COSTA RICA- UN PAÍS. MIL COLORES ✏️ Blogs de Costa Rica

1- LLEGADA E INICIO EN P.N.TORTUGUERO:

El vuelo fue puntual y llegó a la hora prevista al aeropuerto Santamaría en Alajuela. En 45 minutos estábamos en el centro de San José. Anochece pronto, a las 6 de la tarde se pone el sol. Dejamos las cosas en el Hotel Colonial y apenas nos da tiempo de dar un paseo por el centro que a esa hora está lleno de gente. Las colas esperando el bus y en los cajeros son largas.
Recorremos las calles principales y la peatonal y nos sorprende la cantidad de zapaterías que hay. El olor a plástico chino llega hasta la calle. Vemos el teatro nacional y cenamos en un local al lado del Museo nacional, “Nuestra tierra”. Pagamos el pato de recién llegados, la comida era buena, pero 65$ por una brocheta de pollo con palmito en salsa nos parece excesivo. Lo dicho, después de la comida de Iberia aquello nos pareció una delicia.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano (05:45) para dirigirnos a Tortuguero. Como siempre alguno se presenta tarde a la recogida del autobús y esto retrasa la salida de San José. La verdad es que bajo mi punto de vista haber alquilado un coche hubiese convertido mis vacaciones en un suplicio de horas al volante. Pronto nos vemos inmersos en el parque nacional de Braulio Carrillo donde el espesor de la vegetación poco menos que se devora el asfalto. Cruzamos río Sucio, el nombre no es porque esté realmente sucio, sino porque lleva sedimentos naturales que le dan un color dorado.
Paramos en Guapiles para desayunar el famoso “Gallo Pinto” que es un arroz con fríjoles, acompañado de huevo, fruta, café…etc. Demasiado contundente para un estómago acostumbrado a unos cereales con leche.
Después de unas cuatro horas llegamos a Siquirres e iniciamos un último trayecto por una carretera pedregosa de una hora y media hasta el embarcadero de Caño Blanco.
El camino está secundado por kilómetros y kilómetros de plantación de plátanos de dos compañías Chiquita y Del Monte. Ambas cuentan con aeródromo particular y con el mismo sistema de cultivo y recolección. Los racimos están envueltos en una bolsa azul para proteger a los plátanos de los pesticidas y rayos del sol. Lo más sorprendente es la forma de recoger los racimos. Se realiza por hombres corriendo, apoyados en un cable van tirando del orden de una docena de racimos durante varios kilómetros hasta llegar a la fábrica donde son lavados y tratados por calidad para su distribución perfectamente etiquetados. Hacemos una parada en la fábrica de Del Monte donde vemos insitu la tarea. Allí, un hombre que vendía cocos estaba acompañado por un escarabajo tan grande como mi mano.

A la llegada del embarcadero llovía. Nos subimos a la lancha y en una hora y media navegando por el canal llegamos finalmente a Tortuguero. El paisaje desde el primer momento era espectacular. La vegetación es alta y verde hasta la misma orilla del río.
Llegamos al Lodge Evergreen. Una chocita de madera con mosquitera para favorecer la ventilación y evitar la entrada de insectos. Tiene un ventilador a velocidad de tortuga, dos camas, una de 1,35 y otra de 90 y un baño muy pequeño. Echamos en falta sobretodo el aire acondicionado ya que la humedad era del 95%.
Nos ofrecen un cóctel de bienvenida que viene muy bien.

Esa misma tarde visitamos el pueblo de Tortuguero. Mucho calor y humedad.
Nos explican donde y como desovan las tortugas. Ahora no es época pero todavía quedan restos de la última vez como la cáscara de un huevo.
Dado que a las seis de la tarde se hace de noche, en Costa Rica se cena temprano. Las comidas en el Lodge son bastante pobres y con poca variedad. Lo único bueno son las verduras y la piña es excelente. El pollo se repite. Otros que fueron al Pachira Lodge nos comentaron que era prácticamente igual.

Al día siguiente madrugamos para realizar la primera excursión. Los monos aulladores son nuestro despertador. Los sonidos toda la noche son espectaculares. Sonia tiene que dormir con tapones en los oídos.
Había llovido toda la noche pero a eso de las siete para. Comenzamos a recorrer los canales y pronto vemos las primeras aves madrugadoras y unos monos araña. Después los cariblanca o capuchinos más vivarachos, garzas, un cocodrilo y un par de Tucanes. Nos vemos envueltos en sonidos por todas partes.

