Memorias de un gran viaje por el Sudeste Asiático ✏️ Blogs de Asia Sudeste

Voy a intentar sintetizar en un sola nota mi experiencia viajera por el Sudeste de Asia. Claro, tendría otras cosas para hacer siendo casi las doce de la noche de un lunes en Buenos Aires, pero hoy me dieron ganas de viajar y escribiendo de viajes digamos que me acerco a esa dichosa experiencia…

Mi viaje por el sudeste asiático duró aproximadamente 50 días. Durante ese tiempo, viajé armando una suerte de círculo, recorriendo varios países del sudeste: Malasia, Singapur, Tailandia, Camboya, Laos y Vietnam. Fueron días intensos, de largas caminatas y muchas horas de viaje, pero disfrutados en su mayoría, a más no poder.

La odisea comenzó en Kuala Lumpur. Llegar a Kuala Lumpur es encontrarse con una ciudad multicultural que reúne un poco de cada rincón de Asia. Maravillados por las Torres Petronas, los templos budistas y las impresionantes cuevas de Batu, los primeros días en Asia fueron inolvidables. Mucha caminata, mucho calor (en enero en Kuala hace mucho calor definitivamente) y mucho aprendizaje. Andar por las calles de Malasia implica aprender sobre la diversidad del mundo: las culturas árabes, malaya, china, hindú y occidental se funcionan en cada cuadra de esta ciudad. Luego el viaje siguió rumbo a la ciudad de Putrajaya, la nueva capital del país, una ciudad que parece que recién se estrena… enorme, moderna, futurista y vacía. Estuvimos en ella para año nuevo y dado que la mayor parte de su infraestructura corresponde a edificios públicos, éramos solitarios los viajeros que andábamos por sus calles. Avanzamos rumbo al sur, en tren, hacia la ciudad de Melaka. Esta ciudad nos sorprendió, una rara mezcla de tradiciones holandesas y orientales se fusionan en el sur de Malasia y Melaka es el resultado de esa extraña mezcla.

Desde Melaka cruzamos en autobus a otra ciudad, o mejor dicho, otro país, Singapur. Según cuenta una leyenda malaya que un príncipe de Sumatra vio un león mientras visitaba la isla de Temasek y basado en su buen presagio, fundó a allí la ciudad del León (Singapur). Singapur fue colonia del imperio holandés y británico por muchos años hasta que los japoneses la invadieron. Luego del régimen del terror aplicado por los japoneses, el partido socialista de acción popular llegó al país a la independencia y gobernó por treinta años. Durante estas últimas décadas, Singapur se convirtió en la ciudad del futuro… literalmente. Quedamos maravillados por esta ciudad, sus rascacielos y su fusión cultural.



Nuestro viaje tomó luego de Singapur, rumbo norte. Volamos hasta las islas del sur de Tailandia. Nuestra primer parada fue en la enorme isla de Phuket. Phuket no parece una isla pero lo es y está muy cercana la paraíso. Tiene de todo, una ciudad con mucha vida nocturna, playas con hoteles all inclusive y playas desiertas, playas solitarias para surfistas y lanchas que van y vienen todo el tiempo hacia las islas cercanas. El lugar más lindo del mundo que he conocido está cerca de Phuket: la isla de Phi Phi (agua cristalina, arena blanca, palmeras, no se le puede pedir nada más). Desde las islas volamos rumbo norte, a la selva de Tailandia, a la ciudad de Chiang Mai. Chiang Mai es la ciudad con mayor espiritualidad de Tailandia, llena de templos budistas y monjes que van y vienen, la selva que la rodea le da el aura de tranquilidad que los días en esta ciudad ameritan. Definitivamente fue una de mis ciudades preferidas en todo el viaje. Desde allí viajamos en tren hacia Bangkok, la gran capital no solo de Tailandia, de todo el Sudeste Asiático, el punto que ningún viajero omite y al que muchos, muchísimos quisieran volver. Bangkok es una ciudad super cosmopolita, con bellísimos templos y una vida noctura insuperable. Un paseo por Kao San Road es un imperdible de un viaje por el sudeste asiático: allí está todo el mundo, todo se vende y compra, todos los colores y aromas… Kao San es la calle que mejor representa al sudeste asiático. En Bangkok me separé de mi compañero de viaje que pronto debía volver a casa.



