El Imperio del Sol Naciente ✏️ Blogs de JaponViaje organizado de 15 días a Japón realizado en Agosto de 2007, visitando Tokio, Hakone, Takayama, Kanazawa, Kyoto, Hiroshima, Nara y Osaka.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (53 Votos) Índice del Diario: El Imperio del Sol Naciente
01: Vuelo rumbo a Tokio y adaptación
02: Un intenso día en Tokio
03: Templos y mausoleos de Nikko
04: Jardines de Tokio
05: Un viaje por tierras de volcanes y onsens
06: Rumbo a Takayama
07: Atravesando los Alpes Japoneses: Shirakawa-go y Kanazawa
08: Llegando a Kyoto
09: Un día de templos en Kyoto
10: Nara
11: Hiroshima y Miyajima
12: El castillo de Himeji
13: Un Día En Osaka
14: Despedida de Japón
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Etapas 1 a 3, total 14
Llega por fin el día del viaje con destino a Japón y estoy ansioso por salir ya. Es un viaje inesperado. 2 meses antes ni se me hubiera ocurrido que yo iba a viajar a este país, puesto que no me llamaba la atención en absoluto.
A las 5 de la mañana estoy en Barajas. Estoy muerto de sueño ya que no he dormido en toda la noche por miedo a quedarme dormido :mrgreen:. El aeropuerto está a tope. Es 1 de Agosto. El vuelo no va directo a Tokio, sino que se hace escala en París. La compañía es Air France. Debe salir a las 7 de la mañana, pero empezamos con los primeros problemas y consiguientes nervios. Se retrasa porque hay algún problema con la facturación del equipaje . Finalmente despegamos con algo más de 1 hora de retraso. Aunque recuperamos algo de tiempo, llegamos a Charles de Gaulle sobre las 9:45. Tenemos sólo 1 hora para llegar al embarque. Afortunadamente está todo perfectamente señalizado y no tenemos que cambiar de terminal. Pasamos el único control y llegamos con media hora de antelación a la sala de embarque. Al rato nos llaman para empezar el embarque. Subo al avión, también de Air France, y es enorme Más de 40 filas de asientos, 2 pasillos. El embarque lleva casi una hora de tiempo por la cantidad de pasajeros que tienen que subir, pero esta vez si salimos con puntualidad. Sobre las 12:00 despegamos. El avión está muy bien. Los asientos son cómodos y amplios, con suficiente separación para estirar las piernas. Nos han dado un kit con manta (parece un pañuelo de lo fina que es), almohada y anteojos. Está bien. Cada asiento está dotado además de una pequeña pantalla en la que podemos seleccionar películas, juegos, músicas o bien incluso ir siguiendo la ruta seguida por el avión. Dispone incluso de cámara para ver en tiempo real el paisaje que atravesamos. En las 12 horas que dura el vuelo aproximadamente sé que no dormiré más de 5 minutos. Las primeras horas de vuelo me entretengo observando el mapa de ruta. Me divierte ver las ciudades que sobrevolamos, la velocidad a la que va el avión, la altitud o la distancia total recorrida. Llega la hora de la comida. Un menú típico japonés. Para ser comida de avión no está mal del todo, aunque por supuesto me sienta mal. Comenzamos a atravesar Siberia. Esto ya aburre un poco, porque no hay ciudades. En la pantallita sólo observo bosques y más bosques o lagos. Bastante monótono, así que decido seleccionar algún juego, pero al seleccionar idioma español no sé que problema hay que el juego no se ejecuta bien. Con la obsesión que tengo por que se me taponen los oídos no uso los cascos para escuchar las películas, por miedo de que se me taponen . Un poco ridículo. Empiezo a hacer sudokus y después a leer la guía de Japón. Cuando me canso empiezo a pasear por el avión. Ya no sé ni qué hacer. Buena parte de la gente va dormida tan tranquilamente y yo en cambio estoy que me subo por las paredes. Lo peor es cuando por el cambio de horario se va haciendo de noche y el avión se queda a oscuras. Tengo que aguantar unas cuantas horas ahí sentado sin hacer nada. Todo el avión está en silencio. Afortunadamente esto no dura mucho. Ha empezado de nuevo a amanecer y ya vamos por Corea. En 1 hora o poco más estaremos ya llegando a Japón. Nos sirven el desayuno, que es tan insulso como el almuerzo del día anterior. Yo sigo con mi pantallita mirando la ruta y nervioso porque queda ya menos para el aterrizaje (por lo del taponamiento de oidos) y para llegar. Aterrizamos sobre las 7 de la mañana. Ningún tipo de problema en mis oídos. Al final el viaje fue bien. Nos dicen que hay 26 º C. Yo tan contento porque pienso que al final no va a hacer tanto calor como pensaba, hasta que reacciono y me doy cuenta de la hora que es. Estamos ya en Narita, realizando los trámites de inmigración. No lleva mucho rato. Está organizado eficientemente. Nos dirigimos hacia la salida para buscar al guía que nos va a acompañar durante el viaje. El susodicho es un señor de 70 años, campesino ya jubilado, que trabaja de guía para sacarse unos durillos para su vejez. Me recuerda bastante al señor Miyagi de la película Karate Kid. Tiene la misma cara y afortunadamente habla español muy bien. Se le entiende perfectamente.
