ESCOCIA. DESCUBRIENDO EL PAÍS DEL CARDO ✏️ Blogs de Reino Unido

Escocia es un destino al que le teníamos ganas desde hace tiempo, así que este año cuando empezamos a pensar a dónde iríamos, fue la primera opción. No hubo dudas ni alternativas posibles, desde un primer momento lo tuvimos claro. Así que el siguiente paso fue mirar billetes de avión, y después de sopesar varias opciones, cogimos los billetes con Ryanair, Málaga-Edimburgo-Málaga por 259 euros los dos ida y vuelta. Unos 15 días antes de cogerlos estaban a 400 euros y no los compramos porque aún faltaba bastante tiempo, así que cuando un día, aburrida delante del ordenador, se me dio por mirar y los vi a ese precio, los cogimos rápidamente.

Lo siguiente que teníamos claro era que la mejor opción para movernos era alquilar un coche, aunque al principio a mi pareja no le hacía mucha gracia porque como él dice, “conducen raro”… Pero una vez superadas las reticencias iniciales sabíamos que con coche tendríamos mucha más libertad de movimiento, de horarios, de opciones… Así que una vez más buceé por el foro buscando experiencias de otros viajeros y decidimos alquilar con Celtic Legend ( www.celticlegend.co.uk/car/ ). No nos arrepentimos, buen trato a través del email y una vez allí, todo tal como nos habían dicho, sin cláusulas raras ni sobreprecios “sorpresa”. Alquilamos un coche de grupo 3 por el tema del equipaje, y nos dieron un Kia Ceed con menos de un año de antigüedad y poco más de diez mil millas.

La opción que elegimos para el alojamiento fueron los B&B, nuestra primera experiencia en este tipo de alojamientos, y debo decir que quedamos encantados y lo recomiendo totalmente. En todos los que estuvimos no faltaba detalle, habitaciones cómodas y cuidadas, unos desayunos espectaculares y, sin duda lo mejor, un trato exquisito por parte de todos los propietarios.

Después de todos los preparativos, ¡por fin llegó el día! Jueves 16 de junio y allá que vamos hacia Málaga. Para dejar a nuestro querido coche “en buenas manos” optamos por el parking de larga estancia ( www.largaestancia.com/ ), nos gustó esta opción porque no hay que dejar las llaves del coche y por su precio, 40, 80 euros hasta el día 26.
El vuelo despegó con unos 20 minutos de retraso sobre su hora prevista (las 21:20 horas) y fue cómodo. Aterrizamos en Edimburgo y después de coger el equipaje el siguiente paso es averiguar dónde se coge nuestro taxi, reservado on line a través de Onward Travel ( www.onwardtravel.com/ ) Nos decantamos por esta opción porque ya que aterrizábamos tarde queríamos llegar cuanto antes a nuestro alojamiento y no había mucha diferencia con lo que nos hubiera costado coger dos autobuses. Para ir a la “oficina” (es poco más que un mostrador” de la compañía hay que salir de la terminal, girar a la izquierda y andar unos pocos metros hasta una marquesina que ya tiene el cartel de las compañías de taxis. Ya al inicio hay un par de empleados, le mostramos la reserva y directos hacia el coche.
Llegamos a nuestro B&B, el St. Conan´s ( www.stconans.co.uk/ ) sobre la 1 de la mañana y nos estaban esperando, tras enseñarnos la habitación y comentarnos los horarios del desayuno nos fuimos a descansar que al día siguiente nos esperaba Edimburgo. La habitación estaba decorada en tonos azules y era sencilla pero muy agradable, nos pareció una muy buena relación calidad-precio por 60 libras la noche.

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El viernes nos levantamos descansados y con muchas ganas de conocer la ciudad. Al bajar a desayunar conocimos a Jim, que sería nuestro “anfitrión” el resto del tiempo que estuvimos alojados en Edimburgo. El desayuno muy completo, pero nosotros no somos de grandes comilonas y no probamos el Scotish breakfast, nos “conformamos” con unas tostadas, yogures, queso… vamos, que hambre no pasamos.

