Como diría María Jiménez: se acabó. Nuestro viaje ha concluido. C’est fini.
Hoy es nuestro último día en Estados Unidos y casi no nos lo creemos. Qué lejos queda ya Chicago, nuestro primer destino, después de un mes de viaje.
El día nos lo tomamos con calma, aunque para variar siempre nos pasa algo. Por la mañana nos queríamos acercar a visitar la archiconocido cartel de entrada a Las Vegas, y aunque sabíamos que estaba a unos diez minutos andando de nuestro hotel, conforme salimos a la calle, el sol del desierto nos pega su primera bofetada y decidimos coger el autobús.
Perooooo… cuando pasamos por la señal, y a pesar de solicitar la parada, el bus no para. Por fin conseguimos bajar, pero donde dios no quiso ir. Lo único bueno era que la teníamos localizada; lo malo, que ahora teníamos que pegarnos la caminata doble bajo un sol abrasador.
Algunos de los casinos más famosos de Las Vegas reposan en la calle Fremont como vestigios de un pasado que ya nunca volverá...
En fin, un último esfuerzo... Una vez retratados, volvimos a coger el autobús junto a nuestro hotel para atravesar el Strip hacia el norte con destino a la calle Fremont, con la mala suerte de que el viaje nos lleva una eternidad. Hay dos servicios de autobús para recorrer el Strip, el normal y el express. Pues nosotros debimos coger el ultra-mega lento, tardamos como dos horas en llegar. La calle Fremont, el antiguo centro de Las Vegas, está techada desde hace unos años por multitud de pantallas en las que se proyectan imágenes y música, pero claro, al ser de día no pudimos verla encendida, una pena, pero los planes para nuestra última noche en la ciudad son otros. Los casinos de esta parte son lógicamente más viejos y la fauna autóctona es más variopinta, si cabe, que en el resto del Strip. Por encima de nuestras cabezas, una tirolina atraviesa de punta a punta la calle a un precio prohibitivo de 15$ (creo recordar) por viaje. Además de los casinos y hoteles, la calle cuenta con tiendas de souvenirs (bastante más baratas que las del resto de la ciudad), restaurantes, quioscos... Por cierto, hemos visto por aquí bastantes bares de oxígeno, será que más de uno se queda sin resuello después de una mala mano, jeje...
La tirolina que atraviesa que sobrevuela la calle parece querer pasar de puntillas sobre la "caspa" actual de estos casinos...
Tras la visita a Fremont St. nos fuimos al hotel a ponernos guapos para ver Kà, uno de los cinco espectáculos permanentes del Circo del Sol en Las Vegas. Sin palabras; el montaje, la música, la historia, las acrobacias, ¡genial! He de decir que es la primera obra del Circo del Sol que vemos en directo, pero lo bueno de hacerlo aquí es que el montaje es permanente; de hecho, el teatro del hotel MGM Grand se construyó ex profeso para Kà,[/b] lo que hace imposible trasladar esta infraestructura cuando la obra se recrea en escenarios fuera de Las Vegas. Esta es una muestra de lo que ofrece la obra:
Qué mejor fin de fiesta que ver semejante espectáculo, ¿verdad?
Bueno, y con esto y un bizcocho... esperamos que os haya gustado el diario y que os hayáis divertido leyéndolo tanto como nosotros contándolo.
Antes de terminar, os dejo algunas cifras del viaje: 32 días, 129 horas al volante, 4.550 millas (7.322 kilómetros), una media de 56 km/h y demasiadas calorías ingeridas
Un saludo a todos/as. Nos vemos por el mundo...
THE END