Uganda y Ruanda - Encuentro con los Gorilas de Fossey ✏️ Blogs de Africa Este y CentroDesde el momento en que aterrizas en el moderno aeropuerto de Entebbe te das cuenta de que Uganda no es un destino de safari cualquiera. Ecológicamente se trata del lugar en donde la sabana se encuentra con la jungla africana. En muy pocos lugares del mundo es posible estar por la mañana observando leones en las vastas llanuras de la sabana y rastrear familias de chimpancés en lo más profundo de la selva por la tarde, para al día siguiente navegar por caudalosos ríos o lagos rodeados de centenares hipopótamos y gigantescos cocodrilos antes de acceder a las neblinosas montañas donde en los más vírgenes ecosistemas encontramos al maravilloso gorila de montaña. Toda la fantástica biodiversidad que alberga el país está arropada por los escenarios naturales mas espectaculares y por unas gentes amistosas y deseosas de complacer al visitante. Este es el relato de este nuestro primer viaje (pero no el último) a este encantador país. El texto que pongo aquí es la transcripción literal del diario que escribí durante los días pasados allí.Autor: Travelling_is_life Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (29 Votos) Índice del Diario: Uganda y Ruanda - Encuentro con los Gorilas de Fossey
01: 18 de agosto de 2009 - La llegada a Uganda
02: 19 de agosto de 2009 - De camino a Murchison Falls
03: 20 de agosto de 2009 - De safari por Murchison Falls
04: 21 de agosto de 2009 - Camino a Kibale Forest
05: 22 de agosto de 2009 - En la selva tras los chimpancés
06: 23 de agosto de 2009 - De camino al parque nacional de Quuen Elizabeth
07: 24 de agosto de 2009 - De safari por QENP y navegando por el canal de Kazinga
08: 25 de agosto de 2009 - Los leones trepadores de Ishasha
09: 26 de agosto de 2009 - Bwindi, nuestro primer encuentro con los gorilas
10: 27 de agosto de 2009 - En Ruanda para nuestro segundo encuentro con los gorilas
11: 28 de agosto de 2009 (+29 de agosto) - El regreso
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Etapas 1 a 3, total 11
Tras todo un día de aviones, conexiones y aeropuertos aterrizamos por fin en Entebbe, a 40 kilómetros de la capital de Uganda (Kampala). Comprobamos que se trata de un aeropuerto moderno y muy bien cuidado, en principio alejado de las ideas preconcebidas que uno puede traer.
Una vez pasados los trámites de pasaporte y pagar el visado de entrada (50 USD/persona) nos encontramos con el que será nuestro conductor y guía durante nuestra estancia en Uganda. Es un chico de unos 30 años llamado Richard. Parece un chico algo tímido y parco en palabras. Imagino que durante los próximos días iremos cogiendo un poco más de confianza. De momento nos ha dicho su nombre 5 veces, a falta de otra cosa de la que hablar. Antes de salir del aeropuerto cambio 220 USD en shillings ugandeses en una oficina bancaria, por los que me dan 440.000 sh (el cambio está a 1 USD = 2000 shillings, 1 euro = 3000 shillings), por lo que me doy cuenta de que, al menos para esto, es mejor venirse con euros. Con nuestro equipaje ya en el todoterreno Land Cruiser que utilizaremos durante todo el viaje nos traslada al Entebbe Airport Guesthouse, donde pasaremos nuestra primera noche. Este alojamiento es propiedad de Gorilla Tours, agencia ugandesa con la que habíamos contratado toda la logística del viaje. En el hotel nos recibe Paul, que es hermano del propietario de la agencia. Es un holandés bastante entradito en años que ha venido a retirarse a este país porque, como el dice con una pícara sonrisa, tiene una “girlfriend” aquí. Charlamos un ratito con el y con Richard mientras nos tomamos una cerveza, pero pronto decidimos retirarnos a descansar, ya que mañana tenemos que levantarnos antes de las 6 para iniciar el viaje. El alojamiento es algo básico, pero tampoco nos esperábamos otra cosa. Etapas 1 a 3, total 11
Nos despierta tempranito (5’15 h) una fortísima tormenta con truenos y relámpagos a mogollón. Aún así el sueño fue reparador, pero nos tememos que la lluvia vaya a aguarnos el viaje (nunca mejor dicho), y eso que habíamos elegido cuidadosamente la fecha, para evitar la estación lluviosa. Bueno, es igual, ya veremos a ver que pasa. A decir verdad nosotros solemos tener bastante buena suerte con el tiempo en los viajes, así que vamos a confiar en que no se rompa la tradición.
