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HUA-LIEN: LO QUE FUE: MUKUMUGI
Al día siguiente fui a desayunar a las 8.30. Me dieron un café, algo de ensalada, una especie de tortilla rellena de arroz con verduras y fruta troceada. El Bed & Breakfast se llama "Roseland: The Rose Garden". Lo encontré en la Guía Michelin. Leí algunas recomendaciones en TripAdvisor, visité su website (en inglés: www.roseland.com.tw/english.html ) y les pregunté sobre reservas para los días que quería ir y sobre visitas al Parque Nacional de Taroko. En la web inglesa había una dirección de e-mail para los extranjeros. Escribí en inglés y me respondieron... en chino mandarín.
Por medio de tradukka.com, imaginación y la ayuda de Xue, una colega del curro que es de Manchuria y que está de baja por maternidad, conseguí hacerme una idea de lo que decían y les respondí. Para la reserva tuve que dar mis datos y detalles de tarjeta en un formulario. Hay que pagar el 50% de la estancia y el resto cuando estés allá.
Yo, que soy algo diablólico, al ver la habitación del Roseland B&B, lo rebauticé como "Cursiland B&B". Tiene un aire-rústico-romántico-nostálgico-lleno de rosas que lo hace -para mi gusto- cursi. Pero hay que decir que, desde el punto de vista del viajero, no tiene tacha: limpio y acogedor... aunque cursi. Una de las dueñas del lugar (que son dos hermanas enamoradas de la decoración, y se nota que ponen empeño y cuidado en ello) fue la que me sirvió el desayuno. Es una mujer atractiva de larga melena rizada y blusa blanca amplia y vaporosa, a la que yo puse el sobrenombre de "Madame Cursí" (que se pronuncia así: Con acento en la 'í').
Le pregunté si sabía si Taroko estaba abierto y, apartando su larga melena de rizos de artista-sugragista con un golpe de mano que hizo que se agitase su halo de bohemia oriental, me contestó que justo acababa de llamar y le habían informado que estaba totalmente cerrado. Le pregunté: "¿Qué podría hacer en Hua-Lien con Taroko cerrado y lluvia incesante?" Y fue entonces cuando surgió la opción inesperada que no aparece en ninguna guía: Ella me respondió que un grupo de malayos, clientes suyos, había contratado un tour en furgoneta con guia para que les mostrase el Parque Natural de Mukumugi. Necesitaban una persona más para abaratar los costes y ese podría ser yo. Por supuesto que le dije que sí. Me costó 400 NT$ (unos 12 €).
MUKUMUGI (MEQMEGI) - 慕谷慕魚 : UN VALLE DE MÁRMOL, JADE Y MUCHA VEGETACIÓN
Y así fue: A las 12 del mediodía ahí estábamos los que ibamos del hotel: 5 personas. El conductor-guía se presentó. Su nombre: Pana -como las chaquetas y los pantalones
- Llevaba un atuendo por encima de la camiseta y los jeans que emulaba sus orígenes tribales. Pana es un aborígen de la tribu Truku. No habla ni una palabra de inglés, ni mucho menos español, ni esperaba yo que lo hiciese. Subimos a la furgo, dio unas cuantas vueltas por la ciudad hasta llegar a un punto donde recogió a otras tres personas: Un matrimonio de unos 55 años y su hijo de unos 18. Resumiendo: Eramos: Dos amigas de Malasia, un matrimonio (el malayo, ella taiwanesa), el "terceto", procedente de algún lugar indeterminado del "Chinapón", que se sumó a nosotros más tarde y un español (yo) . Pana hablaba sólo mandarín, que fue obviamente la lengua dominante, pero a mí no me importó. De vez en cuando los malayos, que hablaban inglés, me traducían algo.Comenzamos el recorrido atravesando la llanura llena de huertas y arrozales cercanos a la costa hasta llegar a un ancho río (el Qingshui) cercano a su desembocadura. Paramos en el centro de visitantes que ahí se encuentra para que Pana diese nuestros datos (nombres, nº de pasaporte, fecha de nacimiento), cruzamos y giramos a la derecha siguiendo su curso y adentrándonos hacia el interior.
Llegamos a un punto en el que había un largo puente en suspensión que llevaba, al otro lado, a una central de energía hidroeléctrica. Ambos, puente y central, fueron construídos por los japoneses durante el tiempo que dominaron Taiwan (1895-1945).