Aunque teníamos un plano del centro de Edimbrugo, Jim nos dio uno un poco más completo y nos dijo que al centro se tardaba unos 20 minutos andando, así que como no era mucho y nos gusta caminar, optamos por ir a pata. No llevábamos ni cinco minutos en la calle cuando la predicción meteorológica se cumplió y empezó a llover, pero era una lluvia fina que no molestaba. Lo bueno del camino es que era todo en línea recta por una avenida que aunque va cambiando de nombre es siempre la misma, y se cruza con la Royal Mile. La idea que llevábamos era hacer esa mañana el tour guiado que nos recomendó un amigo que estuvo allí unos meses antes ( www.realtoursedinburgh.com/ ...ratis.html ) . El problema fue que sólo estábamos nosotros dos y nos comentó la guía que necesitaba un grupo de al menos cuatro o cinco personas, y que si queríamos ir con la competencia o si preferíamos volver mañana con ella. Optamos por la segunda opción cuando vimos que el otro grupo era bastante numeroso, y nos dijo que al día siguiente nos hacía la ruta sí o sí, con más gente o sólo con nosotros. Al no hacer la ruta, decidimos ir subiendo por la Royal Mile para visitar el castillo. No hicimos más de cinco minutos de cola y ya teníamos nuestros Explorer Pass ( www.historic-scotland.gov.uk/ ...plorer.htm ) de 7 días en la mano, así que ¡para dentro! Llovía a ratitos, pero con poca intensidad, así que era un poco rollo el trasiego pon chubasquero-quita chubasquero- pon gorro de lluvia-quita gorro de lluvia…

Después de recoger la audioguía, empezamos a “explorar”. El castillo es realmente un recinto con varias edificaciones que me recordó, salvando las distancias, a la Torre de Londres y se ven unas bonitas vistas de la ciudad. Entre pitos y flautas eran las 11 y media de la mañana, pero teníamos ganas de verlo con calma y fuimos disfrutando de cada edificio.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Desde luego que la visita al castillo no se nos olvida, porque nos pasó la principal anécdota del viaje… Dentro de una de las torres, viendo que había parado de llover y que no hacía nada de frío, me quité el chubasquero con tan “buena suerte” que oigo un “clonc” y digo “nooooo, la cámara!!!”, para un segundo después oir cómo rebotaba en el suelo de madera de la pasarela y se colaba por entre los barrotes de la barandilla para caer a unos dos metros ¡¡en el suelo de la torre!! Mi pareja y yo nos miramos como diciendo “esto no nos está pasando”… pero sí, allí abajo estaba nuestra cámara, espanzurrada, con la tapa del compartimento de las pilas abierto y con pinta de estar más muerta que viva… Así que allá va mi pobre chico a buscar a algún empleado del castillo para ver si nos la podría “rescatar” cual princesa encerrada en la torre… Al cabo de unos minutos que se me hicieron eternos, volvió con un hombre muy agradable, que accedió por la parte baja de la torre y nos rescató a nuestra querida cámara, entera pero sin pilas. Al ver que faltaban las pilas el hombre volvió a buscarlas, y ya nos dio apuro tenerlo allí busca que te busca, así que le dijimos que las dejase, que teníamos pilas de repuesto. Le pusimos pilas nuevas y… ¡¡¡milagro!!! Estaba viva!!! Así que superado el susto, seguimos explorando el castillo, pasando por todos los edificios aunque la hora de comer se nos echaba (y pasaba) encima.

