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En Bulgaria: buscar y no encontrar.

En Bulgaria: buscar y no encontrar. ✏️ Blogs de Bulgaria Bulgaria

Viaje de 15 días en transportes públicos por el sur y centro de Bulgaria, con etapa final en Bucarest.
Autor: Abdelkrim  Fecha creación:  Puntos: 5 (13 Votos)
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Introducción

Introducción


Localización: Bulgaria Bulgaria Fecha creación: 10/07/2016 17:58 Puntos: 0 (0 Votos)
EN BULGARIA: BUSCAR Y NO ENCONTRAR. Diario de viaje, por Luis y Pilar

En Bulgaria: buscar y no encontrar. - Blogs de Bulgaria - Introducción (1)
En el "infierno búlgaro"


Llevábamos varios años queriendo visitar Bulgaria, pero cuando por fin nos decidimos a hacerlo tuvimos que improvisar en gran parte la ruta, ya que la información que encontramos era escasa, tanto en lo referente a lugares de interés como, sobre todo, a medios de transporte. Ahora puedo decir que, tras los más de 60 países que entre los dos llevábamos visitados, Bulgaria ha sido el primero que nos ha decepcionado a ambos. Los motivos ya los revisaré en las conclusiones de este diario, de momento trataré de dar algo de información útil para los viajeros que vayan allí en un futuro próximo.

FICHA TÉCNICA

Cómo llegamos:

Hay distintas rutas aéreas posibles para ir a Bulgaria y constantemente las compañías con empuje se esfuerzan en abrir otras nuevas, conectando nuevos destinos. Nosotros en principio no nos fiamos de la operativa de ciertas compañías, sobre todo si lo que ofrecen son vuelos con frecuencias muy bajas, lo cual siempre agrava el problema en caso de cancelación.
Por otra parte, al buscar los vuelos no habíamos trazado aún una ruta definida; sólo teníamos claro que, si comenzábamos en Sofia, iríamos a continuación a Rila, que está al sur, y después en dirección al este, hasta llegar (o no) a las costas del Mar Negro. Por eso pensamos que tal vez nos daría lo mismo regresar a España desde Bucarest, ahorrándonos el regreso a Sofia. Al final nuestro recorrido acabó en Veliko Tarnovo, con lo cual el regreso a Sofia no habría sido tan largo; aún así no nos importó pasar en Bucarest el día previo al regreso. Nos resultó un cambio agradable, como ya contaremos.
Finalmente nos decidimos por un billete con 2 trayectos diferentes, gracias a la oferta flexible de las compañías que componen el grupo Skyteam. La ida fue Barcelona-Sofia con Alitalia y el regreso Bucarest-Barcelona con Air France. Pagamos casi 240€ por persona, con derecho a los típicos 23k de equipaje.

Cómo nos movimos:

Desde el primer momento nos resultó muy difícil encontrar información precisa sobre rutas y horarios de transporte público. La web de los ferrocarriles estatales ni siquiera tenía entonces versión en inglés. En cambio la web www.bgrazpisanie.com sí que contenía información en varios idiomas sobre la oferta de autobuses, minibuses y trenes; una vez en el país fuimos comprobando que esa información no era del todo fiable, sobre todo era incompleta porque omitía muchos lugares pequeños que sí disponen de transporte, aunque en todo caso poco frecuente.
El resultado fue que no pudimos planear una ruta de viaje 100% factible sino que tuvimos que improvisar, cambiar fechas, renunciar a algunas visitas y fiarnos para otras del autostop y de los taxis... que son muy baratos, sí, pero que tampoco se encuentran fácilmente en algunos sitios. A menos que el viajero se decida a alquilar un coche para todo o la mayor parte del recorrido, viajar por Bulgaria es algo que tiene que abordarse con tiempo de sobra y capacidad de improvisación.

Lengua y cultura:

Aunque os digan que muchas indicaciones están en letras latinas, en mi opinión es imprescindible saber descifrar el alfabeto cirílico. No es nada difícil; en mi caso es un trabajo que llevaba ya más que superado porque en mi juventud estudié ruso, pero tanto Pilar como muchas otras personas a las que he consultado me aseguran que basta con practicar un par de días delante de un alfabeto para identificar las letras que difieren, ya que algunas son idénticas... Bien, también hay unas pocas que son idénticas pero no transcriben el mismo fonema que en nuestro alfabeto xD. Esto para las mayúsculas, que por suerte son las que se usan para casi todo en señalética. Con las minúsculas hay que practicar después un poco más e ir apuntando las que se vayan viendo, porque en la práctica se ven poco.
En cuanto uno se sale de las rutas principales y de los sitios turísticos todo está escrito en búlgaro, como por otra parte es lógico, y conviene estar preparado para identificar a primera vista el nombre de una calle o el destino de un minibús, o comprobar los datos del billete de tren. Para los que queráis aprender algo del idioma hablado, la buena noticia es que resulta más fácil que el ruso, ya que en búlgaro los nombres y los adjetivos no se declinan; fonéticamente me parece también más fácil, menos duro de pronunciar.
La mala noticia es que en general dialogar con los búlgaros no resulta fácil. Cada vez que tengáis que preguntar algo a alguien preparaos para chocar con un muro de piedra, porque a veces eso es lo que sucede. Incluso búlgaros que han estado en el extranjero y conocen otros idiomas pueden no demostrar el menor interés en ayudar al visitante. Sus respuestas, en el caso de que lleguen a mover los labios, suelen ser tan escuetas como sea posible, de manera que obtener información útil es más complicado de lo que podría parecer de acuerdo con nuestra lógica.
Por último, conviene recordar siempre que los búlgaros no afirman ni niegan con los mismos gestos que nosotros, los demás habitantes de la vieja Europa. De hecho dan la impresión de hacerlo justo al revés, por lo que conviene no hacer caso de sus gestos ni confundirles a ellos con los nuestros; lo mejor es atenerse a afirmaciones y negaciones verbales: Da, Ne.