A continuación, en el autobús privado nos dirigimos a nuestro hotel en Tokio, el Shinagawa Prince. Tardamos algo más de una hora en llegar. El hotel es espectacular: 39 plantas y varios edificios anexos. Se supone que es de 3 *, pero parece de categoría superior. La mala noticia es que no nos asignan las habitaciones hasta aproximadamente las 2 del mediodía y sólo son las 10. El guía dice que nos va a acompañar para realizar mientras tanto un paseo de toma de contacto por el distrito de Ginza. Nos dirigimos a la estación de tren de Shinagawa, donde vamos a tomar la línea JR Yamanote para ir hasta Ginza. Para empezar, nos explica cómo tenemos que comprar los billetes en las máquinas automáticas y la tarifa que tienen. Allí estamos todos en fila india para sacar el billete Yo creo que nos sentimos todos un poco paletos e incapaces, pero es el primer día. Tiempo al tiempo. Lo primero que puedo comprobar del tren, en este caso la línea Yamanote es la puntualidad y rapidez. Si en el panel pone que llega el próximo tren a las 10:35 h, a esa hora ya está ahí, ni un minuto antes ni uno después. Llegamos a Ginza y nos dirigimos hacia el edificio Sony. La verdad es que mucho no me impresiona, supongo que será mejor por dentro, pero aún así le tiro foto, para empezar con buen pie. A decir verdad, me gusta más el pequeño acuario que hay junto al edificio en cuestión y ver también pasar el tren por una vía elevada entre los altos edificios. También, un centro comercial que hay cerca del edificio Sony, que tiene un panel retransmitiendo imágenes de Snoopy y otros. Sé que sólo es un centro comercial, pero es el primer día y creo que me llama la atención hasta la cosa o lugar más simple, así que otra foto.
Paseamos por unas cuantas calles más del barrio, que destaca por lo visto por sus galerías de arte, a pesar de lo cual no visitamos ninguna. Nos vamos derechos a buscar un restaurante donde comer. Son las 12:00. Finalmente encontramos uno japonés de precio discreto, 1000 JPY, en un callejón. Dentro del restaurante no hay turistas extranjeros (salvo nosotros). Son todos japoneses (un poco ridículo pensar lo contrario, la verdad). Nuestro primer enfrentamiento con la comida japonesa y con el difícil arte de comer con los palillos. De menú tomamos unos encurtidos (vegetales en vinagre), sopa de miso y unos udón a palo seco servidos con cubitos de hielo. Un poco raro, pero pasable. Salimos del restaurante. Es la 1 del mediodía y el bochorno es insoportable ya. Esto, unido al día entero dentro del avión, hace que entre de pronto un cansancio exagerado, así que vamos al hotel. Afortunadamente no tenemos problemas para coger el tren de vuelta, a pesar de ir ya sin el guía hasta nuestro desplazamiento a Hakone. La habitación la tenemos en la planta 19 y es enorme. Nuestra habitación da a un parking, pero se ven un montón de rascacielos.
