PAIS VASCO Y VALLE DEL LOIRA ✏️ Blogs de Europa Sur

Hoy nos disponemos a comenzar nuestras vacaciones.

Nos levantamos muy temprano y a las 6:00 estamos saliendo de Málaga. Nuestro objetivo es llegar lo más pronto posible a Bilbao para poder aprovechar el día. Nos vamos turnando en la conducción por lo que el camino se hace mucho menos pesado.

Acostumbrados a las autovías de Andalucía, no somos muy partidarios de los peajes, pero como veréis a lo largo de este diario, a veces no nos quedó más remedio para no perder mucho tiempo en la carretera. Esto es lo que nos sucede hoy: una vez pasado Madrid y cerca de Burgos, comprobamos en el GPS las dos opciones para llegar hasta Bilbao, con peaje y sin él, y nos ahorramos casi 2 horas si vamos por autopista de peaje, por lo que decidimos aflojar la cartera y seguir por el peaje. La multa: 21.50 €.

Lo bueno es que así llegamos a las 14:30 a Bilbao y podemos comer allí. Dejamos las maletas en nuestro hotel (NH Bilbao Deusto, elegido por estar cerca del Museo Guggenheim) y nos disponemos a buscar algún sitio donde comenzar a disfrutar de los típicos pintxos vascos.

De camino al sitio donde vamos a comer, vemos la imponente torre de Endesa.


Como tenemos un hambre voraz no vamos muy lejos, y entramos en el primer sitio que vemos con variedad para elegir: Sanwicoffee.

Una vez que ya habíamos comido, nos compramos un helado y un macarón en una pastelería – heladería que hay frente al Museo Guggenheim que se llama Amorino. Los macaróns con helado dentro están de muerte; son caros, pero por darse un capricho de vez en cuando no pasa nada.

Nos disponemos a ver el Museo Guggenheim.

No soy muy amante de los edificios modernos, pero he de admitir que las mil curvas de este edificio son realmente atractivas.

La entrada cuesta 15 euros (un poco caro la verdad), pero es un imprescindible si se visita Bilbao.

En su interior se mantiene la misma estética curvilínea que en el exterior.

Son muy estrictos con el tema de las fotos. No se pueden hacer fotos en el museo salvo en los puntos que ellos indican. Cuando digo “puntos” es algo literal. Hay vinilos en el suelo donde se especifica desde dónde puedes hacer fotos y dónde puedes colocarte en caso de querer hacerte una foto con dicha obra. En todo momento hay personal del museo vigilando que cumplas con las normas.


Es una pena esta restricción, ya que había obras que merecían ser inmortalizadas. Por ejemplo la obra pornográfica del autor de la mayoría de las obras que hay en el Guggenheim: Jeff Koons.


En ella se presenta al autor con su ex mujer, la famosa actriz porno Cicciolina. www.deia.com/ ...uggenheim-

Una de las partes más divertidas y originales de la visita son los gigantes bloques de acero instalados en una de las salas, dentro de los cuales puedes entrar, y que jugarán con tu sentido de la orientación y el espacio.

Como arte moderno que es, habrá muchas obras que no entenderéis, pero hay muchas otros que son bastante curiosas. Hay algunas también por fuera, es por ello que os recomiendo no olvidar dar un paseo alrededor del edificio para no perderos el Puppy, la Araña y el Sonajero.

La visita nos lleva aproximadamente dos horas, así que aún tenemos tiempo de aprovechar la tarde.

Subimos al puente que se encuentra justo al lado del museo y al que se accede por las escaleras que se ven tras la Araña, al fondo.

Recomiendo hacer este recorrido, ya que tras cruzar el puente y bajar al otro lado del río, disfrutaréis de un bonito mural de dos mujeres hablando.

Desde el otro lado del río, además, también podéis disfrutar de una vista perfecta del Museo Guggenheim, que con la torre Endesa de fondo, parece un barco de vapor.

En este lado del río encontraréis edificios muy bonitos como la Residencia Hermanas de la Caridad o la famosa Universidad de Deusto.

Nos volvemos al hotel que se encuentra a sólo diez minutos para continuar los planes del día. Vamos a ir a visitar la Ermita de San Juan de Gaztelugatxe.

