Estuvimos el viernes 17 (festivo en Galicia) en Santiago. La ciudad estaba llena de turistas y peregrinos. La plaza del Obradoiro era un hervidero de gente, especialmente por la mañana con la alegre algarabía de la llegada de los peregrinos. Es muy bonito estar un rato allí, disfrutando el ambiente festivo que contagian los que finalizan el Camino a los pies del Apóstol.
A media mañana la cola de acceso para entrar en la catedral era tremenda, sin embargo ya hacia la hora de comer y primera hora de la tarde se entraba casi sin espera.
El control del flujo de visitantes es un incordio para los que llegamos y queremos entrar, es cierto, pero al mismo tiempo permite organizar mejor la afluencia de gente y evitar la masificación en el templo.
En algunos momentos la cola para acceder a la cripta con los restos del Apóstol y después darle el abrazo a Santiago se alargaba por toda la nave central de la catedral. Nosotros desistimos de hacerlo y volvimos más tarde, a las 5 ya pudimos acceder con una cola de apenas 10 minutos.
La catedral está preciosa, luce fantástica después de las últimas obras de acondicionamiento, con su nueva iluminación, su lavado de cara... Está espléndida. Es una catedral hermosísima que lleva 800 años acogiendo peregrinos (y turistas) de todo el mundo y está preparada para seguir haciéndolo muchos años.
Hicimos la
visita guiada al Pórtico de la Gloria, muy muy recomendable. Un guía muy bueno, con muchos conocimientos, con muy buena dicción, que nos hizo disfrutar muchísimo la visita. Vale la pena pagar los 20€ de la visita. Dura 90 minutos, de los cuales solo 20 minutos más o menos son en el Pórtico propiamente dicho. El resto se dedican al Museo de la Catedral y una pequeña parte del Palacio Xelmírez, ya al final.
Qué decir del maravilloso Pórtico de la Gloria que no se haya dicho ya... Si siempre fue una obra maestra del románico europeo, ahora con la fabulosa restauración llevada a cabo en los últimos años (gracias al mecenazgo de la Fundación Barrié, con una inversión de más de 6 millones de euros) luce en todo su esplendor.
Tengo la suerte de haber visto en numerosas ocasiones el Pórtico, pero esta vez... Restaurado, protegido por grandes medidas de seguridad para preservarlo y con la compañía de un guía experto me ha parecido más bonito y más sobrecogedor que nunca. Solo eché de menos poder estar un poquito más allí, sin decir nada, sin oír nada, solo mirando esa maravilla.