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Cruzando el Atlántico en velero

Cruzando el Atlántico en velero ✏️ Blogs de Atlántico Atlántico

La primera gran meta de esta travesía fue encontrar un velero. Todo sucedió muy rápido... Día 6 de Noviembre, 11 horas. Comienzan a hicharse las velas, sentimos como el agua empieza a resbalar por el casco mientras el sonido de las olas amenizan la salida, esto solo acaba de empezar… Un velero, 5 personas, las velas, el viento y el mar. Solos en medio de la inmensidad del océnao.
Autor: Allendelosmares  Fecha creación:  Puntos: 5 (3 Votos)
Un punto microscópico en mitad del océano

Un punto microscópico en mitad del océano


Localización: Atlántico Atlántico Fecha creación: 03/11/2016 18:30 Puntos: 0 (0 Votos)
14/11/14
Día 6 de Noviembre, 11 horas. Comienzan a hicharse las velas, sentimos como el agua empieza a resbalar por el casco mientras el sonido de las olas amenizan la salida, esto solo acaba de empezar…
Un velero, 5 personas, las velas, el viento y el mar. Solos en medio de la inmensidad del océnao. No sabía de la gran comodidad de navegar en empopada, con el oleaje en el mismo sentido que el viento, el barco surfea las olas y nosotros simplemente nos dejamos llevar.



En el segundo o tercer día de navegación se consigue coger el ritmo del océano. Hallándome a mitad de la travesía no recuerdo con exactitud mis expetativas iniciales. La vaga idea que tenía sobre la travesía es ligeramente distinta a la que estamos viviendo. Hay que decir que no hay una sola manera de cruzar el Atlántico, puedes tener una experiencia u otra según el barco que consigas, el patrón y la metereología. Nuestra aventura es exageradamente mucho mas tranquila de lo que yo esperaba. Apenas hay trabajo que hacer, solamente dejar el velero al cuidado del piloto. Viento casi constante del este y cuando cae, con un solo click en el botón correcto, las velas se enrollan solas. Imagina si estaba fuera de la realidad que un día antes de partir, me recriminaba no haberme comprado guantes para la travesía.
Recuerdo que uno de mis miedos era no estar lo suficientemente fuerte como para aguantar una exigente navegación durante varios días seguidos. Y ahora, una vez interiorizado el apacible ritmo de esta tranquila travesía, mi miedo es no aguantar ni 5 minutos andando una vez lleguemos a tierra. Eso sí, debido al religioso vaivén del barco, estamos desarrollando una fantástica capacidad de reflejos, es ver algo caer y lo agarramos cual reptil cazando a su presa. Pero ya comienzo a sentir los músculos languidecerse y cualquier ejercicio físico resulta pesado. Aún así, siento unas ganas locas de correr, sabía que permanecer parada en el mismo lugar durante 18 días iba a ser todo un reto y, lamentablemente, no me equivoqué.



Ya han pasado 9 dias desde que salimos de puerto. 9 días de travesía, 9 días con 360 grados de horizonte constante, 9 días descubriendo a cada instante un nuevo azul.
Llevamos unas 1400 millas navegadas, hemos pasado el trópico de Cáncer colocándonos a 19º de latitud y nos hemos trasladado 22º hacia el oeste. Se podría decir que estamos ya casi en mitad del océano. Ahora mismo, somos un punto microscópico entre África y América.
El cúmulo de sensaciones que estoy experimentando es muy intenso a la vez que tranquilo, porque si hay algo que se respira aquí es una tranquilidad absoluta. Cada día es diferente al anterior, sin embargo cuando se echa la vista atrás todos parecen confudirse.
Aunque la rutina se va colando poco a poco en nuestros quehaceres, paulatinamente le vamos robando horas al sol, avanzamos con él y esto crea un cierto desconcierto. Los relojes a bordo continúan con la hora de Canarias (UTC) y así lo harán hasta que lleguemos a tierra de nuevo, pero ya nada tienen que ver con la posición actual del barco. Esto, sumado a las guardias nocturnas que consisten en despertarse en mitad de la noche para pasar 2 ó 3 horas en vela, hacen que el tiempo se relativice con una facilidad imperciptible.



En el momento en que subí al barco un río de felicidad invadió mis venas, disfrutaba las 24 horas que pasaba en él, cada minuto era diferente del resto, todo eran nuevos colores, nuevas sensaciones. Parecía que si dormía estaba perdiéndome algo, pues no siempre tienes la oportunidad de encontrarte ante un océano infinito. Sin embargo, ahora los segundos parecen estirarse como una bola de plastilina y las horas de sueño comienzan a resultar agradables tanto a la luz del sol como de la luna, el insomio ocasionado por la saturación de adrenalina empieza a desaparecer.