Dos horas después volvemos al lodge para desayunar y una hora después iniciamos una excursión por tierra. Son senderos llenos de barro por lo que en el Lodge nos dejan unas botas de agua. Observamos una flora diversa, las heliconias me encantan. Fenomenales las explicaciones de nuestro guía Gerardo.
Aunque en principio no estaba contratado, por la tarde nos dejan gratuitamente repetir excursión por los canales, esta vez en otra dirección. Vemos innumerables osos perezosos, un tucán y monos capuchinos, pero a una distancia que ya permitía hacer unas fotos aceptables. Hubiera sido una pena perderse esta excursión. Mucho mejor que la de la mañana.

Después de la cena compartimos una copa con una familia madrileña: Maribel, Manolo y su hija Nerea con los que conversamos hasta cerrar el chiringuito. Son unos viajeros fantásticos y conversar con ellos sobre sus viajes a los Fiordos, crucero de Grecia y la Patagonia fue un placer. Destinos que por otro lado los tenemos pendientes.

Al día siguiente nos despedimos de Tortuguero con un diluvio impresionante. El bote que nos trasladaba surcó los canales entre una estela de agua que de vez en cuando se colaba y nos empapaba.
Llegado al embarcadero nos suben en un autobús hasta Siquirres donde nos separan según destinos. Tan solo tres parejas nos vamos a Cahuita el resto se dirigen a Arenal.

2- P.N. CAHUITA Y MANZANILLO

Después de una comida, como yo digo “de batalla”, iniciamos el viaje a Cahuita. Desde Siquirres es de unas tres horas y solo vamos nosotros en una Van con Vinicio nuestro chofer y su perrita Papita, una chiguagua muy cariñosa.
Cruzamos el pueblo del Limón. Me llama la atención la mezcla racial, el cementerio con las tumbas alicatadas (así son en todo el país) y una zona delimitada y algo “vip” para la comunidad china que por aquí es numerosa.
La lluvia nos esperaba en el caribe sur y la primera impresión de Puerto Viejo no es muy buena. Sus calles están llenas de baches y la lluvia afea un paisaje triste y solitario. Las primeras playas que vemos son muy peligrosas para el baño y sus arenas son oscuras. Ya sabíamos de antemano que este no iba a ser un viaje de sol y playa pero también es cierto que hemos esperado mucho para poder visitar este país en la temporada seca… Nuestro miedo era no poder realizar el snorkel planificado para el día siguiente.
El hotel es el Shawanda Lodge. Su dueña francesa eligió este nombre por que así se llamaba una niña del lugar. Son cabañas de madera, individuales, muy espaciosas, con una cama de dos metros, sin aire acondicionado pero con ventilador y mosquiteras en las ventanas. Lo mejor es el baño con una gran ducha y decorados por un ceramista francés. Le falta televisión y aire acondicionado, al igual que en Tortuguero la humedad es alta.

Esa noche teníamos intención de acercarnos a Puerto Viejo pero el diluvio era tal que decidimos cenar en el hotel. Pasta con verduras, Pasta con osobuco, cerveza y Coca Cola, 41$. Tienen muy buena cocina.

Al día siguiente madrugamos, la lluvia por fin había cesado después de toda una noche pasada por agua. El desayuno es muy bueno. Plato de fruta con mango, piña, melón, plátano y sandía. Café y huevos revueltos, tostadas, mantequilla y mermelada.
Vinicio nos recogió a la hora prevista para acercarnos al Parque Nacional de Cahuita. Son muy puntuales, serios, amables y profesionales en Costa Rica. En este caso sumo a esto su generosidad ya que nos invitaron (gratis) a realizar una excursión por la tarde a Manzanillo, una reserva protegida más al sur, casi frontera con Panamá. Se encuentra a unos 25 kilómetros de Cauhita y 12 de Puerto Viejo. Por supuesto accedimos. Todo un detalle por parte de Vinicio.
Ya en el embarcadero del pueblo de Cahuita vimos que el mar estaba todavía un poco revuelto. Hacia calor y el sol empezaba a asomar. Nos subimos en la barca con un veterano capitán y Ricardo un nicaragüense enamorado del mar, que sería nuestro guía dentro y fuera del agua.
Increíblemente el snorkel fue excelente y se veían muchos peces y corales. De las mejores experiencias bajo el agua. Ricardo demostró ser un maestro y nos guiaba de manera magistral. Además solo éramos nosotros dos en la excursión.