Tras la pertinente siesta de 4 ó 5 horas, nos vamos mi compañero de habitación y otros a dar una vuelta por los alrededores. Básicamente recorremos toda la estación de tren de Shinagawa, yo con la boca abierta, y vemos algunos edificios impresionantes. Son las 8 de la tarde y la gente parece que sale de las oficinas. Nos vamos a cenar. Encontramos un restaurante cerca del hotel, cuya especialidad es el shabu-shabu, y que por supuesto pedimos. Nos ponen una especie de olla con agua sobre un aparato. La camarera le da a un interruptor que hay en la mesa y el agua se empieza a calentar. Echamos unas verduras y cuando empieza a hervir el agua echamos los filetes de ternera. Vuelta y vuelta y ya están cocinados. A continuación se pueden mojar en una salsa de sésamo o de soja y voila!, ya tenemos el shabu-shabu. También pedimos tempura, junto con el arroz y la sopa de miso nos sale la cosa por unos 2500 JYP. Me gustó bastante la cosa. Damos una vuelta y nos volvemos al hotel para dormir, porque el día siguiente, el 3º del viaje, va a ser intenso. Etapas 1 a 3, total 14
Tercer día del viaje. Son las 4 de la mañana y hemos quedado a las 4:30 en recepción con algunos compañeros para ir a visitar la lonja del pescado Tsujiki, en las cercanías de Ginza. Cogemos unos taxis y nos dirigimos hacia el mercado. No nos sale caro. Vamos 4 por cada taxi. A las 5 de la mañana estamos en el mercado. Esperemos que el madrugón merezca la pena. Nuestro objetivo es ver la subasta del atún, aunque hay comentarios de que ya no es posible el acceso del público.
En el primer almacén que entramos ya están trabajando. Es la sección dedicada a la venta al público y ya están colocando los puestos. Los trabajadores se desplazan en una especie de carros motorizados que me ponen los pelos de punta. Cada vez que pasa uno creo que me va a atropellar. Hay muchísimas variedades de pescados que no reconozco. Nos llaman bastante la atención algunos puestos por su colorido.
Pero sobre todo unos pulpos y un señor cortando atún. Salimos del almacén por otra calle y accedemos a otro edificio. ¡Tenemos suerte!. Aquí es donde están haciendo la subasta del atún y están manos a la obra. Hay un señor sobre una tarima que está gritando sin parar no se sabe qué, supongo que subastando, y un grupo de señores alrededor, que supongo que serán los que adquieren los ejemplares. El caso es que los atunes están por los suelos y los van marcando según se subastan. En una sala contigua hay también una subasta de atunes, pero estos son congelados. Nos parece bastante peculiar, aunque suponemos que en todas las lonjas del mundo se hace exactamente lo mismo.
Volvemos al edificio del mercado para dar una última vuelta. Ya hay gente de la calle. Salimos sobre las 7 de la mañana de lo lonja. Damos una pequeña vuelta, parando en un pequeño templo budista dedicado a los pescadores que hay prácticamente al lado de la lonja. Después entramos en otro templo ya más importante en el que hay un grupo de monjes budistas haciendo sus oraciones. Son cerca de las 8 de la mañana y el bochorno ya es sofocante Nos dirigimos al hotel y yo tengo mis primeros problemas con el billete de metro. He comprado un billete de la línea Tokio y al hacer transbordo en una estación no me vale el billete porque el tren que tengo que coger es de la línea TOEI. Por supuesto de eso me entero después. En ese momento sólo sé que no puedo pasar. Menos mal que me dejan un billete, que si no en mi perfecto inglés y en mi aún más perfecto japonés iba a poder solucionar algo.
Llegamos al hotel y nos dirigimos al restaurante para degustar el desayuno buffet. Primera sorpresa. La cola para entrar al restaurante recorre todo el vestíbulo del hotel (que no es chico precisamente). Nos lleva unos 45 minutos el poder entrar (cuando queda un sitio libre). El buffet sólo tiene un nombre: espectacular. Todo tipo de comida internacional y japonesa. Veo verduras y pescados desconocidos para mí, otros alimentos que no sé ni lo que son, unas sopas buenísimas, zumos, frutas, tostadas. En fin, podría uno juntar el desayuno con la comida sin salir de allí. De hecho, salimos del restaurante después de las 10. Algunos hemos quedado para comenzar el recorrido del día. Nos dirigimos a la estación de Shinagawa y decidimos que lo mejor ese día es comprar el pase válido para Yamanote y líneas de metro por el módico precio de 1590 JPY. Tras el jaleo para adquirirlo llega el no más pequeño jaleo para usarlo, ya que metemos el billetito por un lado y por otro, por arriba y abajo y no hay manera de pasar. Menos mal que una chica nos acompaña a una ventanilla de información y nos dicen que tenemos que enseñar simplemente el billete por allí al empleado de turno para pasar. De la línea Yamanote me sigue sorprendiendo lo rápida y puntual que es y lo bien que funciona el aire acondicionado, casi gélido. Nuestro primer destino es el distrito de Asakusa, donde tenemos pensado visitar uno de los templos sintoístas más antiguo de Tokio, aunque reconstruido en el siglo XX: el templo Senso-Ji. Nos recibe la puerta del trueno. Impresionante. A continuación hay una galería cubierta con todo tipo de puestos. Parece que la gente va al templo a hacer sus compras. La puerta de salida de la galería es ni más ni menos que esta otra maravilla.
