CANTABRIA CON NIÑOS ✏️ Blogs de España

Este es el relato de una semana larga de vacaciones en Cantabria, viaje que realizamos en coche desde Granada en Agosto con dos niños de 5 y 2 años. Lo sé, es de locos.

Lo primero que buscamos fue un "campamento base" desde donde desplazarnos a diario a las distintas visitas turísticas y que estuviera bien situado. Nuestra elección fue Apartamentos Fernando, en Santillana del Mar, y creo que fue un acierto. Se trata de una casona dividida en apartamentos rurales bien equipados que se encuentra a las afueras del casco histórico de Santillana, pero a escasos 5 minutos a pie de él, lo que lo hace muy cómodo, ya que apenas hay ruido de coches o de turistas y te aseguras aparcamiento.

Además, los apartamentos tienen un atractivo extra si viajáis con niños, ya que los propietarios tienen varios animales de granja: gallinas, cabritas, un pato, y un conejo a los que los peques alimentaban a diario con la hierba que iban cortando del "prao". También tiene unos cuantos columpios para su disfrute,así como mesas en el jardín y barbacoa. Como veis, muy bien pensado.

Una vez que tuvimos la casa, agrupamos localidades por proximidad para visitarlas. No establecimos un día fijo (salvo excepciones) para cada visita si no que, en función de la meteorología, elegíamos excursión con playa o sin playa.

Todo lo relacionado con gastronomía está en la última parte del diario (dejad esa parte para después de comer o cenar). Asimismo, os indico la distancia aproximada de ida y vuelta de cada excursión.

Como siempre, además de una buena guía de viajes (yo utilicé Anaya en esta ocasión y no me ha gustado mucho) se puede solicitar información a la oficina de turismo cántabro, que te facilitarán folletos suficientes para hacer las visitas.

Nuestras excursiones quedaron tal que así:

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Como llegamos a mediodía, y con pocas ganas más de coche, tras instalarnos en la que iba a ser nuestra casa durante muchos días dedicamos la tarde a pasear por Santillana. De hecho nos la hemos recorrido varias veces, aunque no pudimos ver las cuevas de Altamira ya que...¡¡no teníamos entradas reservadas!! Así que escarmentad en cabeza ajena y reservad con antelación vuestra visita a la neo cueva.

Cuando más bonita está Santillana es a última hora de la tarde e incluso por la noche, cuando las hordas de turistas de autobús se han marchado, y aún así cuesta encontrar una calle solitaria y tranquila, ya que hay mucho ambiente. Eso si, es una delicia salirse del "recorrido oficial" y fotografiar los rincones únicos que van apareciendo a nuestro paso.

Imprescindible visitar La Colegiata de Santa Juliana, cuyo claustro es una joya así como la Neo Cueva de Altamira e incluso el zoo. A los niños les llamó mucho la atención el Abrevadero (creo que no habían visto ninguno...y pocos van quedando para ver)

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124 km de recorrido.

Coincidiendo con la Fiesta de Cantabria, que se celebra en Cabezón de la Sal, nos desplazamos a esta ciudad, atraídos por una fiesta en la que la inmensa mayoría de asistentes van ataviados con los trajes típicos. Me encantó ver la variedad de diseños y coloridos, y el orgullo con que las gentes los luce.

Lamentablemente, la fiesta está muy masificada, y más siendo agosto y domingo, os podeis imaginar, así que tras dar un largo paseo y esperar (infructuosamente) el paso de los bueyes que iban a participar en el concurso de arrastre, cogimos el coche y pusimos rumbo a Bárcena Mayor.

De Cabezón de la Sal a Bárcena Mayor hay unos 29km que se recorren en media hora en medio de preciosos paisajes boscosos y atravesando pequeños pueblos y aldeas que están diseminados por el camino, así como restaurantes que ofrecen menú del día a precios asequibles.

Justo antes de llegar a Bárcena Mayor, hay un parking gratuito para coches y autocares. Desde ahí y tras un breve paseo de no más de 5 minutos, te topas de lleno con un precioso y coqueto pueblo en el que el tiempo parece haberse detenido, inmune a los impersonales bloques de pisos que han crecido por todas partes. Calles empedradas sin tráfico, casas de piedra y madera, con balcones llenos de flores rojas, y un silencio y tranquilidad que invitan a pasear sin rumbo, sin prisa, por sus calles.

Tras almorzar en la terraza de un precioso restaurante y continuar el paseo para rebajar un poco la comida (y el vino), volvimos al coche dudando entre volver a Santillana o visitar algún pueblo más. Como eran poco más de las 17h, decidimos ir hasta San Vicente de la Barquera, cuyo casco histórico es muy pequeño y sus monumentos están alineados.

En San Vicente hay varios parkings de pago, pero en el Paseo de la Barquera, a poco que tengáis paciencia, también podéis encontrar aparcamiento gratuito. Desde ahí, atravesando el puente nuevo tenemos una preciosa panorámica del conjunto monumental, enclavado en una pequeña elevación, con las barquitas de pescadores en la ría...que demonios, ¡¡mejor os pongo una foto!!

En San Vicente hicimos un recorrido que abarcó:

•El Castillo del Rey (interior, entrada 2€)
•Palacio de la Familia Corro (actual ayuntamiento)
•Torre del Preboste
•Ruinas del Hospital de la Concepción, testigo de la relación de San Vicente con el camino de Santiago (no en vano, el albergue de peregrinos está en frente)
•Iglesia de Santa María (interior) No dejéis de ver la capilla del Inquisidor Corro, personaje más destacado de la ciudad (olvidaos de Bustamante) que llegó a ser Inquisidor mayor de Sevilla y pidió en su testamento ser enterrado en la iglesia de su ciudad. Su estatua sedente es una de las mejores piezas de este estilo en España.
•La Muralla Norte, tras la Iglesia, y desde la que se tiene una bonita panóramica de los verdes montes cántabros (a nosotros, los andaluces, tanto verde nos impresiona).

Como ya era tarde y estábamos cansados, volvimos a casa, pero pasando por el puente de la Maza (dirección Comillas) al final del cual hicimos una parada para tomar la clásica perspectiva de este precioso pueblo.

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