Después de un par de horas el capitán nos dejó en la misma playa del parque para tomar un tentempié y continuar nuestra visita por tierra. Allí nos encontramos a una pareja de recién casados madrileños a los que convencimos para que se lanzaran a “snorkelear”. Ella tenía un poco de miedo, pero se convenció y como constatamos por la noche, fue todo un acierto. Recuerdo mi primera vez y también tenia mis dudas, ahora me encanta. No quiero ni pensar lo que sería realizar submarinismo!
Continuamos la visita por un sendero pegado a la playa y gracias a Ricardo pudimos ver varios animales. Osos perezosos, monos, una serpiente. Pero lo que más me gustó fue ver por primera vez el Basilisco, ese animal que normalmente vemos en los documentales corriendo sobre el agua a una velocidad imposible. Estaba reposando sobre unas ramas y tan mimetizado que sólo un guía experto es capaz de verlo.

El calor apretaba y las espaldas se habían puesto coloradas y eso que estaba bastante nublado.
A la una de la tarde recogimos a una pareja de alemanes y nos dirigimos a Manzanillo.
Puerto viejo ahora ya mostraba su cierto encanto y sobretodo dejaba huella de ser un lugar muy autentico.
Manzanillo a diferencia de Cahuita es un recorrido mucho más complicado ya que se trata de un sendero de subidas y bajadas y lleno de barro.
Mucho más bonito ya que esto provoca que haya miradores naturales y playas desiertas a lo largo del recorrido. Terminamos de barro hasta las orejas…

Amenazaba de nuevo la lluvia, asi que decidimos terminar el recorrido después de unas tres horas. El recorrido completo de Manzanillo son doce kilómetros de ida y otro tanto de vuelta por tanto se necesitaría un día entero.
A los cinco minutos de llegar a nuestra habitación comenzó a diluviar. Después de una ducha reparadora decidimos coger el bus público que pasa a unas horas determinadas al día tanto en dirección norte hasta el Limón, como en dirección sur hasta Manzanillo/Sixaola (Frontera con Panamá). El coste desde nuestro hotel a Puerto Viejo es de unos 2 dólares, en taxi costaba unos 8 dólares.
En Puerto Viejo nos encontramos con la pareja madrileña y efectivamente estaban encantados con el Snorkel. Habían contratado un taxi local para todo el día por 100$ pero les había dejado en el pueblo.
Así que tomamos una copa en uno de los locales de la calle principal. Fueron varios los que nos ofrecieron todo tipo de “sustancias fumables”. Puerto viejo es de ambiente afrocaribeño y hay mucha presencia jamaicana y por supuesto mucho “Rasta”, así que ya os imagináis…
En frente teníamos el tan nombrado Tamara así que decidimos cenar juntos. Aquí los restaurantes típicos se llaman Sodas y Tamara lo era. Nos decidimos por un Pargo (pescado) fantástico, una cerveza y un buen jugo de mango por apenas 30$.

La vuelta al hotel en taxi fue memorable.
No pudimos elegir peor taxi. Una de las ruedas era más grande de lo normal y hacía un ruido insoportable al rozar con la chapa. El parabrisas estaba, más que empañado, mugriento y no dejaba de llover. La calle tenia tantos baches que tenia que ir de izquierda a derecha de la calzada tratando de esquivarlos. Primero dejamos a nuestros compañeros en su hotel ya que se hospedaban en el Caribbean Blue. Nos despedimos ya que ellos partían hacia Arenal al día siguiente. Continuamos hacia el Shawanda que estaba a unos cuatro kilómetros pero de repente el coche naufragó en un charco inmenso. Nos bajamos y al final consiguió sacar el coche de aquel agujero. Por fin llegamos a nuestro hotel. Seguía lloviendo…

Nuestro último día en Puerto Viejo amaneció para no variar, lloviendo. Nos acercamos temprano al pueblo para realizar algunas compras. Me encantó su ambiente a pesar de la lluvia.
Lo único que compramos fue unos pareos ya que el resto de cosas nos parecen más de lo mismo. Llovía tanto que nos tuvimos que refugiar en un pequeño local a tomarnos un jugo de mango. Nos hicimos valientes y decidimos irnos a una de las mejores playas de la zona Punta Uva. Cogimos de nuevo el bus en dirección Manzanillo y nos dejó en la misma entrada de la playa.
Realmente era una playa excelente, con un gran arenal. Apenas había unas pocas familias locales. No había turistas por ningún lado.

