Vietnam, Camboya y Tailandia en 38 días ✏️ Blogs de Asia Sudeste

Parece mentira que sólo unos meses después de nuestro viaje por China, hayamos dado el paso de hacer un viaje de larga duración por el Sudeste Asiático. Aprovechando que hay unos meses de descanso tras el examen MIR, y siendo posible que mi pareja se tomara un descanso de su profesión, tomamos un vuelo a Ho Chi Minh hace unos días (en el momento de escribir esto llevamos poco más de una semana de viaje).

No ha sido un viaje muy planificado, más bien nos subimos al avión en el momento que pusimos el resto de nuestros asuntos en orden, de hecho, fue unas horas antes de vuelo cuando hicimos alguna reserva y fuimos a la DGT a sacarnos el carnet de conducir internacional.

La ruta está definida sólo vagamente, a día de hoy aún no sabemos exactamente a cuáles de estos sitios iremos, serán la mayoría, pero no todos:

Sur de Vietnam -1 semana-
- Ho Chi Minh.
- Ben Tre.
- Can Tho.

Camboya -más o menos 17 días-
- Kampot.
- Kep.
- Chi Phat.
- Koh Kong.
- Phnom Penh.
- Siem Reap.

Tailandia -2 semanas-
- Bangkok.
- Kanchanaburi.
- Khao Sok.
- Koh Tao.

Me siento orgullosa de mi capacidad de empaquetamiento, sólo llevo una mochila de 50L, llena al 66.6%, y otra mochila pequeña. Él lleva una de 70L y otra pequeña. Tan solo unas cuantas camisetas de manga corta, 3 pantalones, unas deportivas y unas chanclas, el neceser, una toalla, dos libros y algunos medicamentos para recorrer el Sudeste Asiático.

En la taquilla de facturación, nos dicen que si no tenemos billete de salida de Vietnam no nos dejarán entrar, ya que no llevamos visado (no necesario para estancias menores a 2 semanas) y no hay autobuses directos que hagan la ruta por la que pretendemos abandonar el país, así que nos vemos obligados a gastarnos 20 euros en comprar online unos billetes de HCM a Phnom Penh.


Tras un viaje largo, con escala en el bonito aeropuerto de Dubai, llegamos a Ho Chi Minh, perdidos, sin habernos informado siquiera de cual es la moneda de allí. Nos damos cuenta que la compra del billete de autobús fue un malgasto de dinero, ya que ni nos preguntan cuánto tiempo vamos a permanecer en el país.

¿Robo o pérdida? Un comienzo difícil

Salimos del aeropuerto sin haber hablado ni siquiera de cómo íbamos a ir al hostal, lo cuál nos pasó factura. Cambié 300 dólares a Dongs, y salimos con cara de pardillos contando el dinero mientras mirábamos alrededor sin saber qué hacer. Se nos acercó gente, y aunque dijimos que no, que cogeríamos el bus o un taxi oficial, al final nos convencieron de llevarnos por poco más de 5 dólares. Una vez en el coche, aumentaron el precio que nos habían dicho inicialmente, y como yo no sabía ni de cuánto eran los billetes y no encontraba en la oscuridad del coche la cantidad que nos habían dicho al principio, acabé dándole lo que me dijeron, que serían alrededor de 8 dólares en moneda vietnamita.

Llegamos al hostal cansados, y en la habitación, contando el dinero, me faltaban 3.000.000 de Dongs (unos 150 dólares americanos). Al principio pensaba, y aún pienso, que me habían robado, aunque después de mucho pensar no tengo claro cómo o cuándo pudo pasar. Mi novio dice que lo perdí, aunque tampoco sé cómo, no recuerdo un momento en el que no fuera cuidadosa con el fajo de billetes.

Desencantados, salimos a pasear. Nuestro hostal estaba en la calle Pham Ngu Lao, la calle del distrito 1 famosa por sus cientos de hostales y bares de mochileros. El ambiente era feo, masificado, empobrecido y con muchísimos occidentales de fiesta. Nos sentamos en una terraza, y la mujer desagradable y agresiva que nos atiende nos dice que no que los precios de la carta no están bien, y que es más. Nos levantamos y nos sentamos en otro sitio donde el personal era algo más amable. Devastados por nuestra mala llegada, nos tomamos una cerveza y nos vamos a dormir, sin ni siquiera cenar.

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Pasamos 3 noches en esta enorme y caótica ciudad.

Cuando nos despertamos y bajamos a desayunar, nuestro mal humor cambió. El desayuno era inmejorable, con café, tostadas, mermelada, huevos fritos y la típica fruta vietnamita fruta del dragón, o Pitahaya, que es como un kiwi pero menos ácido, más rico, y rosa. Además nuestro hostal estaba en un callejón que nos protegía de la ruidosa zona donde se encontraba, y había una terraza muy bonita. Por unos 15 euros al día, no se podía pedir más.

