Nuestro viaje empezó hace muchos meses, cuando reservamos la parte correspondiente a Disneyland Resort Paris a través del Corte Ingles, aprovechándonos de los descuentos de la semana mágica.
Como los horarios de los vuelos directos desde Asturias no nos convencían demasiado, decidimos volar a Madrid, hacer noche y a la mañana siguiente, salir hacia Paris.
A la vuelta la situación era la misma, volar por la noche a Madrid, dormir allí y por la mañana volar a Asturias. En principio la idea era buena, al final no seria tan buena idea.
El viaje era para mi novia y para mi, habíamos llegado a un acuerdo. Yo me ocupaba de la logística, billetes, reservas, hoteles, etc… y ella prepararía la ruta por Paris. Al final esto también cambió.
Nuestro periplo comenzó en el aeropuerto de Asturias el domingo 12 a las 3 y media de la tarde. Mi padre nos llevó hasta la terminal asturiana, donde un vuelo de Iberia debía dejarnos en Madrid Barajas a las 6.30 de la tarde.
Elmo y el afroamericano, por primera vez en mucho tiempo no eran nuestros compañeros de viaje, a pesar de las protestas de Elmo, que decía tener cuentas pendientes con Mickey. Ambos se quedaron juntos y a buen recaudo.
Como la terminal de Santiago del Monte no tiene demasiado movimiento, nos sobro tiempo para facturar las dos maletas, tomar un café y pasar el arco de seguridad sin pitar ni sufrir ningún contratiempo.
Fue en ese momento cuando empezaron las aventuras del viaje.
Ninguno de los dos vamos especialmente tranquilos cuando tenemos que volar. Nos pone especialmente nerviosos el momento del despegue. En ese momento estábamos especialmente tensos, pues hacia mas de un año que no volábamos. ¿Cuál es la forma de ponerte aun más nervioso en esta situación? La respuesta es clara. Se abre la megafonía y anuncia un problema técnico con el avión.
Por cada minuto de demora las pulsaciones subían aun más. Al final, con una hora de retraso salíamos de Asturias con dirección a la famosa T4.
Famosa T4, la fama se debe, a partes iguales, a ser la más moderna del aeropuerto de Barajas y a ser donde mas maletas se pierden. Por suerte nuestras maletas salieron de las primeras. La maleta de mi novia salió, pero completamente rota. Imposible facturar una maleta en esas condiciones a la mañana siguiente rumbo a Paris.
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Pusimos la correspondiente reclamación para que nos la pagase Iberia, debo decir que nos atendieron amablemente y sin poner pegas, supongo que el hecho de ir tranquilamente y sin alzar el tono de voz contra el empleado que estaba en atención al cliente, ayudo a que nos tratasen correctamente.
El problema en ese momento es que necesitábamos una maleta para volar a la mañana siguiente a Paris, saliendo a las 7.30 de Barajas. Era un domingo y las 8 de la noche, así que la única opción fue ir al Duty Free a ver que había abierto. Encontramos una tienda de maletas y 150€ después teníamos una maleta Samsonite a nuestra disposición.
Como mi humor empezaba a rozar la ira, decidimos cenar en Mcdonalds en la T4 antes de ir a por el shuttle del hotel.
Cuando llegamos al parking de los shuttle, llame al hotel y en 10 minutos nos recogía el shuttle de Hotel Kris aeropuerto, al llegar al hotel y mostrar la reserva, la chica me mira con cara de sorpresa y me dice : Señor, creo que se ha equivocado de shuttle, esta reserva es para Compostela suites, no para este hotel. De nuevo mi estado de ánimo se acercaba a la furia. El primer día de un viaje de una semana y todo se iba torciendo. Por suerte, el hotel Compostela Suites estaba a 5 minutos caminando. Al llegar el check-in y rápido a la cama, que a la mañana siguiente había que levantarse a las 5 de la mañana para ir a Barajas.
La habitación, bueno, el apartamento, costo 44€ y se trataba de un apartamento con salón, cocina, baño y una habitación bastante grande. Muy recomendable para aquellos que tengáis que hacer noche cerca del aeropuerto.
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El único pero que le encuentro, es que el servicio de shuttle comienza a las 6 de la mañana. Así que no nos servia. Teníamos que estar a las 5.30 en la T1.
Bien tempranito nos acostamos, para aprovechar las pocas horas de sueño de las que disponíamos.
Menudo primer día de viaje que llevábamos encima. Cuando hablamos por teléfono con la familia y contamos todas las peripecias, no dejaban de reírse de nosotros y la verdad es que nosotros también nos lo tomamos a risa. Pensábamos que habíamos completado el cupo de problemas del viaje en el primer día.
Mira que somos ingenuos.
4.30 De la mañana. Noche completamente cerrada, al igual que nuestros ojos. Despertábamos en Madrid.
Tras recoger nuestras pertenencias por la habitación, bajamos a recepción para hacer el check out, pedir un taxi y abandonar los restos de la maleta que tan amablemente nos destrozaron los chicos de Iberia.
Tras apenas 5 minutos de trayecto en taxi, llegábamos a la T1 de Barajas, lugar desde donde saldría nuestro vuelo de EasyJet con destino al aeropuerto Charles de Gaulle. 17€ de trayecto en taxi.
Lo normal hubiese sido desayunar alguna cosa, pero pretendíamos dormir durante las 2 horas de vuelo, así que aguantamos hasta las 7.30, hora del despegue, sin café.
El vuelo salio puntual y sin problemas reseñables.
Mientras esperábamos para embarcar, pudimos ver el ritual típico de EasyJet, pidiendo a toda persona que lleve un bulto de mano un poco amplio, que lo meta en el molde que tienen con las medidas. Una chica llevaba una maleta trolley tipo acordeón, abultaba mucho y le pidieron que metiese la maleta en el molde. No entraba. La chica saco alguna cosa y volvió a probar. Algo mejor, pero seguía sin caber. En ese momento empezó a empujar la maleta hasta que entro en el molde. Más bien quedo encajada, ya que no podía sacarla. Por un momento pensamos que tendría que embarcar con todo el tenderete de medición de maletas. Al final su novio logro sacarla, no sin tener que tirar con todas sus fuerzas y pisar la estructura del molde para ayudar a hacer mas fuerza. Eso es medir el equipaje de mano al milímetro.
