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Camino de Santiago francés en bicicleta, ¡en enero!

Camino de Santiago francés en bicicleta, ¡en enero! ✏️ Blogs de España España

Peregrino novato dando pedales por el Camino de Santiago francés en enero.
Autor: Dasfredas  Fecha creación:  Puntos: 5 (2 Votos)
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Etapa 0. Preparación

Etapa 0. Preparación


La preparación.
Localización: España España Fecha creación: 10/04/2018 11:39 Puntos: 0 (0 Votos)
“Hay otros mundos, pero están en éste”
Paul Éluard



El Camino de Santiago es un mundo aparte. Un micro universo con el que convivimos paralelos, pero en el que si no te lo propones, no llegas a entrar. Cuando por diversas circunstancias he rozado el Camino, he visto pasar peregrinos, he estudiado sus rostros cansados y sus penosos andares. Incluso les he saludado y deseado “¡Buen Camino!”, a lo que ellos han contestado con un leve movimiento de cabeza o una sonrisa de compromiso. Incluso algún lacónico “Gracias”.

Pero hasta que no decides ser tú mismo el peregrino y cruzar a ese “otro lado”, no llegas a empaparte y entender lo que en realidad es el Camino.



ETAPA 0

Llevaba queriendo hacer el Camino de Santiago en cualquiera de sus formas e itinerarios desde hacía años. Y hasta esta vez cualquier excusa para no hacerlo fue buena. Poder juntar siete días seguidos sin otra cosa que hacer que dar pedales siguiendo unas flechas amarillas no se da muy a menudo. De hecho nunca se había dado. Y como a la ocasión la pintan calva (dicho romano), pedí los días y empecé a planificar la aventura con un mes de antelación, algo raro en una persona que habitualmente prefiere sentir la emoción de la decisión a última hora.

El hacerlo en bicicleta estaba claro desde el principio, por la cantidad de días disponibles y porque es lo que más me gusta en el mundo. No lo estaba tanto el salir desde mi casa en Valladolid.

Parte de la preparación consistió en empaparme de historia e información del Camino, donde leí que era habitual que los peregrinos medievales saliesen de sus propios hogares hasta coger uno de los itinerarios principales, donde ya dispondrían de comodidades como albergues, hospitales y protección contra lobos, ladrones y otras alimañas. Así que pensé que si la gente llevaba siglos haciéndolo, yo no iba a ser menos

Con una primera etapa en la que llegaría a Frómista, ya en el Camino francés, calculé otras cinco etapas para llegar a Santiago. Un total de seis días a unos noventa kilómetros de media. Estimación tan optimista como el autor y que hizo que cumplirla se convirtiese más en una cuestión atlética que de disfrute de la esencia del Camino. Un error, si bien no grave, pero que llevará a una de las conclusiones finales.

El trabajo de protección de este peregrino por parte del apóstol empezó antes incluso del comienzo; comentando mis planes peregrinos con unos amigos, uno de ellos, de nombre Salvador (el nombre pocas veces hace tanto honor a la persona) me comentó que también tenía libres esos días y que qué me parecía que me hiciese de “coche de apoyo”, acompañándome durante los seis días y así yo podría ir más ligero, tener más ropa de recambio, etc. Por supuesto le dije que me parecía “pluscuamperfecto” y que si a él le parecía bien el plan, a mí me había venido Santiago a ver.

En otro alarde de previsión llamé a los albergues de los pueblos donde tenía pensado parar cada día. Gran acierto porque en invierno muchos albergues privados cierran para hacer reformas con lo que sólo unos pocos permanecen abiertos. Consulté las críticas de Google de cada una de las opciones y dentro de que los albergues no son hoteles, preferí que nos quedásemos en albergues con cuatro estrellas de media como mínimo en las opiniones de los viajeros. Ninguno admitía reserva aunque a mi pregunta de si creían que habría algún problema de espacio para mediados de enero, a todos les dio la risa.

A todos los albergues les comenté que iríamos dos personas, pero que peregrino “oficial” sólo sería yo, y todos me dijeron que, sin problemas de espacio no había problema y el precio era el mismo. El único problema lo tuvimos en el único albergue con el que no conseguí hablar antes de llegar y casualmente, el único albergue público en el que nos alojamos.