Cruzar las calles es un follón al principio, mucho más que en China, miles de motos y coches vienen por todos lados, sin respetar los semáforos ni mucho menos los pasos de cebra, ahí el peatón tiene que pasar como puede por entre las motos, esperando no ser atropellado. Nos acostumbramos más o menos rápido a esto, pero aún cuando habían pasado días, seguía dando miedo cruzar algunas calles, nunca he visto algo como Ho Chi Minh en ese aspecto.

Nuestra primera parada fue el parque Tao Dan, al parecer en estas fechas se celebra el año nuevo chino, del perro en esta ocasión, y estaba ampliamente decorado con carteles y estatuas de perros. Después nos dirigimos al museo de la guerra, The Remnants Museum el gran descubrimiento de esta ciudad, un museo impresionante, no sólo educativo, si no también duro, con horribles fotografías de la guerra y de sus consecuencias. Nos dimos cuenta de lo poco que sabíamos de la Guerra de Vietnam -o The American War, como se conoce aquí-. Pasamos allí varias horas, y en la tienda de regalos me compré el libro First they killed my father un libro sobre Camboya y el genocidio de los Jemeres Rojos que llevaba tiempo queriendo leer, un libro impresionante que recomiendo a cualquiera que le interese la historia de Camboya. Hace un rato me he enterado de que recientemente Angelina Jolie ha dirigido la película, que salió hace unos meses jaja, que conste que el libro lo conocía de antes .


Nuestra siguiente parada, la famosa oficina de correos y la catedral de Notre Dame. Entramos a la primera y estuvimos un rato mirando los sellos y los souvenirs. Después caminamos por el centro, esta es una zona muy bonita, que si no fuera por las miles de motos por todos lados podría pasar por cualquier ciudad de Norteamérica. Pasamos a una librería para extranjeros muy bonita, y luego al centro comercial Saigon Centre, un shopping mall enorme, de los más grandes que he visto. Queríamos comprar algunas cosas, pero los precios eran muy caros, posiblemente más caros que en Europa.





Andando de vuelta a casa, paramos en el famosísimo mercado Ben Thanh Market, enorme y con cientos o miles de puestos de souvenirs. Descansamos, y por la noche volvimos a salir por nuestra calle, esta vez un poco más animados. Cenamos las especialidades de Saigón, Pho y rollitos de cerdo, algo que comeríamos una y otra vez durante nuestra estancia en Vietnam.

Al día siguiente caminamos hacia el Skydesk, aunque no subimos a la terraza porque era caro, unos 10 euros por persona y no nos merecía la pena, después caminamos por el río, y finalmente por la plaza que hay en frente del ayuntamiento (creo que es el ayuntamiento, no lo tengo claro) donde hay una estatua de Ho Chi Minh, de quien ahora sabíamos muchas cosas gracias al museo. Fue un día muy tranquilo, el resto del tiempo lo dedicamos a organizar el viaje que nos esperaba al día siguiente. Volvimos a cenar en el mismo bar de nuestra calle donde habíamos ido las dos noches anteriores, la comida en Vietnam es deliciosa.

Ho Chi Minh es un lugar intenso, al final me gustó, hay mucha vida. Como en todos los sitios que he visitado de este país, vayas a donde vayas hay mucha gente, cada dos pasos hay un pequeño local donde la gente se amontona para desayunar, comer o cenar. La gente que nos hemos ido encontrando por la calle ha sido muy simpática, los niños te dicen "hello" y te sonríen, pero el personal de las tiendas o de los bares, sobretodo de las zonas más turísticas, te tratan mal, parece que estén hartos de extranjeros, te intentan engañar y cobrar de más y ni te saludan.

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A la mañana siguiente viajamos a Ben Tre usando la compañía de autobuses FUTA, que al lado del resto de transportes que cogí durante los siguientes días, es un lujo absoluto. Los asientos son espaciosos, te dan una botella de agua, y en el destino te llevan en una furgoneta a tu hostal sin coste adicional. También te recogen y te llevan a la estación de buses, pero nosotros no usamos ese servicio ya que nos hubieran recogido demasiado temprano y nos hubiéramos perdido el desayuno. Poco después de salir de HCM, empezó el típico paisaje verde repleto de palmeras de todos los tamaños, y cada poca distancia se veían canales y caminos bonitos, parecía que estábamos en la película Forrest Gump. Y por supuesto no faltaban las típicas casas/chabolas de Vietnam que adornan los laterales de las carreteras. En el sur de Vietnam hay gente, casas y motos por todos lados. Y por fin vemos por la ventana el icónico Mekong, el río por el que se llevaban a cabo todos los transportes no hace tanto tiempo atrás, ya que era muy difícil moverse por la densa jungla, probablemente el motivo por el que los militares de EEUU no pudieron ganar la guerra.


