Tailandia, un sueño hecho realidad... ✏️ Blogs de Tailandia

Llevaba 2 años soñando con hacer este viaje. Pero por una cosa o por otra había quedado aparcado en el rincón de los deseos, hasta que decidí que era el momento. Tampoco fue fácil convencer a mi novio para ir a Tailandia. No era un destino que le apeteciera mucho ni tampoco estaba acostumbrado a los viajes mochileros y aventureros, pero puse tanta insistencia en la tarea de convencerlo que al final hasta él se ha terminado emocionando con la idea.

Después de leer un monton de información en internet acerca de Tailandia llegue a la conclusión de que el mejor mes para viajar era mayo, ya que no era temporada alta ni tampoco época de grandes lluvias. Pero es como todo, hay que tener suerte hasta con el tiempo.

Al principio tuve serias dudas con la duración del viaje. En muchos foros y blogs la gente hablaba de 2 semanas de viaje para ver Bangkok, alguna zona del norte del país y la clásica semana en la playa. Pero después de una investigación exahustiva en internet me di cuenta de que 2 semanas se me hacía muy justo para un país con tantas cosas por descubrir y pensé, “ya que me voy tan lejos, voy a exprimirlo a tope”. Y decidí que mi viaje soñado debería durar por lo menos 3 semanas, para poder verlo todo y con cierta tranquilidad.

Una vez elegida la fecha y duración, el siguiente paso fue reservar los vuelos. Y tengo que decir que el resultado fue extremadamente bueno: 569 euros por un vuelo directo Madrid – Bangkok con la compañía Thai Airways.

¡Ya estaba hecho!¡En 3 meses nos íbamos a Tailandia durante 3 maravillosas semanas!

Durante esos 3 meses de espera, me dediqué a recopilar toda la información posible para poder preparar el viaje perfecto. Cada minuto que tenía libre lo empleaba en buscar rutas, transportes, hoteles, templos, mercados extravagantes y demás cosas interesantes que hacer…

El planing de viaje es el siguiente:

Día 1: Vuelo Coruña-Madrid y Madrid- Bangkok (salimos un sábado y por la diferencia horaria llegamos el domingo).
Día 2: Bangkok: Chinatown, Wat Traimit, parque Lumpini, Khao San Road.
Día 3: Bangkok: ruta por los templos, mercado nocturno de Patpong.
Día 4: Bangkok: Golden Mountain, Wat Saket, Wat Indrawihan, parque Dusit, MBK, paseo por el Río Chao Praya.
Día 5: Mercado sobre la vía del tren en Mae Klong, Mercado Flotante Damnoen Saduak, Baiyoke Tower.
Día 6: Kanchanaburi.
Día 7: Excursion a las Cascadas de Erawan y Ferrocarril de la Muerte.
Día 8: Ayutthaya y Lopburi.
Día 9: Sukhothai. Tren nocturno a Chiang Mai.
Día 10: Chiang Mai y mercado nocturno.
Día 11: Wat Doi Suthep, Tiger Kingdom.
Día 12: excursion a Patara Elephant Farm y combates de Muay Thai.
Día 13: excursión a Chiang Rai: Templo Blanco y Wat Rong Khung, Golden Triangle, poblado de las mujeres jirafa.
Día 14: vuelo a Krabi.
Día 15: excursión a Islas Phi Phi y Bamboo island.
Día 16: excursión a las cuatro islas: Chicken, Tub islands, Poda Island, Bahía de Railay.
Día 17: excursión a Hong Island.
Día 18: excursión a Railey y Tonsai.
Día 19: excursión a Isla de James Bond y Phang Nga.
Día 20: excursión a las Aguas termales y masaje tailandés Waree Raksa.
Día 21: vuelo Krabi – Bangkok y despues Bangkok-Madrid.

El tiempo pasa rapidamente y casi sin darme cuenta llegó el momento de hacer las maletas. O mejor dicho, la mochila…

Todo preparado: mochila, pasaporte y unas ganas tremendas de que llegara el día siguiente para poner rumbo a un país que me depararía muchas sorpresas y momentos inolvidables.

"Tailandia, el país de las sonrisas"

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A las 5 de la mañana suena mi despertador.

Después de meses de espera, ¡por fin ha llegado el día!¡ Tailandia nos espera!

