Hoy viajaríamos en tren al pueblo más alejado y que nos quedaba por ver con intención de hacer la ruta hasta Punta di Mesco, un saliente en el mar desde donde las vistas de la costa abarcan todas las Cinque Terre.
Tras el correspondiente desayuno en el bar Trípoli nos dirigimos a la estación de tren. Los andenes estaban atestados de gente, todos con pinta de visitar la zona. Nos montamos en un vagón donde no quedaba un asiento vacío, pero la verdadera sorpresa vino en Riomaggiore, el primer pueblo, donde vimos una especie de marea humana colapsando el andén. Se montó tanta gente, de pie incluso, que el habitáculo parecía una lata de sardinas, al revisor ni se le vio el pelo, pero es que no tendría ni por donde pasar.
El tren hace parte del trayecto por túneles, que de vez en cuando dejan pasar la luz y la vista del mar al acercarnos a los pueblos. Por fin llegamos a Monterosso, nos bajamos y nos dirigimos a la playa de Fegina donde vemos al fondo la figura de Il Gigante, una estatua enorme que sostiene sobre sus brazos una roca en el arenal.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El día estaba un poco nublado pero, a pesar de eso, había gente bañándose. Para la caminata que teníamos en mente la temperatura era perfecta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Comenzamos el ascenso con algunas escaleras y, durante un tramo corto, pasamos por la carretera donde se asientan unas maravillosas villas entre los pinos y con fantásticas vistas al mar y al pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El camino está indicado y al principio unos pronunciados escalones son la tónica del recorrido. Nos cruzamos con gente muy equipada para la caminata, con bastones, mochila y botas. Algunos venían andando desde Levanto. Según vamos tomando altura aparece el mar con su color azul intenso bañando el pueblo de Monterosso. Nos detenemos para contemplar las vistas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En un momento se bifurca el sendero, una rama para Levanto y la otra para Punta di Mesco, nuestro objetivo. Pero todo está perfectamente señalizado, no hay pérdida.
Nos encontramos con las ruinas de la iglesia de Santo Antonio, observamos lo que fueron sus muros, los arcos que quedan en pie y los árboles que la rodean.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Muy cerca hay un recinto cerrado que parece abandonado, y daba la sensación de que quisieran recuperarlo pues había gente allí mismo trabajando con planos y observando la construcción.
Encontramos un rincón bajo esa estructura en la que nos acomodamos un buen rato, contemplando el mar, los pueblos asentados en la costa, se veía incluso Portovenere al fondo.
Desde allí se domina todo el litoral y fue uno de los momentos más especiales del viaje, sintiendo el sol en la cara, que se ocultaba a veces, el rumor de las olas en el fondo, y las fantásticas vistas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La subida nos llevó una hora, a pesar de la estimación de hora y media para hacer esta ruta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Pronto bajamos de nuevo, y llegamos a Monterosso para la hora de comer.
Entramos en la foccacería Antonio, para degustar esta especialidad regional. Compramos unas porciones de foccacia al pesto, otra con tomate y atún y otra de cebolla, todas riquísimas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras un breve descanso continuamos con el paseo al lado del mar, y de postre nos tomamos un gelato de menta y chocolate en slurp, una heladería artesanal, con terraza en el paseo marítimo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos hasta el pueblo, donde visitamos la plaza del ayuntamiento, la iglesia con fachada de líneas blancas y negras y otra capilla muy antigua justo enfrente pendiente de restauración.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos callejeando, por rincones muy agradables, hasta llegar a otra iglesia.
Unas escaleras nos conducen hasta el monasterio muy cerca del cementerio que se haya en la parte alta del pueblo, desde donde hay vistas a los viñedos en terrazas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al bajar nos detenemos en la estatua de San Francisco, representado con un lobo, sobre una pequeña explanada desde donde se ve el mar precioso y, a lo lejos, cuando el sol incide entre las nubes, el pueblo de Vernazza.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos con el paseo atravesando unas ventanas practicadas en la roca desde donde se ve Punta di Mesco, ese pico al que subimos por la mañana. De nuevo montamos en el tren con rumbo a Riomaggiore, otro de los pueblos.
Al salir de la estación nos encontramos con un colorido mosaico que nos muestra las actividades locales, gente con los cestos en la cabeza cargados de uva tras la vendimia.
Nos metemos por un túnel también decorado con mosaicos que nos conduce hasta pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Justo enfrente, a la salida, hay unas escaleras que llevan al puerto y decidimos bajar.Allí nos encontramos con un estrecho puerto donde se agolpan las barcas por falta de espacio para ponerlas en otro sitio y las piraguas que cuelgan de los muros poniendo un toque de color. Las tonalidades predominan en todo el conjunto, con las casitas pintadas, algunas paredes tienen desconchones, pero que no restan un ápice de encanto al lugar. Nos acercamos a un muro desde el que se ve parte del pueblo y una pequeña plaza con vistas al mar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La casa de la esquina tiene un andamio y debajo de ella, charlan animadamente un grupo de pescadores. Nos recreamos un rato en el puerto y luego subimos por unas escaleras estrechas en dirección a la parte alta de Riomaggiore.