Moneda y costes:

La moneda local es el leva, abreviado lv en operaciones locales o BGN para transacciones internacionales. En el diario usaré BGN cuando indique precios. Desde la adhesión de Bulgaria a la UE el leva está sujeto a un cambio casi fijo, en torno a 1lv=0,52€.
Al contrario que en Rumanía, aquí no encontramos casas de cambio por todas partes. Más bien escasean, de manera que acabamos sacando dinero sobre todo en cajeros automáticos. Si se encuentra un sitio donde cambiar en condiciones ventajosas hay que aprovechar y cambiar todo lo que podamos, lo mismo que se aconseja en cualquier país.
Por lo demás, viajar por Bulgaria nos ha parecido barato. Aunque la gasolina se paga casi tan cara como en España, los transportes públicos son asequibles. Comer en restaurantes está muy bien de precio, aunque haya diferencias entre los establecimientos muy turísticos y las mejanas "de barrio", frecuentadas sólo por la gente local. En cuanto al alojamiento, si bien 15 días no son suficientes para hacer un muestreo fiable, nos pareció que la mayoría de las GH familiares funcionan con una tarifa fija por habitación doble de 50BGN (al menos para extranjeros), a veces incluyendo desayuno y a veces no, y por supuesto en condiciones variables de comodidad, situación, etc. Los hoteles también varían en relación calidad-precio pero siempre más baratos que en España.

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Fecha del viaje: del 3 al 18 de septiembre de 2015

Itinerario
1er día: Llegada a Sofia
2º día: Sofia
3er día: Montañas de Rila (Sapareva Banya)
4º día: Montañas de Rila (Monasterio de San Juan)
5º día: Melnik
6º día: Bansko (Montes Pirin)
7º y 8º: Devin (Montes Ródope)
9º y 10º: Plovdiv
11º día: Lovech
12º al 14º: Veliko Tarnovo
15º día: Bucarest
16º día: Regreso a Barcelona

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Sofia

Sofia


Localización: Bulgaria Bulgaria Fecha creación: 13/07/2016 21:01 Puntos: 5 (1 Votos)
1er día: Llegada a SOFIA

Hacia mediodía embarcamos en Barcelona para volar hacia Sofia vía Roma-Fiumicino. Previamente hemos almorzado como para ir a una guerra, ya que nos tememos que Alitalia, compañía muy venida a menos, no servirá gran cosa comestible a bordo. Acertamos de pleno, puesto que en ambos vuelos sólo nos dan cocacola de litrona y unas bolsitas de snacks absolutamente intragables. Es curioso porque tres meses más tarde volamos con la misma compañía a Roma y Palermo, y en esa ocasión nos ofrecieron bebidas y sándwiches bastante buenos... Incluso en un aspecto tan serio, hemos convertido el transporte aéreo en una de las aventuras más azarosas de nuestro tiempo xD

Aterrizamos en suelo búlgaro a las 18h; aquí la hora oficial es GMT+2, la misma que en Rumanía, Grecia y Turquía. Enseguida nos encontramos con la primera sorpresa desagradable del viaje: una de nuestras dos maletas no aparece en la cinta... Esperamos en vano y cuando nos resignamos a ir a reclamar ya se nos han adelantado unos cuantos búlgaros, seguramente más habituados. En el mostrador hay una única empleada, una chica joven con muy poco entusiasmo por su labor, que va apuntando los datos de cada equipaje extraviado con la lentitud propia del buen funcionario comunista, de la época en que se celebraban los famosos "congresos a la búlgara".
Como somos los últimos, perdemos en el mostrador unos tres cuartos de hora; sólo recuerdo un trámite burocrático así de lento en el aeropuerto de Addis Abeba... y allí la cola era mucho más larga!

La terminal de llegadas está casi desierta, parece que éste no es uno de los aeropuertos más activos de Europa. Dudamos por dónde salir, porque no estamos seguros de que el Metro se pueda abordar aquí; al no ver ninguna señal que lo indique, nos decidimos por salir hacia la parada de autobuses, después de sacar dinero de un cajero y comprar varios billetes de bus en el quiosco de prensa (1 BGN cada uno). Desde la parada sí que se ve a lo lejos, en la otra ala del aeropuerto, una señal con la letra M. Pero en fin, ya que estamos aquí nos ponemos a descifrar el cartel que detalla las rutas de los autobuses y llegamos a la conclusión, a pesar de que el desastroso plano de la LP no ayuda mucho, de que el autobús 84 nos llevará a un punto no lejos del centro de Sofia, entre la Universidad y el Estadio Levski.

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Al rato llega el autobús, vetusto como muchos que siguen circulando en algunos países, pero aquí el toque de vetusta distinción se lo da la "máquina" para taladrar los billetes: es una simple cajita de hierro con una tapa que se abate con estrépito; en realidad no taladra los billetes, los aplasta dejándolos irreconocibles.
El chisme va lento pero el trayecto no es demasiado largo, unos 8 km o algo así. Nos bajamos en un cruce de avenidas con tráfico infernal; ya ha anochecido y preferimos ganar tiempo tomando un taxi. El que conseguimos hacer parar es de un taxista gitano, no en el sentido fiscal del término sino en el étnico; nos lleva a nuestro hotel en apenas 10 minutos y al llegar el taxímetro marca casi 12 BGN. Me doy cuenta de que en el último segundo el taxista lo ha tocado haciéndole dar un salto, pero decido no protestar; cuando uno llega cansado a una ciudad nueva, pagar 6€ por que le acerquen a la ducha no es lo peor que le puede pasar xD

El hotel está en la Avenida Todor Alexandrov. Sobre el plano, eso es justo al lado del centro neurálgico de la ciudad; en la realidad se parece más bien a Sarajevo tras un año de asedio. Sólo hay 5 minutos a pie hasta la Plaza de Santa Nedelya, pero son 5 minutos levemente inquietantes; hay poca luz, las aceras están destrozadas, edificios medio en ruinas con bajos comerciales abandonados jalonan el trayecto... Por los 4 carriles de sentido único de la calzada no hay mucho tráfico a esta hora pero, eso sí, cada poco rato pasa un coche o una moto lanzados a toda velocidad, en plan macarra.