Lloviznaba pero sacamos el bañador de la mochila. A eso de la una nos fuimos a comer a un local al lado de la playa. Macarela (Pescado) con plátano verde frito, una cerveza, coca cola y de postre nos dimos un homenaje con dos mojitos excelentes. Total 36$.
Nos encanta probar los productos locales, comida sencilla y sin grandes historias.

Aprovechamos bien la tarde. El bus pasaba de vuelta a las cinco y media asi que llegamos al hotel cuando estaba anocheciendo. La lluvia volvió a aparecer y decidimos cenar en el hotel. Como ya dije, tiene una cocina excelente.
Tomamos corvina (pescado) al estilo caribeño en hoja de plátano, con jengibre y comino, 45$. A mi me encantó. A Sonia el jengibre no le dejó convencida.

3- VOLCÁN ARENAL

El viaje desde Puerto viejo hasta Arenal fue el más largo. Salimos a las ocho de la mañana y llegamos a las cuatro y media de la tarde. Aquí los viajes son tremendamente pesados.
El hotel Manoa es excelente. Para nada las fotos vistas en Internet le hacen justicia. Se trata de adosados en madera con 4 habitaciones en planta baja rodeados de jardines.
La habitación es muy grande con dos camas de dos metros y en frente una cristalera que permite tener siempre a la vista el volcán. Baño amplio y gran plato de ducha. Televisión, por fin, ya que nos encanta ver las televisiones locales. Aire acondicionado que nos vino muy bien para quitar la humedad que la ropa traía del periplo caribeño. El volcán a nuestra llegada estaba algo tapado por las nubes. Sabemos que hay que tener mucha suerte para ver el volcán en todo su esplendor.
Lo primero que hicimos fue llamar a la agencia que gestionaba nuestro itinerario en Costa Rica a través de Viva Tours ya que nos habían programado la salida hacia Monteverde al día siguiente a las ocho de la mañana. En nuestro contrato teníamos la mañana libre para poder visitar la zona. La persona de Smilo que me atendió resolvió el tema de forma ágil y eficiente. Nos recogerían a las 14:30. Atención porque después preguntando a otra gente española, parece ser que lo de las ocho de la mañana es lo habitual y de esta manera te trasladan todo el camino por carretera y esto supone una hora y media más de viaje. Nosotros cruzamos el lago arenal en barca y continuamos por carretera. La vista del volcán desde el lago es magnifica y hubiera sido una pena perdérsela.
Después de realizar la gestión nos fuimos a la piscina a tomarnos un cóctel de bienvenida y ya de noche nos bañamos en la otra piscina de agua caliente. Este agua viene directamente del volcán y después de un largo viaje nos dejó muy relajados. Dentro de la piscina coincidimos con el hombre responsable de la construcción del complejo que nos contó alguna de las curiosidades y nos habló de lo comprometidos que están sus dueños con el entorno de su ganadería y productos naturales que ellos mismos producen. No nos quedó otra que felicitarle por el excelente trabajo realizado. El ambiente era muy tranquilo. Teníamos previsto ir a las termas pero era domingo y cuando vimos la cantidad de gente y coches que había, decidimos no ir. Estamos acostumbrados en nuestra zona a ir a lugares de aguas termales así que no le dimos importancia.
Esa noche decidimos cenar en el propio hotel a modo de buffet (21$). Bastante normalito. Dormir fue todo un placer.

Nos levantamos temprano. A eso de las seis ya queríamos saber si sería posible ver el volcán. Corrí la cortina y oh!, ¡sorpresa! Ahí estaba el inmenso volcán a los pies de nuestra cama. Hicimos varias fotografías donde se podía ver la fumarola. Unas pocas nubes pasaban de vez en cuando por el pico del volcán pero, al menos, a esta hora de la mañana se podía ver perfectamente. Y pensar que muy poca gente ha tenido la suerte de verlo así!


