Comenzamos esta ruta por la Praça do Infante, con un jardín en el centro, situada junto a la Ribeira. Esta plaza posee dos de los más importantes tesoros arquitectónicos de la ciudad, el Palacio da Bolsa y la Igreja de São Francisco. La Igreja de São Francisco es lo que queda de un antiguo convento franciscano, cuyo claustro fue demolido para la construcción del Palacio da Bolsa.
De estructura gótica de finales del XIV y principios del XV, sus paredes desaparecen bajo una abigarrada decoración de madera y pan de oro que recubre cada rincón del templo, columnas incluidas, en uno de los máximos exponentes del Horror Vacui.
Es tanta la decoración barroca que llega a embotar al visitante. 200 kg de oro recubren sus paredes en las que sobresale la representación del Árbol de Jesé. La entrada a esta iglesia son 3,5 euros y da acceso también a la Casa do despacho, donde hay un pequeño museo y el acceso a las catacumbas y el osario del antiguo monasterio. No se permiten hacer fotos en la iglesia (pero no hay vigilancia…) Junto a la iglesia se levanta el neoclásico Palacio da Bolsa, un bello edificio símbolo del auge económico de Oporto y de la mayor atención prestada por los reyes portugueses a la ciudad.
Entró en funcionamiento en 1851, pero con la unificación de la bolsa en Lisboa a principios de los 90 perdió su condición, algo que los portuenses jamás le han perdonado a Lisboa… Aun así, aun se sigue utilizando para ceremonios oficiales, y sigue teniendo los despachos de algunos directivos de la cámara de comercio. La visita son 7 euros, es guiada en español y portugués y no se permiten hacer fotos. Especialmente bellos son el Salón de las Naciones y el Tribunal de Comercio, aunque todo esto palidece ante la opulencia del Salón Árabe, calcado de la Alhambra.
Desde esta plaza ya podemos acceder al barrio de la Ribeira, que conforma la imagen más típica de Oporto, casas de dos o tres pisos, de fachada estrecha arracimadas a la orilla del Duero.
Este barrio está lleno de restaurantes y bares, además de centenares de turistas a todas horas, pues de aquí salen los cruceros que hacen el recorrido por los puentes que unen Oporto y Vila Nova de Gaia. El precio de estos cruceros varía en función de la duración del mismo y del tipo de barco, pero ronda entre los 7 y los 10 euros. También es posible adquirir un paseo en barco junto a la entrada del Palacio da Bolsa por 11 euros. Hay seis puentes en total. El más cercano a la desembocadura del Duero es el Ponte da Arrabida, construido en los 60 con un único arco de hormigón. El siguiente es el más famoso, el Ponte de Luiz I, construido en 1883 por Theophile Seyring para sustituir al Ponte Pensil (cuyos pilares se pueden ver junto al puente de Luiz I). Es el único puente que permite cruzar andando a Vila Nova de Gaia.
El siguiente es el Ponte do Infante, destinado al tráfico rodado, y más allá el Ponte de São Joao, destinado al tráfico ferroviario. Justo a su lado el Ponte de Maria Pía, construido en 1877 por Eiffel, una gran arco de hierro que soportaba el paso del ferrocarril. Hoy está en deshuso.
El último puente es Ponte do Freixo, el más alejado. Vila Nova de Gaia, al otro lado del Duero, es el lugar donde envejece el vino de Oporto. Todas las bodegas se encuentran aquí, y las primeras datan del siglo XVII, momento en que los británicos comenzaron a interesarse por el vino, ante la escasez de vino francés. De hecho, en principio todas las bodegas eran inglesas, y no sería hasta el siglo XIX cuando los portugueses entraron en el negocio. Hoy la mayoría son portuguesas. Muchas de las bodegas son visitables con precios variables…
Además del vino, Vila Nova de Gaia posee las mejores vistas de Oporto, con los rabelos meciéndose en las aguas del Duero, y el Monasterio da Serra do Pilar, que yo no he visto.