Imposibilidad de lanzarnos al agua. ¡Haz que el agua venga a ti!
Atlántico tropical, oceáno de alisios perpétuos. Navegar se convierte en una constante reflexión sobre la evolución meteorológica, siempre intentando sacar provecho de los buenos vientos y evitando a toda costa las zonas de tormentas. Cada mañana revisamos la previsión meteorológica y, así, confirmamos nuestro rumbo. La temperatura media debe ser de unos 26 grados y la del agua aumenta cada día, salimos de canarias con 22 grados y ya vamos por los 25 grados. ¡Dan ganas de tirarse al agua!


Peces voladores que se cuelan en cubierta.
Aquí no hay teléfonos, ni internet, ni televisión, ni coches, ni ruidos,… Las únicas distracciones las proporciona el mar. Peces voladores asaltando la cubierta, delfines que juegan con la proa del barco, tiburones que amenazan acercándose sigilosamente.
Ante tan idílicas condiciones, con todo el océano a nuestra disposición, no hay lugar para el aburrimiento. Se desarrolla una fantástica vida interior. Te sientes dueña del tiempo y no él de ti. Personalmente el viaje está resultando muy productivo. Hasta puedes permitirte tachar de la lista de cosas pendientes, tareas para las que nunca se encuentra el momento y que aquí se hacen con un placer absoluto. De hecho, el mejor regalo de la travesía es disponer de este tiempo que tanto se echa de menos en la rutina diaria; para pensar, para reflexionar, simplemente tiempo para uno mismo.



El pasado enero me regalaron el libro “Solos en el Atlántico” de Francesc Cussí, narra la experiencia de Bruno en la única regata en solitario que cruza el Atlántico en los dos sentidos de oeste a este y del hemisferio norte al sur con unos barcos de 6,50 metros, la Mini-Transat. Fue a principio de año que la idea de cruzar el Atlántico iba haciéndose cada vez mas fuerte así que comencé a leer el libro nada más llegó a mis manos. Pronto lo aparté ya que en ese momento estaba realmente inmersa en el proyecto final de carrera y además, sin saberlo, se sumaba una razón mas: no comprendía del todo las estrategias y sentimientos que en el libro se contaban. Sin embargo, después del fantástico verano que he pasado tan cerca del mar y gracias a la gente que me ha ayudado a conocerlo más a fondo, he devorado el libro sin apenas parpadear. Leerlo cruzando el Atlántico le ha dado mucho mas valor, lo recomendaría a todos quienes se aventuren a cruzarlo.
Mientras leía el libro, me dejaba llevar a merced del piloto automático y sin apenas haber tocado las velas. No podía evitar sentir un poco de remordimientos, ¿por qué buscar tanta comodidad si realmente lo atractivo de navegar es sentir la sintonía del barco con el mar, estar atenta a lo que tienes alrededor y sacarle el mejor partido? Cada vez me siento mas lejos de este mundo automatizado que intenta controlarlo todo mediante botones. Parece que hayamos perdido la capacidad de esforzarnos, el desarrollo tecnológico nos vuelve totalmente dependientes, ¿sabrá mi futuro sobrino exprimir una naranja en un exprimidor sin cables?



El mar ha resultado ser uno de los mejores escenarios en los que he estado, consigue hipnotizarme tan solo con observar el ir y venir de las olas. Cuando el mar se calma da la sensación de que el líquido azul se densifica como si se convirtiera en un mar de lava. De vez en cuando se aviva este espectáculo con grandes olas que zarandean el barco como si quisieran mojar hasta lo mas alto del mástil, con tormentas que llegan sin avisar o con intensos arco iris como nunca antes había visto. Sin embargo, admito que aunque esperaba ver amaneceres y atardeceres mucho mas impactantes, hay días que me quedo anonadada al mirar al frente y ver como el sol va tiñendo de rojo las nubes cuando todavía no ha salido.



Los días en el barco pasan casi sin darnos cuenta. El ambiente con la tripulación cada vez va a mejor. Parece el típico chiste de “Esto es un inglés, un francés, un itialiano y un español…”, hay una interesante mezcla de idiomas. Tanto Charly, inglesa, como Gaia, italiana, cocinan genial. En momentos como este, la comida se convierte en un perfecto narcótico, citando las palabras de Francesc Cussi: “Un estómago saciado es la mejor invitación a caer rendido en los brazos de Morfeo”. Lo curioso es que dormirmos en todos lados menos en nuestro camarote. Éste se sitúa en proa y al caer la noche parece que se intensifique el vaivén de las olas convirtiendo nuestro camarote en un auténtico tambor de lavadora en pleno programa de centrifugación.



Por las noches, las guardias te presentan el mar de una manera totalmente diferente. El gran cambio es que en este momento te encuentras tu sola frente al océano. Al salir a cubierta se te eriza el pelo, las pupilas se dilatan, solo se escucha el sonido del océano. Cuando el sol cae, todos los colores subcumben al negro, la vista parece descansar mientras los demás sentidos se intensifican. En cada guardia casi siempre me regalo el lujo de tumbarme unos minutos sobre la bañera bajo la inmensa bóveda de millones de estrellas.