Llegamos y mientras esperamos que nos recoja la furgoneta, un hombre se acerca sonriéndonos y cordialmente nos pregunta por nuestro itinerario y nos deja una tarjeta por si queremos que nos lleve él a Can Tho o hacer alguna excursión. Aquí ya se ven otras maneras de hacer las cosas y mucha más amabilidad que en HCM.

Ratas

Teníamos reservado un bungalow en mitad de la "selva" para una noche, la cabaña era muy bonita, con una "sala de estar" al aire libre en la parte baja de la cabaña, techos altos, mosquitera, cama grande y baño privado. El personal del lugar era muy amigable. Era una granja muy bonita, con gallinas y gallos moviéndose libremente por toda la propiedad y un perro. Estábamos tumbados en la cama descansando un rato, cuando veo una rata entrando por el techo y paseándose por los altos pilones de madera. Al principio no me importó mucho, dijimos "bueno es una rata de campo, es como ver una ardilla" pero en los 10 minutos que estuvimos mirando el techo pasó 3 veces. Y me empecé a emparanoiar. Me puse a leer historias en internet de cómo personas se habían despertado a mitad de la noche con 15 ratas por el suelo y por la cama de sus bungalows en el Sudeste Asiático y cosas así. Ya me estaba imaginando el techo infestado con cientos de ratas, y cada sonido que oía pensaba que eran ellas. Mi novio no quería que nos quejáramos, decía que la rata ya se habría ido. Y así fue, ya nos la volvimos a ver, pero esto empañó un poco mi estancia en Ben Tre ya que por la noche me desperté un par de veces sintiendo la necesidad de mirar hacia el techo.

Además, como es lógico, había todo tipo de insectos y ranas por todos lados. Es obvio, pero me empecé a preocupar, no había previsto que iba a suponer una incomodidad, y más de la mitad de nuestro viaje va a ser por zonas rurales.

Ben Tre es maravilloso

Esa tarde alquilamos unas bicicletas. Pensábamos que habría que hacer alguna ruta super compleja para ir a ver los paisajes típicos y los canales, y estaba un poco agobiada porque la mujer no nos había entendido cuando le habíamos preguntado y tampoco había encontrado información de rutas en internet. Pero resulta que, ¡todo el paisaje a nuestro alrededor era así! empezando desde la puerta del alojamiento, cientos de caminos estrechos pasaban por entre los cocoteros, y cada poco nos encontrábamos canales. El paisaje era inmejorable, y los árboles proporcionaban sombra, por lo que apenas teníamos calor. Nos pasamos alrededor de una hora pedaleando como locos de un lado para otro por entre los caminos, y sin importar que direcciones tomáramos, el paisaje era increíble. En los canales había los típicos barcos de turistas, que por la mañana estarían llenos por la gente que visita el Mekong en tours organizados, pero por la tarde no había ni un alma. No nos encontramos ni a un solo turista por ningún lado. Ben Tre me estaba encantado y superando todas mis expectativas. Me sentía completamente feliz.




Después pedaleamos hasta el pueblo, que estaría a 2 o 3 km de los canales y de nuestro alojamiento. Llegué al pueblo muy muy devastada por el calor, ya que aquí ya no daba la sombra. Nos sentamos en una cafetería, y nos tomamos una limonada riquísima, además cada poco rato la mujer nos traía vasos con agua y hielo, nos debía ver cansados. Los precios aquí ya eran otra cosa, los dos batidos costaron en total menos de 1 euro, Ben Tre es bastante auténtico, creo que no nos encontramos a un solo occidental en todo ese día, excepto en nuestro hostal que había un par de personas. Nos volvimos al hostal y el resto de la tarde y de la noche la pasamos por allí descansando y leyendo. En el centro de Ben Tre lo más famoso, y a lo que fueron las turistas que conocimos en el hostal, era el mercado nocturno, pero nosotros estábamos ya hartos de estar siempre en mercados, así que simplemente pedimos la cena del hostal y después nos dormimos temprano. La cena fue un banquete, no hemos comido mejor en nuestras vidas. Por 70.000 dongs cada uno nos pusieron rollitos de cerdo, sopa de verduras, arroz, pollo en salsa de limón, espárragos y no sé qué más.

La mañana siguiente la pasamos leyendo y caminando por los caminos, y a las 12, que era la hora del check out, le preguntamos a la mujer cómo ir a Can Tho, y nos llamó a un taxi para que nos llevara a la estación.

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