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Добре дошли в село = Bienvenido a la aldea xD

Son las 21h y nos dirigimos al famoso restaurante Pri Yafata; figura en las guías y también lo recomienda María Teresa en su excelente blog "viajesyexperiencias". A partir de la plaza tomamos por el Bulevar Vitosha, larga calle peatonal que concentra buena parte de la vida comercial, diurna y nocturna, de Sofia. A esta hora se ve animada, hay muchas terrazas con gente pero no le vemos demasiado "glamour", más bien nos recuerdan a la estética "Salou años 80". Supuestamente el Pri Yafata está por esa zona, en el número 28 de la calle Solunska; al llegar allí comprobamos que en efecto hay un restaurante, pero no es el mismo Chocado Más tarde descubriré que no se trata de un error en las guías sino de una doble mudanza; el Pri Yafata estaba allí hasta hace pocos meses, pero se ha cambiado a otra zona. El nuevo restaurante se llama MoMA, nombre cosmopolita que no le impide estar decorado, al menos en la terraza, como una mejana tradicional. Vemos que queda una mesa libre en la terraza y, a falta de mejores referencias, entramos a cenar. El día ha sido muy caluroso y a estas horas es cuando se empieza a estar bien al aire libre; después de calmar la sed con las primeras cervezas Kamenitza nos animamos a probar un vino tinto de la variedad Mavrud y nos iniciamos en las especialidades más tópicas de la gastronomía búlgara: tarator (yogur líquido con pepino), ensalada shopska y algo de carne a la parrilla. Cenamos bien por menos de 50 BGN y regresamos al hotel tranquilamente, remontando la solitaria avenida.

Alojamiento en Sofia
El Hotel Anel (71€ por noche, con desayuno) no es el más lujoso del centro de Sofia, pero cumple de sobra con las expectativas de un 5*. Nos alojan en un pequeño apartamento en el ático, con dormitorio, salón y baño con jacuzzi. Hay esculturas modernas por todas partes y en general el estilo nos resulta agradable. También ofrece un spa, pero ni siquiera bajamos a verlo; vamos a pasar poco tiempo en la ciudad y además nos falta un bañador.. El personal actuó de forma profesional incluso con el tema de la pérdida de nuestra maleta, se lo tomaron en serio y llamaron al aeropuerto un par de veces.


2º día: SOFIA

Nos despertamos a las 7h y somos de los primeros en bajar a desayunar. El buffet del hotel es bastante bueno, pero no nos entretenemos mucho porque hay que aprovechar el día. Volvemos a pisar las sufridas aceras de la Avenida Alexandrov hasta llegar frente a la estatua que personifica la ciudad de Sofia; se trata de una figura de mujer o tal vez de diosa, provista de una corona y también de otros dos atributos: una lechuza y una corona de laurel, que suponemos simbolizan la sabiduría y la gloria. La estatua nos recuerda a las que dominan desde lo alto cada una de las capitales de las 15 antiguas repúblicas de la URSS, pero a la vez se la ve más pequeña y cercana que aquéllas, más humanizada en cierto modo, por lo cual quizá sea posterior a la época socialista.
La que seguro es un vestigio de esa época es la antigua Casa del Partido, mamotreto erigido en vida de Stalin y que al parecer aún conserva algún uso oficial. Como sabemos que no se puede visitar (ni estamos tentados de hacerlo), cruzamos al lado opuesto de la Plaza Nezavisimost y nos deslizamos hasta lo que resulta ser la entrada a la residencia del Presidente de la República. Casualmente coincidimos con un cambio de la guardia y nos quedamos a verlo. No es que seamos fans de este tipo de ceremonias, bien mirado suelen ser todas predecibles y aburridas; en este caso lo que nos hace gracia es el uniforme de los soldados que prestan servicio aquí: parecen equipados para un invierno polar y rematan sus abrigados gorros con una enhiesta... pluma de buitre Chocado

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Pero en realidad el cambio de guardia lo vemos después de salir de una iglesia que queda justo frente a la puerta presidencial. Más tarde nos enteramos de que es una de las más importantes desde el punto de vista religioso; la llaman Rotonda de San Jorge y, aunque el interior está oscuro, llegamos a apreciar las excepcionales pinturas que la decoran. A pesar de ser uno de los templos cristianos más antiguos de Sofia, el exterior parece enteramente reconstruído en época reciente, tal vez el siglo XIX. En las semanas siguientes veremos que esto es lo habitual en Bulgaria; al parecer los turcos emplearon sus largos siglos de dominación en destruir a conciencia el patrimonio histórico búlgaro, y en especial la arquitectura religiosa. Tras la independencia llegaría un cambio de estilos impuesto por el Renacimiento Búlgaro, pero ni siquiera entonces las iglesias quedaron a salvo de la barbarie: en 1925, por ejemplo, un atentado comunista destruyó la de Santa Nedelya, en la misma plaza donde estamos ahora.

Continuamos caminando hacia el monumento más representativo de Sofia, aunque tal vez sólo sea reconocible por lo aparatoso. La Iglesia de Alejandro Nevski se ve desde lejos, al menos cuando nos acercamos por la calle Moskovska. Como es sabido, fue erigida a finales del siglo XIX como muestra oficial de agradecimiento a Rusia, cuya ayuda militar fue decisiva para lograr la expulsión definitiva de los turcos. También se puede considerar como un gran monumento funerario, ya que los soldados rusos que dejaron la vida en aquella guerra exterior fueron nada menos que unos doscientos mil.
En la construcción no repararon en gastos, los materiales son costosos y más bien pesados; a mí no me parece un diseño elegante ni armonioso, pero en su época debía ser normal imitar el estilo bizantino "a lo bestia", multiplicando las proporciones.
Nos asomamos al interior, que está aún más oscuro que el de San Jorge, y no vemos nada que nos entusiasme, de manera que esperamos en el exterior hasta que abren la cripta que alberga el Museo de iconos (6 BGN). Aquí no se han esforzado mucho en ordenar y señalizar la exposición para hacerla comprensible, pero hay que reconocer que la colección de iconos es muy completa; incluye piezas de todas las regiones de Bulgaria junto con otras procedentes de Macedonia y Serbia, y también abarca muchos siglos de evolución de estilos y tradiciones iconográficas diferentes.