El vuelo fue muy tranquilo. 2 Horas, de las cuales fuimos durmiendo gran parte.
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A las 9.30 aterrizábamos en Charles de Gaulle, terminal 2B. Tocaba recoger el equipaje.
Mi novia y yo nos mirábamos con tensión. ¿Llegarían las maletas? ¿Llegarían enteras? La cinta de recogida estaba parada, así estuvo 10 minutos hasta que empezó a moverse.
Una de las primeras maletas que salio fue la de mi novia. Intacta, primer alivio. La mía no salía. Cuando por fin salio, a los 20 segundos la cinta de recogida se paró. Un problema técnico. Por suerte, pude recogerla y salir fuera de la zona de equipajes con las maletas intactas.
No eran aun las 10 de la mañana y ya nos dirigíamos a la estación del RER-TGV de la terminal 2 del aeropuerto. Teníamos que tomar el RER-B hasta Denfert Rochereau, donde enlazaríamos con la línea 6 de metro hasta Cambronne.
El viaje estaba empezando su mejor parte.
10 de la mañana y aun no nos había sucedido nada raro, era demasiado bueno para ser verdad. Llegamos a la estación de tren y, sorpresa. Los billetes debían sacarse en unos cajeros que solo aceptaban monedas o tarjetas de crédito con chip. Por si fuera poco, una cola de casi 1 hora fue el preambulo de un nuevo show.
Por suerte una chica estaba intentando ayudar a todos los inútiles, como era mi caso, a sacar sus billetes.
Tras una lucha desigual contra la maquina, logramos obtener nuestros billetes, pero el lio no terminaba ahí.
Había que encontrar el tren indicado.
Para la gente que vive en ciudades grandes, es sencillo orientarse en estos grandes centros de transporte, pero nosotros somos de Asturias. Un lugar donde los trenes y autobuses con mayores frecuencias pasan cada media hora, donde apenas hay 3-4 líneas de tren y donde la terminal del aeropuerto es mas pequeña que la estación de tren del aeropuerto de Paris.
En el andén había dos trenes, por suerte comprendí el funcionamiento. Las pantallas al lado del tren indicaban el destino final del tren, así como algunas paradas intermedias.
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Destacaría que los trenes parecían terriblemente viejos y gastados.
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El trayecto hasta Denfert rochereau era de uno 45 minutos. Así que pudimos relajarnos un poco y fijarnos en la gente que subía y bajaba del tren. La mayoría eran trabajadores que vivían en la zona suburbana de Paris e iban a trabajar al centro. Muchos parecían inmigrantes.
En ese momento fue cuando mi novia empezó a sentirse mal. Moquera, picor de garganta, algo de malestar….. Esto se parecía mucho a una gripe. Por suerte me había llevado unos cuantos sobres de antigripal, por si acaso. Todos los síntomas se veían agravados por el calor reinante, causados por el sol que pegaba y por la aglomeración de gente dentro del vagón.
Por fin llegábamos a nuestra estación.
Teníamos que salir del tren, coger las tarjetas Paris Visite y tomar la línea 6 del metro hasta nuestro hotel. Más problemas. Nos perdimos, subíamos, bajábamos, escaleras, puertas que se activaban con los tickets que queríamos comprar…….. y todo eso cargados con las maletas. No podemos salir de casa. Al final me calenté y pulse un botón en la pared para llamar al jefe de estación y preguntar que teníamos que hacer. Me mando salir a la calle y volver a entrar.
En ese momento vimos que lo de respetar los tornos de entrada y salida no es algo que hagan habitualmente los parisinos. Algún vigilante llamo la atención a alguna persona, pero eran sistemáticamente ignorados por los viajeros.
Nosotros preferimos sacar nuestras tarjetas Paris Visite. 14€/cada una. 3 Zonas para 2 días, incluyen descuentos en varios lugares típicos de Paris. Una adquisición muy recomendable. Es como un ticket de metro, cada vez que entras al metro, al RER o al autobús, lo pasas por el escáner y listo. Sin limitación de viajes al día.
Por fin estábamos en el metro. Un nuevo triunfo. Las maletas empezaban a pesar mas de los 14 kilos que pesaba cada una. Por fin, tras comprender que las indicaciones solo marcan el final de la línea, para señalar la dirección del tren, subimos a la línea 6 y llegamos a Cambronne, disfrutando de las vistas de la única línea de metro de todo Paris con vía elevada.
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Apenas 100 metros entre la estación y el Hotel Ibbis que habíamos reservado. 168€/2 noches. Nos dieron una planta alta, la octava, pero sin vistas a la Torre. En Cualquier caso, la habitación era funcional, cómoda y con un baño limpio y cómodo. Eran las 12.30, la habitación estaba preparada y subimos a ducharnos y descansar un poco.
Además había que empezar a medicar la gripe.
Nos quedamos medio dormidos hasta la 1.30, hora a la que empezamos a movernos, ya que teníamos reservada la subida a la Torre Eiffel a las 2 de la tarde.
A las 2 menos cuarto salíamos del hotel. Sin saber cuanto se tardaba en llegar.
Para evitar sustos con el metro, fuimos caminando. Aunque la ultima parte por los Campos de Marte, fue corriendo. Como fuimos por la parte lateral de los campos, los árboles no nos dejaban ver la Torre, así que no la vimos hasta que estábamos a sus pies.
Menudo impacto visual.
Ambos pensamos lo mismo: Menuda mole. No nos extraña que a los parisinos no les gustase.
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Como teníamos los tickets imprimidos desde casa, fuimos directamente a la entrada, nos registraron las mochilas y a la cola para el ascensor a la segunda planta.
Era mi momento. Rodeado de la gran estructura metálica remachada. Estaba haciendo algunas fotos curiosas para mi padre. Un ingeniero industrial que ha dedicado su vida al acero. En ese momento un hombre mayor se acerco a mi y en ingles repregunto si podía hacerle una foto. Tome su cámara y en ese momento me dijo que no. Que la foto quería que se la hiciese en la cima. Le dije que por supuesto.