Se encuentra a 45 minutos de Bilbao y la visita sin duda merece la pena. Nosotros no tomamos el peaje, por lo que disfrutamos de una carretera preciosa pasando por pueblos como sacados de un cuento.

No se puede bajar hasta la Ermita de San Juan de Gaztelugatxe en coche; hay que dejarlo aparcado en los restaurantes que se encuentran un poco más arriba en la carretera (43.440252, -2.783292). A partir de aquí encontráis señales de madera que indican cómo bajar, no hay pérdida.

A pesar de que los carteles recomiendan fehacientemente bajar con calzado deportivo y no con chanclas o zapatos de cuña, encontramos mucha gente bajando de cualquier manera y por tanto, resbalando. La primera parte de la bajada está asfaltada, pero la segunda parte tiene escalones sobre terreno irregular. Una bajada entre árboles realmente preciosa.

Antes de bajar a la Ermita nos acercamos al mirador, que nos ofrece una preciosa estampa de hacia dónde nos dirigimos.

Bajamos por el sendero de piedras y escalones mientras nos acercamos cada vez más a la isla.

Llegamos a sus pies y nos disponemos a subir los 231 escalones que nos llevarán hasta la Ermita.

El paisaje de la costa que tenemos alrededor impresiona.

Al llegar a la Ermita de San Juan de Gaztelugatxe debes tocar, con la cuerda que hay colgando hasta la puerta, tres veces la campana para ahuyentar a los malos espíritus.

Tras disfrutar de las vistas nos disponemos a bajar por las mismas escaleras.

La bajada por las escaleras es sencilla, aunque hay que bajar con cuidado.

El problema que se encontraron la mayoría de los visitantes vino con la subida de nuevo al coche. Aunque es corta, puede hacerse dura para personas que no tengan una mínima forma física. Vimos a muchas personas pasándolo realmente mal subiendo. Nosotros tardamos veinte minutos y se hizo algo más pesada por el calor y la humedad.

La visita en total duró menos de una hora y cuarto. Tardamos más en la bajada por las mil fotos que hicimos. Aquí tenéis el track :http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10436457

A la vuelta al coche nos esperaba un adorable gato negro con ganas de mimos.

Regresamos al coche con la intención de comer algo en el camino de vuelta. En el primer sitio los precios eran completamente disparatados (del palo de 15 euros por un plato de croquetas); en el segundo nos sentamos y tras diez minutos esperando que el camarero (que nos vio entrar) nos atendiera, nos fuimos.

Terminamos volviendo al hotel y buscando algún sitio cerca donde poder comer rápido y acostarnos. Llevábamos desde las 6 despiertos y no habíamos parado en todo el día.

Al día siguiente nos esperaba la visita por la ciudad de Bilbao.

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Hoy nos disponemos a visitar Bilbao más a fondo.

Salimos del hotel a las 10:00 y ponemos rumbo al río en dirección al casco histórico, que es lo primero que visitaremos.

Pasamos al lado del Museo Guggenheim y continuamos a la vera del río todo el tiempo.

Pasamos por encima del famoso puente Zubizuri, también conocido como Puente de Calatrava, por el arquitecto que lo construyó. Es una estructura arqueada, blanca y esbelta, que semeja ser un barco de vela a diez metros de altura sobre la ría. Su superficie acristalada ha generado mucha controversia (a la pasarela se le llegó a llamar puente de los “morrazos” por las continuos resbalones que provocaba), por eso hoy en día lo que se pisa es un felpudo antideslizante de goma.


Llegamos al Ayuntamiento. El Ayuntamiento de Bilbao fue construido a finales del siglo XIX, donde estaba el antiguo convento de San Agustín. El arquitecto Joaquín Rucoba fue el jefe del proyecto.


Justo frente a él se encuentra el monumento del “Variante Ovoide“, de Jorge Oteiza. A pesar de que muchos bilbaínos creen que refleja una txapela de lado, tan sólo refleja un análisis del vacío.

Continuamos andando hasta llegar al Paseo del Arenal, un bonito y fresco parque donde se encuentran edificios muy emblemáticos.