Había que aprovechar la mañana así que desayunamos rápido y desde recepción nos llamaron un taxi para visitar la cascada de La Fortuna muy cerca del hotel y del pueblo del mismo nombre La Fortuna de San Carlos (17$).

Acordamos con el amable taxista una parada de una hora y media en la cascada y una hora de visita en el pueblo. El acceso a la cascada es bastante fácil. Se tarda unos veinte minutos en bajar por unos escalones bien acondicionados. En el camino hay un par de miradores pero lo mejor está al llegar abajo. Se forma una laguna de color esmeralda rodeada de grandes piedras negras volcánicas. El agua sigue su cauce por un río donde es muy aconsejable darse un chapuzón refrescante rodeado de exuberante vegetación. La subida ya es otra cosa si no estas muy en forma. Pero tienes bancos para descansar.
El taxista nos esperaba a la hora convenida asi que nos llevó a La Fortuna. Un pequeño pueblo muy ordenado, cuidado y que vive alrededor de su plaza ajardinada y custodiada por una gran iglesia. Dimos una vuelta por los alrededores y Sonia aprovechó para comprar un mango en una frutería. Estaba exquisito aunque algo caliente. La verdad es que el sol pegaba con fuerza.

Volvimos al hotel, ya que a las doce había que dejar la habitación. Nos dimos una ducha y recogimos nuestras cosas. Lo dejamos todo en recepción y nos fuimos a comer a un restaurante/Soda que hay en el camino de entrada al hotel. Creo que pertenecía al Volcano Lodge. Excelente elección y relación calidad precio. Por fin tomamos el famoso Ceviche (Pescado marinado) con aguacate, que estaba delicioso, bonito con salsa de vino y ajo, pollo con salsa de palmito y verduras, refrescos y café por 31$.
Después nos recogieron y como ya he comentado cruzamos el lago en un bote pequeño hasta el embarcadero donde nos recogió una Van y nos trasladó por un camino de tierra hasta Monteverde donde llegamos a eso de las cinco de la tarde.

4- MONTEVERDE (BOSQUE NUBOSO)

El hotel Heliconia son una serie de construcciones de madera a lo largo de una colina con varias habitaciones repartidas en dos plantas. La habitación que nos dan es muy grande, con dos camas y un gran baño. Tienen ventilador aunque aquí la temperatura baja mucho de noche y a penas lo utilizamos. Echamos de menos la televisión. Es curioso pero llegados a este punto del viaje nos damos cuenta que en todos los hoteles contamos con Wiffi gratuito o ordenadores con Internet gratis pero no siempre hay televisión en las habitaciones.
Esa noche damos un paseo por la zona y cenamos muy cerca del hotel en una pizzería llamada Jhonnys. Tiene horno de leña y productos de su propia huerta. En la planta de arriba dedicada a Tapas nos tomamos un ceviche y una cerveza. Ya en el restaurante una sartén de champiñones y queso y pizza con bebidas 34$.

La habitación se encuentra en la parte más alta de la finca así que en el camino vamos disfrutando de la hermosa vista que nos ofrece un cielo lleno de estrellas. Realmente allí se ven como en pocos sitios.

Al día siguiente nos fuimos a realizar la caminata por el bosque húmedo. A nosotros el chubasquero no nos hizo falta. Primero visitamos la zona donde se encuentran los colibríes. ¡Hay que ver lo difícil que es fotografiar a estos pajarillos!

Iniciamos la caminata que duró más de dos horas por un sendero perfectamente acondicionado y con poca dificultad. Lo mejor fue cruzar sus puentes colgantes y ver desde esa altura la vegetación. Animales apenas vimos, solamente un pizote y algún insecto.
Este lugar y diría que todo el país, tiene una gran oferta para realizar actividades como canopy o tirolina. Sonia es bastante aprensiva a las alturas asi que evitamos este tipo de aventuras. Tampoco se trata de pasar un mal rato…
En nuestra caminata oíamos el roce de los cables y los gritos desestresantes de la gente por encima de nuestras cabezas.
Al finalizar la caminata visitamos un floreado y colorido mariposario. El guía nos informó del proceso de reproducción mientras un montón de mariposas de diferentes tamaños y colores revoloteaban a nuestro alrededor.
Finalizada la visita nos quedamos en el pueblo.