Mi ruta siguió en tren hacia Laos. El tren que sale de Bangkok viaja toda la noche hasta llegar a la frontera norte. Allí luego de hacer los trámites migratorios y se hace un trasbordo a otro tren que nos transporta por los últimos kilómetros que nos separan de la ciudad de Ventianne, capital de Laos. Ventianne no parace una ciudad capital, su apariencia es la de un pequeño pueblo adormecido en el tiempo. Ventianne tiene hermosos templos budistas pero lo más lindo de la ciudad es su costanera sobre el río Mekong. Allí cada tarde hay hermoso atardeceres, imágenes inolvidables de este viaje. Mi camino siguió hacia el norte de Laos, hacia el pueblo de Luang Prabang. Luang Prabang está ubicada en la sagrada confluencia de dos grandes ríos del sudeste asiático: Nam Kham y Mekong. Es una ciudad que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y su tesoro arquitectónico más preciado está conformado por un conjunto de wats (templos budistas), resplandecientes por su decoración con oro y esmeraldas. Es un lugar ideal para descansar en un viaje que recorre grandes ciudades y también es un punto de encuentro entre viajeros. Aquí la gente anda tranquila, pasea, se olvida del trajín alocado de las ciudades y disfruta de la naturaleza. De allí el viaje siguió rumbo norte hacia el pueblo de Vang Vieng. El paisaje que rodea al pequeño poblado de Vang Vieng es magnífico con las vistas maravillosas del río Nam Song. La ciudad es pequeña y se nota que últimamente ha explotado turísticamente, decenas de bares y una basta oferta de actividades al aire libre, atraen a turistas de todas las nacionalidades.

Luego el viaje siguió hacia el este, a Vietnam. El viaje desde el norte de Laos a Vientam se hizo interminable. Toda la noche anduvimos por una infinita carretera hasta llegar a la frontera y allí los caminos, con la lluvia fueron peores aún. El destino final era la ciudad de Hanoi pero no llegamos a ella, el cansancio nos ganó antes y decidimos parar en la ciudad de Vindt, un poblado por fuera de la ruta del turismo en Vietnam. Allí pudimos encontrarnos con el Vietnam verdadero, no for export como muchas de las ciudades más típicas para los viajeros. Arrozales, gente tranquila y muy trabajadora, mucha lluvia y una gran paz fueron las claves de estos días en Vietnam. Seguimos rumbo norte a la capital del país, la ciudad de Hanoi. La capital de Vietnam es un verdadero caos de motos que van y vienen de un lado a otro sin cesar, calles que parecen laberintos, miles y miles de puestos callejeros donde se compra de todo, mercados nocturnos, diurnos y flotantes. Si uno tiene plata, en Vietnam se puede gastar muy bien. La tumba de Ho Chi MinH es uno de los imperdibles de una visita a Hanoi. El siguiente punto del recorrido fue un poco más al norte, camino a China, en la ciudad de Halong para recorrer la famosa Halong Bay. Ir a la Bahía de Halong me generaba mucha expectativa aunque no sabía que gran parte de lo que esperaba no se iba a dar dado que esta no era la época del año para visitar la bahía.La Bahía de Halong se caracteriza por las afloraciones carcásicas en medio del mar que dan forma a islotes que decenas y decenas de barcos y barcazas esquivan cada día en sus recorridos por la bahía. Luego de un par de día de Hanoi y Halong Bay, volé al sur, bien al sur del país. La última ciudad de Vietnam que recorrí fue Ho Chi Minh, la capital del sur, la antigua ciudad de Saigon. Esta ciudad es la capital del Vietnam moderno. Saigon estuvo durante varios años separada de Vietnam del Norte y fue la aliada de los norteamericanos en los años de la guerra. Ante su rendición, el país se reunificó con el régimen comunista que actualmente sigue en el gobierno. Desde allí, volé nuevamente a Tailandia.

Desde el sur de Vietnam volé nuevamente a Tailandia para encontrarme con un amigo que llegaba desde Buenos Aires. Juntos recorrimos un par de días Bangkok y fuimos a la antigua ciudad de Ayuthaya. En el curso de la confluencia de tres grandes ríos, MAE NAM LOBURI, CHAO PHRAYA y PASAK, se conforma esta isla, que debe su nombre al hogar de Rama en la epopeya hindú del Ramayama. Desde el 1350 al 1767 Ayuthaya fue la capital cultural de la nación tailandesa y posee una colección de antiquísimos templos. Un lugar que recomiendo visitar, sin lugar a dudas. Desde allí cruzamos el país hacia el este para llegar a Camboya. Cruzar la frontera de Camboya llevó mucho más tiempo del que imaginamos, viajamos en combi, micro, autobus, auto y tuc tuc y luego de 16 horas de viaje llegamos a la fabulosa ciudad de Siam Reap. Siam Reap es la ciudad que se usa como base para recorrer los templos de ANGKOR. Angkor fue la capital del antiguo imperio khemer, de Camboya. Entre los siglos IX y XIII los pueblos camboyanos se esforzaron por superar a los templos de sus ancestros en tamaño, belleza y simetría y esto los llevó a construir el mayor edificio religioso del mundo: el templo de Angkor (Angkor Wat). Los cientos (sí, cientos) de templos que han sobrevivido hasta nuestros días no son más que el sacro legado del enorme centro político, social y religioso que se extendía desde Birmania hasta Vietnam. Desde allí navegamos por el río Tonle Sap para llegar a la capital del país. Phnom Phem está cargada con la triste historia de Camboya, pero tiene además bellos tiempos y un bello malecón para recorrer. Allí pasé mis últimos días en el sudeste asiático. Solo me quedaba volver para emprender el final de mi viaje, sin dudas, un viaje inolvidable.

Si quieren leer más sobre este viaje pueden hacerlo en polviajero.com

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