Entre ellos está la Iglesia de San Nicolás, un templo barroco de 1756 con planta de cruz griega y cubierta por una cúpula. Se puede visitar sólo en horario de misa: los laborables a las 11:30, y domingos y festivos a las 13:00. Nosotros entramos mientras se celebraba una misa, así que no pasé más allá de la puerta.

Rodeamos la iglesia y nos dirigimos a ver uno de los múltiples edificios del Banco de Bilbao.

Continuamos paseando para adentrarnos en la Plaza Nueva, centro de vida en el Casco Viejo, y donde se encuentra la Sede Euskaltzaindia, que es la sede la de Real Academia de la Lengua Vasca.

Tras atravesar la plaza salimos por calle Sombrerería para visitar la Plaza de Unamuno.

En ella encontramos edificios llenos de encanto, el Museo Arqueológico y el Museo Vasco.

Bajamos por calle La Cruz en busca de otra iglesia: la Iglesia de Santos Juanes. Igualmente sólo visitable en misa a las 19:30 de lunes a sábado, y a las 11:00 los domingos y festivos.

Nos dirigimos ahora a la Catedral de Santiago, la iglesia gótica más monumental de Bizkaia. Comenzó a ser construida en el último cuarto del siglo XIV, no es la primitiva. Antes de que Bilbao recibiera la carta puebla ya existía en el lugar un pequeño templo dedicado a Santiago, rodeado de una necrópolis, según se comprobó en los trabajos arqueológicos.

En 1374 fue arrasada por un pavoroso incendio. Este hecho provocó la intervención del Papa Gregorio XI, quien concedió indulgencias a quienes colaboraran económicamente en su reconstrucción.

Es curioso comprobar como absolutamente todos los edificios religiosos los encontrábamos a contraluz. Si queréis encontrarlos abiertos tendréis que ir por la mañana porque sólo abren en horario de misa, pero para poder fotografiarlos es mejor visitarlos por la tarde.

Paseamos por la zona de las Siete Calles, llamada así por ser las que componían en su día el Casco Viejo de la ciudad. Unas calles con encanto, pero demasiado oscuras para mi gusto.

Llegamos así a la Ribera. Pasad por el pasillo que se forma bajo los edificios y observad el techo.

Enfrente encontramos el Mercado de la Ribera.

Es una referencia comercial para toda Bizkaia. Uno de sus muchos méritos es haber sido reconocido en 1990 como el Mercado Municipal de Abastos más completo por el Guinness, siendo el más grande que existía entonces en cuanto a número de comerciantes y puestos.

Al lado encontramos otra iglesia, la Iglesia de San Antón.

Es un templo católico de estilo gótico de finales del siglo XV. No es la más antigua de Bilbao, pero sí una de las más características. Ubicada a orillas de la ría, su historia está íntimamente relacionada con la de la villa, hasta el punto que aparece retratada, junto con el puente del mismo nombre, en el propio escudo de la ciudad.


Continuamos nuestra visita andando a la ribera del río. Desde el puente de la Ribera tenemos una bonita estampa de la Iglesia de San Antón y el Puente de con el mismo nombre similar al escudo de la ciudad.

Por esta zona está todo lleno de bares de pintxos. Es la una y nos entra un poco de gusa, así que entramos a tomar algunos.

Continuamos la visita con el Palacio de Yohn, también conocido como La Bolsa.

Es un edificio urbano adosado, orientado a tres calles del Casco Viejo bilbaíno. Tras varios años sin uso y después de las pertinentes reformas, se ha reciclado como centro cultural. Al ser domingo, lo encontramos cerrado.

La Biblioteca Bidebarrieta se encuentra en obras, así que no pudimos ni verla por fuera, aunque sabíamos por fotos que es muy bonita por dentro.


Lo último que nos queda por visitar del Casco Viejo es el Teatro Arriaga.

Inspirado en la Ópera de París, fue obra del arquitecto municipal Joaquín Rucoba y se inauguró en 1890. En 1902 recibió el nombre de Arriaga en honor al músico bilbaino, Juan Crisóstomo Arriaga, conocido como el Mozart hispano debido a su talento (a los 13 años compuso su primera ópera y poco antes de cumplir los 20 años murió de tuberculosis).