Navegar ante tal inmensidad, sin proporción ni límite es fantástico, pero quizá podría vivirse mucho mas intensamente sin aparato electrico alguno. De una gran travesía pasaría a ser una gran aventura. Recuerdo cuando Max y yo cruzamos el desierto de los Llençois Maranhenses en Brasil, me reduerda mucho a este viaje. Características similares, atravesar un medio que no es el tuyo (arena-mar) en el que pierdes el sentido de la orientación en solo parpadeo y con agua potable limitada. En Brasil caminamos sin brújula, gps, ni guía por un desierto en el que la única referencia era el viento, siempre venía de cara. Ahora, navegamos por un oceáno con el viento siempre de popa… No son comparables ambas aventuras, ya que navegar resulta ser bastante mas complicado, pero… habrá que ir subiendo de nivel, ¿no?


Después de pasar un buen tiempo en el mar, comprendo perfectamente el mensaje que Juan Carlos, técnico y compañero de Salvamento Marítimo de Castellón, me dijo haciendo una de las prácticas, era algo así: el mar está en constante cambio, pero ya sea con tormenta o en un cálido día de verano, lo veo siempre perfecto, me gusta de todas las maneras.


Canarias-Antigua, 3000 millas

Canarias-Antigua, 3000 millas


Localización: Atlántico Atlántico Fecha creación: 03/11/2016 18:35 Puntos: 0 (0 Votos)
Llevaba tiempo pensando en ello, ocurre que sin saber muy bien porqué hay ideas que se cuelan en la mente y ya no puedes dejarlas ir. Algunas de ellas resultan muy factibles, sin embargo otras que conllevan algo mas de dificultad terminan siendo simplemente sueños. A menudo resulta que lo que para uno mismo son nuevas metas, para los demás son locuras y ya sea por cobardía, pereza, “falta de tiempo” o todo a la vez acaban no realizándose.


En mi caso, lo que me hacía soñar despierta era la idea de cruzar el Atlántico en velero. Todo comenzó en Brasil, a pocas semanas para volver a España cuando me percaté de que realmente quería volver al continente americano para descubrirlo mas a fondo, pero este descubrir tenía que ser lento y disfrutando del camino. Por ello, no me entusiasmaba el hecho de llegar a América en un abrir y cerrar de ojos, el viaje tenía que comenzar desde la puerta de casa.


Como he comentado antes, lo que para uno son metas para otros son locuras. Así que intuyendo la reacción de los demás, se me hacía difícil exteriorizar lo que llevaba ya tiempo imaginando.
Lo que suele ocurrir es que hasta que no lo compartes, no parece tan real; únicamente eres tú quien lo sabes y es en el momento en que comienzas a contarlo que empieza a tomar forma.


Es curioso como inconscientemente se elige a ciertos amigos y familiares y no a otros para contar según qué cosas. Cada persona es diferente y puedes llegar a imaginar qué tipo de reacción tendrán ante tu nuevo plan. Cuando me decidí por fin a revelar mi idea, sin darme cuenta fui comentándolo a cuenta gotas a aquellas personas que creía que podían entender lo que pensaba. Una vez recibes unas cuantas afirmaciones y ánimos, parece que esto te llene de energías para seguir contándolo aún sabiendo que los demás no lo van a comprender e incluso, sin maldad, van a intentar echarte atrás. Lo bueno es que muchas veces hay gente que te sorprende positivamente con su respuesta.


La verdad que las condiciones no podían ser mejores: 26 años, recién egresada, crisis en España. Desde mi punto de vista esto significa primero de todo que dispongo de salud y tiempo, sin compromisos que me aten a quedarme en mi ciudad, no tengo ni hijos ni trabajo ni deudas. Y segundo, que la crisis lo único que ofrece son condiciones de trabajo inaceptables, salarios bajísimos y horas extra gratuitas, si es que se tiene la “suerte” de poder firmar un contrato. El panorama actual en el ámbito de la arquitectura en España es muy poco estimulante, ahora es cuando podemos aprovechar para buscar opciones fuera del país.



Cuando hablaba de ello con amigos, muchos me decían que también les gustaría aventurarse aunque siempre existía un “pero”. Para la mayoría, las razones eran el tiempo o el dinero. Bajo mi punto de vista cada uno elige qué hacer con su tiempo y sobre el dinero… que se puede vivir con muy poco y se puede ir haciendo por el camino. Si realmente no se apuesta por ello es porque no es una prioridad. Cuando le conté el plan a Max a principios de año, reaccionó con una mueca de incredulidad y compasión: “¿qué le está rondando por la cabeza ahora?”. Él hacía unos meses que había vuelto de un viaje de un año por Latinoamérica y ya estaba pensando en volver a irse en marzo, así que comenzar a viajar en octubre le parecía muy tarde. Pero poco a poco le fue entusiasmando mas el plan y decidió apuntarse conmigo.
No fue difícil tomar la decisión, una vez segura y recién terminada la universidad, billetes a Canarias y ¡a probar suerte! Aun recuerdo cuando la frase de mi madre cuando le dije que ya tenía los billetes, “ah, ¡¿pero iba en serio?!”