Subimos en el ascensor hablando. Era un escocés que había vivido y trabajado toda su vida en Australia y acababa de retirarse y volvía a vivir a Escocia, pero por el camino estaba recorriendo todas las capitales europeas. Al decirle que yo era asturiano ambos dijimos lo mismo: We are celts! La tribu celta une mucho.
Hice buenas migas con este hombre.
El ascensor nos dejo en la segunda planta, lugar donde hay un precioso mirador. Mucha gente prefiere no pagar la diferencia para subir a la cima, pero en mi caso, quería subir si o si. El tiempo acompañaba. Muchas veces la cima no es accesible por las condiciones climatologicas .No era el caso y había que aprovecharlo
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Tras una breve espera, tomamos un nuevo ascensor hasta la cima.
Al salir a la zona mirador, casi se nos desencaja la mandíbula. Impresionante. La tarde estaba despejada y podía verse todo Paris. No dejábamos de señalar lugares que hasta ese momento solo habíamos visto en foto.
Aquello se convirtió en una orgia de fotos de todo tipo.
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En un determinado momento, estaba fijándome que muchas parejas tenían copas de champagne. Ana y yo comentábamos que era un detalle romántico, cuando un chico de mi edad que estaba con su novia, llevo su mano al bolsillo, saco el estuche de un anillo, hinco la rodilla en el suelo y le pidió matrimonio a la chica.
El se reía avergonzado, ella se reía mientras lloraba, alrededor la gente hacia fotos y se reía. Se veía claramente que ella aceptaba, pero no terminaba de decirlo porque la risa y las lágrimas se lo impedían. Finalmente ella logro asentir y se fundieron en un largo y precioso abrazo, adornado con innumerables besos y expresiones de amor.
Que bonita escena para comenzar nuestras andanzas por esta ciudad.
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No pude menos que felicitar el chico por su valentía y por la respuesta afirmativa de su novia.
En honor a ellos y a nuestro amor, decidimos tomar dos copas de champagne. Hay una pequeña estancia donde un camarero te sirve las copas de champagne, blanco o rosado a 10€ la copa. Caro, pero es una vez en la vida.
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Además me lleve como recuerdo el corcho de la botella que descorcharon para nosotros. Son los detalles que me gusta guardar de los viajes.
Tras algo mas de una hora en la cima, decidimos ir bajando.
Tardamos mucho mas tiempo en bajar, que en subir. En el tercer piso, hay unos paneles que indican la distancia a diferentes ciudades del mundo. En nuestro caso, España esta representada por Madrid y Barcelona.
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La forma de saber de donde es cada persona que pasa por este lugar es ver en que ciudad se fija o a que nombre le hace una foto. Somos así de previsibles.
Durante el descenso en ascensor nos encontramos con un grupo de andaluces que venían en la excursión que organiza Disney y que desoyendo los consejos de los guías, habían subido hasta la cima, con lo cual, regresaban tarde al autobús. Eran las únicas personas que gritaban y hablaban a gran volumen en el ascensor. Mira que somos gritones los españoles.
Ya en tierra firme, decidimos ir caminando hasta Trocadero para conocer las famosas vistas de la torre.
Justo a los pies de la torre pude comprobar los niveles de seguridad de Paris. El ejercito estaba alli apostado, al dia siguiente comprobarias el porque.
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Por el camino, mientras cruzábamos el puente sobre el Sena, nos llamo la atención la cantidad de trileros que había en el puente. No comprendemos como la gente puede seguir picando en este juego.
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Una vez en Trocadero, la Torre gana mucho. Debido a sus colosales dimensiones, uno tiene que alejarse de ella para poder apreciarla.
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En Trocadero vimos como rodaban parte de algun programa de televisión, la pinta de la presentadora era bastante afrancesada.
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Como ya eran las 4.30 pasadas y a las 7 teniamos que acercarnos al restaurante a cenar, decidimos volver paseando por los Campos de Marte hasta Cambronne, para arreglarnos para la cena.
Al pasar bajo la torre cumpli una de las tonterias que suelo prometer antes de iniciar los viajes.
Justo cuando estabamos en el centro de la base, me tumbe en el suelo, hice una foto hacia arriba. Todos los turistas me miraban raro, pero las miradas se volvieron risas cuando señale el cielo y a voz en grito solté: Mirad que pedazo de p…….. tengo!!!!!
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Un tanto ruborizado, pero con la sensación de haber cumplido lo que me había propuesto, volvimos paseando por los Campos de Marte viendo diferentes perspectivas de la Torre, hasta la Escuela militar.
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Allí giramos a la derecha y llegamos a una plaza donde había un par de terrazas con buena pinta. Nos sentamos y pedimos un café y una cerveza.
Como hacia sol, estábamos muy a gusto, a pesar de los 14€ por el café y la cerveza.
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Tras el pequeño refrigerio, nos volvimos al hotel para adecentarnos para la cena.
Durante el camino de vuelta al hotel vinos algunos detalles curiosos, incluida una inmobiliaria con precios prohibitivos o los restos de una bici robada.
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Las vistas desde la habitación del hotel no eran espectaculares, pero estaban bastante bien.
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Un pequeño trayecto en metro nos dejo bajo la Torre Montparnase, lugar donde teníamos reservada la cena. Restaurante Le Ciel du Paris. En la planta 56 de dicha torre, el ascensor desde el vestíbulo tarda 36 segundos, el más rápido de Europa, hasta se nos taponaron los oídos, realmente impresionante.
No nos dieron la mesa junto a la ventana, sino un poquito más adentro, pero no mucho.
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Pudimos disfrutar de las vistas al atardecer, el encendido de la iluminación de la Torre, así como de los juegos de luces a las horas en punto.
El camarero que nos atendió fue muy amable, sin llegar a ser pesado. Ambos cenamos un menú de 51€/cada uno. Ambos elegimos lo mismo. Salmón ahumado de primera y Pintada de segundo. El salmón era espectacular, no lo cambiaria por el mejor jamón de Jabugo. La pintada estaba buena, pero la elaboración no permitía disfrutar del sabor de la carne, ya que el acompañamiento le mataba un poco el sabor. Todo esto fue regado por una botella de Burdeos, como exigía la ocasión. El vino no iba incluido en el precio del menú y en la carta de vinos, había de todo. Desde media botella de Burdeos por 20€ a algunas botellas de tinto o champagne que superaban los 2000€. Al ver esos precios, mi tarjeta MasterCard y la Visa estuvieron a punto de inmolarse.
