Crucero por los fiordos noruegos (Empress-Pullmantur) ✏️ Blogs de Noruega

Antes de empezar con el diario, quisiera establecer como lectura imperativa (si eres de los pocos que no lo ha hecho) el diario que Pantomaca realizó en su momento sobre este mismo crucero. Es muy útil, instructivo, informativo y bien estructurado a la par que tremendamente divertido. Antes de realizar mi crucero, lo consideraba una especie de biblia crucerista fiordera:

www.losviajeros.com/ ...php?b=7532

Los siguientes diarios también son recomendables y yo personalmente, los leí dos veces cada uno:

www.losviajeros.com/ ...php?b=9428
www.losviajeros.com/ ...php?b=7523
www.losviajeros.com/ ...php?b=7500

Te preguntarás entonces querido lector, qué es lo que voy a aportar a estas estupendas intervenciones reseñadas anteriormente. Yo también he pensado lo mismo porque una vez leídos otros diarios, bien se puede pensar que no quedan casi dudas. Pues sí, alguna queda y yo intentaré dar un poco de luz sobre una de la que poca información he encontrado hasta el momento: las excursiones de la naviera Pullmantur. Si sigues los hilos del foro, verás que la mayoría de la gente ha optado por buscarse la vida por su cuenta en cada puerto o por contratar empresas de excursiones externas. Como mi pareja y yo contratamos el crucero escasamente un mes antes de su salida (a muchos el trabajo no siempre nos permite saber las vacaciones con seis o siete meses de antelación) tuvimos que organizar todo valorando un montón de información y opciones con el imperativo de que no me podría demorar porque el tiempo se nos echaba encima. Siempre es recomendable hacer una lista de pros y contras de cada opción y en nuestro caso, había un pro a favor de la naviera que tenía muchísimo más peso que las otras variables: el POR SI ACASO.

Empezaré por los contras, que básicamente son dos:
1) A mi pareja y a mi nos costó bastante reunir unos ahorros suficientes para pagar el coste del crucero y sus gastos adicionales. Y eran las primeras supervacaciones que nos íbamos a pegar desde que nos conocíamos. Con esto quiero decir que el principal inconveniente de las excursiones de Pullmantur estaba salvado: el precio. Ya lo habréis leído, pero yo lo reitero: SON CARAS, MUY CARAS. No se exactamente el coste que supone las excursiones que escogí si se hacen personalmente o con otra empresa, pero probablemente cuesten la mitad o incluso una tercera parte.

2) También había leído que dichas excursiones siempre van con prisas y que casi no bajas del autobús: eso es simplemente, en lo que concierne a nuestra experiencia, completamente falso. Puede ser que ocurra en otras excursiones pero no en las que hicimos nosotros. Nos dio tiempo a todo y no acabamos con la sensación de que nos hubiera gustado estar más en algún sitio. Los trayectos en autocar fueron los justos y necesarios, así que tampoco tenemos nada que objetar en ese aspecto.

Y ahora sólo hablaré del pro:
A mi pareja y a mi nos gusta mucho caminar y hacer deporte, por lo tanto escogimos excursiones que nos permitieran disfrutar de los fiordos lo más a nuestro aire posible. Dicho esto a mi pareja la operaron de una rodilla hace un año. Está completamente recuperada pero tampoco va por ahí haciendo parkour. Yo gracias a dios tengo buena forma física pero casi rozando las cuatro décadas, mis articulaciones ya no son lo que eran, por lo que intento cuidarlas todo lo que puedo. Y ahí está el quid de la cuestión. ¿Os suena la frase “la tostada siempre se cae por el lado de la mantequilla”? Efectivamente, nuestro “amigo” Murphy entra en juego. A sus leyes yo les doy la importancia que tienen, es decir, la que ese campo de las matemáticas denominado estadística establece, ni más ni menos. Como decía Aristóteles, la virtud está en el término medio por lo que no es prudente pensar que todo nos va a salir bien, pero tampoco todo lo contrario. El caso es que en la vida cotidiana, la gente se cae, se resbala, tiene accidentes, se despista, se pierde, no calcula bien el tiempo, se encuentra con un atasco imprevisto o Sergio Ramos marca un gol en el último minuto cuando habías apostado 300 euros con cuota 4 a 1 en Bet365 a que el Atleti ganaba la Champions League (lo siento colchoneros, otra vez será, jejejejejeje). Los imprevistos suceden a diario y, como yo soy un friqui de narices (superfricazo vamos), pues intenté minimizarlos en la medida de lo posible. Coger las excursiones de la naviera, nos evitaba tener que enfrentarnos a muchos de los referidos imprevistos y poder disfrutar más de las vacaciones. De ahí el por si acaso y la excursión en Flam (de la que daré mas detalles en su momento) nos dio la razón.