Llegamos a otro recinto, donde a un lado hay una pagoda de 5 pisos y enfrente está el templo principal. La gente va allí a decir sus oraciones para pedir alguna cosa que necesiten, según nos explicaron. A la entrada del templo hay un gran caldero donde arde el incienso. La gente se pone alrededor y hace el gesto de echarse el humo encima como en un intento de purificarse.
Nos vamos del templo y pasamos por algunas calles colidantes a él. Descubrimos otro tipo de arquitectura. Pequeñas casas de 2 plantas, símbolo de lo que debió ser el Edo antiguo de los siglos XVII o XVIII.
Como para variar el sofoco es de los buenos aprovechamos que pasamos por una zapatería para entrar. Afortunadamente tienen aire acondicionado Una compañera hace unas compras. La dependienta se queda atónita cuando le enseña el DNI para pagar con tarjeta. No sabe lo que le está mostrando. De aquí nos vamos pase de tren en mano, a la estación, para ir en la Yamanote rumbo a la estación de Ueno. Aquí queremos pasear un poco por el parque que se ubica en el distrito y que contiene algunos de los mejores museos. Lamentablemente no podemos descubrir todas las maravillas del lugar porque no tenemos tiempo. Lo primero que vemos es la estatua de un samurai con su perro. ¡Menuda mezcla!. Me sigue impresionando ver pasar el tren por su raíl entre los altos edificios a toda velocidad. Nos internamos en el parque sin prisa pero sin pausa, entre los árboles. Son cerca de las 2 del mediodía y para variar sigue haciendo mucho calor. Tenemos claro que queremos ver el Museo Nacional y allí que vamos, no sin antes degustar otro típico menú japonés en el restaurante del museo, por el módico precio de 1300 JPY. El museo tiene 4 salas diferentes. La entrada que adquirimos nos da derecho a visitar las exposiciones permanentes: máscaras y armaduras de guerra japonesas, el arte del grabado, biombos decorados y ciertas estatuas de deidades budistas y personajes importantes de la historia japonesa. Una muestra de este arte: Estuvimos en el museo cerca de 2 horas, tiempo insuficiente pero es el que había. Este museo es para mi gusto imprescindible.
Siendo sobre las 5 de la tarde nos fuimos de nuevo al tren para ir en la Yamanote hasta la estación de Shinjuku. Otro jaleo. Esta estación es enorme. 2 millones de personas circulan por ella cada día. Nosotros queríamos ver el edificio del Gobierno Metropolitano, el ayuntamiento en otras palabras, y subir al mirador ubicado en las últimas plantas de una de sus torres. Media hora nos llevó llegar allí circulando por los túneles de la estación. El panorama en el mirador magnífico, aunque el día estaba con bruma y era imposible comprobar si era verdad que se podía ver desde allí el monte Fuji. Había una mesa de orientación para saber el nombre de algunos rascacielos situados alrededor del ayuntamiento. Estos edificios no sólo destacaban por su arquitectura exterior, sino por su diseño y arquitectura interior, aunque por falta de tiempo no pudimos visitar alguno de estos. En el mirador había también una cafetería, por supuesto con vistas panorámicas, y con su piano (lástima que no hubiera actuación en directo en ese momento), en la que tomamos la merienda y charlamos :amigo:.
