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Aterrizamos a la hora prevista en el aeropuerto internacional de Lombok. Adelantamos 1 hora los relojes, ya que la isla tiene diferente huso horario que Java. Siendo las 19 horas, noche cerrada, nos dirigimos a por las maletas y de ahí a por el servicio de bus que conecta el aeropuerto con Mataram y Senggigi, tal y como habíamos leído en los foros y en la LP. Antes de abandonar el aeropuerto, nos topamos con una agencia "oficial" de taxis que tenía un gran mostrador en la que trabajaba un chico joven que nos llamó con ímpetu para endosarnos un taxi. Como pasamos muy cerca le eché un ojo a los precios que oscilaban entre los 200.000 rp a Mataram y 250.000 rp a Senggigi, le pregunté por la parada de bus y me dijo que ese servicio ya no existía y que solo disponíamos de servicio de taxis. ¡No me lo creo!, salimos fuera de la terminal y a menos de 20 metros ahí estaba el autobús público que nos conectaba directamente con Senggigi por 20000 rp (1.5 euros/pax), maldito tipejo mentiroso, me daban ganas de volver dentro y decirle ¿qué?¿como que no hay buses?, por desgracia esta actitud fue bastante recurrente en toda nuestra estancia en la isla excepto en el sur. Una vez en el bus, pedimos el billete a Senggigi y nos dijeron que tan solo había conexión con Mataram a pesar de que el servicio a Senggigi estaba indicado. El conductor alegó que debido al excesivo tráfico de esas horas, se suspendía el servicio, pero teníamos la opción de coger un taxi desde Mataram al hotel. Me olía mal, pero no quedaba otra opción o al menos no nos quedaban ganas de averiguar si había mas opciones así que aceptamos el trato y cogimos los billetes, total, no podía ser muy cara la carrera desde la capital a nuestro hotel. Tras una hora y media aproximadamente llegamos a la estación de autobús de Mataram. Bajamos con las maletas y nos asaltaron los taxistas en el momento que pusimos un pie en el suelo. Le dimos la dirección del hotel pidiendo taxímetro y aceptaron rápidamente, así que metimos las maletas y arrancamos hacia Senggigi. Comenzaba por fin nuestra etapa de playas paradisíacas.
La carretera que conecta Mataram con Senggigi está bien asfaltada y bordea la costa durante un tramo de 11 km mas o menos, como era de noche no podiamos apreciar nada, únicamente veíamos mercadillos asentados en la arena de la playa, hogueras encendidas a diestro y siniestro, hoteles a ambos lados de la carretera, bares, restaurantes y puestos de artesanía. Todo lo que veíamos nos empezaba a recordar vagamente a Phuket, en el sur Tailandia...y la verdad es que no tenía mala pinta. Hasta el momento, habíamos acusado la ausencia de turismo, desde Java hasta Borneo recorrimos todos los lugares de interés prácticamente con la gente local, mezclándonos con ellos, comiendo con ellos en sus puestos, sus transportes...Particularmente es como yo entiendo la esencia de viajar, la posibilidad de mimetizarme con el país y sus costumbres, aunque es cierto, que según que momentos se agradece un poco de comodidad, comer una pizza, beber una cerveza o deambular por mercadillos plagados de camisetas de I LOVE BALI, hawaianas de imitación y demás prendas con las que llenar mi maleta. El taxi nos dejó en la entrada del hotel BUMI ADITYA, 3 noches, hab. doble con desayuno incluido, 450000 rp -30 euros-. Le dimos las 70000 rp que marcaba el taxímetro y se nos quedó mirando como si estuviésemos riéndonos de el, le dije que era la carrera pactada y entramos en el hotel, venga hombre a timar otros tsss. El hotel nos proporcionaba un punto estratégico para conocer en moto la parte norte de la isla, desde los templos hinduístas de los alrededores, hasta las playas paradisíacas de la costa oeste pasando por una excursión a las Gilis para bucear. Hicimos el check in en el hotel, regentado por unos chavales jóvenes con intenciones de sacar al turista hasta el último euro. Cuando les comentamos nuestra intención de alquilar moto, nos dijeron que era muy difícil conseguir una en toda la isla, era temporada alta y estaban todas alquiladas...estos se deben de creer que nacimos ayer o venimos con vendas en los ojos..en la carretera principal había un millón de motos aparcadas bajo un letrero que rezaba "rent a motorbike", así que amablemente sonreí y le dije...oye "my friend" a cagar al río, o me alquilas una a buen precio o bajo a la carretera principal a hacerlo por mi cuenta...Nos la dejaron por 70000 rp -5.5 euros- a pesar de que podíamos encontrarlas más baratas aceptamos, puesto que teníamos que cenar y solos estaban ellos para atender nuestras plegarias, tengo que decir que el hotel estaba relativamente lejos de la carretera principal, en moto era un momento pero caminando es una tirada larga. Nos dijeron que conocían un sitio muy bueno y a muy buen precio, nada que ver con los horribles timadores que regentaban los restaurantes de la zona...de verdad que llegué a pensar que estos chavales estaban fumados las 24 horas del día, por que a veces se quedaban así como mirando al infinito...Total, que se ofrecieron a llevarnos y traernos en moto, lo que nos pareció un gran detalle, además el restaurante estaba genial, cenamos en un terraza de madera muy amplia que daba a la carretera principal donde también cenaban varios occidentales. En cuanto estuvimos listos, nos llevaron en dos viajes de vuelta al hotel. Nos metimos en el enorme bungalow hecho a base de bambú y madera, con el baño amplio, una cama enorme con mosquitera, tv de pantalla plana y situado en medio de un jardín tropical que ascendía hasta una piscina al aire libre. He de reconocer que el hotel era increíble, ofrecía una comodidad total a un precio ridículo, a pesar de que los chavales que lo llevaban aún les quedaba mucho por aprender en cuanto a los turistas, como descubrimos en los días posteriores.