Nos sorprende lo estrechos que son los escalones, y los callejones que salen al paso, por lo que decidimos subir hasta arriba del todo para tener mejor perspectiva y poder situarnos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde la cima vemos un parque infantil, una iglesia y los muros de una fortaleza. Nos acercamos a la iglesia y pasamos al interior. Había gente cantando, nos sentamos un rato y el sonido de los cánticos resultó emocionante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al salir continuamos por una calle que desembocó en la muralla que veíamos desde abajo. La rodeamos y luego subimos para obtener una panorámica de este pintoresco pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Bajamos a la calle principal, en la que se asientan la mayoría de bares y restaurantes y compramos en Il pescato cucinato, un cucurucho de fritura con calamares, gambas, verduras y pescado local que estaba muy rico. De postre una crep de nutella, irresistible, como siempre.
Caminamos hasta el puerto porque ya estaba anocheciendo, haciéndonos cargo de lo bonitas que lucían las fachadas de Riomaggiore con las luces encendidas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una vez estuvimos junto al mar comprobamos que seguía habiendo animación, las terrazas de los restaurantes ahora estaban llenas de comensales y en la plazoleta había algunas personas con trípode y cámara sacando fotografías. Nosotros nos sentamos en un rincón oscuro, escuchando las olas chocando contra las rocas, viendo las barcas amontonadas, las luces creando una atmósfera agradable y como guinda la imagen de una luna creciente que otorgaba un aspecto romántico al lugar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Con esa imagen nos despedimos del pueblo y nos dirigimos a la estación de tren. Mientras esperábamos vimos el acceso, ahora cortado, a la famosa Via del Amor, un camino excavado en la roca por los trabajadores que durante los años 30 se encargaron de la construcción de las vías y que servía para pasar material de un lado a otro. El sendero conecta Riomaggiore con Manarola en un trayecto de alrededor de un kilómetro y desde el parque nacional se está trabajando para abrirlo de nuevo al público. En la verja de la entrada se concentran un montón de candados, símbolo de unión entre enamorados que, en un intento de sellar su amor lo cierran y arrojan la llave al mar; aunque hay algún precavido que lo pone de combinación.
Tras el correspondiente desayuno en el bar Trípoli nos dirigimos a la estación de tren. Los andenes estaban atestados de gente, todos con pinta de visitar la zona. Nos montamos en un vagón donde no quedaba un asiento vacío, pero la verdadera sorpresa vino en Riomaggiore, el primer pueblo, donde vimos una especie de marea humana colapsando el andén. Se montó tanta gente, de pie incluso, que el habitáculo parecía una lata de sardinas, al revisor ni se le vio el pelo, pero es que no tendría ni por donde pasar.
El tren hace parte del trayecto por túneles, que de vez en cuando dejan pasar la luz y la vista del mar al acercarnos a los pueblos. Por fin llegamos a Monterosso, nos bajamos y nos dirigimos a la playa de Fegina donde vemos al fondo la figura de Il Gigante, una estatua enorme que sostiene sobre sus brazos una roca en el arenal.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El día estaba un poco nublado pero, a pesar de eso, había gente bañándose. Para la caminata que teníamos en mente la temperatura era perfecta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Comenzamos el ascenso con algunas escaleras y, durante un tramo corto, pasamos por la carretera donde se asientan unas maravillosas villas entre los pinos y con fantásticas vistas al mar y al pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El camino está indicado y al principio unos pronunciados escalones son la tónica del recorrido. Nos cruzamos con gente muy equipada para la caminata, con bastones, mochila y botas. Algunos venían andando desde Levanto. Según vamos tomando altura aparece el mar con su color azul intenso bañando el pueblo de Monterosso. Nos detenemos para contemplar las vistas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En un momento se bifurca el sendero, una rama para Levanto y la otra para Punta di Mesco, nuestro objetivo. Pero todo está perfectamente señalizado, no hay pérdida.
Nos encontramos con las ruinas de la iglesia de Santo Antonio, observamos lo que fueron sus muros, los arcos que quedan en pie y los árboles que la rodean.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Muy cerca hay un recinto cerrado que parece abandonado, y daba la sensación de que quisieran recuperarlo pues había gente allí mismo trabajando con planos y observando la construcción.
Encontramos un rincón bajo esa estructura en la que nos acomodamos un buen rato, contemplando el mar, los pueblos asentados en la costa, se veía incluso Portovenere al fondo.