Pasadas las dos y media salimos del castillo, y decidimos bajar la Royal Mile buscando un sitio abierto para comer. Llegamos al Deacon´s Brodie y vimos que servían comidas hasta las cinco de la tarde, así que allá fuimos. Un par de hamburguesas ricas y enormes de pollo y dos refrescos por 23 libras, así que es un sitio que recomendaría. Salimos y pasaba algo de las cuatro, así que fuimos a echar un vistazo rápido al Museo de Escocia, porque cerraban a las cinco pero queríamos ver al menos a Dolly, más por curiosidad que otra cosa. Y allí está famosa oveja, en una caja de cristal dando vueltas y más vueltas… me pareció un poco humillante para la pobre Dolly.
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Después del museo fuimos hasta el cementerio de Greyfriars buscando al famoso Bobby, porque reconozco que es una historia que me encanta, el cariño que demostró ese perrito por su dueño para estar 14 años al lado de su tumba!! Cuánto deberíamos aprender las personas de ti, Bobby!! Después dimos una vuelta al cementario, con una sensación un poco de yuyu por la zona donde está la tumba de Mckenzie, porque hace poco habíamos visto en la tele que esa zona la cerraron hace unos años y que hay unos niveles de actividad paranormal muy altos. Así que una pasadita rápida, salimos y volvimos hacia la Royal Mile, para ver la Catedral de St. Giles. De la catedral lo que más nos gustaron fueron las vidrieras y la capilla de la orden del cardo, que, aunque no lo parezca, fue construida a principios del S. XX. Aunque es más sobria que otras catedrales, merece dedicarle un rato para visitarla, al menos desde mi punto de vista.

Después de ver la catedral, seguimos bajando la Royal Mile hasta el nuevo Parlamento, diseñado por Enric Miralles, y el Palacio de Holyrood, haciendo a medio camino una paradita para tomar un chocolate porque hacía algo de frío. Reconozco que en vivo el parlamento no me pareció tan feo como en las fotografías.

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Desde allí subimos hacia Carlton Hill para ver los monumentos a Nelson, el monumento Nacional, etc, pero, sobre todo, las bonitas vistas que hay de la ciudad, que no nos decepcionaron en absoluto.

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Como a las 21:30 íbamos a hacer la ruta de los fantasmas, decidimos que era ya hora de volver hacia el centro para cenar, porque después de la ruta iba a ser ya muy tarde. Así que como era bastante temprano para lo que estamos acostumbrados y no teníamos mucha hambre, nos fuimos a un Pizza Hut al lado de la Royal Mile, donde comimos una pizza y un plato de pasta, con un refresco y un botellín de agua por 20 libras. Justo al terminar de cenar nos fuimos al punto de encuentro para hacer la ruta. Fuimos un grupo de 7 personas, y lo pasamos muy bien. No pasamos miedo (cosa que agradezco) pero sí nos parecieron muy interesantes las historias que van contando, y no nos arrepentimos en absoluto de haberlo hecho. Una vez finalizado el tour, damos un pequeño paseo por la Royal Mile y después al B&B a descansar que mañana será otro día.

Después de desayunar con la agradable compañía de Jim, nos fuimos andando hacia la Royal Mile para hacer el tour guiado que empieza a las 11 de la mañana, así que no madrugamos demasiado. Ya de camino las nubes no auguraban un día muy bueno, pero lo que no sabíamos en ese momento es que nos iba a diluviar casi todo el día. Unos minutos antes de las 11 llegamos al punto de encuentro y a las 11 en punto empezamos la visita. Nos gustó mucho, porque aunque varios de los sitios ya los habíamos visto el día anterior, te van contando historias y curiosidades que lo hacen mucho más ameno. La visita duró casi tres horas, durante las cuales no paró de llover, y cada vez con más fuerza. A pesar de los chubasqueros, gorros y paraguas acabamos con una mojadura importante, pero no nos arrepentimos en ningún momento de haberla hecho. La ruta comienza en la Royal Mile, hace varias paradas como el Mercat Cross, la catedral, el cementerio de Greyfriars, Grassmarket, y bastantes otras, para terminar en Princess Street Gardens. Fueron casi tres horas de ruta, así que al terminar decidimos que lo mejor era ir a comer por la hora y porque nos apetecía dejar de mojarnos durante un rato. Como estábamos cerca y lo habíamos visto recomendado en el foro y por un amigo, nos fuimos a The Standing Order, y nos pareció una muy buena elección. El local es muy bonito, y comimos un plato (Gammon Steak) y una bebida cada uno por menos de 20 libras.