Aquí finaliza la visita al Casco Viejo y nos disponemos a continuar conociendo en este caso el Bilbao más moderno. Para ello cruzamos el puente del Arenal hacia la Plaza de las Mujeres, donde se encuentran dos edificios muy emblemáticos.

Entre ellos está el Edificio de la Bilbaína: fue calificado en el año 2000 como Bien Cultural con la categoría de Monumento por el Gobierno Vasco.

La estación de Santander, o Estación de la Concordia, es la estación cabecera de las líneas de los ferrocarriles de vía estrecha de la compañía ferroviaria FEVE. Fue proyectada por el ingeniero Valentín Gorbeña y el arquitecto Severino Achúcarro.

El nombre de “La concordia” lo toma la estación del lugar donde se ubicó, pues existían unos pabellones donde se llevó a cabo una reunión muy numerosa que acabó con acuerdo, con “concordia”, pasándose a denominar de esa forma el lugar de forma popular.

Si entráis dentro de la estación, muy bonita por cierto, y seguís andando recto, entraréis a la Estación de Abando Indalecio Prieto. Es una estación terminal de carácter monumental y estilo clasicista inaugurada en 1948 por RENFE, que encargó su construcción a Alfonso Fungairiño. Os recomiendo entrar y subir por las escaleras mecánicas a la planta donde se encuentran las vías: allí encontraréis una impresionante vidriera policromada realizada por la Unión de Artistas Vidrieros de Irún.

Nos dirigimos ahora a la Plaza Circular donde se encuentra el Monumento a Don Diego López de Haro, Señor de Vizcaya y fundador de Bilbao, conocido como “el Intruso” por arrebatar el señorío de Vizcaya a su sobrina María y a su marido, Juan de Castilla el de Tarifa. Desempeñó los más altos cargos del reino bajo el gobierno de Fernando IV.

Vamos en busca ahora de otra Iglesia: la Iglesia de San Vicente Mártir.

Es un ejemplo de la arquitectura de estilo gótico vasco del siglo XVI, conocido también como “segundo gótico”. Esta iglesia probablemente se edificó sobre una ermita del siglo IX. Su fachada es renacentista y en su interior está enterrado el escritor y cronista de la Villa Antonio Trueba.

Precisamente una estatua dedicada a Trueba preside los Jardines de Albia (sentado en una silla), y los últimos versos del escritor se pueden leer en la lápida de la Iglesia: “Dicen que el cisne cuando muere canta, y hoy tanto de mortal mi dolor tiene que es acaso la del cisne mi garganta”.

Volvemos a la Avenida López de Haro en busca de otra iglesia: la Iglesia del Sagrado Corazón.

Es obra de José María Basterra, arquitecto especialista en este tipo de construcciones, y se trata de un templo de estructura neogótica, en ladrillo y piedra, con un interior resuelto con ornamentación de tipo bizantino. A finales del S. XX se desmontaron los dos pináculos originales de las torres de la iglesia por el peligro de desprendimiento, ejecutándose también una limpieza de su singular fachada, que a nosotros nos recuerda al tipo de iglesia típicamente americana.

Bajando la calle y girando en calle Bertendona encontramos el Teatro Campos Elíseos. Aunque según la información que encontramos su fachada es art noveau, diseño del decorador vasco – francés Jean Batiste Darroguy, a nosotros nos parece una portada de típico estilo musulmán.

Continuamos bajando la misma calle de antes para ir en busca de la Iglesia de San Francisco de Asís.

La familia Zabálburu, que residía en el cercano palacio de Mena, cedió el terreno y costeó parte de la obra de esta iglesia neogótica, proyectada en 1890 por el arquitecto Luis de Landecho, quien ideó un templo inspirado en las catedrales góticas y construido con piedra arenisca del monte Oiz. Por este proyecto obtuvo la medalla de oro en la Exposición de Bellas Artes de Madrid de ese mismo año.

Nos dirigimos ahora al edificio de la Alhóndiga. El visitar este edificio era básicamente por curiosidad por lo que leí sobre él. Azkuna Zentroa no sólo es uno de los edificios más representativos de la ciudad, sino que es un espacio cultural y de ocio innovador.

Dos curiosidades fundamentales en su interior. Por un lado las 43 columnas, cada una diferente, que se encuentran en su planta baja.