La primera gran meta de esta travesía fue encontrar un velero. Todo sucedió muy rápido, fue al llegar al puerto después de pasar unos días visitando el interior de Gran Canaria. Estábamos comprobando si continuaba nuestro anuncio en el tablón cuando Jerome, propietario de No Stress, comenzó a hablar con nosotros. Él simplemente curioseaba los carteles ya que tenía su tripulación completa, sólo que su última persona a bordo todavía no había confirmado asistencia. Empezamos a hablar y sin saber muy bien cómo ya estábamos dentro del barco. No nos lo podíamos creer, tanto que no nos atrevíamos ni a contarlo.




Resulta que topamos con una embarcación muy bien preparada para largas travesías, muy fiable. Un Amel 54 Super Marabu del año 2004 con 17,20m de eslora y 4,80 de manga. Muchos metros de cubierta útil, una amplia bañera protegida por un toldo y un colchón 2x2m comodísimo detrás de cada uno de los dos mástiles, quedando todavía un gran espacio en proa.


El barco es autosuficiente. Obtiene electricidad a partir de paneles solares y, en caso de necesitar mas energía, cuenta con un generador que carga rápidamente las baterías. Dispone de agua gracias al potabilizador que genera 100 l/h de agua dulce pudiendo almacenar hasta 1000 litros, potabilizando a su vez 20 litros de agua apta para consumo.


El interior cuenta con todas las comodidades de una casa. Tiene 4 camarotes (7personas) y dos baños. En la zona común hay un amplio salón y cocina. Está totalmente equipado con lavadora, secadora, lavavajillas, microondas,televisiones y un equipo de sonido buenísimo.

Y como extra, lleva una embarcación de apoyo semirígida AB de casi 6 metros con 60 caballos de motor.



La tripulación la formamos Jerome, franco-brasileño con gran experiencia en el mar; Charly, inglesa que desde hace unos años se dedica al mundo de los barcos ya sea en hostelería como navegando; Gaia, italiana con ganas de ver mundo pero que nunca había subido a un barco; Max, de Barcelona con intención de evolucionar en el mundo de la navegación y yo. A excepción de nosotros dos, nadie en el grupo nos conocíamos hasta el momento de subir al barco. Para todos era una experiencia nueva, era la primera vez que íbamos a cruzar el Atlántico.



Al comienzo de la travesía, según la previsión meteorológica teníamos un anticiclón al suroeste de Portugal y se estaba formando una depresión al sur del Caribe. Esto significaba vientos portantes asegurados saliendo de Canarias rumbo a Cabo Verde y tener que estar muy atentos a ver cómo evolucionaba la depresión ya que podía haber riesgo de huracán al llegar.



Salimos el 6 de Noviembre a las 11h de la mañana. Ese mismo día todos nos mareamos excepto Jerome, era gracioso pues al no conocernos no nos atrevíamos a hacer bromas al respecto pero todos percibíamos lo que ocurría. Gaia tardó un poco mas en recuperarse, estuvo unos 3 días sin moverse ni comer.


Lo mas importante de la navegación consistía en ver la meteo, determinar cual era el mejor camino a seguir en función del rumbo y velocidad del viento y evitar las zonas con grandes olas. Para esto, utilizábamos el programa weeterwelt que nos enviaba la previsión actualizada cada 3 días. En lugar de utilizar spinaker, salimos con el génova y la baluma desde Canarias, de 71m y 76m respectivamente y, a excepción de la baluma que se nos cayó accidentalmente, no utilizamos ninguna vela mas. Nuestro trabajo fue únicamente enrollar un poco las velas si subía el viento y estar atentos por si éste rolaba para cambiar el rumbo unos grados, el piloto automático hacía el resto.



Los primeros 4 días fuimos dirección Cabo Verde, no teníamos intención de hacer parada pero si surgía cualquier problema en el camino siempre teníamos esa posibilidad. A partir del quinto día cambiamos rumbo a oeste para ir directos hacia el Caribe.


En menos de una semana, ya estábamos habituados tanto al barco como al mar y la meteorología no podía ser mejor, sol en todo momento y olas de 1 a 2 metros. Ademas nos íbamos conociendo cada vez mas, la convivencia iba mejorando con los días.


Una vez transcurridos 10 días, nos encontramos en el punto de no retorno, lugar mas alejado de la costa no en lo que a millas se refiere sino a que tardaríamos el mismo tiempo en llegar a la costa de Cabo Verde como a la isla mas cercana del Caribe. Retroceder significaba navegar haciendo bordos debido al viento que recibiríamos por proa y con las olas de frente, a partir de ese momento solo existía la posibilidad de seguir hacia delante. Éramos conscientes de que cualquier problema que no pudiera resolverse insitu, tendría que solucionarse al otro lado del océano.




Justo dos días mas tarde, durante una guardia nocturna Max comenzó a escuchar un sonido extraño, en ese mismo instante se percató de que además estaba saliendo vapor del cuarto de motores. Inmediatamente avisó a Jerome y juntos lo abrieron para ver qué sucedía: la correa del circuito de refrigeración del motor se había roto. Esto quería decir que ya no podríamos hacer uso del motor ni durante la travesía ni al llegar a puerto, lo que supondría en caso de fuerte tormenta apenas tener control de la embarcación. Por suerte había varias correas de repuesto, pero costó día y medio repararlo.