Al día siguiente, nos levantamos a las 8 en punto y salimos a desayunar en el lobby del hotel que hacía las funciones de desayunador por las mañanas, allí nos dieron a elegir entre tres desayunos posibles que entraban con la reserva: pancacke/tostada francesa/tostada normal, todas ellas con café. Además podíamos pedir, previo pago de 10000 rp, un batido de fruta recién hecho. Nos solo tardaron 1 hora de reloj en traernos el desayuno sino que pretendían cobrarnos 15.000 rp por batido cuando ese no era el precio. El caso es que mientras nos tomábamos el desayuno, la cocinera que era a la vez la madre de los chavales que nos recibieron la noche anterior, nos hizo un planning exhaustivo de los templos que había en la inmediaciones de Mataram, además nos recomendó encarecidamente el mercado mas popular de la zona y una especie de balneario natural sagrado que hay en la base del volcán Rinjani, a la afueras de SESAOT. Nos advirtió también que la ruta en cuestión nos llevaría aproximadamente unas 4-5 horas así que sin dudarlo pusimos rumbo, GPS en mano, al mercado de SWETA, conocido por los lugareños como PASAR BERTAIS. Llegamos sin problema en menos de media hora, parada incluida para repostar gasolina. El mercado era, a diferencia de los que habíamos tenido el placer de visitar en Tailandia, un mercado enteramente para ellos, donde compraban su comida, ropa, mercancía, especias...allí se arremolinaban diferentes gremios donde regateaban, compraban y vendían los habitantes y mercaderes de Mataram. Seguimos rumbo a PURA SURANADI, un pequeño templo hinduísta, ubicado en plena naturaleza, con bonitos jardines y un manantial sagrado, donde según la dueña del hotel, hinduístas de todo Lombok, incluso de Bali, venían en busca de sus aguas sagradas que se llevaban en botellas y bidones.
Seguimos la ruta en busca del río sagrado que desciende del Rinjani pasando por SESAOT. Nos costó la ayuda de varias personas dar con este remanso de agua donde los lugareños se bañaban desnudos, hombres por un lado y mujeres por otro. Aparcamos la moto al pie de un templo en construcción y llegamos a aquella especie de presa donde mucha gente se estaba bañando completamente en pelotas. Como nos daba un poco de vergüenza hacer fotos y mucha más bañarnos con ellos, deambulamos un poco por los alrededores y proseguimos la ruta, todo sea dicho, el enclave era completamente paradisíaco y si la situación no fuese tan violenta, hubiésemos pasado allí parte del día, tomando el sol y bañándonos en aquellas cristalinas aguas sagradas. Seguimos avanzando hasta el templo PURA LINGSAR, ya estábamos a mitad de ruta y no llevábamos ni una hora, así que no se que cuento se hechaba la del hotel advirtiéndonos de que tardaríamos 4-5 horas...Total, llegamos a la entrada de Pura Lingsar, el templo más venerado de Lombok, incluso los islámicos de la isla vienen hasta aquí para celebrar no se que fiesta una vez al año. Este templo, consta de 4 santuarios para venerar a los dioses, uno orientado al GUNUNG RINJANI, otro al GUNUNG AGUNG de Bali, y otro doble que representa la fusión de las dos islas. Visitamos todos sus templos incluido el lago sagrado dedicado a Visnú, y sobretodo tuvimos la oportunidad de participar en la pantomima de tentar a las anguilas albinas sagradas como os detallo a continuación. Casualmente y siguiendo a un grupo de japoneses que estaban visitando el templo, llegamos a un puesto donde una mujer vendía huevos duros al increíble precio de 10000 rp, para tentar a las anguilas. Una vez comprados un par de ellos, entramos en un recinto que contenía un pequeño estanque cercado, donde según ellos habitaban las anguilas albinas sagradas. Detrás de nosotros entró la señora que nos vendió los huevos y nos los fue quitando de las manos