Por otro lado el techo transparente que da a una piscina donde la gente se baña.

Subimos por la Alameda Recalde, donde encontramos un original edificio. No ponía qué era, así que supongo que sólo son oficinas.

Y llegamos a una de las plazas más importantes de Bilbao: la Plaza Moyúa o Plaza Elíptica, que es como la conocen los bilbaínos, se construyó en la década de los años 40 según proyecto del arquitecto José Luís Salinas. Sesenta años después, su hijo Manuel Salinas recibió el encargo de remodelar este centro neurálgico de la ciudad.

En esta plaza se encuentran edifcios tan emblemáticos como el Hotel Carlton.

Llegamos al Palacio Chávarri. Ejemplo de la arquitectura bilbaína de finales del S. XIX es el Palacio Chávarri, actual sede de la delegación del Gobierno en Bizkaia. Fue la vivienda del empresario Víctor Chávarri, Marqués de Triano. En su día sus jardines ocupaban toda la Plaza Elíptica.

Según hemos visto en este vídeo, por dentro es una maravilla; maravilla por desgracia no visitable ya.

Muy cerca encontramos otro edificio muy emblemático: la Casa Montero.

Se la conoce popularmente como La Casa Gaudí, por su inconfundible apariencia que recuerda a los edificios del arquitecto catalán Antonio Gaudí. Es la única muestra de modernismo en Bilbao destinada a uso residencial de viviendas, y llama la atención por la profusa decoración de sus balcones y miradores de cemento.

Encontramos muy cerca otra iglesia, la Iglesia de San José. No aparece muy remarcada en el mapa turístico, pero a mí me pareció muy bonita.

Eran las tres de la tarde ya y de nuevo apretaba el hambre, así que nos acercamos a la calle Iparraguirre, que aparecía en el plano como zona de comer, y entramos en el Bar Abando y Barra. Tomamos cinco pintxos y dos bebidas por 13.60 €. Pero llegó un grupo de 16 personas que arrasó con todo lo que quedaba, así que no pudimos pedir más, aunque con eso nos quedamos bien.

Para finalizar la visita vamos al Parque Doña Casilda Iturrízar. Hacía 34 ºC y andábamos bastante asfixiados, por lo que el agua y la sombra nos vinieron bien.

Este parque fue inaugurado en 1920, una vez que Doña Casilda Iturrízar cediera al Ayuntamiento de Bilbao los terrenos sobre los que se asienta. No extraña por tanto que uno de los monumentos más característicos de este espacio verde se haya dedicado a su persona.

Cuenta con diferentes atracciones, como el estanque en el que convivian distintas especies de patos, cisnes y pavos reales (lo que le confirió el apodo de Parque de los patos), y del que también emergen dos chorros de agua a modo de fuente.

Tras recorrer y disfrutar todo el parque nos acercamos a ver el Monumento del Sagrado Corazón. Mide 40 metros de altura y pesa 2.350 toneladas, nueve de las cuales corresponden a la estatua de Jesucristo, que preside la ciudad. Los sectores anticlericales (republicanos y socialistas) se plantearon su desmontaje al proclamarse la Segunda República, pero la reacción popular, con docenas de personas que rodearon el monumento durante días a la vez que rezaban el rosario, les hicieron desistir de ello.

Dicho monumento posee una inscripción que dice: “Reinaré en España”, la cual ha traído mucha polémica ya que algunos defendían que dicha inscripción fue puesta por Franco y que habría de quitarse. Posteriormente se ha demostrado que dicha inscripción fue realizada por una promesa que hizo el Padre Bernardo de Hoyos en 1733.

Teniendo en cuenta que nos íbamos a recorrer todo Bilbao, y que salimos relativamente tarde del hotel, pensé que terminaríamos más tarde; sin embargo a las 16:30 ya estábamos de vuelta en el hotel (aún habiendo hecho otra parada tras el parque en el centro comercial Zubiarte para refrescarnos con el aire acondicionado y tomar un helado).

Como era tan temprano, me puse a buscar información y decidimos ir a visitar otra Ermita. La hermana pequeña y menos espectacular de San Juan de Gaztelugatxe que vimos el día anterior. Se encuentra aquí (43.410234, -2.699136).

Es la Ermita de Santa Catalina, en Mundaka.