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Hacer este crucero en mayo-principios de junio tiene ventajas tales como el precio, aún hay nieve, la primavera y el deshielo que hace que las cascadas estén esplendorosas, no hay tanta masificación, etc.
Inconveniente principal: la meteorología puede ser peor, por estadística, que en pleno julio o agosto; y una apostilla: si viajas con Pullmantur Air, cuando llegues a la puerta de embarque y veas a la gente que espera, te puedes llevar una sorpresa.

Me explico: mi pareja y yo somos relativamente jóvenes, lo que se denomina treintañeros (más cerca de treinta ella, más cerca de cuarenta yo). En nuestro crucero había, sin exagerar, un 80% de gente mayor de 65 años (jubilados me figuro y puede que alcanzaran incluso un 90%). Así que os quede claro que si buscas un ambiente de nuestra misma edad, más dinámico o de familias con niños, en estas fechas probablemente no lo encuentres. Si eres de ese rango de edad, te lo vas a pasar pipa y bien merecidamente porque la impresión que tuve fue que, dentro del barco, se divertían como enanos. Eso sí, si tienes un crio de, por ejemplo, nueve años, probablemente la actividad más interesante que pueda hacer en el club Tibu sea comerse los mocos. Si eres veinte/treintañero, y quieres compañía de gente de tu edad, tendrás que buscarlos y había pocos en nuestro caso.

Del viaje en avión poco voy a añadir que no se haya dicho ya. Hicimos el checkin online y las etiquetas de las maletas las llevamos puestas y plastificadas de casa. En el embarque, siéntate y relájate en la sala de espera. Hay sitio de sobra para tus maletas de cabina (los jumbos de Pullmantur tienen mucho espacio) y, como había gente haciendo cola una hora y media antes del comienzo, pues recomiendo esperarse hasta el final. Supuestamente se embarca por filas. La realidad nos mostró que no fue así porque los que iban delante no se apartaban de la cola y tenías que avanzar casi a empujones. Nosotros reservamos asientos al lado de la puerta que está justo donde comienza el ala del avión. Así te aseguras que tus rodillas no tocarán el asiento de delante (yo mido 1'82) teniendo un viaje más cómodo y el desembarcar rápido ya que la escalera la ponen en esa puerta o en la de más alante, por lo que te quitas a mucho pasaje de encima, algo fundamental si quieres disfrutar de Trondheim como aclararé más adelante.

El barco, para nosotros, era un tema accesorio. Le doy la importancia que tiene en su justa medida que es la de llevarme de un puerto a otro de forma confortable, pero de ahí no pasaba. A lo que me refiero es que si buscas un barco que te deje alucinado, mejor pilla un viaje en el Allure of the Seas porque el Empress no lo hará. Como leí en estos foros, está viejuno, pero en general muy limpio. Las tareas de mantenimiento son diarias y las verás durante el crucero. El personal en general es amable y simpático (salvo recepción) y puedes encontrarte con trabajadores que dejen una honda impresión en ti, como fue en nuestro caso. Os recomendamos que habléis con ellos. Se nota que están deseando charlar con el pasaje y, si les hacéis un poco de caso, os contarán muchas cosas interesantes de cómo es su vida a bordo del Empress.

Con la comida me pasaba lo mismo. Para mi, en este viaje, comer tenía el objetivo de coger fuerzas y/o recuperarlas, cargar combustible para que el cuerpo funcione como toque. Mi novia procura cuidar su alimentación y este viaje no fue una excepción. Nada más y nada menos. Dicho esto, la comida en general estaba buena, y en algunos casos, llegaba a ser muy buena. Os lo detallaré más adelante, pero lanzo ahora una pregunta al aire: ¿por qué no hay cucharillas de café o postre en el barco? Comerse un yogur con cuchara sopera es algo extraño...

En lo que concierne al vestuario, habíamos leído que la gente en el barco suele ir informal: eso es cierto hasta que llega la cena, donde el nivel de emperifollamiento sube como la espuma, alcanzando su cénit el día de la cena de gala. Yo vi a gente con un modelo distinto cada noche (incluso hubo una agrupación de Móstoles con su traje típico madrileño) y en el spa nos comentaron (en el día de navegación) que la sección de peluquería y estética había trabajado a destajo sin tener prácticamente ni un momento libre. En cada etapa del viaje, haré un inciso para comentaros lo que vestimos ese día para que os podáis hacer una idea.

Otro aspecto importante para nosotros era internet. Habíamos leído que no funcionaba bien, pero no fue ese nuestro caso. Caro es, ya que pillamos un bono de 200 minutos que costó 32 euros. Pero el funcionamiento, sobre todo cuando el barco atracaba en puerto, era más que aceptable. De hecho una pareja que conocimos hablaba por skype con su familia todos los días. Yo recomiendo conectarse por las mañanas, porque a esas horas la conexión era más fluida que por las tardes antes de salir el barco. Los wifis públicos no van mal, pero tampoco son cosa del otro mundo (al menos los que yo probé).