Si no hubiese tenido coche de apoyo habría ido lo más ligero posible, pero como no tenía problema ni de peso ni de espacio, decidí meter absolutamente toda la ropa de invierno que tenía, junto con un montón de cosas que sabía que probablemente no iba a utilizar, junto con medio millón de “porsiacasos”.

El momento en el que me di cuenta que la cosa iba realmente en serio fue cuando recogí la credencial de peregrino. En Valladolid se pueden recoger en el Arzobispado, en pleno centro y adonde dirigí mis pasos tras tener la suerte de aparcar a la primera poco antes de que cerraran. Allí respiré la atmósfera del Camino por primera vez. El hombre que me atendió me explicó como funcionaba la credencial, teniendo que obtener como mínimo dos sellos al día para obtener la Compostela.

- Vas a pasar frío.
- Sí, eso me temo. Pero llevo ropa buena, no pasa nada.
- A lo peor incluso nieve.
- Ya, ya lo he visto en las noticias.
- El puerto de Piedrafita probablemente lo encuentres cerrado.
- …
- …
- ¿Me das la credencial ya, por favor?
- Son dos euros. No para nosotros, sino para el fondo de albergues del Camino.

Rebuscando los dos euros para el hombre del tiempo, me di cuenta que, como siempre, yo no llevaba suelto encima y él no tenía cambio de diez euros. La solución llegó de una chica que estaba esperando detrás de mí y puso los dos euros encima del mostrador.

- Te lo pongo yo. ¡Que tengas suerte con el tiempo!
- (Cara de sorpresa tirando a alelado) ¡Muchas gracias!
- De nada. ¡Buen Camino!

Aquel fue el primero de muchos “Buen Camino” que escuché en los días siguientes.

La credencial de peregrino no puede molar más. Es parecida a un pasaporte donde tienes que recolectar sellos en los albergues e iglesias por los que vayas pasando, teniendo que obtener un mínimo de dos cada día. Como sabía que iba a tener que ir rápido, eso me preocupó un poco, aunque luego pude comprobar que no había ningún problema para conseguir dos, tres e incluso más sellos cada día.

Y así, con la credencial en la mochila, maletas cargadas en el coche y la bicicleta lista, el sábado después de todo el día nevando y con un frío de mil demonios, nos dimos un homenaje gastronómico y nos fuimos a descansar, ya con la mirada puesta en Santiago.
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Etapa 1. Valladolid - Población de Campos (Palencia)

Etapa 1. Valladolid - Población de Campos (Palencia)


Valladolid - Población de Campos (Palencia)
Localización: España España Fecha creación: 10/04/2018 11:41 Puntos: 0 (0 Votos)
ETAPA 1

Valladolid – Población de Campos (Palencia)

Siempre es más duro despedirte de tu cama cuando no sabes cuando la vas a volver a ver. Para mí siempre es muy duro, pero sin saber cómo iban a ser las camas donde iba a dormir los seis días siguientes, no pude evitar derramar una lágrima mientras volvía a colocar mi amoroso y cálido edredón nórdico en su sitio.

El día amaneció nublado, con frío intenso, pero no llovía ni nevaba, algo que consideré buena suerte mientras desayunaba mirando por la ventana.

Después de vestirme, asegurarme de que llevaba todo, hinchar bien las ruedas de la bici, volverme a asegurar de que llevaba todo, despedirme de Silvia y echar un último vistazo por si me olvidaba algo, cerré la puerta de casa y bajé a la calle

Mientras salía, Silvia me grabó el primero de los videos que documentarían mi Camino. Algunos ciclistas solemos tener pensamientos negativos antes de empezar una marcha o una carrera importante. Leí en el libro “El Ciclista” de Tim Krabbé, escritor y exciclista semiprofesional, que antes de cada carrera a la que iba en coche, solía dejar todo bien ordenado para que, en el caso de que tuviese un accidente grave y fuera la policía quien tuviese que abrir su coche, que éstos no pensaran que vaya un desordenado que era. En mi caso, y con el “acojone” de partir hacia lo desconocido, lo que iba pensando es que si durante el Camino me pasaba algo grave, ese video que Silvia estaba haciendo sería el último que me haría.