hasta que volvió a llenar el cesto del que una vez partieron. No entendíamos nada. Entramos en aquel pequeño estanque cercado de 3x3 metros, del que se divisaban las aguas de las anguilas y un reciento anexo donde rezaba un grupo de balineses vestidos de blanco. La señora de los huevos se puso de rodillas junto al agua, machacó un huevo, lanzando pequeños trocitos al estanque a modo de tentación...todos expectantes observábamos las aguas misteriosas en busca de movimiento. Nada. Para hacerlas salir, empezó a pegar puñetazos violentamente contra el suelo sobrecogiendo a los espectadores. Machacó otro huevo y lo lanzó al agua a la par que aporreaba el suelo con fuerza. Mientras observaba el dantesco espectáculo le comenté por lo bajini a Jonás: ¿Tu crees que veremos anguilas sagradas en el estanque de anguilas sagradas? y no había terminado la frase cuando uno de los balineses que rezaban comenzó a maullar escandalosamente como si estuviese poseído por el espíritu de un gato mientras la señora de los huevos aporreaba el suelo con violencia....jajajaja no podía ser verdad lo que estábamos viviendo, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no romper a llorar de la risa en medio de aquel esperpéntico episodio sagrado...episodio que terminó con la ausencia absoluta de las anguilas sagradas...bah yo creo que no existen y si lo hacen y cada vez que viene un grupo de turistas hacen el mismo ritual, las anguilas albinas deben estar de huevos hasta los huevos.
Salimos de Pura Lingsar y nos compramos unos refrescos en el puesto de la entrada, unos tés de manzana que estaban buenísimos por 4000 rp. Como ya apretaba el sol y habíamos cumplido la ruta, pusimos rumbo a las playas de Senggigi para terminar de pasar el día y ver el atardecer desde el templo BATU BOLONG, y disfrutar de la puesta de sol sobre el volcán Agung de Bali. Llegamos a la playa de Senggigi cerca de la 13.00 h, primero atravesamos el mercadillo de artesanía y salimos directamente a la arena. Pasamos el resto del día tomando el sol y buceando en aquellas azules y paradisíacas playas, paseando y disfrutando por fin de nuestro primer día de playa. Como llevábamos todo el día sin comer, le compramos unas piñas a una vendedora ambulante que pasaba cada poco por allí, ademas te la pelaba cuidadosamente a modo de helado con gran maestría. Dormimos una larga siesta y nos despertamos cerca del atardecer. Estuvimos indecisos de ver el ocaso desde la misma playa o desde el templo, al final salimos disparados hacia el templo ya que al día siguiente nos íbamos a las Gili y quizás sería la ultima oportunidad de ver la puesta de sol con un día tan despejado. Así que rodamos hacia el sur, pasando Senggigi de largo buscando la desviación hacia el templo. Tras un rato largo decidimos que nos lo habíamos pasado, volvimos atrás y nos lo encontramos en una esquina de la carretera, a mano izquierda antes de llegar a Senggigi, a menos de 2 km. Aparcamos rápido la moto, alquilamos el "sarong" y entramos corriendo al templo para ver la puesta de sol. La verdad que los templos hindúes de Lombok, aunque pequeños, eran encantadores...me parecieron especialmente vistosos, decorados y adornados y sobre todo que nunca antes habíamos tenido la oportunidad de verlos, a excepción claro está de Prambanan donde el paso del tiempo había marcado una clara diferencia entre los templos centenarios y los de rigurosa actualidad. En poco minutos comenzó el sol a ocultarse por la falda del volcán Agung, me pareció algo increíble. A los pies del mar de Bali y bajo el templo mas encantador de la isla, disfrutamos de uno de los ocasos mas fascinantes hasta el momento y más rápidos, todo hay que decirlo, en menos de 15 minutos el sol desapareció y se hizo poco a poco de noche.