Los últimos días llovió con mas frecuencia, el viaje empezaba a hacerse menos cómodo y las ganas de llegar iban increcendo. A pesar de que en la mayoría de la travesía rondaron los 1,5-2 metros de ola, el oleaje llegó a superar los 3 metros. En mitad del océano, con olas de tal tamaño, todo se mueve incontroladamente y tareas tan sencillas como cocinar, leer o dormir se vuelven bastante complicadas.
A 4 días de avistar tierra, mientras yo hacía guardia en una noche bastante ajetreada de tormenta, subió rápidamente el viento, Jerome empezó a enrollar las velas e inmediatamente después se escuchó un golpe seco. Jerome, Max y yo al salir por cubierta para ver qué había pasado descubrimos que la baluma había caído al agua. Apenas se veía nada, era noche cerrada y había un intenso oleaje y aunque en ese momento seguía lloviendo justo amainó un poco el viento con lo que fue mas fácil recoger la vela. Aquí cometimos un gran error, de noche en plena tormenta nos acercamos los 3 a proa sin arnés, ni chaleco salvavidas, ni avisamos al resto de tripulación que se encontraban durmiendo, las consecuencias podrían haber sido desastrosas pero por suerte no pasó nada. A partir de este incidente, navegamos únicamente con el génova hasta llegar a tierra.



Cuando salimos de Canarias, todos sabíamos que transportar una embarcación de apoyo de 300 kilos colgando por popa y sujetada por pescantes no era la mejor solución. Teníamos que estar atentos en toda la travesía por lo que pudiera suceder, navegar con olas superiores a 3 metros podían encharcar el dingui suponiendo un gran aumento de peso. Ademas, a mitad de viaje comenzó a formarse una grieta en la base de uno de los soportes, no era un gran problema pues parecía que podía aguantar hasta llegar a tierra. Pero justo 2 días antes de llegar, amaneciendo y con grandes olas, uno de los cables que salían del pescante no soportó el peso y rebentó, el dingui quedó colgando únicamente de uno de los soportes. Rápidamente, Gaia y yo que en ese momento estábamos en cubierta, despertamos a Jerome y con un cabo que llegaba al segundo mástil atamos el extremo del dingui que en ese instante ya estaba tocando el agua. Por suerte, llegamos sin mas sobresaltos a Antigua.



Durante todo el viaje tuvimos viento de componente Este casi constante, una media aproximada de 16 nudos cogiendo rachas de hasta 30 nudos en días puntuales, lo que nos permitió navegar a unos 7 nudos de velocidad media, llegando a 12 nudos de velocidad máxima. Nunca tuvimos calmas prolongadas, recorrimos 3000 millas a una media de 175 millas por día. Cuando el viento bajaba, solo ocurrió unos 3 días y normalmente a mitad de la noche, encendíamos el motor. No es que tuviéramos prisa, pero como salimos a principios de Noviembre y la posibilidad de encontrar tormentas era mayor, cuanto mas tiempo pasáramos en el mar mas probabilidad de tormenta había.


La travesía en general fue bastante calurosa, al principio soportable pero en cuanto nos aproximábamos al Caribe ya se hacía difícil pasar las horas de sol en cubierta. Para que os hagais una idea, la prenda mas usada y preferida por todos fue el bañador.


Bajo mi punto de vista tuvimos un tiempo muy favorable, si bien es cierto que no tengo con qué comparar pues ha sido mi primera experiencia de este tipo. Según se comenta ha sido una travesía ligeramente menos amable comparada con otros años pues no es común alcanzar los 4 metros de ola.
Aunque tuvimos una serie de episodios que de no haberlos resuelto a tiempo podrían haber causado algún que otro susto, se podría decir que apenas tuvimos problemas en todo el viaje. Exceptuando estos tres incidentes, el trayecto fue tranquilo y de disfrute total. No hubo ninguna discusión entre la tripulación en los 17 días de trayecto.



Así que esta travesía que yo únicamente imaginaba en modo náutico, ha resultado tener dos grandes complementos, uno es la convivencia y el otro la vida interior que desarrollas con tanto tiempo para ti.



Navegar se vuelve fácil en ausencia de peligros directos y con viento siempre a favor. Convivir con personas que no conoces en un espacio tan reducido por 17 días parece casi un reality show, sientes cada una de las 24 horas del día y todo se intensifica. Son perfectos desconocidos, cada uno con sus virtudes y manías, personas con las que vas a compartir cada momento del día sin apenas disponer de un lugar privado donde descansar a solas. Y a esto se suma que dispones de cada segundo del día para hacer lo que quieras (o puedas). Realmente, pocas ocasiones se encuentran en que dispongas de todo el tiempo del mundo para ti sin distracciones durante tantos días seguidos.