Dejando atrás mi casa, mi mujer y todos mis malos pensamientos, cogí la ruta conocida que une Valladolid y Palencia a través del Canal de Castilla. Mi mujer es de Palencia por lo que he hecho esta ruta en ambos sentidos unas quinientas mil veces. Tiene la ventaja de que es completamente llana y el terreno, a pesar de las recientes lluvias estaba en buen estado. Después tiene la desventaja de que es mortalmente aburrida, así que me puse el casco derecho (nunca me pongo los dos cascos de música por seguridad) y fui escuchando programas sobre películas, series y libros. A pesar de ir escuchando radio, siempre me ocurre que cuando hago una ruta larga en bici, hay una sola y única canción que se me mete en la cabeza y se repite, se repite y se repite hasta la absoluta saciedad, independientemente de que escuche otras canciones o de que haga el pino. A veces tengo suerte y la canción me gusta, aunque ese día la acabe odiando. Lo peor es cuando la que llega ya es odiada por mí de antes. Ese día sé que será largo. La canción que me acompañó este primer día es la principal de la banda sonora de “El último mohicano”. Hubo suerte.

A pesar de llevar ropa específica de invierno, el frío castellano empezó a hacer mella desde bien pronto. Por alguna caprichosa razón, lo que más frío llevé aquel día fueron la mano derecha y el pie izquierdo.

Normalmente sigo el canal de Castilla hasta Palencia o Grijota y allí ya me desvío hacia la casa de los padres de Silvia. Ésta fue la primera vez que no lo hice y la sensación fue extraña; de ir un poco más allá de lo que nunca había ido. ¡Ultreia! En cualquier caso, a priori la etapa no tenía ninguna dificultad de orientación ya que, siguiendo el canal debería llegar a Frómista. Aún así me las arreglé para tener dudas un par de veces.

Lo bueno de no tener ninguna dificultad es que fue la única vez que logré cumplir el horario establecido y llegar a Frómista sobre la una de la tarde. Allí ya me esperaba Salva y un café con leche maravilloso que dudé si tomármelo o echármelo hirviendo por el pecho para intentar entrar en calor.

El albergue lo teníamos en el pueblo de Población de Campos, pueblo a tres kilómetros de Frómista. Nuestro primer albergue. Hice el último tramo en bici y por fin llegamos al Albergue La Finca, que estaba a las afueras del pueblo. El albergue compartía espacio con un bar y restaurante, que estaban completamente llenos de gente de los alrededores cuando llegamos, aunque ni un solo peregrino. Todos los parroquianos se quedaron mirando quién sería el zumbado que hacía el Camino en bici con este frío. La dueña del albergue fue muy amable y nos explicó cómo funcionaban los albergues: Hora de sueño, las diez de la noche; hora de salida, las ocho de la mañana, etc. Allí me puso el primer sello de mi credencial, que fue el que me hizo más ilusión, junto con el último. También me dejó darle un manguerazo a la bici, algo que el día después pude comprobar que no fue buena idea.

El albergue en sí estaba en un edificio aparte del restaurante. Tenía todas las comodidades básicas como duchas calientes, cocina, lavadora y sobre todo, unas camas individuales chulísimas y muy cómodas. Allí coincidimos con nuestra primera compañera peregrina, una danesa de sesenta y cinco años, recién jubilada y que hacía el Camino sola y a pie. Bodil, una valiente.

Como necesitaba otro sello, decidimos comer un Menú del Peregrino en Frómista y después visitar su preciosa iglesia, donde me pusieron el segundo sello del día. Ya tenía el día hecho. Así que volvimos al albergue para descansar un rato y preparar un poco el plan para la etapa siguiente.