Desayunamos rápidamente porque a pesar del madrugón se nos hizo un poco tarde. Yo me pedí una tortilla que estaba realmente buena y unas tostadas con mantequilla y mermelada. A las 7’15 salimos con rumbo a Kampala. La idea era atravesar la ciudad sin que nos pillara uno de los atascos monumentales que se forman en esta enorme y caótica ciudad de 2.5 millones de habitantes sin apenas semáforos o carreteras asfaltadas. Lo conseguimos solo parcialmente y estuvimos algo menos de 2 horas para salir de la ciudad, tras haber llenado a tope los dos depósitos de gasoil del robusto Land Cruiser. Nuestra primera etapa nos llevaría en primer lugar hasta la ciudad de Masindi por una carretera razonablemente buena, por lo que tras recorrer unos 260 kilómetros del tirón llegamos sobre las 12.30. Paramos en un restaurante con un patio muy agradable donde tomamos el almuerzo. Nos pedimos un guiso de carne acompañado de pan Chapati (una especie de pan aplanado algo hojaldrado muy bueno). Aquí en Uganda las raciones son algo escasas, en particular cuando de carne o pescado se trata, por lo que no quedaron ni las migajas en los platos. Masindi - delante del restaurante donde paramos a comer Salimos de Masindi para entrar en la desviación hacia el Parque Nacional de Murchison Falls. Aquí ya dejamos atrás la confortable carretera asfaltada y se convirtió en un barrizal por la lluvia de la noche anterior. Precisamente debido a esto, cuando llevábamos recorridas unas 2 horas y ya en medio de una espesa vegetación tuvimos que detenernos a socorrer a un grupo de turistas indios cuyo todoterreno se había quedado completamente atascado en el barro. Richard, nuestro conductor, demostró ser un auténtico especialista y tras varios intentos de y unos cuantos empujones (y salpicaduras de barro) por nuestra parte, por fin conseguimos sacarlo, con gran alborozo por parte de los turistas que ya se veían pasando la noche a la intemperie. De allí nos fuimos a las cataratas Murchison. Son un auténtico espectáculo de la naturaleza, ya que todo el caudal del río Nilo se ve obligado a pasar por una catarata de tan solo 8 metros de ancho. Sobrecoge la potencia del agua y la ausencia de vallado o protección alguna. El Nilo vierte tumultuosamente unos 300.000 litros de agua por segundo por una caída de 45 metros al lago Albert. Allí estuvimos un buen rato sacando fotos y extasiándonos con la fuerza de la naturaleza ante nuestros ojos. Sobrecogedora la fuerza del Nilo a su paso por la garganta de Murchison Ya después de allí debíamos dirigirnos hacia el Lodge ya que Richard quería que llegáramos de día. A este lado del Nilo no hay demasiada fauna, pero aún así vimos algunos antílopes, bastantes babuinos, jabalíes y a una familia de búfalos. Bueno no era exactamente una familia, ya que son lo que Richard denominó una manada de loosers, es decir de machos que han sido desplazados de sus respectivas manadas por otros machos más jóvenes y acaban juntándose en una manada de perdedores. Estaban rebozándose en una charca de barro para protegerse de las picaduras de las molestas moscas tse-tse, que ya se estaban haciendo notar en nuestros cuellos y cabezas también (igual sería conveniente que nosotros nos diéramos también un revolconcito en el barro). Manada de búfalos macho ("loosers") Por fin llegamos al Nile Safari Lodge. Es una instalación muy bonita formada por bungalows en medio del bosque, todos orientados al río. Cuentan con una terracita desde donde observar a los cocodrilos (que los hay a montones), los hipopótamos (que no se quedan atrás en número), infinidad de pájaros y, al caer el sol, montones de murciélagos. También