Personalmente ha sido un placer el haber cruzado el Atlántico navegando. No tenía idea de cómo sería y ha resultado ser una experiencia fantástica. Ha sido un reto personal del que me siento muy contenta de poder haberlo hecho realidad.



Gran contraste de paisajes, salir de la árida isla de Gran Canaria, pasar 17 días en alta mar y llegar a las fértiles tierras Caribeñas. Tuvimos suerte de llegar cuando anochecía pues la sorpresa fue doble, emoción máxima al vislumbrar tierra a lo lejos y empezar a ver los primeros signos de civilización, y nueva sorpresa al despertar y subir corriendo a cubierta con la ilusión con la que corre un niño para llegar a sus regalos de reyes para descubrir el nuevo escenario que nos espera, “será verde?”, ” habrá montañas?”. Un cúmulo de sensaciones que no se pueden contar, se han de vivir.


Es interesante contrastar la cantidad de visiones diferentes que puede tener este viaje. La travesía del Atlántico está cargada de significados. Lo que para Colón fue el camino mas corto para llegar a las Indias, en realidad resultó ser el descubrimiento del nuevo mundo para la vieja Europa. Mas tarde, significó el camino hacia la muerte para millones de esclavos. No hace mucho, muchos emigraban para hacer las Américas en busca de nuevas oportunidades para buscar trabajo. En pleno siglo XXI, inquienta el pensar que para mi ha sido un privilegio, un capricho, un viaje de ocio.


En mi opinión hay dos tipos de experiencias, las que disfrutas al máximo mientras la vives o las que recuerdas con muchísimo entusiasmo una vez ha pasado el tiempo. Me atrevería a decir que la travesía del Atlántico forma parte de las segundas.


Cómo cruzar el Atlántico a vela

Cómo cruzar el Atlántico a vela


Localización: Atlántico Atlántico Fecha creación: 03/11/2016 18:38 Puntos: 0 (0 Votos)
La travesía


Hay dos direcciones si se quiere cruzar el Atlántico, del este al oeste y viceversa. Solo hablaré de la ruta Canarias-Caribe, pues es la única que conozco.


Desde mi experiencia diría que es un viaje bastante tranquilo, sin sobresaltos. Me atrevería a decir que más que una prueba naútica es una prueba a uno mismo. El clima es excepcional: una media de 26-27 grados con sol y brisa constantes, aunque siempre estás expuesto a pillar alguna que otra tormenta. Los vientos portantes te acompañan en todo momento con lo que hacen del viaje una aventura muy tranquila y de poco esfuerzo. Así que lo que inicialmente imaginaba como un duro trabajo en cubierta y callos en las manos, es en realidad una convivencia con personas desconocidas en un espacio reducido durante una media de 20 días. Podría parecerse a una especie de gran hermano pero en un medio que no es el tuyo, mires donde mires hay agua por todas partes y todo se balancea, estás en constante movimiento. Es todo un reto personal, tienes mucho tiempo para reflexionar y compartir.


Sin embargo, a pesar de que esta travesía suela ser de las mas calmadas, cuentan personas que también la han hecho que es posible llegar a coger rachas de viento de 40 nudos y tormentas que le hacen a uno querer cerrar los ojos y encontrarse cálidamente refugiado entre las paredes de tu casa; la tranquila aventura de la que hablo puede convertirse rápidamente en una pesadilla momentánea. Pero creo que esto son casos aislados, es muy importante estar muy atento a la previsión metereológica para evitar este tipo de situaciones.



Cuando y donde


Una vez terminada la temporada de huracanes (junio-octubre) los mejores meses para cruzar el Atlántico son de Noviembre a Enero. Las embarcaciones suelen salir de Canarias dirección hacia el Caribe o norte de Brasil. Algunos hacen parada en Cabo Verde ya sea para visitar las islas o reponer combustible y alimento. Desde Cabo Verde se puede seguir un rumbo casi directo de 270º hacia el Caribe con los vientos casi siempre a 180º. También puedes encontrar veleros que salen de Gibraltar o incluso mas al norte, aunque después la mayoría pasan por Canarias.


En Noviembre se celebra la regata ARC en Las Palmas. Participan alrededor de 250 barcos, algunos de ellos llegan a la ciudad buscando tripulación y otros tienen bajas inesperadas, con lo que no es difícil poder entrar a formar parte del equipo de alguno de ellos. Si no se quiere participar en la ARC, es mejor esperarse a finales de Noviembre ya que la mayoría de veleros llegan después de la regata.


Como he dicho antes, casi todos los barcos salen de las Islas Canarias. Gran Canaria y Tenerife son las islas con mayor movimiento, aunque también se puede probar suerte en Lanzarote. Desconozco los puertos de Tenerife. En Gran Canaria, el muelle deportivo de Las Palmas, situado al noreste de isla, es el que tiene más afluencia de barcos. Los puertos del sur están destinados al turismo y pesca, aún así es posible encontrar algún velero que quiera cruzar el Atlántico ya que la localización es mejor, pero sin duda hay más posibilidades en Las Palmas.