Un poco más arriba Pana tuvo que hacer una nueva parada. Esta vez a la policía del municipio de Tongmen, que controla la zona, para darle nuestros datos. En éste punto hay que decir que Mukumugi está muy controlado. Estuvo cerrado a partir del 2003 durante unos seis años y lo volvieron abrir al público hace tan sólo tres años. Eso sí: Con restricciones. Sólo admiten un cupo de 300 visitantes por la mañana y 300 por la tarde, para que con tanto visitante no se les escape el asunto de las manos -como ha ocurrido en el muy concurrido Taroko- y poder controlar el ecosistema de la zona. Para hacer una visita -según me han dicho- hay que solicitarlo on-line. Iba a incluir la dirección en el diario, pero da error. De todos modos, al parecer la website estaba sólo en chino, así que si alguien está interesado en visitar Mukumugi lo mejor que puede hacer es contactar con el tour operador con el que fui, ya que Pana me dijo que, aunque yo estaba siguiendo un tour en chino, su empresa también los organiza en inglés. Asi que os doy su dirección: Se llama "Truku" y el e-mail es el que se muestra en la foto de abajo. También están en Facebook.
A todo esto tengo que decir que yo no soy un buen ejemplo en este sentido ya que yo no seguí todo este procedimiento, pero creo que soy una excepción. Simplemente tuve un golpe de suerte que siempre agradeceré a la diosa Fortuna. Creo que el hecho de ser uno solo ayudó un poco.
Una vez hecho el papeleo proseguimos nuestro camino siguiendo el curso del río. Paramos en un sitio para ir al baño. Ahí había unas cuantas chozas de madera en las que había un par de tiendas de carácter étnico. Una era una "joyería" en la que vendían piezas talladas en jade, piedra que abunda en Mukumugi. En otra de las tiendas preparaban unos huevos cocidos, oscuros, extraños, de la zona. Había que pelarlos y comer su interior. No me hizo mucha gracia. También preparaban un brebaje hecho con hierbas procedentes de las montañas del lugar. Ese sí que me gustó. Me tomé dos, aunque era un poco amargo. Además vendían, en plan souvenir, cuchillos de caza al estilo de la tribu de los Truku. Los orígenes de Pana, nuestro conductor, proceden de esta tribu ¡Y bien que se encargó él de dejárnoslo bien claro! Los 50 años de dominación japonesa (desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX) fueron sólo 30 en esta zona a causa de los continuos ataques y rebeliones de las tribus de la región que lucharon conjuntamente para expulsar a los nipones que, según lo que me pareció entender, los tuvieron sometidos a duros trabajos en la minería (cobre) y construyendo caminos que facilitasen la comunicación con las centrales de energía de la zona, también construídas por los japoneses.
Dejó de llover. En un pequeño cruce la carretera se bifurcaba en tres: El camino de arriba, el de en medio y el de abajo. Cogimos el de en medio. Hay que decir que el Mukumugi no es un valle, sino dos, ya que son dos los ríos que los cruzan: el Qingshui y el Mugua. Proseguimos el ascenso. El río (el Qingshui) que cada vez se veía más abajo, escarba el profundo valle, erosionando las rocas de mármol de distintos colores (blanco, negro, distintas tonalidades de gris) y dándoles forma que Pana se encargaba de identificar: "Aquí una roca con la figura de una madre con su bebé en el regazo", "ahí un oso", "ésta es el perfil de la cara de un león", "esto es un cocodrilo", "allá un mono". El Qingshui va esculpiendo el paisaje, en el que, al igual que Taroko, hay grandes desprendimientos de rocas que caen al río. Lo veas como lo veas, el paisaje es increíble. El río sigue su curso formando un meandro, escarbando el valle, formando lo que ahí llaman "El Cañón de la Luna Creciente". Y lo mejor de todo es que, a diferencia de Taroko, donde van miles de turistas -en su mayoría chinos continentales- aquí estábamos cuatro y el tambor.
La roca de la madre con su niño en el regazo:
Llegamos a un puente y ahí Pana nos dijo que bajásemos de la furgoneta y diésemos un paseo. Fuimos juntos el malayo con su esposa, el padre de los tres del Chinapón y yo hacia arriba. Pasamos varios túneles construídos por los japoneses para acceder a las distintas centrales de energía que hay por la zona. Vimos cascadas. Fantástico.
Dimos la vuelta y comenzamos a bajar para unirnos a los otros. El malayo, que se llama Han, habla inglés, a diferencia de su esposa, taiwanesa, y el del Chinapón que, por cierto, era chinísimo: Abría el paraguas a nada que caía media gota y llevaba unos pantalones como de franela que pica anchísimos y subidos hasta las costillas.