Salimos del templo y volvimos al mercadillo de artesanía que separa la carretera de la playa a echar un vistazo de los trabajos "handmade" que vendían los lugareños. Tras recorrer todos los puestos, decidimos ir a cenar a uno de los restaurantes de la carretera principal, donde mostraban los menús a las puertas de cada local. Casi todos tenían unos precios parecidos y comidas internacionales e indonesias. Elegimos un warung muy acogedor hecho a base de madera, con una terraza pequeña prácticamente vacía. Pedimos dos Mie Ayam y una pizza para compartir, una BINTANG grande -cerveza local que significa estrella en bahasa- y refresco de limón para hacernos unas claritas. La cuenta no pasó de 120.000 rp, así que con las mismas nos fuimos a ver precios para contratar, si se daba el caso, la excursión a las gilis para el día siguiente. Teníamos pensado contratar un tour de buceo por las islas, preguntamos en varias agencias y como no bajaba de las 700.000 rp, decidimos ir por nuestra cuenta en moto, primero hasta BANGSAL, coger un ferry hasta GILI MENO y pasar aquí todo el día buceando con tortugas en arrecifes de coral...gastos de nuestro tour privado 3 euros en gasolina y 4 euros del ferry. Decidido, iríamos por nuestra cuenta. Como aún era temprano seguimos paseando por Senggigi hasta que nos topamos con un INDOMARET, la tienda 24 horas por excelencia en Indonesia, equivalente al "seven eleven" tailandés, pero mucho mas barato. Hacia días que tenia un mono increíble de chocolate, de manera que me abastecí de varias tabletas autóctonas tipo "toke" por 3000 rp -20 cent.- la unidad, compramos un paquete de tabaco, refrescos de té y salimos a las mesas de la entrada a comer dulce como si no hubiera un mañana. Al acabar seguimos paseando hasta que llegamos a la moto, nos montamos y pusimos rumbo al hotel. Al día siguiente queríamos levantarnos temprano y ya sabíamos como funcionaba el servicio de desayuno en nuestro hotel.
A la mañana siguiente, mejor dicho durante la madrugada, la llamada a la oración sonó ininterrumpidamente durante mas tiempo del habitual. No solo entonó una llamada, sino todo el corán cantado. Cuando por fin terminó, los gallos empezaron a cantar, entre una cosa y otra me desvelé, rompiendo el ciclo de sueño hasta que conseguí dormirme otra vez. Si lo llego a saber, reservo en un hotel, a 20 km de cualquier mezquita. Cuando sonó el despertador, tenía tanto sueño que me entraron ganas de llorar, pero entonces me acordé que nos íbamos a a bucear a las gilis y me puse en pie de un salto...como cada día para ir al laboratorio jejeje. Salimos a desayunar, pedimos lo mismo que el día anterior y volvimos a esperar una hora de reloj. Cuando pusimos rumbo a Bangsal, ya eran las 9 de la mañana y no teníamos gasolina y como no sabíamos si encontraríamos gasolineras en el trayecto, decidimos no jugárnosla e ir en sentido contrario donde habíamos repostado el día anterior. Total, que cuando pusimos rumbo a Bangsal, ya eran las 10 menos cuarto. Paramos varias veces a fotografiar las playas que salpican el litoral desde Senggigi hasta Bangsal, tramos y tramos de playas de arena blanca totalmente paradisíacas, y completamente vacías...vale que era muy temprano, pero cuando regresamos por la tarde, seguían igual de vacías, únicamente los lugareños, pescando y algún que otro niño paseando búfalos se cruzaban en nuestro camino.
Varios kilómetros después llegamos a un cruce donde indicaba la desviación a Bangsal, lo tomamos y llegamos al pequeño puerto donde salían todos los barcos a las gilis. El sitio estaba atestado de gente, tanto lugareños como turistas, algunos te asaltaban para ofrecerte billetes a cualquiera de las gilis por un pastizal. Nos dirigimos directamente a las taquillas e hicimos cola hasta que nos atendieron, sacamos 2 billetes de ida a GILI AIR 10000 rp/pax y nos indicaron que el barco saldría sobre las 11 en la playa situada mas allá del puerto. El barco, era tipo a los rústicos de popa larga pero en versión speed boat. íbamos como 30 personas con sus respectivos bultos hacinadas en un espacio minúsculo. La travesía no tardó mas de 30 minutos. Atracamos directamente en el pequeño embarcadero de Gili Air, aunque prácticamente lo hicimos en la arena de la playa. En las islas gilis no hay vehículos a motor, pequeños hoteles de madera dispersados por cada isla conformaban la tranquila población de estas islas paradisíacas. Un camino circular bordeaba la costa, paralelo a la arena blanca de sus playas plagadas de coral. Me recordaron