Desde allí se domina todo el litoral y fue uno de los momentos más especiales del viaje, sintiendo el sol en la cara, que se ocultaba a veces, el rumor de las olas en el fondo, y las fantásticas vistas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La subida nos llevó una hora, a pesar de la estimación de hora y media para hacer esta ruta.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Pronto bajamos de nuevo, y llegamos a Monterosso para la hora de comer.
Entramos en la foccacería Antonio, para degustar esta especialidad regional. Compramos unas porciones de foccacia al pesto, otra con tomate y atún y otra de cebolla, todas riquísimas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras un breve descanso continuamos con el paseo al lado del mar, y de postre nos tomamos un gelato de menta y chocolate en slurp, una heladería artesanal, con terraza en el paseo marítimo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos hasta el pueblo, donde visitamos la plaza del ayuntamiento, la iglesia con fachada de líneas blancas y negras y otra capilla muy antigua justo enfrente pendiente de restauración.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Continuamos callejeando, por rincones muy agradables, hasta llegar a otra iglesia.
Unas escaleras nos conducen hasta el monasterio muy cerca del cementerio que se haya en la parte alta del pueblo, desde donde hay vistas a los viñedos en terrazas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al bajar nos detenemos en la estatua de San Francisco, representado con un lobo, sobre una pequeña explanada desde donde se ve el mar precioso y, a lo lejos, cuando el sol incide entre las nubes, el pueblo de Vernazza.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Seguimos con el paseo atravesando unas ventanas practicadas en la roca desde donde se ve Punta di Mesco, ese pico al que subimos por la mañana. De nuevo montamos en el tren con rumbo a Riomaggiore, otro de los pueblos.
Al salir de la estación nos encontramos con un colorido mosaico que nos muestra las actividades locales, gente con los cestos en la cabeza cargados de uva tras la vendimia.
Nos metemos por un túnel también decorado con mosaicos que nos conduce hasta pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Justo enfrente, a la salida, hay unas escaleras que llevan al puerto y decidimos bajar.Allí nos encontramos con un estrecho puerto donde se agolpan las barcas por falta de espacio para ponerlas en otro sitio y las piraguas que cuelgan de los muros poniendo un toque de color. Las tonalidades predominan en todo el conjunto, con las casitas pintadas, algunas paredes tienen desconchones, pero que no restan un ápice de encanto al lugar. Nos acercamos a un muro desde el que se ve parte del pueblo y una pequeña plaza con vistas al mar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La casa de la esquina tiene un andamio y debajo de ella, charlan animadamente un grupo de pescadores. Nos recreamos un rato en el puerto y luego subimos por unas escaleras estrechas en dirección a la parte alta de Riomaggiore.
Nos sorprende lo estrechos que son los escalones, y los callejones que salen al paso, por lo que decidimos subir hasta arriba del todo para tener mejor perspectiva y poder situarnos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Desde la cima vemos un parque infantil, una iglesia y los muros de una fortaleza. Nos acercamos a la iglesia y pasamos al interior. Había gente cantando, nos sentamos un rato y el sonido de los cánticos resultó emocionante.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al salir continuamos por una calle que desembocó en la muralla que veíamos desde abajo. La rodeamos y luego subimos para obtener una panorámica de este pintoresco pueblo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Bajamos a la calle principal, en la que se asientan la mayoría de bares y restaurantes y compramos en Il pescato cucinato, un cucurucho de fritura con calamares, gambas, verduras y pescado local que estaba muy rico. De postre una crep de nutella, irresistible, como siempre.
Caminamos hasta el puerto porque ya estaba anocheciendo, haciéndonos cargo de lo bonitas que lucían las fachadas de Riomaggiore con las luces encendidas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una vez estuvimos junto al mar comprobamos que seguía habiendo animación, las terrazas de los restaurantes ahora estaban llenas de comensales y en la plazoleta había algunas personas con trípode y cámara sacando fotografías. Nosotros nos sentamos en un rincón oscuro, escuchando las olas chocando contra las rocas, viendo las barcas amontonadas, las luces creando una atmósfera agradable y como guinda la imagen de una luna creciente que otorgaba un aspecto romántico al lugar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Con esa imagen nos despedimos del pueblo y nos dirigimos a la estación de tren. Mientras esperábamos vimos el acceso, ahora cortado, a la famosa Via del Amor, un camino excavado en la roca por los trabajadores que durante los años 30 se encargaron de la construcción de las vías y que servía para pasar material de un lado a otro. El sendero conecta Riomaggiore con Manarola en un trayecto de alrededor de un kilómetro y desde el parque nacional se está trabajando para abrirlo de nuevo al público. En la verja de la entrada se concentran un montón de candados, símbolo de unión entre enamorados que, en un intento de sellar su amor lo cierran y arrojan la llave al mar; aunque hay algún precavido que lo pone de combinación.