Con esto finalizamos este paseo por Oporto, pero su patrimonio no queda ahí. El palacio de Cristal, la Casa de Musica, las playas… también están ahí para quienes tengan tiempo.
De estructura gótica de finales del XIV y principios del XV, sus paredes desaparecen bajo una abigarrada decoración de madera y pan de oro que recubre cada rincón del templo, columnas incluidas, en uno de los máximos exponentes del Horror Vacui.
Es tanta la decoración barroca que llega a embotar al visitante. 200 kg de oro recubren sus paredes en las que sobresale la representación del Árbol de Jesé. La entrada a esta iglesia son 3,5 euros y da acceso también a la Casa do despacho, donde hay un pequeño museo y el acceso a las catacumbas y el osario del antiguo monasterio. No se permiten hacer fotos en la iglesia (pero no hay vigilancia…) Junto a la iglesia se levanta el neoclásico Palacio da Bolsa, un bello edificio símbolo del auge económico de Oporto y de la mayor atención prestada por los reyes portugueses a la ciudad.
Entró en funcionamiento en 1851, pero con la unificación de la bolsa en Lisboa a principios de los 90 perdió su condición, algo que los portuenses jamás le han perdonado a Lisboa… Aun así, aun se sigue utilizando para ceremonios oficiales, y sigue teniendo los despachos de algunos directivos de la cámara de comercio. La visita son 7 euros, es guiada en español y portugués y no se permiten hacer fotos. Especialmente bellos son el Salón de las Naciones y el Tribunal de Comercio, aunque todo esto palidece ante la opulencia del Salón Árabe, calcado de la Alhambra.
Desde esta plaza ya podemos acceder al barrio de la Ribeira, que conforma la imagen más típica de Oporto, casas de dos o tres pisos, de fachada estrecha arracimadas a la orilla del Duero.
Este barrio está lleno de restaurantes y bares, además de centenares de turistas a todas horas, pues de aquí salen los cruceros que hacen el recorrido por los puentes que unen Oporto y Vila Nova de Gaia. El precio de estos cruceros varía en función de la duración del mismo y del tipo de barco, pero ronda entre los 7 y los 10 euros. También es posible adquirir un paseo en barco junto a la entrada del Palacio da Bolsa por 11 euros. Hay seis puentes en total. El más cercano a la desembocadura del Duero es el Ponte da Arrabida, construido en los 60 con un único arco de hormigón. El siguiente es el más famoso, el Ponte de Luiz I, construido en 1883 por Theophile Seyring para sustituir al Ponte Pensil (cuyos pilares se pueden ver junto al puente de Luiz I). Es el único puente que permite cruzar andando a Vila Nova de Gaia.
El siguiente es el Ponte do Infante, destinado al tráfico rodado, y más allá el Ponte de São Joao, destinado al tráfico ferroviario. Justo a su lado el Ponte de Maria Pía, construido en 1877 por Eiffel, una gran arco de hierro que soportaba el paso del ferrocarril. Hoy está en deshuso.
El último puente es Ponte do Freixo, el más alejado. Vila Nova de Gaia, al otro lado del Duero, es el lugar donde envejece el vino de Oporto. Todas las bodegas se encuentran aquí, y las primeras datan del siglo XVII, momento en que los británicos comenzaron a interesarse por el vino, ante la escasez de vino francés. De hecho, en principio todas las bodegas eran inglesas, y no sería hasta el siglo XIX cuando los portugueses entraron en el negocio. Hoy la mayoría son portuguesas. Muchas de las bodegas son visitables con precios variables…
Además del vino, Vila Nova de Gaia posee las mejores vistas de Oporto, con los rabelos meciéndose en las aguas del Duero, y el Monasterio da Serra do Pilar, que yo no he visto.
Con esto finalizamos este paseo por Oporto, pero su patrimonio no queda ahí. El palacio de Cristal, la Casa de Musica, las playas… también están ahí para quienes tengan tiempo.