vagamente a las islas Phi Phi, de Tailandia, aunque aquellas, sobre todo Koh Phi Phi Leh, me gustaron mucho más, mas salvajes y mas exhuberantes, con mas vida y mas oferta hostelera. Pasamos todo el día en la costa norte buceando por los arrecifes, bastante espectacular aunque algo menos de lo que me imaginaba por loo que había leído. La única pega que le vi, es que cuando bajaba la marea, los corales salían a la superficie dificultando las entrada al agua y obligándote a introducirte mucho para poder bucear. Por lo demás, nos encantaron, arena blanca, aguas cristalinas y prácticamente vacías. Como el barco salia a las 16.00, a las 15.30 recogimos las toallas y volvimos caminando al sur de Gili Air, por el camino compramos bebida fría en un puestecito y nos metimos en el gua para hacer tiempo. El speed boat salió puntual de nuevo hacia Bangsal, lleno de niños que lloraban a lagrima viva cada vez las olas sacudían el barco y toneladas de agua entraban en el barco salpicándonos a todos. En cuanto llegamos, cogimos la moto y volvimos de nuevo hacia Senggigi. Por el camino paramos para hacer fotos y pasar las últimas horas de la tarde en una de las playas que tan buena pinta tenían cuando las fotografiamos por la mañana. Nos metimos campo a través para poder llegar lo mas cerca posible de la orilla, extendimos la toalla debajo de un cocotero y nos quedamos dormidos. Cuando nos despertamos el sol comenzaba a ponerse sobre las cimas volcánicas de Bali, unos cuantos niños jugaban al fútbol en unos de los extremos de la playa. Que paz se respiraba allí, alejados de todo, de la civilización de la gente, podría haberme quedado allí a vivir durante meses sin echar de menos para nada ninguno de los lujos occidentales. Antes de llegar a la moto nos asaltó un espontáneo del lugar, preguntándonos de donde éramos, donde íbamos, cuanto tiempo estaríamos allí y todo esto sin parar de sonreír, la verdad es que parecía muy majo aquel tipo y nos hicimos una foto con el, bueno mas bien se acopló con todo el morro sin parar de hablar y reírse.
Llegamos a Senggigi casi de noche, nos dirigimos al hotel para ducharnos y salir a cenar en el mismo sitio que la noche anterior. Tras la cena, decidimos ir al mercadillo que cada noche montaban en la playa unos kms al sur, al pie de la carretera entre Senggigi y Mataram. Pero antes, teníamos que cambiar dinero y comprar el transporte a Kuta Lombok. El cambio fue inmejorable, además de revalorizarse el euro día a día, aquí en Lombok tenían un cambio ajustadísimo en cualquiera de las miles de oficinas que hay a ambos lados de la carretera. Despues, tras mucho indagar, contratamos el shuttle al sur de Lombok, por lo cual pagamos 100.000 rp/pax en el servicio de las 10.30 de la mañana. Una vez tramitado todo, cogimos la moto y nos fuimos al mercadillo. Nada mas entrar en el improvisado aparcamiento, nos asaltó un chaval pidiéndonos 1000 rp de aparcamiento. Dejamos los cascos en el manillar y entramos en el recinto. Aquello, parecía mas bien las fiestas del pueblo con docenas de chiringuitos de ropa, gafas de sol, música, puestos de comida. Un mercadillo por y para ellos, de hecho éramos los únicos turistas que había, ni siquiera nos intentaban vender nada. Nos sonreían y seguían a lo suyo. Tras dar un par de vueltas, salimos de aquella feria del horror y volvimos sobre nuestros pasos hasta el Indomaret a comprar agua y chocolatinas, y como no, a tomárnoslas en las mesas que hay colocadas en la entrada junto con otros lugareños. En cuanto acabamos volvimos al hotel a entregar la moto y a dormir cerca de la medianoche. Al día siguiente no teníamos que madrugar y nos lo tomaríamos con calma.
Nos levantamos relativamente pronto a pesar de no tener mas plan que esperar a que llegara nuestro transfer. Esperamos una hora de rigor a que nos sirvieran el desayuno, mientras conversábamos con unos vascos que estaban en la mesa de al lado. Nos comentaban que acababan de llegar de Labuan Bajo y que ahora se disponían a recorrer el norte de la isla, trekking del Rinjani incluida. Uno de ellos llevaba 6 meses por el sudeste asiático y había quedado con sus amigos en Indonesia, sentí una profunda envidia. Nos fuimos directos a la piscina después de desayunar a esperar a que llegara la furgo. A las 10.15 entregamos las llaves del bungalow y nos sentamos en la terraza a esperar. LLegaron puntuales a recogernos y por lo que vimos, éramos los últimos junto con tres inglesas y tres alemanas. Salimos rumbo a Kuta atravesando la isla por la costa oeste.