La preciosa estampa que nos regala se vio terriblemente afeada por el montaje de unos conciertos que habría los próximos días. No me considero una persona especialmente creyente, pero me pareció de un terrible mal gusto poner los baños públicos apoyados contra la puerta y la fachada de la Ermita.

Tuvimos mala suerte en esta ocasión al coincidir con esta celebración, pero aún así la imagen de la Ermita al atardecer y las vistas de la playa son preciosas.

Como ya teníamos experiencia del día anterior y sabíamos que no era buena idea comer en los pueblos costeros, fuimos al centro histórico a comer en la Plaza Nueva que vimos a medio día, que estaba llena de bares con Pitxos. Aparcar en el Casco Viejo es imposible, así que buscamos una zona que estaba tan sólo a diez minutos, en la que había aparcamiento de sobra (43.253444, -2.925398).


Entramos a comer en tres sitios distintos y en cada uno pedimos lo que más nos gustó. Yo soy de Málaga, ciudad turística por excelencia, y por ello me sorprendió muchísimo comprobar que el trato de los camareros era en ocasiones bastante áspero y que a las 22:00 uno de los camareros le dijo a una pareja que entró (justo cuando nos habían servido a nosotros) que se dieran prisa pidiendo que iban a cerrar… ¡¡¡A las diez de la noche en Agosto!!!

Ya que estábamos en el centro aprovechamos para hacer fotos a los principales monumentos de noche: la Sede Euskalzaindia, la Catedral y el Teatro Arriaga.

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Salimos de Bilbao a las 7:00, nos espera otro largo día de coche parar llegar a Tours.

De nuevo vimos las opciones mediante el GPS de usar o no autopistas de peaje. En caso de no usarlas, el camino de Bilbao a Tours era de más de 10 horas, y si la cogíamos, algo más de 6, así que, dado que queríamos visitar Tours ese día, nos tocó de nuevo pagar, y en este caso, mucho. La autopista de Bilbao a la frontera con Francia (suma de tres tramos) fueron 13.19 €, y la autopista desde la frontera hasta Tours (suma de seis tramos) fueron 46.40 €. Sale caro ahorrarse horas de viaje…

Entre senderismos y rutas en moto, echamos muchas horas en la carretera y estamos acostumbrados a la mala conducción española. Nos sorprendió muchísimo comprobar que en Francia los conductores son muy educados y en todo momento circulan por el carril derecho, salvo para adelantar, y después vuelven enseguida al carril derecho. Esto nos facilitó muchísimo el camino hasta Tours ya que hizo el viaje más ligero.

Comimos en un área de descanso a las 13:00. Ahí empezamos a asustarnos al comprobar que no sólo no entendían ni papa de español, sino que tampoco entendían inglés. Continuamos el viaje y pillamos, por un camión averiado, una retención de media hora.

A las 16:00 por fin estábamos en nuestro hotel de Tours. En la zona de alrededor tenía aparcamiento de pago que terminaba a las 18:30, el primer día pagamos 4 euros (para llegar hasta el final del tramo horario) y lo dejamos allí. Los aparcamientos de pago están marcados con la palabra “Payant”.

Al día siguiente descubrimos que un pequeño tramo de calle, justo al lado del hotel, no era de pago, y lo estuvimos dejando allí el resto de los días en Tours.

Nuestro hotel (Ibis Styles Tours) estaba, según la chica de recepción, a 40 minutos andando del centro, así que como queríamos ver el centro de la ciudad, tomamos el tranvía: 3.20 € nos costó (bastante caro, por lo que ya no lo tomamos más). Compras los billetes en la máquina y después los pasas por la máquina de validación dentro del tranvía (no había ningún tipo de control en el pago; creo que en España sería inviable este modo de funcionamiento).

Nos bajamos en pleno centro de Tours y nos dispusimos a comenzar la visita.

Nuestra primera parada es el Grand Théâtre – Gran Teatro. Y lo de “Gran” es literal, ya que me fue imposible abarcarlo en la foto. Se veía grandioso.

Corrimos hacia la Catedral de Saint Gatien con la esperanza de encontrarla abierta y así fue. Solo verla por fuera nos impactó por su grandiosidad.