Han me contó que tenía una empresa de chocolate en Kuala Lumpur (con esto quiero decir que tiene un negocio que se dedica a la elaboración de chocolate, que esto no es una versión moderna del cuento de "Hansel y Gretel"
), pero que ahora a sus 55 años (que no los representa ni por asomo: Yo le calculé unos 40) está semi-retirado porque quiere tomarse la vida con calma. Me preguntó: "¿Qué pasa con España?", "¡¡Pufff!! ¡¡Si yo te contase...!!" Le hablé del paro y la corrupción. Y me dijo que con la corrupción es igual en Malasia, donde hay nueve "reyezuelos", que son los sultanes que, gracias a la constitución, están por encima de la ley y tienen carta blanca para disponer como quieran. "No es así en Taiwan" -me comentó- "donde consiguieron que su último ex-presidente, llamado Chen Shui-Bian, fuese encarcelado por corrupción".En cuanto al paro, me dijo que Taiwan es un país que creció muy rápidamente, desarrollándose y adquiriendo un buen nivel de vida, pero que últimamente, a causa de la competencia de China continental, su crecimiento se ha estancado un poco. Dice que es un país bastante autosuficiente y que no han tenido necesidad de importar muchas cosas porque ellos mismos las tienen. Este espíritu autosuficiente ha hecho que se generasen una multitud de pequeños negocios que se complementan los unos con los otros -como un entramado- asentando una base económica sólida y a partir de ahí han crecido desarrollándose especialmente en manufacturas, donde son realmente competitivos.
Han me comentó que el hecho de que Taiwan carezca de un sistema de ayudas o "Welfare State" ha hecho que la población se espabile. Tienen un paro del 4%. Pero yo leí que en Taiwan hay un problema de exceso de trabajo ya que mucha gente hace jornadas de 15 y 16 horas y eso ha traído consecuencias tremendas en su salud. Y me dijo que era cierto y que hay que poner límite al trabajo, que es lo que está haciendo él mismo a su edad. "Lo importante es la calidad de vida" decía.
Tras otro túnel, "el del Chinapón" señaló con su paraguas una planta de hoja alargada y nos comentó (según me tradujo Han) que hay veces que sus hojas aparecen dobladas y que dicen que cuando esto ocurre es porque se avecina un tifón. Más abajo ya nos unimos a las dos chicas malayas, a Pana y a los otros dos del Chinapón en otras chozas de madera donde vendían comida y avalorios. Más joyería hecha con piedra de jade.
Cortina de caparazones de caracoles:
Comimos unas salchichas de cerdo similares al chorizo pero dulces. Estaban buenas. También probé "sticky rice with banana" (arroz y banana envueltos en unas hojas de planta de no-se-qué). Bajamos al río a dar de comer a los peces con unas bolitas que pillamos de la choza. El agua, de color turquesa, está increíblemente clara y puedes ver los peces perfectamente.
También te puedes bañar si quieres. Subimos a la furgoneta para coger otro camino en el cruce de la triple bifurcación. Ahora era el camino de abajo, que va junto al río Mugua, que bordea el Monte Qilai, y que termina en lo alto en una nueva central de energía hidroeléctrica y finalmente en una de las 15 casas (esta de verano) de Chiang Kai Shek. Bastante sencillita también.
Nos dieron las 6 y ya era hora de regresar. Un día fabuloso haciendo algo completamente inesperado. Abajo, en Hua-Lien, seguía lloviendo a cántaros. Es lo que tiene el viajar en la estación lluviosa. Las lluvias afectan sobre todo a la costa Pacífica de la isla. Regresé al B&B. Descansé un poco y me fui a cenar al mercado nocturno de Hua-Lien, que estaba muy tranquilito. Comí en un sitio callejero arroz con verduras, pollo, etc -un poco de aquí, otro poco de allá (tú eliges los ingredientes). Comida y bebida me cobraron 90 NT$ y luego me tomé en una sala de té un té de almendras buenísimo y un trozo de pastel (70 NT$= 2.60 euros). Regresé al hotel y me fui a dormir.
Al día siguiente tras desayunar y hacer el check-out pedí un taxi a la estación de tren: 100 NT$ (3.30 euros). Seguían las intensas lluvias. Perdí el tren a Tainan y tuve que esperar 4 horas al siguiente Y el trayecto dura 5 horas. Asi que todo el día perdido viajando con el traca-trá del tren.
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