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Tras esta visita nos planteamos dirigirnos a Boyana, uno de los muchos suburbios que se suceden a los pies del Monte Vitosha, al sur de la ciudad. Torcemos por la Avenida Vasili Levski, buscando paradas del minibús que indica la guía LP... Ni rastro de tal cosa; por suerte encontramos la Oficina de Turismo y allí nos resuelven el problema enseguida; nos dan el mapa de la red de transportes y nos indican claramente el camino. Primero compramos más billetes y esperamos en la misma avenida el autobús 2, que llega hasta la autopista de circunvalación; nada más cruzarla llegamos a las taquillas del Museo Nacional de Historia, donde por 12 BGN cada uno compramos el billete combinado que permite visitar también la iglesia. Este museo ocupa la que fue residencia oficial de los presidentes de Bulgaria en la era socialista. Sin ser ninguna maravilla, el edificio nos gusta; suponemos que fue construído en la década de 1970 y, a pesar de sus tics grandilocuentes, resulta agradable de ver tanto por fuera como por dentro. Lo que no acertamos a descubrir es si estaba pensado para que sus inquilinos fijaran su mirada vigilante sobre la ciudad o, por el contrario, para huir de ella refugiándose en la montaña cubierta de oscuros abetos. En la actualidad la puerta principal es la que da a la ciudad, y por ella entramos para pasar una hora larga admirando una parte de las colecciones del museo. Aunque se guardan objetos muy variados, las salas más cuidadas son las que exhiben los llamados Tesoros tracios, compuestos por piezas de fina orfebrería, de clara inspiración helénica. El valor histórico del descubrimiento de estos tesoros está bien explicado en inglés, así como todo lo relacionado con los antiguos reinos tracios, su organización política y los túmulos funerarios de sus reyes.

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Para ir de allí a la iglesia tenemos que tomar el autobús 107, una línea que cruza varios suburbios residenciales. La frecuencia de estas líneas es escasa, así que una vez localizada la parada y apuntado el horario, escrito en un simple panel (son tan fiables como un sistema de localización por GPS.. Y más baratos!), hacemos una pausa para comer. En la misma calle encontramos algo que nos resulta insólito: una piscina con pool bar en lo que podría ser el patio de un simple chalé. El calor es sofocante y, aunque no podamos darnos un chapuzón, la verdad es que nos alivia sentarnos a la sombra frente a unas jarras de cerveza y una gran ensalada. Le empezamos a coger verdadera afición a estas ensaladas shopska, compuestas de tomates y pepinos de calidad, mucho más sabrosos que los que solemos encontrar en nuestro país; la parte negativa es que llevan demasiado queso syrene, muy graso e indigesto. Pedimos pan, usando la palabra eslava jliep, que supongo entenderán también aquí... Error! Entender sí que lo entienden, pero lo que nos traen es un mazacote de pan de molde intragable. Tardaremos aún un poco en aprender que, para comer un pan reciente y delicioso, hay que pedir una parlenka.

La Iglesia de Boyana es sin duda la gran joya del patrimonio histórico búlgaro.... Muy bien, pero a primera vista no se puede decir que impacte al visitante. Se encuentra en un sencillo recinto con un jardín bien cuidado, frondoso, en el que se ven una secuoya y otros árboles exóticos, que fueron plantados por encargo de los reyes del país a comienzos del siglo XX. La iglesia, o lo que queda de ella, es un edificio tan anodino que podría pasar por el muelle de carga de una estación abandonada. Enseñamos nuestras entradas en una caseta, donde nos indican que vayamos a la iglesia y esperemos al vigilante; cuando éste llega con la llave sólo estamos nosotros y una turista alemana. La visita está limitada a 10 minutos y hasta cierto punto podría decirse que son suficientes, ya que sólo se pueden ver los frescos que quedan en dos naves más bien pequeñas. En total son unas 90 escenas pintadas, pero, eso sí, su belleza es extraordinaria y suponemos que el hecho de que hayan sobrevivido hasta nuestros días debe considerarse un verdadero milagro. Está prohibido hacer fotografías y con el cancerbero echándonos el resuello en la nuca hay que resignarse, así que la visita concluye y ya nos podemos marchar.

Queremos ver algo más del célebre Monte Vitosha, aunque el calor no invita a hacer grandes excursiones. Cogemos otro autobús que nos deja en Dragalevtsi, cerca de un famoso monasterio. Hay varios telesillas que suben a zonas medias y altas del monte, pero a esta hora del viernes no vemos ninguno en funcionamiento, de modo que nos toca andar un rato cuesta arriba. El monasterio fue importante en el pasado, pero las pinturas que podemos ver en la iglesia nos parecen vulgares. Está habitado por una comunidad de monjes y la verdad es que resulta un sitio agradable para vivir, con su jardín fresco y bien cuidado. Tras descansar un rato nos vamos hasta otra parada de autobús, pero aquí el horario no está tan claro y tememos quedarnos colgados hasta el día siguiente, por lo que decidimos hacer autostop. Tenemos bastante suerte ya que, aunque escasean los coches que bajan hacia la ciudad, en apenas 15 minutos se detiene uno. Son una pareja de jóvenes empresarios, hablan inglés y nos llevan a través de toda la ronda sur para dejarnos junto a la estación de Metro llamada Sofia Business Park, en el extremo oriental de la ciudad.