Es un pueblo pequeño, sólo dos calles, dedicado exclusivamente a la actividad comercial y de servicio. Comimos en el Mar y Tierra un ceviche mixto y un arroz con mariscos (muy mejorable) 32$. Con el arroz me equivoqué, creo que había platos mejores.
Estamos en zona cafetalera, así que nos fuimos a tomar un café, el típico “café chorreado”. El camarero te trae a la mesa una especie de calcetín colgado en una estructura de madera, echa el café y vierte agua hirviendo. El café cae a una taza de aluminio o alpaca que lo mantiene caliente hasta que te lo tomas. ¡Excelente!.
Por cierto si compráis café hacedlo en el supermercado ya que es mucho más barato que en las tiendas de souvenirs.
Así como en Arenal una noche me pareció poco, en Monteverde, a no ser que seas un amante del canopy, basta con una noche.
Me quedó pendiente en Arenal realizar la caminata al cerro Chato…

5- MANUEL ANTONIO

El viaje desde Monteverde a Manuel Antonio fue el peor de todos. La primera parte del viaje es por una pista de tierra llena de curvas y continuas subidas y bajadas. Después entramos en carretera asfaltada paralela a la costa del Pacifico. Creo que todos llegamos algo mareados.
Por el camino nos encontramos unos coloridos guacamayos. Pasamos por el puente del río Tarcoles famoso por que en él habitan cocodrilos, pero no vimos ninguno porque el chofer no pudo parar. Yo ya los tengo muy vistos, así que no le di importancia.
El hotel La Mansión Boutique tiene unas vistas espectaculares y el trato es muy amable desde el mismo momento de nuestra llegada. Tienen un bar en el interior de una gruta natural y tanto la piscina como todas sus habitaciones miran hacia el mar. Tuvimos suerte y nos dieron una habitación superior con sofá, bañera de hidromasaje y albornoz. La habitación es amplia, tiene aire acondicionado, televisión plana y nevera. El baño excelente.
Lo peor de este hotel son las tarifas en cuanto a comidas y bebidas, aunque creo que es generalizado en los hoteles de esta zona del Pacifico.

La zona en si vive alrededor de su parque nacional que por otro lado es lo único que merece la pena. Quepos, la localidad más cercana, es una fuente de delincuencia y es muy arriesgado visitarla. Recientemente había desaparecido una pareja de franceses y muy probablemente se tratara de un secuestro. Los propios ticos como nos comentaron son continuamente atracados y golpeados.
Por otro lado Manuel Antonio es poco menos que la calle aledaña a la playa pública. Es una sucesión de tiendas y bares rodeados de personas de extraño “pelaje” y al menos a mi me dio la sensación de cierto ambiente mafiosillo. Pero al menos de día se puede pasear por allí.
Desde que uno llega a la costa del Pacifico observa como aquí si ha llegado la típica explosión turística. Grandes edificios y complejos cubren la costa y no se respeta para nada el entorno como así ocurre en el resto del país. La comida en esta zona no se basa en los productos locales. Apenas hay posibilidad de comer pescado y eso que el mar está muy presente. Una noche pedimos Pargo pero no estaba muy bueno.
Las otras dos cenas las hicimos en El Avión. Un local peculiar cuya entrada es un antiguo avión de los EEUU y que conserva el fuselaje y el puesto de pilotaje. Buena comida a un precio razonable (30$). Además los camareros son bastante majos y si algo no está fresco no te lo ofrecen.

Como ya comentaba, lo mejor es el parque.
El mismo día de nuestra llegada en la que apenas tuvimos tiempo para disfrutar de la piscina. El hotel pone transporte gratuito a Quepos y Manuel Antonio a unas horas determinadas así que aprovechamos que a las 5 de la tarde es la última salida y decidimos bajar a Manuel Antonio para tomar algo y cenar en algún restaurante de los que hay en la carretera. Teníamos pensado ir al Marilyn, el más conocido y nombrado que está frente de la playa, pero estaba cerrado.

Al día siguiente realizamos la primera visita al parque. Es muy importante hacerlo con guía ya que son unos auténticos expertos en la observación de animales. Todos llevan su catalejo aunque en general es fácil ver animales.