[b]Cómo


Tanto a través de internet, colgando carteles en el puerto o hablando directamente con los patrones se puede llegar a encontrar un velero. Algunas de las webs en las que puedes anunciarte son de pago. Éstas suelen funcionar mejor, cómo no, pero las gratuitas también dan buenos resultados. Algunas de las de pago son: oceancrewlink.com, crewseekers.com, Las gratuitas: findacrew.net, floatplan.com, latabernadelpuerto.com, 7knots.com, crewbay.com, fondear.com.


En cuanto a buscar barco en el puerto, recomiendo colgar carteles en todos los tablones de anuncios que encuentres, en el bar, la gasolinera y las tiendas naúticas. En el cartel es recomendable poner una foto en que se vea bien la cara y, si se tiene, otra maniobrando en un barco. Los datos más importantes son: Nombre completo, nacionalidad, objetivo, títulos, habilidades, idiomas y, sobre todo, número de teléfono y/o e-mail.


También ayuda mucho intercambiar consejos con otras personas que tienen el mismo objetivo que tú. Y, por supuesto, hablar con los propietarios de los veleros siempre que se de la ocasión, es posible topar con alguno que esté buscando tripulación.


Perfil de quien busca barco


Espíritu aventurero, diposición para trabajar, paciencia, buena onda, poder pasar horas en vela en mitad de la noche, saber que no te mareas a la primera de cambio, ser flexible y con capacidad de adaptación, … son algunas de las características que bajo mi punto de vista debería tener una persona que busque barco para cruzar el Atlántico.


En cuanto a las personas que buscan velero hay infinidad de perfiles: marineros con experiencia, gente que nunca ha subido en un barco, personas adineradas amantes de la navegación, personas con adversión al avión, mochileros que viajan sin dinero, etc. Aunque todos con el mismo propósito, vivir la experiencia de cruzar el océano. A mi parecer el orden de preferencia a la hora de elegir tripulación por parte de los patrones es el siguiente: 1º chica, 2º pareja, 3º chico. Da la sensación de que la tendencia es esta, pero cada persona es diferente y hay oportunidades para todos.


Es importante saber idiomas pues la mayoría de barcos son ingleses o alemanes. Diría que el inglés es casi imprescindible, al menos saber lo mínimo para poder comunicarte con la tripulación. También ayuda saber vocabulario náutico en inglés pero no es necesario. Y si sabes algún idioma más, muchísimo mejor. Por ejemplo, en mi caso hablamos un popurrí de lenguajes: inglés, español, portugués, italiano y francés; y fue muy útil conocer varios idiomas ya que al haber tantos tecnicismos en muchas ocasiones solo sabíamos comunicarlo en nuestro lenguaje materno.


Hay que tener en cuenta que aunque la experiencia en la mar sea muy útil a la hora de que te acepten en un barco, no lo es todo. Los propietarios no solo buscan esto, también quieren gente interesante, divertida, dinámica… Reporteros, músicos, cocineros, magos, cuentachistes, cualquiera que tenga un poco de labia y pueda desempeñar la función requerida es bienvenido.
Barcos


Veleros de todo tipo



Los hay desde 100 pies de lujo hasta 11 pies en el que únicamente entra el propietario. Catamaranes, monocascos, de madera, de aluminio, de fibra, tradicionales, automáticos, etc. Y también puedes encontrar todo tipo de patrones, lobos de mar que gustan de compañía, personas inexpertas que buscan tripulación con experiencia, gente altiva mirando por encima del hombro, personas abiertas que buscan disfrutar una buena travesía, etc.



4 formas de conseguir barco




Así que dependiendo del perfil que tengas, lo que estés dispuesto a hacer y el barco/patrón que te encuentres, hay cuatro maneras diferentes de formar parte de la tripulación para cruzar el Atlántico:
Charter. Muchos propietarios aprovechan sus camarotes vacíos para costearse el viaje e incluso ganarse la vida con ello, el barco es su medio de vida. Los precios suelen rondar entre 600 y 3000 euros por persona y trayecto, dependiendo del tipo de barco y lo que esté incluido en el paquete. La persona que paga este pasaje normalmente se dedica a disfrutar de la travesía sin tener que intervenir en los roles diarios (navegar, cocinar, guardias, limpiar, ect), incluso hay algunos barcos que enseñan a navegar.
Compartiendo gastos. Este sistema es el más común, sería lo más parecido al Blablacar. El capitán quiere realizar la travesía y necesita tripulación, él se encarga del material necesario para la travesía y, a parte, la tripulación junto con el capitán comparten gastos de comida, bebida, amarre, gasolina, aduanas, etc.
Gratis. Es posible encontrar barcos con todo ya comprado y listo para zarpar, tan solo necesitan alguna persona para hacer guardias, cocinar, etc.


Contratado. Hay veces que se necesita personal cualificado para la navegación ya sea porque el propietario todavía no sabe lo suficiente o porque el barco es muy grande. También los veleros que se dedican al charter contratan personal para la travesía, aunque en este caso ya suelen tenerlo resuelto un tiempo antes.