Por mi parte, el postre consistió en una degustación de quesos franceses. Un camarero viene con una mesa auxiliar donde tiene unos 15 o 20 trozos de queso diferentes y te pregunta cual prefieres. Yo probé 5 tipos diferentes, pero el que mas me sorprendió fue uno llamado Forme D´ambert, una especie de queso azul. El camarero no dejaba de repetirme que era muy fuerte, se ve que no sabia que venia de la tierra del Cabrales y el Gamoneu. Este ultimo es el queso mas caro del mundo 45€/Kg.
Ana por su parte pidio una tartaleta de chocolate fundido con una bola de helado. Deliciosa.
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Realmente era espectacular, por lo poco que me dejo probar. La tartaleta estaba recién sacada del horno, el chocolate recién fundido. Un postre espectacular.
Tras unos cafés y pagar la cuenta, volvimos hasta el hotel caminando. En ningún momento tuvimos sensación de inseguridad. Eso si, como mi novia iba arreglada con un vestidito muy vistoso, tacones y maquillada, mas de uno estuvo cerca de golpearse con una farola o caerse por girarse a mirarla. Más de un piropo se llevo. Por momentos creí que tendría que pelearme con algún buitre Frances. Por suerte yo también me lleve alguna mirada por parte de alguna parisina, cosa que me subió la moral.
Serian las 10 de la noche y por la calle veíamos mucha gente en bicicleta y mucho ambiente en las terrazas de los bares. A pesar de ser un lunes.
El paseo fue muy agradable, no hacia ni gota de frío, levantamos alguna mirada de deseo (Ella mas que yo) y disfrutamos de la iluminación de las calles y edificios parisinos sin perder de vista la cima de la torre Eiffel con sus focos a modo de faro urbano.
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Con la llegada al hotel concluía nuestro primer día en Paris. La gripe de Ana no quería remitir a pesar de seguir consumiendo los sobres de antigripal que habíamos llevado. Por suerte ya habíamos localizado una farmacia junto a la estación de metro y junto a nuestro hotel.
Primer despertar en Paris. 8 de la mañana. El día amanecía un poco nublado, pero tenia pinta de ir a abrir. Al asomarme a la ventana pude observar que muchos parisinos acuden al trabajo en pequeños ciclomotores o en bicicletas.
Tras pasar por la ducha para terminar de despertar, recoger las cosas que iban a ir a la mochila, nos tiramos a la calle.
Al ir a por el ascensor pudimos disfrutar de una preciosa vista de la Torre desde el pasillo del hotel
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De ahí, al metro y dirección a Ille de la Cite.
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No puedo dejar de fijarme en las bocas de metro, con su característico estilo.
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Una vez en Cite, cruzamos el puente hasta el norte para llegar hasta la Torre de St. Jacques. La verdad es que es una construcción que resulta curiosa. A mi gusto especialmente. Usada durante mucho tiempo como observatorio astronómico.
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Tras un rápido vistazo nos dirigimos a Notre Damme. Pretendíamos hacer el Tour de las torres, abre a las 10 y después ir a la plaza de Saint Michel para hacer el Tour gratuito por la ciudad, empieza a las 11.
Notre Damme es una maravilla. En todos los aspectos, estéticamente sus dos torres son colosales, los detalles decorativos le dan un aspecto único y sus arbotantes en la zona trasera le dan una imagen única. Esta solución arquitectónica permitió, en la epoca del gotico, hacer paredes mas finas y por ello, poder poner vidrieras y crear iglesias y catedrales mucho mas luminosas. No deja de recordarme al esqueleto de un gran animal.
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Su interior resulta abrumador. La luz que entra a traves de sus rosetones logra que el interior sea mas luminoso de lo que se podria esperar.
En su interior paseamos un poco, e incluso encendimos alguna vela, promesa que habíamos hecho a nuestros parientes.
Para mi, que no soy especialmente religioso, es una visita que me sorprendió gratamente.
A la salida descubrimos que la cola para subir a las torres esta en el lado izquierdo según se ve la fachada de la catedral. Eran las 10 menos 20 y ya habia una cola tremenda, con lo que no nos iba a dar tiempo a hacer el tour de las gárgolas. Una lastima. Siempre hay que dejar cosas pendientes.
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Así que teníamos libre hasta las 11.
Decidimos rodear la catedral caminando. Los jardines de su parte trasera estaban vacíos y se podia disfrutar de la belleza de la construcción.
Si su fachada es hermosa, la parte trasera lo es aun mas. Resulta curioso contemplar las costillas del esqueleto que soporta el peso de las altas paredes.
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Estábamos un poco contrariados por no poder subir a las torres, pero no hay mal que por bien no venga. Teníamos tiempo para visitar Shakespeare and Co.
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Acababan de abrir y estábamos solos con los 2 dependientes, incluso estaban pasando el aspirador. Todo lo que se diga de esta librería es poco. No se puede conocer el ambiente que tiene hasta que no se entra. Libros por todos lados, con poco orden, pero tras un rato comprendimos el orden que tenian. En la planta baja estan los libros en venta y en la planta de arriba los infantiles en venta y los libros de consulta. Arriba esta un despacho con vistas a Notre Damme donde podriamos pasarnos horas. Un poco mas escondida esta la habitación donde estan las camas y el piano.
No pude evitar tumbarme en una de ellas a hojear una biografia de Charles de Gaulle.
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En la parte de arriba hay una pared, en la zona infantil, donde están todas las hojas que dejan los viajeros que pasan por alli. Por desgracia no había llevado al abuelo Simpson impreso, asi que deje una hoja con unas letras junto al de Lualpa.
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Nos compramos varios libros, mi novia uno sobre la segunda guerra mundial y el retrato de Dorian Gray. Por mi parte compre uno de fotografía de principios de siglo en USA y uno de la música propia americana. Por supuesto, todos con el sello de la tienda.
Eran las 11 menos 10 y teníamos que ir a la plaza de St Michell. Como no sabíamos como llegar, mira que estaba al lado, fuimos a consultar la guía. La guía no estaba, me la había dejado en la planta de arriba de la librería.