Cenamos en el restaurante del albergue otro menú del peregrino, consistente en alubias, una dorada de ración y un trozo de tarta. Acabamos tan llenos que, a pesar de que todo estaba buenísimo, nos prometimos a nosotros mismos que no volveríamos a hacer la salvajada de comer y cenar menús del peregrino. Y lo cumplimos tan a rajatabla que de hecho, no volvimos a atrevernos con ninguno.

La compañía de Bodil durante la cena fue muy agradable. Había sido profesora y hablaba un inglés muy claro con un agradable acento nórdico. El inglés de Salva no era muy bueno, pero se dio cuenta de que podía entender bastante bien lo que hablábamos. El inglés, junto con el español es el idioma oficial del camino. Y Salva con el paso de los días se fue soltando y finalmente apenas necesitaba traducciones para hablar o entender cualquier cosa. Aconsejo a cualquiera que vaya a hacer el Camino de Santiago que se quite los complejos y se lance a hablar, chapurrear, susurrar o tartamudear en inglés; que nadie, y menos en el Camino, le va a decir nada malo. Todo lo contrario, Bodil apreció un montón los esfuerzos de Salva por hacerse entender y lo pasamos muy bien.

Cuando volvimos al edificio del albergue hacía un frío de mil demonios, anticipando lo que llegaría al día siguiente. Me metí en la cama a las diez de la noche. Creo que la última vez que me acosté voluntariamente a las diez de la noche tenía nueve años. A pesar del cansancio, como era pronto para el horario fuera del Camino, tardé un rato en dormirme, pensando entre otras cosas en el frío que iba a pasar al día siguiente.


Datos de la etapa: 90,7 kilómetros, 192 metros de desnivel.
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Etapa 2. Población de Campos (Palencia) - Sahagún (León)

Etapa 2. Población de Campos (Palencia) - Sahagún (León)


Población de Campos (Palencia) - Sahagún (León)
Localización: España España Fecha creación: 10/04/2018 11:45 Puntos: 0 (0 Votos)
ETAPA 2

Población de Campos (Palencia) – Mansilla de las Mulas (León) Sahagún (León)

En algún momento de la noche el frío fue tan intenso que la calefacción del albergue no era suficiente y me metí con el saco dentro de las mantas de la cama. Cuando abrí el ojo, estaba tapado con el saco hasta la punta de la nariz, que era casi lo único que sobresalía. No fue buena señal que lo único que sobresaliese del saco estuviese totalmente helado. En estas condiciones una de las cosas que menos le puede apetecer al ser humano es ponerse ropa de ciclista (más fría aún que mi nariz) y salir a dar pedales sin ni siquiera un café en el pecho. En el albergue te podías hacer café o té, con la condición sine qua non de que tú mismo llevases café o té. Como no era nuestro caso, después de hacer las maletas y ponerme las botas absolutamente heladas, me comí un kinder bueno y un plátano y fui a recoger la bici. Una buena idea fue ponerme en los calcetines unos calentadores que venden en decathlon, que se calientan a unos cuarenta grados y se mantienen calientes unas cinco horas. A pesar del frío criminal, no pasé frío en los pies en ningún momento del día.

La bicicleta había dormido en la furgoneta de Salva. Después de darle los buenos días (los ciclistas tenemos una relación muy personal con nuestras monturas), empecé a engrasar la cadena. La sorpresa vino cuando me di cuenta de que los cambios no funcionaban. Después del primer golpe de pánico (se me jodió el Camino, ¿cómo voy a hacerlo sin cambios? ¡Nunca se me estropea y precisamente ahora! ¡¿Por qué a mi?!), me repuse y pensé que era posible que fuera debido al frío. Comprobé los frenos y tampoco funcionaban bien. Por un lado, alivio al comprobar que el problema era el frío, por el otro lado, alarma porque no funcionaba nada. Siendo ciclista habitual desde hace diez años, viviendo en Castilla y habiendo pasado mucho frío, pero mucho mucho frío, nunca me había ocurrido algo así.

Después de un rato intentando arreglarla y darme cuenta de que de mecánica no sé hacer casi nada, decidí que como la etapa era llana en su mayor parte, iba a intentar hacerla con el piñón pequeño.