es precioso escuchar la variedad de sonidos de la selva que entran por todos los lados, dado que el bungalow no tiene cristales, sólo mosquiteras. El Lodge intenta ser respetuoso con el medio ambiente. Por este motivo, cada bungalow está provisto de paneles solares. La iluminación es lógicamente escasa, pero suficiente. Tienen generadores de corriente que ponen en funcionamiento unas cuantas horas al día. El baño está muy bien con agua tomada directamente del río (prohibido beberla) para el lavabo y el inodoro. y la ducha es exterior (aunque se accede desde el baño) y sin techo porque el sistema es mediante cubos de agua hervida que te vierten a la hora que tu la pidas. Hay que ser rápido porque sólo dispones de unos 30 litros por pareja, pero es suficiente. Tras la reconfortante ducha nos sentamos a ver atardecer en la terracita y yo a escribir estas líneas y Marimar a contar los cocodrilos que bajan por el río mirando por los prismáticos. Tuve que interrumpir lo que estaba escribiendo porque Marimar localizó una serpiente de tamaño considerable balanceándose en una rama justo al lado de su cabeza (bueno, a unos 2 metros, pero para los efectos, al lado). Muy valientes ambos nos pusimos de un salto justo en la otra esquina donde estuvimos esperando pacientemente a que se fuera. Como no daba señales de estar a disgusto en su rama y ante la perspectiva de quedarnos con dos tontos allí en la terraza, pues nada…. Valor y ¡al toro!, a pasar de puntillas por al lado suyo para poder entrar en la habitación. Comentándolo luego con Richard nos dijo que probablemente fuera una mamba verde o una mamba negra (supervenenosas ambas), que son las serpientes que tienen por allí… ¡pues vaya! Terraza de nuestra cabaña del Nile Safari Lodge con vistas al Nilo Y ese fue solo el primer susto de la noche. Cenamos una sopa de brócoli , un plato vegetariano que estaba muy rico y tarta de fruta de la pasión, y luego nos sentamos al lado del fuego a disfrutar de los bailes de un grupo de niñas perteneciente a una comunidad local cercana, cuando de repente aterrizó sobre mi camiseta un híbrido entre cucaracha y escarabajo, de unos 12 centímetros y bastantes gramos de peso. Con una inusual sangre fría me levanté y me sacudí y el susodicho voló… hacia mi pantalón… ¡me había tomado cariño! Las niñas se reían de mi mientras seguían bailando. Tanto cariño me debió tomar el bicho que cuando 1 hora mas tarde nos fuimos a dormir se vino conmigo a la cabaña, o si no era el mismo, había otro igualito posado sobre la cortina. La verdad es que el bicho era tan grande que le tomas hasta cariño, con aquellos ojitos ¿y si nos lo quedáramos como mascota? Decidimos no hacerlo. Cogí una toalla y lo envolví para sacarlo fuera, con la serpiente, ala. La noche fue de lo más sonora: los murciélagos revoloteando sobre el techo arman un considerable escándalo. Además están los ronquidos de los hipopótamos, el croar de las ranas y sapos, y el cri-cri de miles de insectos. Aún así dormimos de “escándalo”. Etapas 1 a 3, total 11
Nos levantamos a las 5.30, desayunamos y a las 6.30 salimos para llegar antes de las 7, hora en la que tomaríamos un trasbordador que nos cruzaría a la otra orilla del Nilo. Este es el único punto del Parque Nacional en el que se puede cruzar el río, por lo que se concentra bastante gente. Aquí en Uganda las carreteras por las que circulan los camiones de mercancías suelen atravesar los Parques Nacionales, porque sino su gran extensión los obligaría a dar un enorme rodeo. Por esto había aquí 4 ó 5 todoterrenos de turistas pero también algunos camiones y matatus que usarían el transbordador de las 7.