Y ahora, comencemos con las etapas del viaje.

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Nuestro avión era el primero que salía de Madrid lo que nos posibilitaba, si no había retrasos, visitar Trondheim con cierta holgura. El viaje no fue tranquilo para nosotros: un par de parejas que facturaron de los últimos y protestaron airadamente por no poder sentarse juntos nos taladraron el oído de buen comienzo (si recomiendan ir tres horas antes al aeropuerto es por algo) y, una vez en el aire, tuvimos que soportar a una tripulación que estaba todo el rato de cachondeo entre ellos, hablando a toda potencia y pasando tres pueblos del pasaje, salvo para venderte un rascaygana o clavarte una de sus viandas a precios que ni en Noruega.

Pero cuatro horas pasan rápido y, en cuanto abrieron las puertas (pusieron de primeras sólo una escalera y no fue en la puerta que yo había previsto) salimos escopetados hacia las jardineras. Ahí entró Murphy en juego. Una azafata nos retuvo un poco antes de subirnos y pude ver como otra escalera se colocaba en “nuestra puerta”. Cogimos la segunda jardinera, que tardó un poco en salir porque el conductor estaba hablando con un colega, y directos a la terminal. Una vez en ella, escopetados otra vez hacia los autobuses, donde pudimos coger el segundo. El trayecto hacia el puerto nos enseñó lo que confirmamos los demás días: Noruega es preciosa, no, lo siguiente.

Y ahora llega el punto clave: cuando llegamos a la terminal del puerto, vimos que había que recorrer un largo pasillo, donde aprovechamos para adelantar a chorrocientos pasajeros. Al final del mismo había una mesa donde me pareció ver que daban zumos y bollería. Digo me pareció porque lo vi de pasada. Si tienes hambre llévate la comida de casa, porque si empiezas ya con el todo incluido, te comerás mucha cola. Simplemente cogimos un par de cuestionarios sanitarios de una mesa (necesarios para hacer el embarque -pon a todo que no, rellena tus datos y firma-) y nos pusimos a la cola que era de dos o tres parejas delante nuestra. Los trámites fueron rápidos, así que tras la foto de rigor con un ancla, ya estábamos en nuestro camarote.

Camarote que estaba más caliente que un fogón a todo trapo en el desierto del Sáhara. No problem, se baja el aire al mínimo, se dejan las maletas de cabina y a patear Trondheim. Estuvimos algo más de dos horas callejeando y mis recomendaciones se reducen a ver la plaza que está en Kongens Gate, la Catedral, el puente Gamble Bybro y subir a la fortaleza Kristiansen, que tiene unas vistas preciosas (una representante de la oficina de turismo proporcionaba planos de la ciudad en los que las indicaciones estaban muy claritas). Nosotros estuvimos dos horas a ritmo de paseo y parando a curiosear cada dos por tres, pero creo que con una hora y media te basta para ver lo principal de la ciudad.

Momento vestuario: yo llevaba de Madrid una camiseta de manga larga y unos chinos y, como hacía bastante fresco en Trondheim, me puse un forro polar y un chaleco shoftshell que llevaba en la maleta de cabina. Zapatillas de deporte para caminar.

Al volver al buque pudimos ver aún a gente del segundo avión de Madrid (que salió con algo de retraso) haciendo cola para entrar por primera vez en el barco, lo que retrasó tanto la salida del crucero como el simulacro de emergencia. Al entrar en el camarote, el calor seguía siendo insoportable y ahí entró en juego nuestro asistente de cabina, Don Elías, al que habría que hacerle un monumento. De primeras, nos saludó por nuestros nombres (después averiguamos que se aprendía los de todos los pasajeros a los que limpiaba la habitación). El se encargó de avisar a mantenimiento del problema, y nos explicó cuatro cosas sobre el camarote. Después de eso tocó simulacro, el cual me pareció más simple de lo que me esperaba; luego nos fuimos a cenar en el buffet (donde había muy poca gente) algo ligero que se nos echaban las 23:00 encima y queríamos ir a la cita con la gente del foro en el salón Rendez-vous. Pero Murphy nos rondaba de nuevo y justo cuando terminábamos de lavarnos los dientes vino el técnico del aire, el cual nos hizo un arreglo provisional (haría el definitivo al día siguiente) que tardó más de media hora Cuando llegamos al Rendez-vous, no quedaba nadie para pena nuestra por no poder conocer al resto de la gente del foro que tanto nos había ayudado.

Estuvimos un ratito viendo el anochecer interminable de esas latitudes y al volver al camarote, nos sorprendió tener la habitación otra vez arreglada (como era nuestro primer crucero desconocíamos que hacen los camarotes dos veces al día). La noche fue tranquila y no hubo movimiento del barco, por lo que pudimos cargar las pilas a conciencia para el día siguiente.

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