Día 2. Recorrido de 112 Km. aproximadamente.
La mañana la dedicamos a visitar el casco histórico de PAMPLONA. El día se presentaba estupendo de sol y con muy buena temperatura. Era domingo y muy temprano, así que aún no había demasiada gente por las calles. Pasamos por la plaza del Ayuntamiento, donde se lanza el famoso chupinazo, realmente llamativo el edificio consistorial:
Fuimos a la plaza del Castillo, auténtica plaza mayor de la capital navarra, con su quiosco de música en el centro, sus soportales y sus bellos edificios:
Allí se encuentra el Café Iruña, adonde fuimos a desayunar. Fundado en 1888, conserva su decoración original. Me gustan mucho los cafés clásicos, como éste. Si no se desea, no hace falta tomar consumición para echar un vistazo y hacer un par de fotos, pero el croisant a mi me sabe especial en lugares como éste.
Después, un agradable paseo por las zonas típicas de turisteo en el casco antiguo: hicimos el recorrido de los encierros, pasando por la famosa calle Estafeta hasta la Plaza de Toros, rodeándola. Desde allí fuimos hasta el Parque de la Media Luna y, de vuelta, recorrimos la muralla por la ronda del Obispo Barbazán, desde el Palacio Arzobispal hasta el baluarte del Redín con el Mirador del Caballo Blanco y el Mesón del mismo nombre.
Buenas vistas sobre la parte norte de la ciudad y el río Arga, aunque realmente el río se ve poco por la gran cantidad de arboleda que rodea el curso de sus aguas. El panorama abarca un muy amplio horizonte, aunque en mi opinión quizás pierde un poco de encanto porque la edificación que se contempla es casi toda de moderna, un tanto anodina
.También vimos la Catedral de Santa María, construida en los siglos XIV y XV, que cuenta con un templo gótico de tres naves tras una fachada neoclásica, aunque no pudimos ver el claustro. Me llamó la atención lo bien conservada que está por dentro, con la pintura impecable, supongo que habrá sido restaurada no hace mucho.
Seguimos pateando la zona centro, con sus plazas y callejuelas (es muy conveniente pedir un plano turístico en la Oficina de Turismo o descargarlo por internet), y llegamos hasta el Parque de la Taconera, no demasiado grande, pero tiene mucho encanto asomarse a las murallas desde el Portal Nuevo, ver el monumento a Gayarre y el pequeño zoo, donde conviven ciervos y aves. Dos días después vimos en un periódico una foto de los pobres ciervos metidos en el estanque de los patos, desesperados por el tremendo calor.
Dejamos Pamplona, contemplando por fin el río Arga de cerca y disfrutando de una bonita vista de la ciudad.
Tomamos la N-240a y luego la A-15 dirección San Sebastián y pasado del Puerto de Azpirotz hicimos un cambio de sentido, parando en el Mirador de Azpirotz, que cuenta con una especie de balcón suspendido desde el que se aprecian estas bonitas vistas.
Poco más adelante, nos desviamos a la derecha para tomar la carretera NA-130, para ir por Lekumberri hacia Iribas, donde teníamos pensado hacer el recorrido hasta los nacederos de los ríos Larraun y Ertzilla. Nos encontramos con que el pueblo, muy bonito pero muy pequeño, no tenía donde comprar unos simples bocadillos, con lo cual tuvimos que deshacer el camino andado (unos 5 Km) hasta Lekumberri, donde sí encontramos varios bares y restaurantes para avituallarnos y muy bien, por cierto. Buen sitio para comer si estáis por la zona. Sin embargo, el tiempo que perdimos en estas idas y vueltas fue esencial para que luego se nos complicase el recorrido previsto.
Iribas:
Hay un sendero circular hasta los nacederos que sale justamente desde la entrada al pueblo a la izquierda, cuya duración es de una hora o eso pone en los carteles porque en realidad lleva más de hora y media el hacerlo completo. También se puede ir por una pista, pero no ahorra tiempo, así que es más bonito y recomendable tomar el sendero a través del bosque, sobre todo con sol y calor como era el caso, pues se disfruta de una reconfortante sombra. El nacedero del río Larraún, Besakaitz no parecía nada especial. El río aparece y desaparece en varios tramos y pasamos junto a la llamada sima de Lezagalde. Por último, se llega a la cascada que forma el nacedero del río Ertzilla al caer sus aguas por una pared vertical, se llama Aitzarrateta, y es bastante bonita aunque ya estuviera un poco mermada en su caudal por el paso del verano.
Teníamos previsto ir a la cueva de Mendukilu, que está en Astiz, a escasos 9 Km, pero con el lío de los bocadillos se nos había hecho tarde y no llegábamos a la hora de la reserva, así que decidimos relajarnos y comer los bocatas tranquilamente junto al nacedero. Una pena lo de la cueva. Otra vez será. Continuamos hasta San Miguel de Aralar por la NA-7510, una carretera con muy buen piso, pero empinada, estrecha y con muchas curvas, como era de esperar. Arriba, unas vistas espectaculares que alcanzan hasta Pamplona.
Pensamos entrar a visitar el Santuario, pero al final no lo hicimos. En vez de volver por el mismo sitio, tomamos una pista de hormigón que baja hasta la A-10 cerca de Arruezu, y que nos ahorró mucho tiempo y bastantes kilómetros. Estaba en perfectas condiciones, aunque en algunos tramos puede dar algo de vértigo; con mal tiempo no sé si sería muy aconsejable. Los paisajes, preciosos.
Pasamos el Puerto de Lizárraga y por la carretera NA-120 cruzamos la Sierra de Andía y llegamos hasta Estella, donde nos alojábamos esa noche. Sin embargo, seguimos adelante unos pocos kilómetros hasta Ayegui, donde se encuentra el Monasterio de Iratxe. Lamentablemente no pudimos visitarlo porque ya estaba cerrado, al igual que las famosas bodegas, pese a que ponía que su horario era hasta las 20:00 y apenas pasaban unos minutos de las 19:00. Sí pudimos ver la famosa fuente que da vino y agua al peregrino.
Poco antes de las 20:00 llegamos a nuestro hotel en Estella: el Tximista, en un lugar muy bonito, junto al río Ega, aprovechando una antigua fábrica de harina.
Después de descansar una horita, fuimos a cenar a centro de Estella. Nos perdimos (aún no entiendo cómo porque estábamos a diez minutos escasos caminando) y anduvimos lo que no está escrito a orillas del río hasta que por fin encontramos el camino correcto hacia el centro, con sus edificios emblemáticos ya iluminados. Terminamos cenando unas ricas tapas en la Plaza de los Fueros, en una terraza muy agradable.
Palacio de los Reyes de Navarra e Iglesia de San Pedro de la Rua al anochecer.
Palacio de los Reyes de Navarra e Iglesia de San Pedro de la Rua al anochecer.