El Metro funciona con billetes diferentes a los de autobuses y tranvías, pero cuestan también 1 BGN. Aunque de momento sólo tiene un par de líneas, nos parece moderno y bastante limpio; nos bajamos en la estación Serdika y 5 minutos más tarde estamos de vuelta en el hotel. La maleta aún no ha llegado, por lo que Pilar decide salir a comprar algo de ropa antes de que cierren las tiendas. También encuentra en un supermercado una crema de rosas para las manos, de marca desconocida, que resulta ser mucho mejor que los productos de la omnipresente casa hispano-búlgara Refan.
Para cenar elegimos otro restaurante recomendado por María Teresa. Se llama Hadjidraganovite Kashti, o sea algo así como "la casa del Hajji* Draganovit" y creemos que es una cadena, aunque no se puede decir que el local al que vamos sea muy céntrico. Está en la calle Kozloduy, hacia el norte, casi llegando a la estación central; para llegar allí subimos por el Bulevar Maria Luisa y, tras cruzar el cauce canalizado de un río, seguimos atravesando calles cada vez más oscuras, con pavimentos más destrozados y casas más decrépitas. El restaurante es una mejana de la clase más folklórica; creo que se exceden un poco con la quincalla agrícola amontonada por doquier y además, por si aquello no bastara, hay varios carruajes de madera empotrados en las vigas del techo y otro más en la fachada exterior. A pesar del caos, el servicio es bastante eficaz; pedimos un vino de Melnik excelente, con mucho cuerpo, y nos lanzamos con platos contundentes: una mesh (espetón) de pollo y un hígado de cordero encebollado. Los tres viejos músicos que amenizan la velada no son precisamente virtuosos, están más bien para completar el ambiente.
Cuando volvemos al hotel es casi medianoche, estamos cansados pero nos animamos con la sorpresa de que por fin han traído nuestra maleta.


* En los países de tradición islámica, sea cual fuere su idioma y las etnias que los habitan, se suele llamar Haji a la persona que ha realizado al menos una vez la peregrinación a la ciudad santa de La Meca; el apelativo queda por siempre añadido a su nombre, como una marca de nobleza.
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Montañas de Rila

Montañas de Rila


Localización: Bulgaria Bulgaria Fecha creación: 30/07/2016 20:49 Puntos: 0 (0 Votos)
3er día: Los SIETE LAGOS

Nos despertamos a las 7h30, cansados pero muy contentos por haber recuperado la maleta a tiempo; al menos no tendremos que ir reclamándola mientras vagamos de pueblo en pueblo.
Nuestra idea es ver los dos grandes atractivos de las montañas de Rila: el Monasterio de San Juan y el no menos famoso "circuito de los siete lagos". Pero esto no resulta fácil sin alquilar un coche, ya que se encuentran en vertientes opuestas del macizo montañoso y eso complica un poco las cosas.

Hemos decidido ir primero a los lagos, a los que se accede mediante un telesilla, y quedarnos a dormir en uno de los pueblos de esa zona, donde ya hemos reservado habitación. Saliendo del hotel en Sofia pedimos un taxi para ir a la Gara Tsentralna; esta vez ya pagamos la tarifa normal de los taxis, que es poco menos de 1 BGN por kilómetro. La estación de autobuses está frente a la de trenes y parece dividida en una zona de salidas nacionales y otra para las compañías que viajan al extranjero. Al principio nos hacemos algo de lío, sobre todo porque no estamos seguros de cuál es la ruta que más nos conviene. Acabamos comprando billetes a Dupnitsa, para un autobús que sale a las 10h. Tomamos la ruta E79, que discurre casi directa hacia el sur hasta la frontera griega, y en poco más de una hora llegamos. En realidad el autobús nos para en plena autovía, junto a unas escaleritas que dan acceso al núcleo urbano de Dupnitsa; nos toca arrastrar las maletas sin saber muy bien dónde estamos, pero todo lo que buscamos es un taxi y lo encontramos en pocos minutos. Preguntamos al taxista cuánto cuesta ir a Sapareva Banya y él nos da una cifra, aclarando que pagaremos lo que indique el taxímetro; el lugar está a unos 15km y no recuerdo si nos dijo 20 o 25 BGN, lo que sí recuerdo es que el taxímetro marcó lo mismo, o sea que la clavó.

Rodamos por la carretera que lleva a Samokov y a la estación de esquí de Borovets. Hasta aquí el terreno es bastante llano y pronto llegamos a nuestra guesthouse, que está cerca del centro del pueblo, en el camino de Panichhiste. Nadie abre cuando llamamos al timbre y el taxista, hay que reconocerlo, se porta bien con nosotros y llama por teléfono para que vengan. Se presenta una abuela que sólo habla búlgaro, nos ayuda a instalarnos y nos indica que esperemos a su hijo. La casa se llama Gyuviyski y no tiene nada especial; nuestra habitación se compone de un dormitorio estrecho, una salita un poco menos estrecha y un baño tan estrecho que resulta casi imposible de usar, sobre todo la ducha, que es como una serpiente enroscada sobre la cisterna del W.C.
Pagamos 50 BGN a la señora y nos sentamos a esperar en el emparrado del pequeño jardín, que es el sitio más fresco de la casa. Además de sombra, las parras dan unas uvas doradas que justo ahora están maduras y tienen un aspecto... Qué demonios! Aunque quede poco elegante cogerlas sin ser invitados, acabo cortando medio racimo (hay más de 50) y nos las comemos... Uhmm! Son de una variedad moscatel dulce y a la vez muy jugosas.

El hijo de la anciana es un joven que vive en Sofia, tiene un buen coche y habla algo de inglés. Nos explica que los pocos taxistas del pueblo están muy ocupados los sábados y no es fácil dar con ellos, así que se ofrece a subirnos hasta Panichhiste y se niega a cobrar por ello. Aplauso Un 10 para él, que desde luego nos demuestra que no todos los búlgaros son unos bordes redomados xD. Al poco rato nos llama, deja a su niño pequeño con la abuela y nos ponemos en marcha. Pero al final no consigue dejarnos en el acceso al telesilla; se ve obligado a dar la vuelta casi 3km antes de llegar, ya que la carretera es estrecha y los coches que han ido dejando aparcados impiden el paso. Emprendemos la marcha; los accesos al telesilla están plagados de casetas en las que se vende comida y bebida, pero nosotros ya llevamos en una mochila pequeña lo necesario para pasar el día. Tras caminar un buen rato llegamos a la taquilla y compramos los billetes de ida y vuelta por 18 BGN cada uno. Precisamente mi mochila será la causa de un incidente desagradable, al encontrarnos con un búlgaro que sí es ejemplo de borde redomado: al acercarnos al punto en el que se aborda el telesilla nos sale al paso un armario ropero, un joven musculitos con toda la pinta de un matón de discoteca. Se pone a gritar como un demente, no entiendo lo que nos quiere decir y sigo avanzando, entonces se me echa encima y agarra con los dedos el tirante de mi mochila, tirando de él sin dejar de chillar. Pilar está indignada y quiere encararse con él, pero yo le indico que no le haga caso ya que en ese momento he comprendido lo que le pasa: es un pobre desgraciado que se toma en serio su función de perro guardián, tal vez sea la única emoción de su vida, y por eso se afana en ladrar con entusiasmo aunque sabe que no le está permitido morder.
El telesilla asciende lentamente por la ladera de la montaña, mientras vemos bajo nuestros pies la pista polvorienta por la que suben trabajosamente grupos de gente a pie y algún vehículo todoterreno; ya estamos comprobando que esta montaña no es precisamente un lugar tranquilo, y menos aún los sábados de verano.