Últimos preparativos: que si mete cargadores en la mochila, el pequeño portátil que me servirá para narrar nuestras aventuras y desventuras del viaje, pasaportes, tarjetas de embarque…
Siempre me pongo nerviosa antes de un gran viaje, porque siempre me da la sensación de que me olvido algo.

Metemos todo en el coche, cerramos bien puertas y ventanas y ponemos rumbo a casa de mi padre, que será el encargado de llevarnos al aeropuerto y cuidar de mi coche estas 3 semanas (espero que me lo devuelva más limpio de lo que está, jejeje).

A las 5:30 de la mañana casi no están puestas ni las calles, así que el camino hacia el aeropuerto de Coruña es tranquilo y silencioso. El que más y el que menos sigue medio dormido.

A la llegada al aeropuerto, besos, buenos deseos y despedidas varias…

Rápidamente facturamos las mochilas y pasamos el control de seguridad sin mayor problema. 45 minutos después estábamos metidos en el avión preparados para dejar nuestras vidas familiares y laborales durante 3 grandiosas semanas

Al poco rato de despegar, mi novio y yo nos quedamos dormidos. Después del madrugón y los nervios iniciales, aguanté lo justo para ver salir el sol entre las nubes y preguntarme cuantas cosas increíbles nos esperan en este viaje. Ese fue mi último pensamiento antes de rendirme a los brazos de Morfeo.

Al poco tiempo empezamos a descender hacia Madrid y a las 7:45 de la mañana estábamos aterrizando en Barajas.

Recogimos las mochilas y le preguntamos a un trabajador del aeropuerto cómo llegar a la T2, que es la terminal desde la que salía el vuelo a Bangkok.

Tardamos 10 minutos en encontrar los mostradores de facturación de la Thai Airways, pero resulta que no abrían hasta 3 horas antes de la salida del vuelo, así que nos tocaba esperar un buen rato, el cual aprovechamos para ir a desayunar, que con tanto madrugón teníamos un gran agujero en el estomago.

Ya con la barriga llena, nos dispusimos a esperar que abrieran la facturación mientras veíamos una serie en el portátil (que gran idea fue meterlo en la mochila).

A las 10:15 de la mañana habíamos facturado y teníamos nuestras tarjetas de embarque para Bangkok, así que otra vez tocaba esperar hasta la 13:00 que salía el avión, por lo tanto volvimos a desayunar en el Burguer King (lo que hace el aburrimiento) y ya nos fuimos a la puerta de embarque.

¡Que largas se hacen las horas cuando uno está deseando llegar a su destino!

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El avión desde fuera parecía enorme pero realmente lo que estaba deseando ver eran los uniformes de las azafatas. Hace 2 años viaje a Nueva Zelanda con la compañía Singapur Airlines y las azafatas parecían muñequitas chinas: todas perfectamente maquilladas y con unos uniformes preciosos al estilo asiático.
También había leído en internet, que la Thai Airways era muy buena en cuanto a atención y servicio y estaba deseando comprobarlo.

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Nada más entrar en el avión, las azafatas nos saludan al estilo tailandés, juntando las dos manos y haciendo una reverencia...y eso me hace recordar... ¡nos vamos a Tailandia!¡Lo bueno está aún por comenzar!

El avión es tan grande por dentro como parece por fuera, pero además tenemos la gran suerte de que va medio vacío con lo que tenemos sitios de sobra para tumbarnos y dormir cómodamente (cosa que no ocurrió durante el vuelo ya que los nervios no me dejaron dormir ni una hora).
Nada más despegar empiezan a pasar bebidas, cacahuetes y toallitas calientes para limpiarnos las manos. ¡Como me gusta el estilo oriental!

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Para celebrar que todo nos había salido a pedir de boca, mi novio y yo nos pedimos unos “ gyn tonics” y acto seguido nos sirvieron nuestra primera comida tailandesa, que muy tailandesa no fue porque comimos algo parecido a una paella española (y digo algo, porque ya sabemos todos como son las comidas de los aviones).

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Tampoco me pude resistir a probar la cerveza tailandesa “Chang”, de la que también había leído mucho en los foros y la verdad es que no me ha defraudado ( y eso que yo tengo un paladar muy exigente con las cervezas). A partir de ahora caerían unas cuantas más a lo largo de todo el viaje.