Estando allí decidimos ir a pasar la noche y cenar al distrito de Odaiba, la bahía de Tokio. De nuevo en la estación de Shinjuku, esta vez los problemas fueron mayores, ya que no éramos capaces de encontrar el andén de la línea Yamanote, ni mirando los letreros, ni consultando el mapa, ni ninguna otra manera. Al final, después de media hora y preguntando pudimos llegar. Nos bajamos en Shimbashi, donde tuvimos que coger un tren privado que nos llevara a la bahía. El tren éste es automático, no lleva conductor, y circula por un raíl paralelo a la carretera y que pasa por un no menos espectacular puente que hace un bucle. Pues bien, podíamos apreciar la bahía, con todos los rascacielos iluminados. Precioso. Nos bajamos en la primera parada tras cruzar la bahía y dimos un paseo por la playa. A pesar de ser las 8 de la noche, el lugar carecía de ambiente, aunque no por eso era menos agradable. Había poca gente. No pude ver la reproducción de la Estatua de la Libertad. Siendo las 9 de la noche nos fuimos a cenar, bastante apurados ya, por la hora. Nos dirigimos al centro comercial Decks y allí elegimos entre los múltiples restaurantes uno japonés especializado en productos del mar , vamos, sushi y sashimi. Fue el primer festín de pescado de todo el viaje. Productos de primera calidad. Pedimos varias bandejas de sushi y sashimi (de atún, de salmón, de calamar, etc...) y nos salió a unos 2500 JPY por persona. Cerca de las 11 nos fuimos ya para el hotel. En esta ocasión cogimos un taxi, porque después de un día tan largo no había fuerza para subirse en el tren. Como comentario, decir que no me pareció que el pase de JR Yamanote + metro saliera demasiado rentable. Al día siguiente, el 4º, teníamos otra jornada dura, con excursión a Nikko. Etapas 1 a 3, total 14
Llega el 4º día del viaje y seguimos a un ritmo frenético. Desde que llegamos hemos madrugado bastante todos los días. Hoy es Sábado, 4 de Agosto, y ayer decidimos unos cuantos componentes del grupo que hoy íbamos a hacer una excursión a Nikko. Hemos quedado en el vestíbulo del hotel a eso de las 7:30 h, después de haber desayunado. Mediante la línea JR Yamanote y después el metro, nos plantamos en 45 minutos en la estación de Asakusa, que es de donde sale la línea Tobu con destino a Nikko. Para variar tenemos problemas para encontrar el punto de venta de billetes, pero finalmente, gracias a que vamos un nutrido grupo de 13 ó 14 personas, alguien consigue averiguar dónde está. El billete nos cuesta 1300 JPY sólo ida. El vendedor nos avisa de que el tren va a salir ya, de hecho en menos de 3 minutos, así que salimos toda la tropa corriendo hacia los andenes Alguien grita que tenemos que irnos al último vagón, así que allá que vamos corriendo. ¡Qué espectáculo!, pero lo hemos conseguido. A las 8:30 h sale el tren. Me sigue sorprendiendo esta ciudad. El tren se diría que en ocasiones pasa a 3 metros de los edificios. Se pueden ver casas pequeñas de 2 plantas frente a edificios de gran altura. Poco a poco el paisaje urbano va dando paso a un paisaje algo más rural. Entre las casas de algunos pequeños pueblos se ven las pistas cubiertas de béisbol. Ya transcurrida 1 hora de la salida se empieza a observar un paisaje algo más montañoso e incluso se ven arrozales, o al menos eso me dicen. El tren se va llenando poco a poco de gente que lleva su comida para pasar el día probablemente en Nikko, donde por cierto llegamos antes de las 10:30. Puntualidad total. Nos informan del autobús que tenemos que coger para llegar hasta el recinto de los templos. El trayecto es inferior a 10 minutos. Según empezamos a andar nos encontramos el maravilloso puente de Shin-kyo, construido para acceder al mausoleo del primer shogún Tokugawa cruzando el río. El acceso al recinto nos lleva un ratillo ya que nos paramos delante de cada árbol, a cada metro, para disfrutarlo todo lo máximo posible. Por fin llegamos a la oficina de venta de tickets. Compramos un combinado que por 1000 JPY nos permitirá ver Futarasan-Jinja, Rinno-Ji, el mausoleo de Tokugawa Ieyasu y el mausoleo Taiyuin-bio.
Empezamos visitando el complejo de templos de Rinno-ji, concretamente Sanbutsu-Do, el Recinto de los Tres Budas, donde encontramos 3 espectaculares esculturas de Amida Buda, Senju Kannon y Bato Kannon. El interior no se puede fotografiar. Tras hacer una visita rápida del santuario Futarasan-Jinja, nos dirigimos al recinto de templos más importante de Nikko, el correspondiente al mausoleo de Tokugawa Ieyasu o Tosho-Gu.
Un paseo rodeado de grandes cedros con una torii (puerta) al fondo, nos va dando la bienvenida al santuario. Nos encontramos con la pagoda de cinco pisos de Gojunoto y con la puerta de Niomon, que da lugar al siguiente patio donde se halla el establo sagrado.