En Bulgaria: buscar y no encontrar. - Blogs de Bulgaria - Montañas de Rila (1)

Al llegar arriba contemplamos una verdadera romería. El telesilla nos ha dejado en una cota que, según nuestros cálculos, estará en torno a los 2100m.; hay un refugio de montaña del tamaño de una catedral gótica (se llama Hizha Rilski Ezera) y de allí parte un sendero que, de tan pisoteado, es imposible no verlo: una franja de dos metros de ancho sin una sola brizna de hierba se extiende hasta las alturas, probablemente rodeando el macizo entero. Nos sentimos poco motivados en medio de una afluencia tan masiva, ya que hay cientos de personas moviéndose y alborotando en cada rincón; pero ya que estamos aquí nos ponemos en marcha, subiendo por el sendero durante una hora, hasta unas rocas desde las que se ven los 3 lagos inferiores. El tiempo es bastante soleado, pero la altura preserva del calor y no se está mal; de todos modos emprendemos pronto el regreso, somos conscientes de que, con el lento funcionamiento del telesilla, evacuar tal cantidad de personas va a requerir horas de espera.

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En efecto, cuando llegamos al punto de partida ya hay una fila considerable. Aunque llevamos comida, preferimos tomarnos un descanso y entramos en el refugio a beber algo; hay un mostrador tipo autoservicio justo a la entrada, con unas cuantas mesas, y la verdad es que está bastante bien surtido y atendido. Pedimos una sopa fría y una ensalada, además de unas latas de cerveza; lo malo es que al salir vemos que la fila ha crecido mucho más, la gente sabe que el telesilla deja de funcionar a determinada hora (creo que a las 18h) y tal vez no tienen mucha fe en la flexibilidad del personal xD
Esperamos poco más de una hora a pleno sol hasta que nos toca el turno... La verdad es que sentimos alivio al salir de una montaña que no nos ha resultado nada agradable. Hay unos 12km hasta nuestro alojamiento; vamos haciendo gestos de autostop hacia nuestra espalda, mientras bajamos despacio por la carretera, sorteando los muchos vehículos que maniobran para salir. Al cabo de un rato nos montamos en uno; la pareja que va a bordo nos cuenta que son propietarios del Hotel Sonata, en Samokov, que al parecer recibe a excursionistas de muchos países a lo largo del año.

Tras descansar una hora en la terraza de nuestra GH salimos a buscar un sitio para cenar. Nos indican la dirección del centro del pueblo, pero no nos resulta fácil orientarnos; además de que hay muy poca luz, el trazado de las calles nos parece extraño. Lo que sí comprobamos es que aquí, y en toda Bulgaria como veremos, se toman muy en serio el asunto de las parras: en casi todas las casas hay una, perfectamente podada y cargada de frutos. Nos imaginamos que muchos nativos de Sapareva Banya viven fuera y apenas pasan en sus casas unos días al año... pues incluso estos puede que vengan a veces expresamente para podar, sulfatar, injertar y lo que haga falta. Nos sorprende porque sabemos que en el campo español la mayoría de la gente ha desistido de esos cuidados hace ya tiempo; el que los búlgaros lo sigan haciendo nos parece un detalle revelador de su apego por la tierra y hace que el país nos parezca un poco menos ingrato.
Finalmente encontramos el pequeño parque con fuentes y el sector de carretera donde se concentran unos pocos restaurantes y cafés. Tras pasar revista a los 4 o 5 que hay abiertos, elegimos uno que se llama algo así como San Nicolás. Es una terraza instalada en un hueco entre dos casas, sin embargo no resulta demasiado agobiante. Al fondo está el mostrador-cocina, con una parrilla en la que están asando pescados de río, que es lo que están comiendo casi todos y que desprenden un olor alentador. Pedimos lo mismo y nos sentamos en una de las grandes mesas de picnic... No hemos previsto, ni tampoco nos han avisado, que nos harán esperar más de una hora y que nos cambiarán ese pescado por otro, seguramente carpa, que está más bien malo. Pero por esta vez podemos decir que no hay mal que por bien no venga; mientras esperamos llegan un par de chicas extranjeras, que nos piden permiso para compartir nuestra mesa porque las demás están muy llenas. Vienen de Israel y son muy simpáticas; durante la larga espera bebemos cervezas y hablamos un poco de todo (más bien lo poco que podemos "hablar de todo" en inglés). Pero lo mejor es que disponen de un coche y nos invitan a ir al día siguiente al Monasterio Amistad Bien! Una vez más hemos tenido suerte y no perderemos la mitad del día esperando autobuses.

4º día: MONASTERIO de RILA

Hemos quedado temprano con Katia y Amber, nuestras amigas israelíes, ya que después de visitar el monasterio ellas van a continuar hasta Plovdiv. Nos reunimos a las 8h frente al parque de las fuentes de Sapareva Banya, el mismo punto donde tienen su parada los autobuses. Hay un pequeño bar abierto y aprovechamos para tomar un café, comprobando de paso que a los búlgaros les gusta el café fuerte, lo cual está bien xD
Encajamos como podemos nuestras maletas en el coche y partimos. Katia conduce con seguridad y prudencia, sin alterarse con los adelantamientos suicidas que le hacen de vez en cuando; son chicas muy jóvenes y anoche creímos entender que ambas están casadas. Y también que son de orígen ruso, por lo que entienden un poco el idioma de aquí.
Hay unos desvíos por obras en la salida de la E79 y a partir de ahí la carretera se hace cada vez más estrecha y sinuosa. Contando con una parada en la gasolinera, el trayecto hasta el monasterio nos ha costado casi 2 horas. Como todavía no ha llegado mucha gente, podemos aparcar en una de las escasas plazas (de pago) junto a la gran puerta del monasterio o Puerta Oeste. Allí bajamos nuestras maletas y quedamos con las chicas para comer hacia el mediodía.