Después de dos horas hacinados en aquella furgoneta de los años 50, llegamos a Kuta Lombok, de donde habíamos leído, era un paraíso por descubrir, sin apenas turistas ni civilización, de playas increíbles y paradisíacas...así era, un pequeño pueblo al borde del océano, con pequeños warungs de madera intercalados entre hotelitos modestos y baratos. El transfer nos dejó muy cerca del hotel que teníamos contratado con booking (400.000 rp 2 pers./2 noches con desayuno incluido -30 euros-). Los chicos que venían con nosotros no tenían hotel reservado y fueron preguntando en cada hotel el precio de la habitación. Para evitar este proceso, preferimos reservarlos desde España tras una ardua selección y comprobamos en la mayoría de los casos que acertamos de pleno y por menos o igual valor que hacerlo in situ. Nuestro hotel era el ultimo del pueblo, tenía una recepción enorme, con un comedor al aire libre, una maravillosa piscina en medio de los bungalows rodeados de jardines. Hicimos el check in, dejamos las maletas en el bungalow con ventilador, aunque no tuvimos la necesidad de utilizarlo, y salimos al pequeño puesto de alquiler de motos que había en la entrada del hotel. Previo regateo conseguimos la moto por 150.000 rp tres días, a condición de contratar con ellos el transfer de vuelta al aeropuerto. Cogimos los cascos y rápidamente arrancamos en dirección oeste, en busca de la espectacular playa de Maui. Íbamos solos por la carretera, el paisaje aquí en el sur no era tan exhuberante como en el norte, ligeramente más seco, aunque lleno de vida, pequeños poblados de madera construidos al pie de la carretera, cultivos de arroz donde hombre y mujeres labraban la tierra a mano para dejar toneladas de arroz secando al sol sobre unas telas enormes sobre el arcén, niños jugando entre vacas, gallos, gallinas y perros. El paisaje, a pesar de ser una carretera que bordeaba la playa, no era llano sino montañoso, pequeñas colinas subían y bajaban a lo largo de toda la costa. Se respiraba paz y tranquilidad, a veces alguna anciana con el sombrero de los arrozales se cruzaba en nuestro camino dirigiendo un rebaño de búfalos obligándonos a parar la moto mientras sacábamos fotos. Como las playas no estaban indicadas, nos desviamos por un camino que desde el que veíamos una playa paradisíaca, a pesar de no saber donde íbamos nos dirigimos hacia ella. Llegamos a una playa de arena blanca y aguas azul turquesa, con un enorme arbol justo a la entrada. La arena estaba plagada de niños y niñas indonesias jugando en la orilla y cogiendo olas. Extendimos las toallas y la parte mas vacia de la playa y nos tumbamos a tomar el sol. Al poco nos metimos en el agua, y buceamos durante horas, el fondo marino aquí me gustó mas que en las gilis, había corales de miles de colores, peces tropicales, peces enormes de mas de 1 metro de largo algunos acojonaban un poco. No había marea, así que el mar estaba en calma.
A media tarde, decidimos seguir la carretera a ver que maravillas descubríamos. Al cabo de media hora mas a menos, justo antes de que la carretera virase hacia las montañas de la península del suroeste que conducía hasta Bangko Bangko, mas conocida como Desert Point, llegamos a una playa kilométrica, con un arcaico aparcamiento justo antes en la entrada y un par de chiringuitos a mitad de la lengua de arena. La playa era increíble, era tan grande que se veía prácticamente vacía, solo unos niños jugaban en el extremo mas próximo y lo mas sorprendente...un rebaño de búfalos atravesaban la arena en dirección al bosque, búfalos enormes campaban a sus anchas por aquella playa virgen del sur de Lombok. Estábamos en MAUI. Al fondo, siguiendo la costa se divisaba una playa con palmeras, donde las olas rompían en la arena y los últimos rayos de la tarde caían sobre ella.