Tomando el transbordador en Murchison Dedicamos la mañana a recorrer el parque en safari fotográfico en el coche. Murchison Falls nos sorprendió gratamente por la cantidad de animales que vimos. A media mañana, para darle un poco de emoción al safari, tuvimos un pequeño enfrentamiento con un elefante macho que caminaba de frente hacia el coche sin intención alguna de apartarse. Richard se puso tenso. El rager que nos acompañaba le enseñó varias veces el rifle AK47 que llevaba por la ventana del coche, haciendo ruido con la culata, e incluso hizo gesto de , mientras Richard hacía todo el ruido que podía con el motor del Land Cruiser, pero el elefante parecía bastante mosqueado y cada vez con más pinta de tener intención de cargar contra el coche. Finalmente se apartó de la pista, pero se quedó escondido tras unos arbustos, por lo que Richard estuvo dudando si avanzar o no, no fuera a ser que envistiera lateralmente al coche. Al final se decidió a pasar a toda velocidad. Richard dice que tiene catado a ese elefante y que está “crazy” (literalmente dijo que hay “algo que no funciona bien en su cabeza”) y que siempre va por las pistas buscando “pelea” con los coches. Le preguntamos al ranger que si hubiera sido capaz de dispararles. Nada nos hubiera disgustado más que por nuestra culpa un animal tan bello resultara perjudicado. Nos dijo que ellos están entrenados para mantener la sangre fría ante posibles ataques de animales y que el protocolo es primero amenazar, después disparar al aire, y en caso extremo dispararle al animal pero siempre evitando dañar órganos vitales (dispararle a una pata, por ejemplo). Luego lógicamente tendrían que dar parte y avisar a los servicios veterinarios del UWA. Nos quedamos más tranquilos. El susodicho elefante Vimos bastantes animales durante la mañana, y tras 4 o 5 horas de safari volvimos al punto inicial para volver a coger el trasbordador y regresar a “nuestra” orilla del Nilo. Algunas bonitas instantáneas de los animales que vimos esta mañana en Murchison: Allí, mientras esperábamos, estuvimos acompañados por una enorme familia de babuinos, otra de facoceros, algunos antílopes, … pasando como si tal cosa por al lado nuestro. Marimar estaba encantada, rodeada de babuinos, hasta que llegó el momento que eran tantos que nos sentimos un poco intimidados y nos levantamos para acercarnos adonde hubiera más gente. En esta zona hay que estar siempre alerta a la presencia de hipopótamos que hayan salido a pastar, ya que estos animalitos de 3.5 toneladas pueden ser realmente agresivo si te interpones en su camino. Finalmente cogimos el trasbordador y nos fuimos al Red Chilli Rest Cam a tomar nuestro lunch box, con una fresquita cerveza Nile que compramos allí y ¿cómo no? Más fauna para deleitarnos. Un enorme facocero estaba durmiendo a un par de metros escasos de donde nos encontrábamos. El facocero que estaba durmiendo plácidamente al lado de donde comimos Después de comer y de asombrarnos con mil detalles de los que hacen de África un continente misterioso y fascinante, nos dirigimos de nuevo al embarcadero para una excursión en bote de 3 horas hasta la base de las cataratas Murchison. El recorrido lo hicimos acompañados de un grupo de turistas ugandeses y fue fascinante la cantidad de hipopótamos que vimos por las orillas. Son tantas las historias negras que circulan sobre estos gigantescos animales que andábamos algo preocupados, sobre todo después de que uno saltara completamente fuera del agua justo al lado de Marimar, amenazándonos porque había crías cerca, y otro nadara a toda velocidad hacia la frágil embarcación con el mismo propósito ¡¡¡Toda una experiencia!!! La verdad es que no sería nada recomendable caer al agua donde varias decenas de cocodrilos del Nilo, de más de 3 metros de longitud, sería los que más se alegrarían. El guía, muy simpático y parlanchín, iba contando historias (a nuestro parecer un pelín exageradas) sobre la peligrosidad de los animalitos del lugar. Nos contó, por ejemplo, cuando un hipo entró en su casa y el tuvo que salir huyendo por la ventan, o la historia de un ranger al que se le escapó el bote hacia el centro del río, y cuando fue a por ella lo devoró un cocodrilo y lo único que recuperaron fueron sus pulmones que aparecieron flotando río abajo… en fin, historias para no dormir. Finalmente el día transcurrió sin mayores incidentes pero con un montón de bonitas imágenes grabadas en la retina. Tras una cena muy agradable acompañada por otra Nile Special (he decidido que es mi favorita de las 3 marcas que hay en el país: Tusker – diferente de la de Tanzania -, Club – muy flojita y aguada -, y la Nile, deliciosa). Estuvimos un ratito charlando con Richard sobre chimpancés y gorilas, las estrellas de este viaje, y nos retiramos pronto a la habitación a leer un rato acompañados de una dislocada sinfonía de rana e insectos varios. Marimar, con su especial habilidad para localizar animales, me llama para que vea a un precioso colobo negro y blanco que se dispuso a pasar la noche durmiendo plácidamente en una rama del árbol justo delante de nuestra terraza. Decidimos imitarle pronto porque mañana nos espera un duro día de coche por carreteras en muy mal estado, según nos cuenta Richard. Etapas 1 a 3, total 11
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