En Bulgaria: buscar y no encontrar. - Blogs de Bulgaria - Montañas de Rila (3)

El Monasterio de Rila es un lugar que, éste sí, impresiona al visitante y le atrapa a primera vista. Es como un búnker encajonado entre montañas abruptas, con dos únicos portales abiertos en sus macizos muros de piedra. Asomando por la Puerta Oeste descubrimos lo esencial de los elementos que lo componen: la Iglesia de la Natividad, con sus 3 cúpulas y su pórtico abovedado, la Torre Hreliova que hace función de campanario, un vasto patio empedrado con puntiagudos adoquines y, alrededor de todo esto, 4 pisos de dependencias monásticas, con elegantes balconcitos revestidos de madera en el piso superior.
Pero a la vez se puede decir que todo es fruto de una reconstrucción y que no queda casi nada que relacione a este santuario con la época de su fundador, el ermitaño Ivan Rilski. El primitivo monasterio del siglo X ni siquiera estaba aquí, sino en otro lugar a pocos kilómetros; es en el siglo XIV cuando se refunda en su actual ubicación y alcanza su mayor esplendor, pero una serie de saqueos a manos de los turcos y, sobre todo, el gran incendio sufrido en 1833, obligaron a reconstruirlo casi de cero y con planteamientos arquitectónicos radicalmente distintos. La única estructura superviviente de la época medieval es la Torre Hreliova, pero incluso ésta quedó desfigurada por un extraño campanario adosado a su fachada.

Nos instalamos en un hotel situado en terrenos del monasterio, a unos 100 metros del portal opuesto o Puerta de Samokov. Frente a esta puerta hay una excelente pastelería, y aprovechamos para tomar algo antes de volver a la iglesia. Pasamos el resto de la mañana disfrutando del animado ambiente de esta iglesia, en la que van entrando cada vez más peregrinos a efectuar sus rezos y encender velitas. Hay una especie de carrera continua alrededor de estas pequeñas velas, ya que un equipo de 4 personas se ocupa de apagarlas y llevarlas de vuelta al nártex... donde nuevos fieles las recogen para encenderlas y plantarlas de nuevo ante los iconos. Puesto que cada uno entrega un donativo a cambio de su vela, el trasiego es muy beneficioso para la administración del templo; pero en fin, a nosotros nos parece más bien una carrera de locos. Eso sin contar con que la humareda se hace por momentos bastante densa; en el interior de la iglesia está prohibido sacar fotografías (sobre todo para no molestar a los fieles) y en cambio no se hace nada para evitar el humo, que es el verdadero enemigo de la conservación de frescos e iconos.
Cuando nos cansamos del trajín salimos a admirar las compactas pinturas del pórtico. Cada sección de la bóveda está decorada con escenas religiosas, al igual que las pechinas, jambas y todos los espacios disponibles; se cree que algunas de estas escenas fueron realizadas por el famoso pintor Zahari Zograf, cosa difícil de distinguir en medio del estilo general, un poco naïf, de estas obras figurativas. Lo que sí está claro es que todo el pórtico se ha beneficiado de una reciente restauración; las pinturas resplandecen como si fueran nuevas.

En Bulgaria: buscar y no encontrar. - Blogs de Bulgaria - Montañas de Rila (4)En Bulgaria: buscar y no encontrar. - Blogs de Bulgaria - Montañas de Rila (5)

Invitamos a comer a Katia y Amber, quienes a continuación retoman su viaje. Nosotros volvemos al monasterio y visitamos sus dos museos: el etnográfico (3 BGN) y el religioso (8 BGN). Ambos nos parecen medianamente interesantes y al menos las explicaciones relativas a la historia del monasterio están en inglés. Pero el museo religioso vale la pena sobre todo porque alberga la célebre Cruz de Rila, singular pieza de madera tallada, realizada entre 1790 y 1802 por un tal "Hermano Rafael". La cruz, de menos de 1 metro de altura, contiene a lo largo de sus dos caras nada menos que 140 escenas en miniatura, con más de 600 figuras pacientemente talladas en una labor que, según la leyenda, dejó ciego a su autor. La extraordinaria pieza está expuesta dentro de una vitrina que produce incómodos reflejos de luz; resulta más fácil interpretar las escenas mediante las fotografías ampliadas que también se ven en la vitrina.

Decidimos dar un paseo por los alrededores boscosos, pero sin alejarnos mucho. Siguiendo el curso del río llegamos a un cámping; en un terreno próximo se conservan los restos de unas cabañas turísticas, una especie de bungalows cutres que durante décadas sirvieron para los programas de "esparcimiento planificado" de las familias en muchos países socialistas. Cuando nos ve curiosear en ese terreno (que no está vallado) el dueño o vigilante del cámping nos grita desde su garita para que nos larguemos; es otra muestra de la mala leche que algunos se gastan por aquí.. y no será la única: poco después, de nuevo en el patio del monasterio, Pilar está haciendo fotos cuando un pope gigantesco, vestido como un príncipe negro, pasa veloz y se cruza en su objetivo... Cómo se puso el hombre, ofendido por el sacrílego uso de su reverenda imágen! Un poco hartos ya de las malas formas del personal, no podemos por menos que decirle: "tranquilo, tío, que no pasa nada" Mr. Green

Pasamos la última hora de la tarde dentro del monasterio, disfrutando del aire fresco y perfumado de la montaña, mientras los últimos visitantes poco a poco se van marchando. Una vez cerrados los portones hay que usar un estrecho callejón para pasar al otro lado, pero para entonces nosotros ya estamos cenando en el hotel.