Vimos el atardecer en aquella playa increíble a la que decidimos volver al día siguiente. Cuando se pudo el sol, sobre el Océano, nos fuimos a coger la moto. De camino, nos interceptaron un montón de niños que querían hacerse fotos con nosotros. Montamos en la moto y volvimos a Kuta a medida que iba anocheciendo. Cuando llegamos al hotel, hacia mas de una hora que había anochecido, eran cerca de las 7 y nos moríamos de hambre, así que nos pegamos un baño en la piscina del hotel, nos dimos una ducha y salimos a buscar un warung para cenar. Cierto es que la oferta no era muy grande, pero los pocos que había eran encantadores. Escogimos un pequeño restaurante, en el camino que conecta los dos núcleos de población de Kuta. El sitio estaba hasta la bandera y la cena tardaba un poco pero decidimos cenar allí. Pedimos dos Soto Ayam y Lalapan Ayam para cada uno y cerveza Bintang con limón. Mientras esperamos cerca de 40 min durante lo cual nos bebimos dos cervezas grandes cada uno, los niños del pueblo pasaban cada poco intentando vender a los turistas sus pulseras artesanas. Algunos de ellos, con tan solo 8-9 años, hablaban ya varios idiomas, caminaban descalzos y te insistían hasta la saciedad para que les comprases pulseras a precio de oro. Después de la cena, que nos salió por unos 120.000 rp (8 euros los dos) fuimos en moto hasta el otro extremo de Kuta donde varias tiendas de ropa y artesanía se arremolinaban al pie de la carretera vendiendo camisetas, paréos, sarongs y demás souvenirs, echamos un vistazo rápido para ver que había y volvimos al hotel Al día siguiente, después de cenar, regresaríamos a comprar camisetas. Cuando llegamos al bungalow, nos sentamos en el porche del mismo a ver las fotos de la última parte del viaje y a wasapear a nuestros padres y amigos. Nos metimos en la cama cerca de medianoche. Al día siguiente nos esperaba un intenso día de playa.
Por la mañana, el despertador sonó a las 8.00 en punto, ya que queríamos recorrer un poco la península de Bangko Bangko antes de pasar todo el día en Maui. El desayuno no era bufet , pero era muy abundante. Podías escoger, entre tostadas, fruta o pancake, todo ellos acompañado de café y zumo. En cuanto montamos en la moto y salimos a descubrir la isla. Como era de esperar nos pasamos la desviación que nos llevaba a Desert Point y en su lugar seguimos la carretera que llevaba al centro de la isla, o al menos eso parecía en el GPS, antes de darnos cuenta del error, pasamos por muchos poblados donde los niños salían corriendo a nuestro encuentro, vestidos con sus uniformes del colegio, gritando a voces "HELLO MISTER". En cuanto oían el ruido de la moto y se giraban, la cara se les iluminaba y nos gritaban como locos desde el arcén, poniendo la mano para chocarla con la nuestra. Esto nos pasó durante toda nuestra estancia en Lombok, parecían muy felices, a veces hordas de niños nos rodeaban uniformados y con sonrisas de oreja a oreja saludándonos con ímpetu. Atravesamos también por un mercado "sasak" tradicional, situado a ambos lados del camino, donde todos los lugareños nos miraban como si fuesen la primera vez en su vida que veían un occidental, ademas como el tráfico no era muy fluido teníamos que parar cada poco lo que facilitaba que nos hicieran un exhaustivo examen visual. Desde la moto reparé en las maravillas que allí vendían, así que paramos la moto y bajamos a echar un ojo. Vendían artesanía sasak ademas de fruta y comida. Los sasak, eran los indígenas de Lombok que se dedicaban a la elaboración de cestos de mimbre, cuencos, platos y demás artesanía tradicional de la isla. Compramos dos increíbles cestas por algo menos de 3 euros cada una, previo regateo. Las colocamos como pudimos en la moto y pusimos rumbo a MAUI para pasar el día.
Llegamos a Maui cerca de las 12 del medio día, dejamos la moto en el aparcamiento y entramos en la playa. Casi vacía, colocamos las toallas alejados de los pocos turistas que había y nos metimos corriendo en el agua. Fue uno de los mejores días de playa del viaje. Paseamos de un extremo a otro que fácilmente serian 3-4 kilómetros, alternando baños y caminatas por la arena blanca. En uno de los extremo había restos de un complejo hotelero, al parecer abandonado. A comienzos de la tarde comenzamos a notar los efectos de estar todo el día sin comer y decidimos tomar algo en el chiringuito de la playa. Pedimos dos Nasi Goreng y un coco, cuando digo coco me refiero a un coco de los grandes al que le hacen un agujero en la parte superiro para que te bebas el agua de su interior, que prefectamente puede albergar litro y medio. Desde la terraza de bambú, justo en frente del mar y resguardados del calor, devoramos el arroz con pollo que nos supo a gloria. Una vez terminamos volvimos a las toallas a tomar el sol. Pasamos el resto de la tarde tumbados al sol, durmiendo, nadando, paseando y disfrutando del relax que ofrecía aquella increíble playa del sur de Lombok, que tarde o temprano acabará convirtiéndose en la nueva Bali por lo que agradezco haber conocido esta parte del la isla antes de la llegada del turismo.