Volví corriendo a la librería, subí y allí estaba, al bajar le comente al dependiente que era nuestra, que la habíamos olvidado, para evitar que pensase que la robaba. Su respuesta fue la propia del lugar: No te preocupes, si no fuese tuya, es que la necesitas.
Desde luego, es un lugar único.
A las 11 llegamos a la plaza y justo delante de la majestuosa fuente, nos unimos al tour gratuito.
La guía que nos toco, Mariela, era una chica argentina, profesora de historia, muy simpática y amena.
Comenzamos frente a la fuente de St Michell, lugar donde nos contó la duración de la visita (3 horas y media- 4 horas) y empezó a contarnos cosas de la fuente y del barrio latino.
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Éramos un grupo de 20-30 personas, la mayoría de Sudamérica y unos pocos de España.
Lo cierto es que desde el primer momento nos gusto la forma de explicar la historia de Mariela, no soltaba datos y mas datos, sino que te daba unas cuantas pinceladas de datos, para poder situarte, y después te explicaba los hechos históricos de una forma amena y comprensible.
Es algo muy de agradecer en un paseo tan largo y mas en una ciudad con una historia tan densa como Paris.
El paseo continuo por el puente sobre el Sena hacia Ile Cite, donde Mariela nos contó algo de la historia de Notre Damme y su papel en la historia de Paris y de Francia. En muchas ocasiones, sacaba su parte de profesora y nos preguntaba cosas, supongo que le servia de referencia para ajustar el nivel de las explicaciones. Desde este punto se puede ver Saint Chapelle y los restos de los disparos que pueblan el edificio cercano.
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Una parte del paseo se hace por el margen del Sena, pero no por la calle, sino por la via peatonal que hay mas abajo. Se agradece mucho el escapar del ruido de los coches y las motos y pasear junto al Sena tranquilamente, sin preocuparte por un posible atropello o en el mejor de los casos, unos pitidos de enfado.
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Me llamo mucho la atención ver muchos barcos que son utilizados como vivienda. En verano u otoño, lo veo viable, pero durante el invierno, con la humedad del rio, no suena demasiado apetecible.
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Un poco mas adelante pudimos contemplar la estatua de Enrique IV. Así como el Pont Neuf. Al otro lado del rio se ve el antiguo edificio de la Samaritaine. Unas grandes galerías comerciales, cerradas porque el edificio tenía peligro de derrumbe. Ya hace muchos años. No se ha caído y sigue sin restaurarse.
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Caminamos hacia el puente de los artistas por el margen del rió. Allí nos explicaron que los cajones que se ven junto a la acera son pequeños puestos de libros. Originalmente creados para los excombatientes de la guerra que debían reinsertarse en la sociedad y lo hacían como vendedores de libros, especialmente de literatura bélica.
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El puente de los artistas es una autentica joya. Desde sus barandillas repletas de candados, hasta el ambiente que se respira. Cantidad de artistas dibujando Ile de la Cite, la Academia Francesa, el Louvre. Es un punto clave en Paris.
En nuestro caso, además de todo esto, nos encontramos un clásico español. La Tuna.
La gente parecía entusiasmada con ellos. A mi me entro la risa al verlos.
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Ya desde el puente, accedimos al Louvre. Antes de pasar al patio de las pirámides, nos explicaron algunos datos históricos del edificio, así como un pequeño truco en caso de emergencia.
Si hay algún incendio o alguna emergencia, conviene acudir a las salas en cuyas ventanas se vea un punto naranja. Son marcas para los bomberos y la policía y señalan las salas donde hay piezas importantes que deben ser las primeras en recuperarse.
Convendría agarrarse a alguna estatua y salir junto a ella.
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La sensación en este patio es indescriptible. Había poca gente y se estaba muy tranquilo. Yo no dejaba de pensar que por allí debieron pasearse los reyes franceses pensando algunas de las decisiones más importantes de la historia del país.
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Pasando un pasillo a la izquierda, salimos al patio de las pirámides.
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Mi impresión: la pirámide central es un mamotreto. Fuera de lugar, no pega con los edificios que lo rodean. El diseño original hubiese quedado bien. Se trataba de una estructura piramidal, sin juntas, de vidrio ultraclaro Debido a mi trabajo, en una factoría de vidrio francesa, se como es este vidrio y si esta limpio apenas se distingue. Hubiera sido una estructura muy sutil, pero en aquella época, el vidrio existente no soportaba una estructura tan grande sin romperse.
Nos explicaron que el hecho de decantarse por “Pirámides” era un regalo de Miterrand a su amante, una cantante de origen egipcio. Dalida.
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Al fondo del patio de las Pirámides, se ve un arco del triunfo. Los caballos que lo coronan eran los que actualmente esta en Brandenburgo. Cuando fueron devueltos a Berlín, los berlineses colocaron los caballos dando el culo a la cercana embajada francesa de Berlín.
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Para salir de la plaza, salimos hacia la derecha. Atravesando uno de los edificios para llegar a la Rue de Rivoli. Esta puerta es la antigua entrada del museo, cuando no estaba en el Patio de las pirámides.
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Junto a la parada de metro encontré uno de los pocos “Homeless” que pude ver por Paris.
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Justo en esa plaza esta el Coseil D´etat. Justo a su lado esta la Comedia francesa y la parada de metro mas modernista de todo el metro parisino. La verdad es que no me gusto demasiado.
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Cruzando la Avenue De la opera. Llegamos frente a un Starbucks donde hicimos una parada para descansar de la excursión.
Entramos en el Starbucks, la primera vez que entrábamos en uno. Un par de capuchinos y unos mufflins (Magdalenas gordas)
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Lo del fondo es una montera picona (Gorro tipicamente asturiano)
Mientras mi novia iba al baño, llame a la guía del grupo para que no se sentase sola y asi poder hablar un poquito con ella. Una chica muy simpática y agradable.
Al volver del baño mi novia me contó que había mucha cola, así que se coló, con lo que una chica francesa le dedico algunos insultos y una mirada de ira. Por desgracia mi novia no sabía francés para poder responderle como debía.