El establo sagrado guarda el caballo regalado por el gobierno de Nueva Zelanda a Nikko. En la pared frontal del establo está probablemente una de las imágenes más famosas de Nikko: el grabado de los tres monos sabios (el mono que no oye, el mono que no habla y el mono que no ve)
Alrededor de este patio están también los almacenes, la biblioteca, la fuente sagrada donde la gente se purifica y las escaleras de acceso a la puerta Yomeimon, donde está el recinto con los santuarios. Decir lujoso es poco.
Hay tanta gente que es un poco incómodo. Ha llegado además un grupo numeroso de escolares, que van a hacer una visita al santuario. Como nota práctica hay que saber que al acceder a los templos o santuarios hay que quitarse los zapatos. En el caso de este santuario hay estanterías a la entrada para colocar los zapatos
Por último visitamos el mausoleo Taiyuin-byo, donde están las cenizas del tercer Shogun Tokugawa. Me llama la atención sobre todo la puerta Niomon y una de las figuras de los guerreros Nio que la custodian (un poco borroso en la foto).
La visita total ha durado aproximadamente unas 4 horas. Una vez que nos reunimos a la entrada del recinto nos vamos a comer. Son más de las 3 de la tarde y no hay muchos restaurantes donde comer. Elegimos un restaurante recomendado en la Lonely Planet, de nombre Hippari Dako. El local a simple vista podría parecer como un lugar no demasiado recomendable . Es muy pequeño, de hecho sólo caben 3 mesas alargadas, pero la comida que ofrecen es casera sin duda alguna. La mayoría pedimos un menú consistente en sopa miso, arroz y yakitori (brochetas de pollo), junto con unas gyoza (empanadillas de verdura). Las raciones son muy generosas, y aunque quizás no sean de máxima calidad, están buenísimas. El tazón de ramen (por no llamarlo olla ) es también recomendable. Nos sale por 800 JPY por persona. La pared está cubierta por saludos, firmas o mensajes de personas de todo el mundo que acudieron a este lugar. Una compañera se pinta los labios y los deja pegados en la pared, a modo de recuerdo . Como me siento contento después de la visita a los templos de Nikko, y por la comida, le suelto a la dueña (una amable anciana de no menos de 70 años)la frase: "gochiso-sama deshita" que viene a significar "Ha sido un auténtico placer". La mujer se alegra tanto que no sé como no sé descoyunta de todas las reverencias que me hace. Del restaurante nos vamos andando a la estación para bajar la comida. Cogemos un tren que sale después de las 6 de la tarde. El precio es nuevamente de 1300 JPY. Lamentablemente es menos directo que en el que fuimos a Nikko y va parando en todas las estaciones habidas y por haber, y en más todavía. Es desesperante, da tiempo a hablar, a dormirse del cansancio y dar cabezazos, a leer. Después de 3 horas más o menos llegamos a Tokio. Y derechos en taxi al hotel. Pero ahí no acaba la noche. Había ganas de juerga, pese al cansancio, así que era noche de salir de fiesta por ahí. Decidimos ir a Roppongi. Descansamos un rato, tomamos algo en una pizzeria y nos fuimos un poco antes de las 12 de la noche. Aquí tuvimos un pequeño problema. El metro para de circular a las 12 en punto y no completa el recorrido, así que nos vimos tirados a 1 ó 2 estaciones de Roppongi. Es un poco desagradable verse de forma inesperada en una zona de Tokio que no conoces de nada, que no es turística, sin llevar mapa o guía, sin ver ni un alma en los alrededores. Fue difícil convencer a un taxista de que nos subiera a 5 personas (por lo general allí se cumplen las normas a rajatabla) y no menos difícil hacerle entender a dónde íbamos. Este distrito, parece que últimamente no muy recomendable, donde se puede ver de fiesta más a los guiris y a los gaijin (algo así como una clase de muy bajo nivel formada por mano de obra barata de Corea, China, que realizan los peores trabajos) más que a japoneses. Fuimos a Lexington Queen, un local donde según la guía se podía ver a los famosos que visitaban Tokio, aunque para mí sólo había niñatos y niñatas guiris de yankilandia con música a su gusto. Para remate la entrada con 2 copas 4000 JPY. A mí casi me da un disgusto, así que pasado un rato preferí irme y volverme al hotel. El barrio me dió la sensación de ser más de gustos occidentales que nipones. Etapas 1 a 3, total 14
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