Llegamos a Kuta cerca de las 19.30 y como teníamos mucha hambre fuimos a cenar directamente en el warung del día anterior y así tener tiempo para hacer compras en las tiendas del pueblo. Así lo hicimos. Cenamos estupendamente y nos recorrimos todos los puestos de artesanía y ropa a ambos lados de la carretera. Al terminar, contratamos en una de las miles de agencias que hay en Kuta Lombok el transfer al aeropuerto (50000 rp/pax), y volvimos al hotel, haciendo la parada de rigor en un Indomaret para comprar chocolatinas, refrescos y tabaco que nos tomamos en la terraza del bungalow. Al día siguiente habíamos decidido ir a conocer las playas al este de Kuta, Tanjung Ann y Gerupuk antes de volver al aeropuerto a las 16.30 para nuestro sguiente destino.
Nos levantamos a las 8.00 en punto. Tomamos nuestro último desayuno en el hotel, dejamos las maletas en recepción y salimos en dirección contraria a Maui. Como la carretera no iba a pie de costa, sino por el interior, no sabíamos como eran las playas al otro lado o incluso si había playa. Pasamos de largo un lujoso hotel con playa propia, atravesamos una especie de marismas donde pastaba un rebaño de búfalos. Por fin la carretera discurría al borde la playa, acabábabmos de llegar a la bahía de Tanjung Ann, una consecución de bahías en forma de media luna con playas de arena blanca y separadas por colinas de color amarillento. Seguimos un poco más hasta Gerupuk, destino surfero donde acudían docenas de surfistas cada día. De camino nos asaltaban lugareños en sus motos intentando alquilarnos tablas y equipos de surf, se colocaban a ambos lados y nos gritaban sus precios. Venga hombre, aunque tuviese la intención de alquilar nunca lo haría en esas condiciones tan absurdas. Dimos la vuelta en el pueblo y decidimos pasar el día en una de las playas de Tanjung Ann. Paramos antes en una de las playas que tenía una roca gigante para hacer fotos desde arriba. La verdad es que las vitas de toda la bahía eran increíbles y las playas mucho mas. Optamos por la mas alejada, desde donde estábamos apreciamos unas hamacas a pie del mar, completamente vacías. Nos dirigimos hacia allí, pero en lugar de entrar por el parking donde seguramente nos iban a clavar, nos metimos por una camino de cabras que lo rodeaba y llegaba directamente a la cala. Tenía un chiringuito con música, hamacas en la playa y mesas bajo una palmera. Pedimos dos batidos de plátano y nos tumbamos en las hamacas. Último día en Lombok, relax total, hoy no pienso mover ni un dedo a menos que sea para meterme en el agua y volver a la toalla.
Pasamos casi todo el día allí, incluyendo un poco de buceo, aunque el fondo aquí no era muy espectacular. A media tarde, varios pescadores se metieron varios cientos de metros en el mar aprovechando la bajada de la marea. Se metían con sus redes artesanales a practicar la pesca de bajura, tanto en pequeñas embarcaciones de madera como a pelo, con el agua por la cintura. Hacia las 16.00, después de todo el día al sol, volvimos al hotel a por las maletas, dejar la moto y esperar por el transfer que nos vendría a buscar en poco mas de media hora. Cuando legamos al hotel, nos dimos un baño en la piscina para quitarnos el salitre, peinarnos, cambiarnos de ropa y esperar bien arreglados a que nos vinieran a buscar para coger el vuelo de las 17.50 con Garuda Indonesia (28 euros/pax) con destino a Bali. Donde haríamos escala de una noche, antes de coger el primer vuelo que salía hacia Labuan Bayo, la mañana siguiente. De camino al aeropuerto internacional de Lombok -LOP- repasé mentalmente todo los que vivimos en aquella isla increíble. Desde el turístico Senggigi, con sus magníficas playas, sobre todo en el tramo de costa que cubre la carretera hasta Bangsal, pasando por las Islas Gili, donde nos hubiese gustado pasar un par de noches, aunque no a costa de renunciar a Kuta Lombok, donde de verdad conocimos la esencia de la isla, sus gentes, sus aldeas, sus mercados sasak y por supuesto sus playas tropicales y desiertas, donde el turismo masificado está aún muy lejos de echar a perder la belleza natural del sur de Lombok. Llegamos al aeropuerto en hora, facturamos las maletas y embarcamos sin pagar las tasas de aeropuerto ya que están incluidas en el billete. El vuelo despegó puntual justo cuando el sol comenzaba a ponerse, apenas 30 minutos mas tarde aterrizamos en el increíble aeropuerto internacional de Bali. Poníamos fin así a otra etapa más en nuestra ruta por Indonesia, aunque al día siguiente comenzaba otra de las mas esperadas...KOMODO!!
Podeis leer el diario completo en mi blog con mas información práctica y galería de fotos 26 días recorriendo el Cinturón de Fuego: Java, Borneo, Komodo, Lombok y Bali
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