Una imagen que se repetía hasta la saciedad en los Starbucks era esta.
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Justo al lado hay una pequeña plaza donde se encuentra la estatua de Juana de Arco. Creí que seria más grande, pero es una estatua bastante pequeña.
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De ahí a los jardines de las Tullerias. Con el fabuloso Museo Orsay de fondo. A una persona como yo, que me encantan las estaciones de tren, el edificio del Orsay, me parece una joya.
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El jardín de las Tullerias es una pasada. Con sillas que se pueden colocar en cualquier punto del parque. Todos los españoles de la excursión pensamos lo mismo: ¿Nadie las roba?
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Paseando a lo largo del jardín nos intentaron hacer el archiconocido timo del anillo de oro.
Nos encontramos a muchos jardineros trabajando en el mantenimiento de los jardines, y a alguno descansando.
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La imagen del paseo de los jardines, con el obelisco de la Plaza de la Concordia de fondo, el Arco de triunfo detrás y aun mas lejos el arco de La Defense, es una de las imágenes que mas me gusto de todo Paris.
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Un poco antes de la Plaza de La Concordia nos encontramos una preciosa vista de la que seria la excursión de la tarde.
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El obelisco y la Torre Eiffel de fondo muestran los construcciones en altura, colosales en su momento con mas de 2000 años de diferencia
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Junto a la Plaza esta la sede de la FIA, vengo de la tierra de Fernando Alonso, por eso me llamo la atención.
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La excursión continuo hasta el Petit y el Grand Palais, donde nos contaron la historia de la extraña cubierta de este ultimo. Debido a un paripe de bombardeo que hicieron los nazis durante su ocupación.
Era el final de la guerra, y para salvar el cuello, uno de los generales de Hitler, cambio el no bombardeo de la ciudad por el asilo político
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Al acabar la excursión, dimos nuestra propina a Mariela. Además decidimos que íbamos a hacer el Tour de Montmartre con ella. Pensábamos hacerlo por nuestra cuenta, pero nos gusto tanto la forma de explicarse y la forma de llevar la excursión, que nos decidimos a hacerla con ella.
No pensábamos volver al hotel en todo el día, pero la batería de la cámara protestaba. Así que tomamos el metro en Charles de Gaulle hasta Cambronne. Para comer, compramos varias piezas de bollería en una Boulangerie que había junto a la estación de metro de Cambronne.
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Nos gusto mucho una tartaleta de chocolate, similar a la de Le Ciel y una tartaleta con frutas rojas (cerezas, moras, arandanos, etc…) Eran espectaculares.
Además, como había hecho bastante calor durante la mañana, queríamos ducharnos y tumbarnos unos minutos.
Una vez descansados y fresquitos, nos fuimos a las Galerias Lafayette. Nos costo un poco llegar hasta ellas, pero al menos pudimos ver la Opera Garnier desde cerca.
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Junto a la Galerias, vi a una de las mujeres mas altas que he visto en mi vida.
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Dentro de las Galerias, volvimos a liarla.
Estuvimos mirando zapatos femeninos y vimos al fondo que había una zona de souvenirs de Paris.
Compramos unas cuantas cosas, incluidas dos pequeñas Torres Eiffel. Cuando estaba pagando los míos, vi que la Torre estaba sobre el mostrador, así que la metí en la bolsa.
Al salir, sonaron las alarmas, la que había metido era la de mi novia, la mía la había metido el dependiente.
Tras varias explicaciones, y pagar la torre. Pudimos salir sin problemas y sin antecedentes.
Debo decir que fueron muy agradables y correctos, supongo que el hecho de llevar pinta de turista y decir que pagamos la torre, sacando un billete de 50€, para pagar una torre de 5€, ayudo bastante.
A las 6 de la tarde llegamos frente al Molin Rouge, lugar donde se iniciaba la excursión de Montmartre.
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El grupo era bastante mas pequeño que por la mañana. Aun así éramos un grupo bastante majo, de unas 10-12 personas. Mas o menos la mitad, habíamos hecho el tour gratuito por la mañana, así que el ambiente era mas de grupo de amigos paseando que de tour turístico.
El recorrido del tour estaba estimado en 2 horas o 2 horas y media y finalizaba con una copa de vino en un bar. (Incluido en el precio del tour) Es un recorrido en su mayoría cuesta arriba, nada exagerada, pero continuamente se va subiendo y al final se nota.
Iniciamos el camino por una calle perpendicular al Molin Rouge, en su margen derecha. Por donde fuimos ascendiendo, mientras charlábamos con Mariela hasta la primera parada.
El café de la pelicula Amelie. Lugar donde algunos de los integrantes del tour hacían fotos como locos. Nosotros no hemos visto la película, al menos entera, y nos parecio una curiosidad mas.
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Resulta curiosa la historia de cómo se negocio que este bar fuese donde se iba a rodar la película. El dueño no quería, pero le convencieron hablándole de la fama que tendría su bar y que podría duplicar el dinero que hacia de caja por aquel entonces. El hombre accedió de mala gana.
Se dice que ahora factura 10 veces mas que antes.
Subimos el resto de la calle. Bastante empinada, y giramos hacia la izquierda, donde llegamos a la casa donde residió Vincent Van Gohg.
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No conviene pararse en la puerta a hacerse fotos, ya que son residencias privadas y las personas que viven allí ponen bastante mala cara al ver grupos de turistas ante su puerta.
El camino continuo por la misma calle, hasta llegar al unico molino de viento que no destrozaron los nazis durante su estancia en Paris.
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No fue destrozado porque su dueño les planto cara y juro que lo destruirían por encima de su cadáver. Los nazis lo asesinaron, cortaron el cuerpo en 4 trozos y ataron cada trozo a un aspa del molino. Una forma de infundir el miedo entre los lugareños. Hoy en día el molino se encuentra en su ubicación original, pero no se puede acceder, sin embargo, los dueños han colocado una replica un poco mas arriba en la misma calle.
Un poco antes de llegar a el, se puede encontrar una pequeña terraza frente a un bar y en una calle estrecha y con cuesta, en principio no tiene nada especial, pero la vista resulta fascinante.