Baste decir que para cubrir los primeros doscientos metros tardamos como una hora. Las paradas eran continuas para observar monos cariblanca, osos perezosos, tucanes, dos cervatillos y por fin vimos los monos tití y varias ranas bastante camufladas entre hojas de gran tamaño. Me impacto su color brillante y su pequeño tamaño. Son difíciles de ver y más de fotografiar.
Finalmente y después de dos horas de caminata por el sendero principal del parque llegamos a la playa. Aguas tranquilas y cálidas, ideal para el baño. Por fin iba a probar las aguas del Pacifico.
Llegados a este punto son innumerables los monos y mapaches que se acercan a la orilla siempre dispuestos a “cazar” cualquier cosa que se deje a su alcance. Creedme que son muy avispados estos animalillos y es fácil verles correr con alguna bolsa propiedad de algún turista despistado. Son más listos que el hambre…
Antes de darnos nuestro primer baño decidimos recorrer el sendero de Punta Catedral para subir a los miradores. El resto de senderos estaban cerrados. Después de esta caminata de una hora volvimos a la playa y nos remojamos hasta alcanzar la relajación más absoluta. El agua estaba perfecta.

El sol pega fuerte y a pesar de la alta protección de nuestra crema solar acabamos algo colorados.
A eso de las dos de la tarde el sol queda tapado por la vegetación y nos cambiamos a la otra playa, que es la continuación de la playa pública que está fuera del parque. Aquí el baño es imposible por el fuerte oleaje. Es una playa bonita para hacer fotos pero nada aconsejable para el baño por las fuertes corrientes.
Nos quedamos por aquí hasta la hora del cierre y a las cuatro abandonamos el parque sabiendo que al día siguiente volveríamos.

Aquí, en la zona del Pacifico, la lluvia parece que nos sigue respetando y al día siguiente hace todavía más calor. Nos levantamos temprano y a las nueve bajamos a Manuel Antonio en el coche del hotel. Compramos algo de comida y bebida en un supermercado ya que vamos a estar todo el día en el parque y allí no hay nada salvo las fuentes de agua potable.
Nuestro último día fue excelente. Disfrutamos y descansamos en la playa mientras de vez en cuando recibíamos la visita inesperada de algún mapache o algún mono.
Esa noche despedimos al sol desde la terraza del Barbaroja, espectacular terraza...

Al día siguiente y después de darnos un chapuzón en la piscina del hotel nos recogieron para trasladarnos de nuevo a San José. Última parada antes de regresar a casa.


6- SAN JOSE Y REGRESO

Llegamos al Hotel Colonial a eso de las cinco de la tarde.
La primera noche no había televisión. Nos dan una habitación muy cutre con cama de 1,35 y un baño minúsculo. El lavabo estaba a los pies de la cama. La verdad es que con este hotel me equivoqué. Tiene una buena situación y el edificio es bonito pero el resto no hay por donde cogerlo.

Nos dimos un paseo y cenamos en frente del hotel en un restaurante argentino excelente en todos los sentidos. Un carpaccio de pescado, una cazuela de mariscos riquísima, pescado en salsa, postres, (57$). Muy recomendable y estaba hasta la bandera ya que era sábado.

A la mañana siguiente recorrimos durante tres horas todo el centro de la ciudad. Había bullicio ya que era el domingo de ramos y las calles aledañas a la catedral estaban engalanadas con alfombras florales y gente vestida con trajes de época para la procesión.
La verdad es que si te mueves por las calles secundarias te da la sensación de que cualquier cosa puede pasar. Eso si cada cincuenta metros hay una pareja de policía. Sinceramente, San José no me gustó demasiado.
A la una de la tarde nos recogieron para llevarnos al aeropuerto. El vuelo de nuevo puntual. Increíble pero cierto.

Me ha encantado conocer este país con cierto contraste entre el Pacifico y todo lo demás. Donde es difícil ver un coche que no sea Hyundai, Mitsubishi, Nissan o Toyota, se nota que hay mucho mercado con Asia. Donde los caminos de tierra aguantan impertérritos y los pueblos huyen del asfalto y del turismo de masas. Pero por favor señor alcalde de Puerto Viejo, asfalte la calle de su pueblo. Ahora ya entiendo porque los ticos se saludan con eso de “Pura Vida” porque eso es Costa Rica, mires donde mires hay vida y además hay mucha gente que la cuida. Son muy conscientes de que en ello les va su futuro y el de sus hijos.

Gracias Ticolandia

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