Después de comer ya habíamos pensado ir a visitar Rosslyn y oh, sorpresa, a los dos minutos de estar en la calle, vuelve a empezar a llover. Cogimos el bus número 15 en Princess Street y poco más de media hora después ya habíamos llegado. Tras coger las entradas (15.40 libras los dos) allá que fuimos a ver la capilla. Es muy curiosa porque es bastante diferente a todas las iglesias que había visto hasta ahora, pero debo de reconocer que después de haber oído hablar tanto de ella, me esperaba algo más. Como el día estaba lluvioso, en cuanto terminamos de ver la capilla, cogimos el bus de vuelta a Edimburgo porque no apetecía mucho quedarse paseando por allí.

Ya de nuevo en la ciudad, fuimos a dar una vuelta para comprar algún recuerdo, y a tomarnos un chocolate para entrar un poco en calor y descansar de la lluvia, que ya nos tenía un poco aburridos. Como aún era temprano para cenar nos fuimos a dar de nuevo un paseo por la zona de Victoria Street y Grassmarket, que nos había gustado mucho cuando la vimos esa mañana durante el tour.

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Ese día decidimos cenar en The Elephant House porque había leído en el foro que estaba bien, ya que ninguno de los dos nos hemos leído ningún libro ni ninguna película de Harry Potte, aunque parezca raro… Nos pedimos una ensalada césar, una pizza y una bebida cada uno, más dos porciones de brownie por poco más de 19 libras, así que me pareció una muy buena opción si se quiere una cena o comida no muy contundente.

Salimos de cenar y como al día siguiente nos íbamos ya de Edimburgo, quisimos dar un último paseo por la Royal Mile, cómo no, bajo la lluvia… A pesar del mal tiempo de ese día, la ciudad nos gustó mucho y de camino al bed and breakfast nos hacíamos una pregunta: ¿cómo será Edimburgo con sol???? Seguro que mucho más bonito todavía, esperamos verlo algún día así.

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Ya es domingo y toca despedirse de Edimburgo y de Jim y su B&B. A pesar del mal tiempo, aunque hoy de momento estaba bastante despejado, nos vamos contentos en todos los aspectos. Al subir de desayunar, llamamos a Arnold Clark tal y como nos había comentado Willie en sus e-mails y en poco más de 20 minutos llegan a recogernos para llevarnos a las oficinas, cosa que se agradece porque te despreocupas de averiguar cómo se va y de andar cargando con las maletas por medio Edimburgo.
Llegamos, firmamos el contrato y nos entregan a nuestro “car”, así que ¡¡listos para empezar la ruta!! Mi pareja iba un poco nervioso por tener que conducir por la izquierda, pero la verdad es que la chica nos indicó bien por dónde teníamos que salir y sólo hubo que ir siguiendo las señales. Que fuese domingo por la mañana nos vino fenomenal, ya que no había demasiado tráfico.

En un primer momento, cuando elaboré el itinerario había pensado ir por la costa, pero un día rebuscando información vi el Loch Leven Castle y me entraron ganas de ir. Me dio la sensación de ser la típica estampa escocesa, el lago con su castillo en una pequeña isla, así que nuestra primera parada sería Kinross y su castillo. Durante bastantes kilómetros fuimos por la circunvalación de Edimburgo y la autovía, hasta llegar al desvío a Kinross. Allí fuimos siguiendo los carteles y llegamos al parking, como iba incluido en el Explores Pass sólo fuimos a que nos sellaran nuestro “pasaporte” y a esperar la lanchita que te lleva al castillo.