Alojamiento y comidas: Es posible pernoctar dentro del monasterio, en una sección de celdas que sirve de hospedería. Sin embargo las críticas de los usuarios suelen ser negativas, tanto por la dureza de las camas como por la caótica gestión del servicio (traducido: desagradable acogida por parte de los monjes).
Nosotros nos alojamos en el Hotel Tsarev Vrah (50 BGN sin desayuno), que está justo al lado. El inconveniente fue que también está gestionado con una desidia infinita; en el fondo no resulta extraña la gran faena que nos hicieron: quedarse con uno de nuestros DNI. Pero por lo demás el hotel no está mal; es una gran casa de piedra que conecta el nivel del monasterio con el del río, junto al cual tienen un agradable restaurante. Las habitaciones son de estilo rústico, amplias y tranquilas; sólo se escucha el rumor del agua ya que el tráfico rodado pasa lejos de la casa.
Cenamos pasturvka (truchas), que supuestamente son la especialidad del lugar. Nos parecieron buenas, aunque lo más probable es que procedan de piscifactorías turcas. Antes, para almorzar con nuestras amigas, elegimos el restaurante que se ve arriba, mirando desde la Puerta de Samokov. La terraza también daba al río, que allí forma una especie de cascada, y la comida no estaba mal.
Por último, en la carretera entre el monasterio y el pueblo de Rila se encuentran diseminados varios hoteles y restaurantes.

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Total comentarios: 13  Visualizar todos los comentarios
Abdelkrim  Abdelkrim  26/03/2017 13:18   📚 Diarios de Abdelkrim
Gracias; como alternativa te puedo sugerir Rumanía, un país que sí nos gustó bastante... y de cuyo viaje también publicamos diario xD
Lapilvi  Lapilvi  03/09/2017 17:30   📚 Diarios de Lapilvi
Fantástico diario, Abdelkrim. Completísimo y muy bien escrito. Ha sido un placer leerlo.
También me ha gustado que cuentes sin tapujos que hay destinos decepcionantes; a veces nos cuesta reconocer que un viaje nos ha desilusionado porque, después de la inversión de tiempo y dinero, lo sentimos como fracaso personal.

Hace dos días alguien me comentó que tenía ganas de viajar a Bulgaria. Le pasaré el enlace de tu diario.
Enhorabuena, y muchas gracias por el tremendo esfuerzo y el tiempo que te ha tenido que costar redactarlo. Te dejo 5 estrellas bien merecidas.
Abdelkrim  Abdelkrim  03/09/2017 18:11   📚 Diarios de Abdelkrim
Muchas gracias lapilvi, tus diarios también son fantásticos.

No es que yo tenga interés en contar lo más negativo de los sitios, lo que pasa es que casi todos los países que había visitado antes me habían gustado de verdad; con Bulgaria en cambio lo negativo ha predominado a lo largo del viaje. Creo que sólo hemos tenido impresiones tan negativas en Dubái, pero este lo visitamos durante un viaje a un país extraordinario (Yemen) y otro que está bastante bien (Omán), por eso no cuenta como experiencia nefasta xD
Indamatossi.marta  indamatossi.marta  21/02/2023 19:08
Comentario sobre la etapa: Regreso a casa pasando por Bucarest
Ahi van mis 5 estrellas, un diario estupendo, todo y cuando sea en el pais de los gatos cojos. Puede que sea un decepcion, o al reves. Todo depende de las expectativas.
Abdelkrim  Abdelkrim  21/02/2023 19:21   📚 Diarios de Abdelkrim
Comentario sobre la etapa: Regreso a casa pasando por Bucarest
Muchas gracias Marta. Me alegro de que guste; y espero que te haya servido de algo aunque tu recorrido vaya a ser muy diferente.
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Fecha: Sab Ene 13, 2024 05:56 pm    Título: Re: Viajar a Bulgaria: Consejos, información, dudas

Es posible que sí os podáis bañar en las playas hacia el final de septiembre, pero tampoco creo que esté garantizado ya que de un año a otro el clima puede variar bastante. Yo viajé por Bulgaria hacia la mitad de septiembre y recuerdo que hacía bastante calor excepto en las zonas más altas o bosques más frondosos de las montañas.
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Fecha: Sab Ene 13, 2024 09:22 pm    Título: Re: Viajar a Bulgaria: Consejos, información, dudas

"Abdelkrim" Escribió:
Es posible que sí os podáis bañar en las playas hacia el final de septiembre, pero tampoco creo que esté garantizado ya que de un año a otro el clima puede variar bastante. Yo viajé por Bulgaria hacia la mitad de septiembre y recuerdo que hacía bastante calor excepto en las zonas más altas o bosques más frondosos de las montañas.

Gracias.... Llevaremos bañador entonces por si acaso. A ver si nos respeta el tiempo.
Abdelkrim
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03-04-2008
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Fecha: Sab Ene 13, 2024 10:04 pm    Título: Re: Viajar a Bulgaria: Consejos, información, dudas

En las montañas hay balnearios, el bañador siempre puede ir bien.
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Fecha: Lun Mar 04, 2024 11:31 pm    Título: Re: Viajar a Bulgaria: Consejos, información, dudas

Hola, yo en vez de ir acortando destinos, voy al revés... Busco destino para agosto, somos dos adultos y un peque de 4 años, y ahora mismo tengo buenos precios para ir a Bulgaria.

Que os parece como destino para agosto y para hacerlo en transporte público?
Sería una semana, más o menos.
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21-03-2007
Mensajes: 116

Fecha: Mar Mar 05, 2024 03:39 pm    Título: Re: Viajar a Bulgaria: Consejos, información, dudas

Yo no te lo recomiendo. En agosto hace mucho calor y el transporte público en las grandes ciudades está bien, aunque no suelen utilizar aire acondicionado. Los trenes son lentos y viejos. Las carreteras están en mal estado y apenas hay autopistas. Te recomiendo coger coche de alquiler con una sillita para el nene e ir a vuestro rollo, sin depender del transporte público
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