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La siguiente parada de nuestro recorrido era la original escultura que se hizo en honor a un celebre personaje de una novela. El “Pasa murallas”
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La estatua esta un poco escondida, pero es digna de verse por su originalidad. Se trata de un personaje que un dia se despierta y se da cuenta que puede atravesar las paredes. El medico le da una pastilla que lo pondría remedio, pero decide no tomarla. Sus aventuras son constantes, desde robos de bancos a mantener relaciones con su vecina casada, la cual lo llamaba cada vez que su marido se iba.
Una noche el “Pasa murallas” tiene un fuerte dolor de cabeza al irse a dormir y toma una pildora del cajón, pensando que es una aspirina, al momento su amante le llama desde el piso de al lado y cuando quiere cruzar la pared para acudir a su lecho, se estrella contra la pared y muere. Curiosa historia.
En este lugar, Mariela nos advirtió que durante el tour podríamos encontrarnos algunos space invaders. Son imágenes de los marcianos del famoso videojuego de recreativa de los 80. Al parecer hay una iniciativa para colocar estas imágenes en muchos lugares del mundo. Yo la desconocía.
Nos encontramos 3.
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Siguiendo el camino, pudimos encontrar la Maison Rose, lugar que inspiro el famoso cuadro, aunque a decir verdad, cuando se pinto, el edificio era blanco, pero el pintor le cambio el color para que encajase mejor con la cromática de la obra.
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Hoy en dia es un bar donde sirven unas excelentes raciones. Lo vimos al pasar junto a alguna de las mesas de la terraza.
Siguiendo con el tour, el grupo se dirigió al ultimo viñedo de la ciudad de Paris. No es un viñedo al uso, es una especie de escuela para los niños y estudiantes de la zona, que pueden acudir allí a aprender cosas sobre el vino, la uva y la recolección de la misma. Se utiliza también, para estudios sobre la evolución de las diferentes cepas de vino.
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Justo enfrente se encuentra otro de los cabarets mas celebres de la ciudad. L apin agile.
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Lo mas interesante del lugar no es el edificio, ni el hermoso cuadro que adorna su fachada, sino las historias que se cuentan sobre sus clientes. Pintores que iban a comer y beber y pagaban con sus obras, ya que no disponían de efectivo.
El paseo siguió por las calles de Montmartre hasta llegar junto al busto de Dalida. Una famosa cantante de origen egipcio que triunfo en Francia, al punto de ser la segunda persona mas popular del país por detrás de Charles de Gaulle en una votación popular. Es la misma cantante que nos mencionaron en el Louvre como la probable amante e Miterrand.
El busto tiene su historia, se dice que da buena suerte, siempre que se le toquen los pechos. Resulta curioso ver como esa zona ha perdido su color original debido a los indecentes toqueteos de los visitantes.
Este busto se encuentra en la zona que queda a la espalda de la basílica del Sacre Coeur. El paseo se dirigia hacia la basílica, pero por una zona poco concurrida, es mas, prácticamente desierta. Nada que ver con la fachada principal de la basílica.
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Por fin terminamos de ascender. Estábamos a los pies del Sacre Coeur. Majestuosa, colosal, hermosa, increible…… todos los adjetivos son pocos para esta joya de la arquitectura.
A pesar de ser una obra del siglo XX, ha sabido incorporar diferentes estilos arquitectónicos, con un resultado admirable. Desde ciertas perspectivas recuerda ligeramente al Taj Mahal.
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A sus pies, el grupo se reunió y Mariela nos contó datos y anécdotas sobre el edificio.
Me llamo poderosamente la atención ver que tenia zonas negras, de suciedad, cuando a lo lejos se observar una estructura inmaculadamente blanca. Al preguntar sobre esto, Mariela comento que no se limpiaban con una intención de contraste. Al haber pequeñas partes negras, el ojo percibe la pared como aun mas blanca.
Se dice que la piedra de la que esta hecha, al contacto con el agua de lluvia suelta un polvo blanco que literalmente pinta de blanco la fachada. Cuanto mas llueva, mas blanca será.
Debido a esto, una de las estaciones de metro de Montmarte se llama Blanche, porque se decía que el suelo se volvía blanco cuando llovía debido a esta “pintura” que soltaba la basílica.
Por fin, pasamos a la zona delantera.
Era la puesta de sol y aquello estaba repleto de gente, no habia quien se moviese.
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Nosotros decidimos entrar a ver la basílica por dentro.
Increíble la altura de la cupula central, sobrecogedora. Debo decir que a pesar de los siglos de diferencia, no sabría decidirme entre el exterior de Notre Dame o el del Sacre Coeur. Creo que Notre Dame siempre será especial por toda la historia que ha vivido, pero estéticamente, el Sacre Coeur no desmerece en nada.
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A la salida nos encontramos con una pareja mexicana que hacia el tour con nosotros. Estuvimos hablando y mi mente se ilumino. La luz del atardecer sobre Paris era preciosa, el lugar era especial y recordé que mi novia siempre me recuerda que tenemos pocas fotos juntos, así que le di la cámara al chico mexicano para que inmortalizase este momento.
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Quizás no sea la mejor foto que hice en el viaje, o que se pudiera haber hecho bastante mejor, pero para mi, es la mas especial.
Tras esto, las dos parejas nos unimos al grupo y emprendimos el descenso, no sin antes inmortalizar, de nuevo, la basílica con la ayuda de la luz del atardecer.
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Una imagen digna de postal.
La ruta nos llevaba ahora a la plaza de los artistas, nos ofrecían hacernos retratos casi a cada paso. A pesar de ser un martes de septiembre, habia una cantidad de gente impresionante.
La plaza tiene su encanto, incluidos algunos de los bares que la rodean.
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Siguiendo con nuestro descenso, llegamos a la antigua embajada danesa, extrañamente Mariela no nos dio ningún dato sobre este edificio, sin embargo si se paro frente a el para mostrarnos una lamina que reproduce el famoso cartel que Toulousse Lautrec pinto para el cabaret El gato Negro.
Tanto mi novia como yo pasamos tentación de comprar la lámina, pero no lo hicimos, quizás en una próxima visita.
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La noche ya se cerraba sobre nosotros y aun seguíamos con el tour, aunque ya en sus últimas paradas.
