo sucedido, acompañándolo con cierta entonación a lo Melanie Griffith...
Tanto Ouray como el resto de pueblos de la zona tienen un pasado minero en común que se remonta a la época de la fiebre del oro que invadió el Oeste a mediados del siglo XIX.
Menos mal que estaba Pancho, ¡nos ha salvado la vida! Lo ha arreglado en un periquete, y, pensaréis, con ese nombre tiene que hablar español, ¿no? ¡Pues ni papa! Bueno, “un poquito”, como dice él. Su compañero, al enterarse de que éramos españoles, nos ha enseñado una imagen en el móvil de su hija, que había estado en España. La foto era de noche y estaba muy oscura, más o menos se intuía a la hija con un grupeto de amigas, pero el orgulloso padre pretendía que supiéramos dónde estaba hecha… ¡totalmente surrealista!
Antes de irnos, nos comentan que tengamos cuidado ya que es muy frecuente la rotura de cristales por la grava en esta zona, y nos indica también que tengamos precaución en la carretera ya que se pone resbaladiza cuando llueve, y el día apunta maneras.
Pero los sobresaltos continúan. Al poco de salir del taller tengo que pegar un frenazo en medio de la carretera ante la presencia de dos chuchazos que cruzan alegremente por la carretera… ¡sin mirar ni nada! Estos perros…
El camino es casi todo en subida. Pasamos a 7.000 pies de altura (unos 2.100 metros) por el Continental Divide, el punto central en Estados Unidos que divide las cuencas hidrográficas, es decir, desde este punto el agua fluye por el este hacia el océano Atlántico y por el oeste hacia el Pacífico. Seguimos en ruta y cruzamos el río de las Ánimas, precioso. El paisaje aquí es muy verde, con extensos prados plagados de granjas.
Sobre las 13,30 horas llegamos a Durango, tal y como había predicho Pancho, y nos paramos a comer en Deny’s. Es curioso, la mayoría de los cocineros que hemos visto durante el viaje son mexicanos; les entendemos perfectamente lo que hablan desde la cocina. Por cierto, no tenemos tiempo de visitar la ciudad, pero parece tener mucho encanto. Nos la apuntamos para la próxima
Colorado es un estado montañoso que cuenta con decenas de estaciones de esquí, la más famosa es la de Aspen, y no suelen ser lugares precisamente baratos, así que el nivel de vida por aquí es bastante elevado. De hecho, en el camino vemos casas realmente exclusivas a ambos lados de la carretera y la población es mayoritariamente caucásica.
Dada la riqueza natural de la zona, observamos también gran cantidad de lugares que ofrecen actividades de ocio activo: piragüismo, hípica, esquí, rafting… un excelente lugar para aventureros y amantes de la naturaleza. Realmente, las fotos no pueden captar la belleza del entorno.
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Tras abandonar Durango tomamos la San Juan Skyway, una carretera que serpentea entre 14 de los 40 picos que tiene Colorado por encima de los 4.000 metros de altura… casi nada. Nos detenemos en una fuente termal que hay a la orilla de la carretera que nos llama la atención por sus llamativos colores. Al pasar un puerto de montaña nos vemos obligados a parar porque el coche empieza a echar una peste a gasolina que tira para atrás. La verdad es que le hemos dado zapato subiendo y claro, un 1.500 de gasolina no da para más. El caso es que ya son bastantes sobresaltos por hoy... ¿será porque es viernes 13?
Sí, sé lo que parece, tiene una forma un tanto escatológica...
A estas alturas del día ya lleva lloviendo bastante tiempo así que los últimos kilómetros de carretera hasta Ouray, conocidos como la Million Dollar Highway, los hacemos bajo una fina lluvia que confiere al asfalto un aspecto genial.
Finalmente, llegamos a nuestro destino y localizamos nuestro alojamiento, una magnífica casa de estilo victoriano de tres plantas de color rosa/morado, en cuya entrada vive la gata más pachorra del mundo. Descargamos las cosas y tras coger los bañadores y las toallas nos vamos a los baños termales. Entramos a las piscinas naturales y las vistas son acojonantes, me encanta el lugar.
Tras el bañito nos damos una vuelta por el pueblo en busca de un lugar económico para cenar (los precios son bastante altos) y damos con una hamburguesería con la comida más grasienta que hemos probado desde que estamos aquí; sino nos ha dado un ataque de colesterol ya, no nos dará nunca.
Con el estómago lleno nos vamos a la cama con la mente puesta ya en los parques de Arches y Dead Horse Point que visitaremos mañana, ya en Utah. En unas horas pasaremos del fresquito de la sierra a los rigores del desierto. Stay tuned...
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