Así salí y en la primera bifurcación decidí evitar el camino paralelo a la carretera, fácil y con gravilla en buen estado, e intentar ir el máximo tiempo posible por caminos. Esto fue un error porque debido a las lluvias y nieves, todos los caminos estaban fatal, llenos de barro, charcos enormes algunos donde casi se metía media rueda al pasar y donde era muy difícil avanzar. Como no quería hacer esperar mucho a Salva, después de intentarlo durante diez kilómetros, me di cuenta de que mi amor por los caminos era imposible, al menos esta vez. Poco después el gps se apagó estando cargado del todo. Me empezaba a acostumbrar a que no funcionase nada.

Quedamos en Villalcázar de Sirga para tomar un café. Cuando llegué, su preciosa iglesia estaba cerradísima, al igual que todos los establecimientos del pueblo excepto un único bar. La camarera fue comprensiva con el pobre diablo que iba en bici y me dejó meter la bici para que se calentase. Mientras el café con leche me calentaba el cuerpo, el barro helado de la bici se empezó a derretir, a la vez que los cambios, frenos y demás útiles volvían a la vida. Fue una alegría de corto alcance. Tan pronto como volví al Camino los cambios dejaron de funcionar y el gps se apagó. Las gotas de agua que se acumulaban en las gafas tardaban unos veinte segundos en endurecerse. Aunque no tenía mucho frío por toda la ropa que llevaba encima, sí que estaba preocupado porque nunca me habían pasado todas las cosas que me estaban pasando.

En Carrión de los Condes entré en una iglesia que vi abierta para calentarme un poco y ya de paso, si conseguía un sello para mi credencial, mejor que mejor. Pero no había nadie así que seguí. Me encontré con Salva que se quedó a visitar el pueblo mientras yo me propuse seguir avanzando a duras penas. Pasando junto a San Zoilo volví a los caminos donde el frío se recrudecía. Aunque el camino era llano, ir con el piñón pequeño todo el rato me estaba destrozando las piernas. Me acordaba de los antiguos ciclistas, que subían puertos con un solo desarrollo y pensaba en cómo han cambiado los tiempos.

A pesar del intenso frío, adelanté en este tramo a varios peregrinos, especialmente japoneses. Iban abrigados como alpinistas, pero avanzaban a buen ritmo y me saludaban sin parecer sorprendidos. Por lo demás, todo el Camino era blancura, blanco de hielo en el suelo y una neblina baja que no dejaba que subiera la temperatura ni un grado. Empezaba a convencerme de que iba a ser imposible completar los noventa y pico kilómetros de la etapa en estas condiciones.

Cuando llegué a Calzadilla de la Cueva tenía las manos tan frías que tuve que apretar las manetas de freno con el dorso de la mano. Llamé a Salva para decirle que estaba allí y cuando llegó quince minutos más tarde, mi moral no había subido nada. Acordamos seguir un rato, por lo menos hasta Sahagún, por el hecho de que me hacía ilusión entrar en la provincia de León. Y una vez allí decidiríamos qué hacer.

Camino de Santiago francés en bicicleta, ¡en enero! - Blogs de España - Etapa 2. Población de Campos (Palencia) - Sahagún (León) (1)

En Sahagún ya tenía decidido que era imposible seguir en esas condiciones y que el resto de la etapa, aproximadamente un tercio, la haría en coche. Entré en el albergue municipal a que me pusieran un sello y la amable señora, viendo el estado en el que estaba me ofreció ducharme y comer con ellos algo caliente. Le di las gracias, pero acepté sólo el sello, ya que no estaba seguro de si podía hacer eso con Salva sin credencial. Como era la hora de comer, guardamos la bici en el coche y entramos en un bar donde pedimos un espectacular pincho de tortilla y un vino de la zona, que sólo mejoraron en parte mi maltrecha moral. Tenía claro que si al día siguiente hacía parecido me volvía para casa.

Como no queríamos llegar al albergue en coche como señoritos, decidimos guardar algo de mi maltrecho orgullo y en el pueblo de Santas Martas, a unos seis kilómetros de Mansilla, bajamos la bici del coche e hice el último tramo dando pedales. Por primera vez en los dos días que llevaba de Camino, vi un grupo de diez o doce peregrinos andando juntos. Después de haber pasado tantas horas solo, puede parecer un detalle tonto, pero me hizo ilusión.