Una de las últimas fue:
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Lugar donde residió algún tiempo Picasso. Se dice que durante la ocupación nazi, Picasso repartía octavillas con la imagen del gernika, como si fuesen recuerdos típicos de Paris. En cierta ocasión un militar de alto rango visito a Picasso y le pregunto si el había hecho aquello, refiriéndose al Gernika, Picasso le respondió: No, lo hicieron ustedes.
Frente a este lugar, colgado de un árbol, encontramos el ultimo de los Space Invaders.
Colgado de una rama de un árbol, además de color verde.
Desde ahí descendimos un poco mas para llegar a un bar donde todo el grupo degusto una copa de vino, como broche a la visita al barrio de los artistas de Paris, Montmartre.
Para nosotros no era la última parada.
Eran las 9 de la noche y bajamos hasta el Molin Rouge para tomar el metro hasta Charles de Gaulle, y desde allí hasta Trocadero, ya que queríamos cerrar nuestro ultimo día en Paris con un paseo en barco por el Sena.
En el metro, dos curiosidades:
- Un hombre armado con una guitarra interpretando canciones latinas. Bastante ameno y no lo hacia mal. Al final de su actuación no pude evitar darle algo.
-
- En la estación Charles de Gaulle, mientras esperábamos el tren de la línea 6, en el anden de enfrente, la tuna que habíamos visto por la mañana interpretaba canciones para regocijo de los viajeros. Que curioso ver dos veces a la tuna en un mismo día y en Paris.
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Llegamos a Trocaero sin problemas y bajamos, cruzando el puente hasta el muelle que utiliza la empresa Bateaux parisiens.
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Iba a sacar 2 tickets en una maquina, pero al ver que solo aceptaba tarjeta de crédito, no me dio buena espina, así que mire y vi que había una taquilla con varias chicas que atendían. Eran las 21.50 y el barco salía a las 22.00.
Sacamos nuestros tickets y comenzó otra de nuestras desventuras. Supongo que de 17.30, cuando la habíamos liado en la Galerias Lafayette, hasta las 22.00 era mucho tiempo sin que nos pasase nada. Además, había que despedirse de Paris liando una de dimensiones colosales.
Con el ticket en la mano, lo normal es pasarlo por un escáner, que se abra un torno y pasar a la cola para acceder al barco. Los primeros en llegar cogen los mejores sitios, al aire libre y junto a uno de los lados. Como habíamos llegado justo, imaginaba que esos sitios ni los oleríamos.
Sin embargo, nosotros empezamos mal. Pasábamos los tickets y saltaba una luz roja y el torno no se movía, probamos con los dos tickets en diferentes scanners y nada. Me acerque a la taquilla a avisar y la chica me pregunta que si son usados los tickets. No sabia si me lo decía en serio, me lo había vendido 2 minutos antes. Se lo dije. Los miro en el pc y aviso a otra chica que salio a probar, nada. El barco había llegado y estaba apunto de empezar a embarcar al pasaje. La chica que estaba probando nuestros tickets volvió a la taquilla y miraba algo en el pc. Al momento salio y nos hizo un gesto para que la siguiéramos, ya me veía en comisaría, mas aun cuando empezó a hablar con uno de seguridad mientras señalaba hacia nosotros. Tenía tentaciones de salir corriendo de allí. De repente, el guardia nos llama camina por una puerta lateral y nos abre una cadena para acceder directamente al barco. Éramos los primeros en embarcar al pesar de haber llegado los últimos. La gente que había estado esperando murmuraba y alguno hizo ademan de protestar.
Mientras el resto del pasaje embarcaba, yo estaba temblando pensando que algún exaltado iba a venir a tirarnos al río por tener tanta cara.
Justo cuando el barco comenzaba su trayecto, la Torre comenzó un juego de luces de las 22.00. Una imagen imborrable.
A pesar de que hacia un poco de frío, el paseo por el río durante la noche fue espectacular, mas aun cuando habíamos visto todos los edificios importantes por la mañana a la luz del día.
Por desgracia mi cámara de fotos estaba al borde de quedarse sin batería, así que muchas de las fotos que hice estaban hechas con el móvil.
Por suerte mi nuevo Galaxy S rindió a buen nivel.
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Llama poderosamente la atención el hecho de encontrar las dos orillas del rio repleta de grupos de jóvenes haciendo botellón. De una forma mucho mas cívica que en España, pero botellón al fin y al cabo. Era una imagen que no me esperaba en Paris.
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Aproximadamente a las 11 de la noche el barco atracaba a los pies de la Torre Eiffel. La idea inicial era cruzar bajo la torre, atravesar el Campo de Marte hasta la Escuela militar y de allí llegar al hotel.
No iba a ser así, de nuevo se torcían los planes de la forma mas inesperada.
Al salir del embarcadero y subir hacia la calle, para cruzar hacia la Torre, un militar se aproximo corriendo desde el otro lado en dirección a nosotros, seguimos como si nada, pensando que era por otra cosa, al llegar a nuestra altura, paro frente a nosotros y no dejaba de hablar en francés, cuando vio que no le entendíamos paso al ingles. Le entendimos que se había acordonado la zona y que debíamos rodear la torre.
Como habíamos oído que Bradd Pitt se encontraba en la ciudad, pensamos que seria por eso.
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Nos volvimos dando un paseo por las calles que rodean la torre. Mientras volvíamos, nuevo sobresalto, una señora mayor que paseaba a un perro, al vernos pasar nos deleito con un : Americano, vuélvete a tu casa. Me quede frío, por suerte no acertó ni la provincia.
Llegamos al hotel y al poner la televisión nos enteramos que la Torre había sido desalojada por una amenaza de bomba. Durante la hora siguiente no dejamos de escuchar sirenas de policía hasta que por fin se fueron, al no encontrar nada.
Un buen susto para despedirnos de Paris.
Es el primer diario que me leo de principio a fin!Con tanta emocion de lo que os ha pasado has conseguido que me quede hasta el final para ver que mas os sucedia jajaja.En serio, muy bueno.
buen diario y excelentes detalles. Que sigais siendo felices. Se te ha olvidado poner una foto de tu novia ese día que tanto la miraban en la cena los franceses, ¿o es que no quieres que la miremos nosotros los españoles? Es broma, saludos.
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