Hay que tener claro cómo quieres cruzarlo ya que es posible que recibas distintas ofertas. Aunque se tengan muchas ganas de vivir esta aventura, es mejor no avalanzarse a la primera propuesta, es conveniente reflexionarla y ver si realmente es lo que estás buscando. La travesía es larga y el espacio muy reducido, hay que saber con quien te embarcas y bajo qué condiciones. No hay que tener miedo a decir que no, es probable que salgan más oportunidades.



Seguridad


Una de las cosas más importantes en las travesías largas es la seguridad. Antes de embarcar se tiene que estar seguro de si está todo en regla, si las personas a bordo conocen la travesía, si la han hecho antes o es la primera vez, los años de navegación del capitán y si éste es capaz de solucionar cualquier imprevisto en mitad del mar, saber cómo conseguirá el parte meteorológico, el estado del barco, etc.
Cuando contactas con el capitán normalmente concertareis una entrevista para conoceros personalmente, este momento es el mejor para sacar estos temas. Una vez visites el barco puedes volver a insistir y revisar sutilmente cosas como: gps, radar, radio, número de chalecos salvavidas, radiobaliza en regla, bote salvavidas, si tiene embarcación de soporte, bomba de achique, saber cuando fue la última vez que pusieron el barco en seco, saber qué camarote te asignan, si hay potabilizador, etc. Hay objetos como el gps, VHF, velas y algunos objetos específicos de cada barco que deberían tener por duplicado en caso de estos fallaran.


Como he comentado antes, no suele haber apenas problemas, siempre hay que estar pendiente del parte metereológico para evitar tormentas. Los grandes peligros a los que te puedes llegar a exponer son un hombre al agua, ser alcanzado por un carguero, chocar contra una ballena/container o un problema médico. Evitar el hombre al agua es fácil, simplemente hay que tener sumo cuidado al andar por cubierta y, si es posible, no salir de noche fuera de la bañera. Con las guardias y el rádar se soluciona rápidamente el posible choque con cargueros u otros veleros. En cuanto al choque con ballenas o containers (estos quedan semisumergidos, a unos 10cm de la superfície del agua), la posibilidad de dar con ellos es ínfima, hay que tener muy mala suerte para encontrar uno directamente por proa. Sobre los problemas médicos, pueden ocurrir tanto en alta mar como en casa, solo que en alta mar tienen complicada solución. Apendicitis, dolor de muelas intenso, golpe en la cabeza, etc. No suele pasar, pero siempre hay alguna posibilidad.


Aunque la travesía sea tranquila, es conveniente preparar la “pánic bag”, una bolsa estanca que se tendrá siempre a mano desde el primer día de travesía al último. En caso de hundimiento del barco o cualquier problema similar, es lo primero que se coge para llevarlo al bote salvavida. En ella debería haber:


– Bengalas (3 grandes, 2 pequeñas)
– EPIRBS portables (categoría 2)
– Radio cargada
– GPS cargado mas pilas
– Saco de dormir
– Ropa abrigada, lo mejor un neopreno por persona
– Medicinas personales si se necesitan
– Botiquín pequeño
– Cinta americana
– Achicador (pueden ser botellas de plástico cortadas a mitad)
– Linterna mas pilas
– Cuchillo o navaja
– Comida en seco y energética (frutos secos, barritas)
– Agua (es preferible que ¼ de las botellas esté vacío, así flotarán en caso de caer al agua)
– Cabos
– Manta contra incendios
– Crema solar


*** Es probable que pese bastante, así que es preferible si se ata a algo que flote como por ejemplo una defensa.


Y, para terminar, es recomendable tener una charla de seguridad antes de empezar el viaje. Que toda la tripulación sepa donde se encuentran los elementos de seguridad (chaleco salvavidas, bote salvavidas, extintores,…), qué hacer en caso de emergencia (hombre al agua, choque, vía de agua,…) y cómo utilizar la radio para pedir ayuda.
¡Suerte!


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comment_icon  Últimos comentarios al diario Cruzando el Atlántico en velero
Total comentarios: 3  Visualizar todos los comentarios
Artemisa23  artemisa23  05/11/2016 17:31   📚 Diarios de artemisa23
Hola, de nuevo. Bueno, como te dije en el hilo de Publicidad de Diarios, a mi marido le encanta la vela, tiene un título de esos de patrón de barco pequeño (yo no entiendo mucho) y hacer algo así sería uno de sus sueños. Quizás algún día... Nos ha gustado mucho leer tu diario, es un viaje un tanto especial y lo cuentas muy bien. Te dejo los puntitos. Saludos.
Lapilvi  Lapilvi  06/11/2016 00:35   📚 Diarios de Lapilvi
Muy interesante diario! Enhorabuena por el precioso viaje y por contarlo asi de bien. Te dejo cinco estrellas.
Marimerpa  marimerpa  06/11/2016 22:09   📚 Diarios de marimerpa
Vaya aventura, enhorabuena!
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