Tras una pequeña espera, llega la barca y allá que nos vamos, en unos diez minutos llegamos a la isla. Del castillo apenas quedan los muros exteriores y una torre en pie, así como otros restos derruidos, y es muy pequeño. Nos sorprendió que dentro de los muros del castillo había varias familias… ¡¡¡de barbacoa!!! Me quedé sorprendida, pero teniendo en cuenta que apenas había turistas, se ve que lo consideran más un parque que un monumento. Nos dimos una vueltecita por el castillo y la isla, que es realmente pequeña, y en aproximadamente una hora cogimos la lancha de vuelta. Una vez visto, hay que reconocer que no es espectacular, pero sí pintoresco por dónde está situado. Sabiendo lo que es, creo que hubiera sido más interesante la ruta por la costa, pero ya no había marcha atrás, así que hay que disfrutar de lo que se ha visto y no pensar en lo que se quedó por el camino.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Volvimos a coger el coche y nuestro siguiente destino fue Crail, un bonito pueblo costero en el que estaban de fiesta, pero no pudimos parar mucho porque queríamos llegar a St. Andrews con tiempo de ver la catedral y el castillo y además al salir de Edimburgo algo más tarde de lo que pensábamos, el tiempo se nos echaba encima.

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De Crail a St. Andrews hay poco camino y enseguida llegamos. Aparcamos en una calle muy cerca de la catedral y volvimos a sacarle partido a nuestro Explorer Pass. La catedral nos gustó mucho, a pesar de estar en ruinas te haces una idea de lo impresionante que tuvo que ser en sus buenas épocas, y nos gustó mucho ir curioseando entre tumbas y ruinas y vimos el pequeño museo que tienen al lado de la tienda y venta de entradas. La pena es que la lluvia volvió a aparecer de nuevo, pero ya nos estábamos acostumbrando a su presencia…

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Después de subir a la torre y ver las vistas, nos dirigimos al castillo porque no faltaba mucho tiempo para que cerrara. El castillo nos gustó mucho, sobre todo por las vistas que tiene y su situación al lado del mar. Incluso bajamos un tramo del pasadizo, pero no nos aventuramos demasiado porque ya era casi la hora de cerrar.

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Al salir del castillo nos fuimos a dar una vuelta por la calle principal y fuimos a ver la universidad, tras una pausa para tomarnos un café y una porción de tarta, que ese día habíamos comido sobre la marcha y ya había un agujero en el estómago. Después de callejear más por el pueblo, bajamos a dar una vuelta hasta la playa, como no recordando las escenas de la película Carros de Fuego.

St. Andrews nos pareció un lugar muy agradable para pasar unas horas, pero ya era hora de coger el coche para llegar a nuestra última parada del día, Stonehaven, que aún nos quedaban unos cuantos kilómetros. En este trayecto agradecimos que fuese por autovía, que para ser el primer día de conducción por la izquierda, se lleva mejor saber que no te vas a encontrar a ningún coche de frente. Lo peor, sin duda, la manta de agua que nos cayó, casi no había visibilidad y ahí alucinamos con lo que les cuesta a los escoceses encender las luces del coche…

Llegamos a Stonehaven sobre las ocho de la tarde y nos dirigimos directamente a nuestro B&B, el Glennifer ( www.gleniffer-stonehaven.co.uk/ ) , que nos gustó mucho y su dueño, Frank, nos pareció majísimo y nos dio recuerdos para nuestra amiga Beatriz. La noche nos costó 70 libras, e incluso nos recomendó un par de sitios para cenar, y tenemos que decir que el que elegimos fue un acierto. Después de dejar las maletas, nos fuimos directamente hacia el puerto y cenamos en The Ship Inn, un restaurante con bonitas vistas a la bahía y donde cenamos un plato y una bebida cada uno por 29 libras. Nos apetecía un postre, pero como ya estaban casi recogiendo y éramos los únicos que quedábamos en el comedor (eso que eran las 21:30) nos dio un poco de apuro y pedimos directamente la cuenta. Como hacía buena noche, nos fuimos a dar un paseo por el puerto, donde nos llamó la atención lo bajo que se queda el nivel del mar con la marea. Tras un paseo por el resto del pueblo, que es pequeñito, nos fuimos a dormir.

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