Se empezó a construir en la primera mitad del siglo XIII, pero las obras no acabaron hasta dos siglos más tarde. Por ello se pueden apreciar distintos estilos góticos, desde el primitivo hasta el flamígero. Esa evolución es claramente visible al contemplar la fachada, cuyo gótico va evolucionando progresivamente, hasta la coronación.

Es un templo completamente rodeado de vidrieras, a cada cual más bonita, lo que hacía que no pudieras de dejar de mirar hacia arriba.

A pocos metros se encuentra el Castillo.

El edificio actual es una parte de la gran fortaleza anterior, cuyo origen se remonta a la época carolingia. La obra fue ampliada en el S. XI por una construcción que se apoyaba en la muralla galo – romana, donde destacaba un gran salón y una torre cuadrada. En el siglo XIII tomó la forma de un cuadrilátero en cuyos ángulos figuraban cuatro torres cilíndricas.

Bajamos por la Calle Rue Colbert, llena de tiendas y sitios para comer, en busca de la Iglesia de San Julián (cerrada).

De nuevo vamos en busca de otro templo, en este caso la Basilique St. Martin – Basílica de San Martín, la cual se encontraba abierta.

Es una iglesia de estilo romano – bizantino, de cierto interés, con una cripta en la que se halla una reconstrucción de la tumba de San Martín.

Nos llamó mucho la atención encontrar en esta cripta una inscripción por la donación de una asociación sevillana.

En el edificio destacan sus robustas columnas de granito pulido y una excelente iluminación, merced a la hilada de ventanales sobre los que descansa una poderosa cúpula, coronada por una estatua del santo.

Justo al lado encontramos la Tour de Charliemagne – Torre de Carlomagno.

La torre forma parte de la antigua basílica dedicada a San Martín, construida en los siglos XI-XIII sobre la tumba de Liutgarda, tercera mujer de Carlomagno (si os fijáis en la parte superior de la torre, hay una escultura de él).

A pocos metros está la Torre de Horloge, que es el otro resto de la antigua Basílica.

Nos dirigimos ahora al centro social de Tours, la Plaza Plumereau. Los edificios de la Place Plumereau destacan por sus características estructuras de madera (a colombage) y sus saledizos típicos del medievo. Se torna en un bullicioso centro de reunión con animadas cafeterías llenas de vida hasta bien avanzada la noche.

Os recomiendo no quedaros en la plaza únicamente y dar un paseo por los alrededores, ya que encontraréis rincones con mucho encanto y mininos cariñosos.

Estando allí vimos esta “galletería” y no pudimos evitar entrar y comprarnos unas cuantas. ¡Todas buenísimas!

Bajamos por la Rue National para ver la Iglesia de San Gregorio de Minimes.

Y justo enfrente la Eglise Réformée – Iglesia Reformada.

Nos dirigimos ahora a visitar el Jardin de la Préfecture – Jardín de la Prefectura. Muy bonito, aunque sólo está abierta para la visita una parte. De noviembre a marzo de 9:00 a 17:30; de abril a mayo de 9:00 a 19:00; y de junio a septiembre de 9:00 a 20:00.

Cruzamos la calle para acercarnos a ver la Gare Routière – Estación Routiere, la cual habíamos visto en la bajada en tranvía.

Nos disponemos a visitar ahora el Hôtel de Ville – Ayuntamiento. Fue construido en el siglo XIX por Victor Laloux. Es un monumento de tamaño algo desproporcionado para la plaza en la que se encuentra, pero es realmente imponente.

Y justo al lado el Palacio de Justicia.

Como teníamos tiempo de sobra, fuimos a buscar dónde cenar en los alrededores de la Plaza Plumereau y nos decidimos por la crepería “La Bigouden” en la Rue ou Gran Marche.

Pedimos dos galettes un poco a ciegas, sin saber qué eran. Es más o menos como un crêpe salado, aunque la masa no es tan fina como la de los crêpes sino un poco más crujiente y consistente.

Había sido un día largo de nuevo, con madrugón, muchos kilómetros en coche y otros tantos a pie. Aún así, decidimos volver andando y comprobamos que, a buen ritmo, sólo tardamos 25 minutos en llegar al hotel (y no 40 como dijo la chica de la recepción).

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