La catedral de San Basilio, en realidad llamada Iglesia de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, fue construida por Iván el Terrible entre 1555 y 1561 para conmemorar la victoria sobre los tártaros en Kazán, tomando como inspiración la arquitectura tradicional rusa. Está formada por una serie de capillas de dos pisos alrededor de una iglesia central, contando en total con nueve capillas, la última añadida en 1588 para acoger la tumba de San Basilio. Justo delante de la catedral, mirando a la Plaza Roja, se encuentra la estatua de Minim y Pozharski, un carnicero y un noble que reclutaron voluntarios para luchar contra los invasores polacos allá por el 1600.



El interior de la catedral hoy es visitable pagando una entrada de 300 Rb (100 Rb si tenemos el carné de estudiantes) y nos permite ver una colección de piezas de arte sacro entre las que destacan varios iconos. Quizás más interesante es ver la estructura de la catedral, una especie de laberinto en el que es fácil perder la orientación. Todavía conserva la decoración de la mayoría de sus capillas (aunque algunas son del siglo XIX, como la de San Basilio, que es espectacular), y parte de los frescos que decoraban los pasillos entre capillas. En todas ellas hay un mapa para orientarnos.


San Basilio, que da sobrenombre a esta iglesia, fue un santo loco, que amparado en su locura, predijo delante de todo el pueblo, las atrocidades que Iván el Terrible iba a cometer, incluido el asesinato de su propio hijo, a lo que el zar, aunque furioso, no pudo hacer nada, por ser Basilio un santo. Poco podía imaginar Iván que este impertinente santo sería enterrado en la iglesia que construyó…