Después de la comida comienza lo tedioso del vuelo que son las 10 horas o más sentados en la misma posición, levantándonos cada rato al baño para estirar las piernas e intentando dormir como unas quinientas veces sin conseguirlo. Pero bueno, también entra dentro del encanto del viaje.

El vuelo duró lo que me parecieron siglos, pero por suerte todo tiene un principio y un final, y a las 6:00 de la mañana, hora local, aterrizábamos en Bangkok, en el aeropuerto de Suvarnabhumi.

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Estuvimos en la cola de inmigración una media hora (aquello era una tortura que parecía no tener final) y cuando pasamos por fin el control nos fuimos directos a la recogida de equipajes. Nuestras mochilas llevaban rato dando vueltas en la cinta, pero no tuvimos ningún problema con ellas.

El siguiente paso era cambiar algo de dinero, lo justo para el taxi, pues había leído que el cambio del aeropuerto es el peor de todos.
Cambiamos unos 50 euros y con el dinerito nuevo en el bolsillo nos dirigimos hacia la siguiente aventura, la de conseguir que el taxi nos pusiera el taxímetro para llegar al hotel. En realidad, parecia como uno de estos juegos de la consola, en el que tienes que ir superando pruebas y obstáculos. Así nos sentímos al llegar a Bangkok, en una ciudad tan diferente a lo que conocemos.

En el mostrador donde cambiamos el dinero le preguntamos a la chica por los taxis y en un ingles bastante parecido al mío (es decir, mas malo que pegarle a un padre), nos dijo que teníamos que ir al piso de abajo y al salir encontraríamos los taxis públicos.

Tras una breve parada en el servicio, allí nos dirigimos y nos encontramos con unas chicas tailandesas que te dan un numero para el taxi. En realidad las chicas pulsan el botón de una maquina y es ésta la que te da el numero para el taxi.

El taxista no hablaba ni papa de ingles, pero mas o menos conseguimos hacerle entender que queríamos que nos pusiera el taxímetro (meter). Lo que no sabíamos era si había entendido correctamente la dirección del hotel, por lo que estábamos un poco asustados (teniais que ver la cara de mi novio…era un poema). Al final todo salió bien. El taxista encontró el hotel, pero nos cobro 450 THB de tarifa fija cuando lo que decía el taxímetro eran 270THB. Primer timo en Bangkok. Pero estábamos tan contentos de haber llegado sanos y salvos al hotel, que la verdad es que casi ni nos importó.

No fue fácil la elección de hotel en Bangkok. Había muchísimos alojamientos y de precios muy diversos. Para mi, las únicas premisas eran que estuviera cerca de Khao San Road, que tuviera piscina y que estuviera medianamente limpio.

Nos alojamos en el Bhiman Inn que cumplía perfectamente todas las expectativas.

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La siguiente prueba era el check in. En la pagina de internet de booking decía que el check in se hacia a partir de las 2 de la tarde. Y ahí estábamos nosotros, a las 8 de la mañana, con nuestras mochilas y 12h de vuelo encima. Matábamos por una cama para descansar unas horas. Por suerte, el recepcionista nos dijo que la habitación estaría limpia sobre las 10, asi que nos quedaban otro par de horas de espera (parece que el tiempo de esperar no acabara nunca).

Nos quedamos en el bar del hotel, que tiene una super terraza y pedimos unos zumos para calmar la sed. El calor era insoportable y el cansancio del vuelo hacia que se nos pegara todavía más la ropa y sudáramos mas.

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A las 9:30 se nos acerca el recepcionista y nos dice que la habitación esta lista. Casi le doy un abrazo de lo agradecida que estaba.

Al subir a la habitación vimos que era muy modesta pero con una cama enorme y como dije anteriormente muy limpia y bastante espaciosa. Lo necesario para guardar las maletas durante esos primeros días y caer rendidos en una habitación con el aire acondicionado a tope.

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Nos dimos una ducha rápida y caimos redondos durante una hora que nos devolvió la vida.
Al despertarnos eran las 10 de la mañana, pero la sensación era que habíamos dormido toda una noche ( por lo menos al principio).

Nos pusimos las pilas y nos vestimos deprisa. Hoy no teníamos demasiadas cosas planeadas puesto que ya sabia que vendríamos del viaje cansados, pero algo tendríamos que hacer, por lo menos ir a dar una vuelta rápida por Chinatown y el Wat Traimit.