El albergue de Mansilla de las Mulas se llama Gaia y nos gustó mucho desde el principio. Los dueños fueron muy amables y me ofrecieron sentarme al lado de una estufa mientras nos tomaban los datos y me sellaban la credencial. Me dijeron que era el primer peregrino ciclista del año y que sabían que en la bici se pasa aún más frío por la velocidad. Así que con el frío que había hecho no se explicaban cómo había podido llegar desde Población de Campos sin haberme congelado. Preferí dejar que pensaran que yo era el legítimo heredero de Indurain a contarles la verdad. De esta manera se corrió la voz por el albergue de mi increíble hazaña y todos los peregrinos del albergue, que habían pasado casi el mismo frío que yo, me miraban con una mezcla de admiración y respeto que me hacía sentir un poco mal, aunque a la vez también disfruté un poco eso de ser un héroe. Sólo un poco.

Las previsiones del tiempo decía que las temperaturas del día siguiente subirían alrededor de ocho grados, lo que me parecía difícil de creer, aunque la esperanza es lo último que se pierde. Lo que tenía claro en esos momentos es que si hacía un frío sólo parecido, recogería los bártulos y me volvía a casa.

La enorme ventaja de tener coche de apoyo es que estando en Mansilla de las Mulas, puedes ir a cenar a León. Y así lo hicimos, disfrutando de la bonita capital y de los pocos bares que había abiertos un lunes de enero. Creo que pocas ciudades en el mundo tienen ambiente un lunes de enero.

Al tener que estar en la cama a las diez de la noche, salimos de León con tiempo suficiente, e incluso nos dio tiempo a hacer unas llamadas y comentar el día que habíamos pasado con la familia por teléfono.

Cuando me acosté en mi litera, me puse a consultar las noticias en twitter antes de dormirme. Leí que ese día había muerto Dolores O’Riordan. Siempre me gustó mucho y no pude evitar sentir que nos hacemos viejos y que ese día, para rematarlo del todo, un pedazo de mi juventud había muerto. Definitivamente no había sido un buen día.


Datos de la etapa (Aproximados): 60 kilómetros, 200 metros de desnivel.

La canción que me acompañó este frío día fue la irónicamente tropical “Visa para un sueño” de Juan Luis Guerra.
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Marimerpa  marimerpa  16/04/2018 16:34   📚 Diarios de marimerpa
Menuda aventura el camino en invierno. Pero tuvo su recompensa. Encantada de leerte, gracias por compartir.
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Willy Fog
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Fecha: Lun Ene 29, 2024 11:25 pm    Título: Camino de Santiago en bici desde León: 6 etapas

Camino de Santiago en bici desde León: 6 etapas




Etapas del Camino de Santiago desde León en bici

Enjoy!
tamosvivos
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Fecha: Mie Ene 31, 2024 09:10 pm    Título: Re: Camino de Santiago en Bicicleta

Mil gracias.
tamosvivos
Tamosvivos
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14-01-2023
Mensajes: 7

Fecha: Sab Mar 30, 2024 02:28 pm    Título: Re: Camino de Santiago: Albergues privados y públicos

Hoal! Estamos pensando contratar una agencia para el temoa de hoteles, credenciales, etapas, cocho por si surge algún problema.., en fin, un viaje más organizado. Cual sería la mejor agencia? Gracias
Angegaca
Angegaca
Willy Fog
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11-09-2008
Mensajes: 15319

Fecha: Sab Mar 30, 2024 02:48 pm    Título: Re: Camino de Santiago en Bicicleta

Camino de Santiago: Empresas especializadas - equipajes

Quizá mejor en ese hilo más específico Guiño
Saludos Amistad
Ángeles
tamosvivos
Tamosvivos
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14-01-2023
Mensajes: 7

Fecha: Sab Mar 30, 2024 04:00 pm    Título: Re: Camino de Santiago en Bicicleta

Gracias
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