Salimos del hotel con la información necesaria para saber que el rio estaba muy cerca y que tendríamos que coger un barco si queríamos llegar a Chinatown.

Por el camino empezamos a encontrarnos a diversos comerciantes tailandeses que querían vendernos tours en tuc tuc a buen precio. Durante todo el día nos ofrecieron llevarnos a ver el Buda de la suerte y otro templo que no recuerdo el nombre. Pero nuestro objetivo era Chinatown asi que lo primero que hicimos fue buscar el barco que nos llevara por el rio Chao Praya hasta la estación de Rajchawonse…… que era la correspondiente a Chinatown.

Cogimos un barco turístico que nos costó 40 THB a cada uno y que hizo varias paradas, entre ellas la correspondiente al Gran Palacio. Pero justo en la parada que teníamos que bajar para ir a Chinatown no fuimos lo suficientemente rapidos en avisar que nos queríamos bajar y el barco paso de largo. Asi que paramos en la siguiente dispuestos a coger un taxi que nos llevara a Chinatown.

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En esa misión estábamos, preguntando y preguntando a los taxistas, pero ninguno nos quería poner el meter y además nos decían que el domingo en Chinatown estaba todo cerrado hasta las 6-7 de la tarde. Asi que con esta nueva información que desconocíamos decidimos pasar hoy de Chinatown y dirigirnos a la siguiente parada que era el Wat Traimit o Templo del Buda de Oro (más adelante nos dariamos cuenta de que esta informacion no era cierta y que lo unico que querian era vendernos un tour en tuc tuc por otros sitios diferentes...)

Localizamos un tuc tuc y pactamos un precio que nos pareció adecuado: 60 THB por llevarnos al wat traimit que debía de estar cerca de Chinatown. Esa fue nuestra primera experiencia en tuc tuc y la verdad es que fue de lo mas divertido. Ir en taxi esta bien, pero el tuc tuc es de lo mas extravagante que he visto en mi vida. Mi novio estaba encantado.

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Llagamos al Wat Traimit y vimos que no había mucha gente. Dimos una vuelta antes de entrar y nos metiimos en un templo al lado que tenia otro Buda dorado, pero sospechamos que este no es de oro. Dentro había un monje rezando y recibiendo a diferentes personas que se ponían a rezar con el. Fue el primer monje que vimos y también fue toda una experiencia.

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Ya después compramos la entrada al Wat Traimit, pero como me había olvidado el fular en el hotel, tuve que alquilar uno, porque con la camiseta de tirantes que llevaba, no me dejaban pasar (y eso que estaba avisada en los foros, pero me pudo el ansia y me olvide de cogerlo de la mochila).

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El Buda de Oro esta en el 4º piso de un templo por el que tienes que subir unas ecaleras exteriores. En el 2º y 3º piso hay una exposición que supuestamente explica como descubrieron que el buda era de oro y un poco de su historia, pero a nosotros la verdad no nos pareció que merecía la pena, asi que pasamos directamente al Buda.

Al llegar arriba, antes de entrar en el templo, hay un monton de campanas puestas en fila. Se dice que tocar todas las campanas seguidas trae buena suerte, asi que nosotros no íbamos a ser menos. Tocamos todas las campanas, no una vez, sino dos, por si acaso.

Y bueno, ya fuimos directamente a ver al Buda y a hacernos fotos con el. La verdad es que estos templos impresionan. Es una cultura tan diferente a la occidental, que parece que cada cosa esta cuidada hasta el mas minimo detalle.

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Al bajar del templo devolví el fular que me prestaron para los hombros y me devolvieron la fianza de 100 THB que habíamos dejado a cuenta.

Como hacia tanto calor fuimos a comprar algo de beber en un 7eleven que había cerca. Y después nos entro el hambre, y eso que era super temprano (12:30 de la mañana) para la hora que solemos comer los españoles, pero es lo que tiene madrugar tanto (o mejor dicho, no dormir durante muchas horas).

Al lado del 7eleven había una especie de restaurante tailandes pequeñito muy modesto y que estaba lleno de gente y no precisamente turistas. Eran todos tailandeses y el sitio estaba a reventar, asi que pensamos que si estaba asi de lleno era porque se debía comer bien y barato. Y efectivamente, comimos 2 platos tailandeses a un precio que casi no nos creíamos: 60 THB.

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Una vez saciado el apetito, nuestra siguiente parada era el Parque Lumpini, al cual teníamos que llegar en BTS según mi exahustiva informacion. Pero buscamos y buscamos, preguntamos y preguntamos y el BTS nunca apareció, asi que llegamos a una estación que parecía del tren y en el punto de información turística nos dijeron que la mejor manera de llegar al parque desde donde estábamos era el metro. Estabamos tan cansados y hacia tanto calor que no nos lo pensamos 2 veces y nos metimos en el metro con su aire acondicionado. ¡Que bien se estaba!

En un par de paradas llegamos a nuestro destino y volvimos a salir al infierno exterior de calor y humedad. Menos mal que el dia estaba nublado. No me gustaría saber como hubiera sido si hubiera estado despejado con un sol de justicia.

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Dimos una vuelta por el parque. Como era domingo, había un monton de familias tailandesas pasando el dia. El sitio esta bien pero estábamos ya un poco cansados y hacia tanto calor que decidimos regresar al hotel a descansar un rato y ver si estrenábamos la piscina.

El parque estaba un poco lejos de nuestro alojamiento y nos costo un poco negociar el precio con los tuc tucs, pero al final nos llevo uno por 150 THB, un trayecto de unos 20 minutos. ¡Todo un recorrido por Bangkok en tuc tuc!.

Al llegar volvimos a caer en coma un par de horas. Es increíble lo que agota el calor. Pero al despertarnos (sobre las 16 de la tarde), volvíamos a tener las pilas cargadas. Solo faltaba un pequeño detalle: queríamos relajarnos un poquito en la piscina después de tanto calor. Y allí nos fuimos y pasamos una horita que nos refresco y nos sirvió para terminar de cargar la batería.

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Nueva ducha y a ponernos guapos. Esta noche nos tocaba conocer Khao San Road, la zona de marcha por excelencia en Bangkok.

Sobre las 6 de la tarde salimos del hotel y el GPS (nos decargamos el mapa de Tailandia en el movil y fue una de las mejores ideas que pudimos tener, porque nos salvo de muchos apuros durante el viaje) nos dice que Khao San Road esta a unos 10 minutos andando . ¡Genial! Paseíto para ir conociendo la zona y parada en el banco para cambiar mas dinero.

Y por fin llegamos. Es un sitio que no se puede explicar con palabras. Hay que vivirlo. Hay tantas luces, tiendas, puestos de comida, música, bares para beber que no sabes a donde mirar. Es como que de repente el mundo se para y estas en esa calle al otro lado del mundo disfrutando como un niño pequeño. Y no es solo eso, sino que ves que a todas las personas de tu alrededor les pasa exactamente lo mismo: todos miran hacia todas partes como embobados con una sonrisa tonta en la cara.

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Ni que decir tiene que me encantó. Pero me encanto hasta un punto que me sorprendió. Ojala pudiera estar en esta calle todos los días de vida que me quedan.

Recorrimos la calle hasta el final, parándonos en cada detalle y haciendo miles y miles de fotos.
Al volver de vuelta decidimos parar en un centro de masajes: Charlie Massages. Ya había leído sobre él en otros foros y la verdad es que nos pareció genial la idea de un masaje de pies en pleno Khao San Road. Y ahí nos fuimos. Contratamos un masaje de media hora que paso tan rápido como si hubieran sido 10 minutos, eso si, quedamos tan pero tan relajados que nos entro un ataque de hambre y sed voraz.

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Descubrimos un sitio donde ponían una cerveza gigante, marca Chang (tengo que decir que me encanta) por 90 THB así que nos sentamos sin pensarlo. Y una cosa llevo a la otra y cuando nos dimos cuenta habíamos comido 2 platos de Pad Thai, uno con pollo y otro con marisco. Nuestra primera experiencia con el Pad Thai tampoco nos dejo indiferentes.

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Llevábamos un rato sentados viendo pasar a la gente asi que era hora de levantarse y descubrir nuevos sitios. Así que deshicimos el camino andado y descubrimos una callecitas muy bonitas, llamativamente decoradas para atraer al turista. Y nosotros como somos muy mandadiños, allá nos fuimos a recorrer las calles bonitas para terminar la noche tomando un maravilloso coctel en una terracita con música en directo y un montón de gente diferente a nuestro alrededor.

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¿Se puede pedir más para un primer dia? Yo creo que no…

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