Comento los hoteles en los que estuvimos.
Tana:
Hotel Chalet des Roses.
Estuvimos el día de llegada y a la vuelta de la zona este de la isla.
Dos habitaciones diferentes, la primera daba a la calle y aunque era un poco más antigua, la cama era más cómoda.
La segunda, daba a la parte de atrás, más amplia, con aire acondicionado además de ventilador, pero la cama más dura y descansamos peor.
Ambas con nevera que enfriaba muy bien, ventilador, mosquiteras en las ventanas, limpieza correcta. Baños suficientemente amplios.
Sin problemas de electricidad ni agua caliente. Hay ascensor.
Tiene bar y restaurante pero no los usamos.
El desayuno que nos incluía era muy básico, pero siempre puedes añadir algo más, pagando, claro.
Está muy bien situado, en la zona media, a escasos minutos de la Avenida de la Independencia (sin librarte de cuestas o escaleras, por supuesto), pero sobre todo al lado de Le Petit Brasserie, sitio estupendo para beber montón de rhum arrangè y con una comida deliciosa. Estuvimos tres veces allí. Se puede pagar con trajeta de crédito.
Super U pequeño pero bien surtido y Leader Price también al lado.
Andasibe:
Cyperus Hotel, comentado en el post más arriba.
Para comer y cenar, el Vane Resto (sólo efectivo), mucho mejor que el del propio hotel.
Reserva Palmarium:
Hotel Palmarium.
Una serie de bungalows esparcidos por la reserva, donde ves lémures (y les oyes) simplemente con dar una paseo por ahí. Una gozada.
El bungalow que nos tocó era muy amplio, de hecho tenía una cama doble y una simple, lo que nos vino muy bien porque al hacer calor, mejor dormir separados
. Ambas con buenas mosquiteras, grandes, nuevas y sin romper. Los colchones muy cómodos, pero esa ha sido la tónica de Madagascar.
Baño amplio con zonas diferentes de lavabao, inodoro y ducha.
Techos altos de madera, un porche de entrada con su zona de estar y hamaca. Plena y frondosa naturaleza, es normal que haya bichos de todo tipo. Si alguien es muy tiquismiquis para eso, no es su lugar. Teníamos varios geckos que vienen fenomenal para los mosquitos
. También te ponen espirales antimosquitos.
La limpieza pues es como es, con puertas y ventanas abiertas, os podéis imaginar. Poco sucio está, que no es lo mismo.
Y la ropa de cama y las toallas son muy buenas, las de ducha super grandes.
No hay aire acondicionado, ni ventilador, ni nevera. Total da igual porque cortan la luz de 23:30 a 05:00 y luego de 12:00 a 17:00.
El agua caliente se obtiene de calentar bidones dispuestos en casetas cada dos bungalows, los encienden a la par que la electricidad. De todas formas hacía tanto calor que el agua poco fría salía...
La zona de recepción es donde está el bar y el restaurante, y el wifi. No hay datos ni wifi fuera de esa zona, aislamiento total. Y obviamente, la electricidad funciona a las mismas horas que en los bungalows. Después de las correspondientes visitas, es donde se hace la vida, para aprovechar la wifi y poder tomar algo fresco, aunque se calienta todo rápidamente ya que las neveras no enfrían mucho y el calor es alto, al ser húmedo, ya que está a la orilla del lago.
Cuando llegas te chocan tantas "incomodidades", pero la verdad que te acostumbras rápido y te relajas un montón, además que estar sentado tranquilamente en la recepción y que se acerque un lémur marrón a curiosear
...sobre todo a la hora del desayuno, atraídos por la fruta.
El que teníamos incluido era el americano y estaba bien surtido.
Ahí no queda otra que comer y cenar en el restaurante del hotel. Obviamente, ha sido de los más caros de Madagascar, pero con la suerte de que la comida estaba muy buena, con lo que "duele" menos pagar eso (aún sigue siendo asequible para nosotros, claro). Hay bastantes opciones de comida, y además los platos son abundantes. Eso sí, tienes que reservar como mucho una hora antes lo que vas a comer y cenar. La risa que me dio cuando me lo preguntaron desayunando...y yo qué sé qué me va a apetecer para comer, si voy a tener más o menos hambre...es un poco agobiante.
Te van apuntando todo lo que consumes y se paga al final, lo que es un engorro pues hubo problemas con el ordenador y tardaron un montón en hacernos la cuenta y cobrarnos, y teníamos que coger el barco sí o sí. A 5 minutos de la hora establecida...No pudimos pagar con tarjeta de crédito.
Antsirabé:
Hotel Royal Palace.
Edificio de estilo europeo, habitación muy bien, grande, con todas las comodidades (cama grande y cómoda, aire acondicionado, nevera, teléfono para hablar con recepción, electricidad y agua caliente sin problema, ascensor...). Tiene piscina bastante bien de tamaño y con bonita vegetación, pero que no usamos porque llegamos que iba a oscurecer en breve y tampoco hacía calor precisamente.
Bar y restaurante del que solo usamos el bar para tomar arrangès. Pude pagar con tarjeta de crédito.
Los precios que vi del restaurante eran medios, pero de la comida no puedo opinar. El desayuno para quitar el hambre sin más, y como teníamos poca, suficiente.
Nos fuimos a cenar al restaurante de al lado, L'Insolite, y fue un acierto.
Tomé una riquísima Reblochonade pero con queso de Antsirabé (es el lugar "quesero" del país y el queso es mi pasión, había que probarlo sí o sí) por dos duros para nosotros, sobre todo comparándolo con lo que clavan en Francia por lo mismo. Mi marido tomó un pollo al coco buenísimo. Así luego a la mañana siguiente no teníamos apenas hambre. Pago con tarjeta de crédito sin problema.
Ranomafana:
Hotel Centrest
A la entrada del pueblo, complejo de chalecitos entre una vegetación exhuberante y preciosa, con piscina (que tampoco usamos por ser tarde), bar y restaurante.
La habitación algo regulera, pequeña y poco confortable, por suerte estuvimos poco tiempo en ella.
Con un balconcito y con ventilador, aunque por la noche no hizo falta pues por suerte no hacía calor y hasta llovió un poco. Sin nevera para poder enfriar el agua. La cama también cómoda. Mosquitera decente pero no la pusimos porque era muy claustrofóbica, y la habitación estaba libre de bichos. El baño amplio pero de ducha sin separación, con lo que mejor ducharse por la mañana porque se moja todo el suelo.
Sin problemas de electricidad ni agua caliente.
El bar muy agradable y ambiente cálido, separado del restaurante; tomamos unos arrangès pero cenamos en un restaurante del pueblo, La Marmite. Bien de precio y calidad, pero cantidad algo escasa y sobre todo terrible el tiempo de espera, una hora de reloj con sólo otros dos comensales que había. Ya nos íbamos a levantar para irnos cuando apareció con las raciones. El señor muy amable pero más lento que el caballo del malo. No teníamos prisa, pero sí hambre...sólo efectivo.
El desayuno, bien, una tortilla muy rica, mas confituras, fruta, etc.
Fianarantsoa:
Hotel Zomatel.
Hotel muy grande, es un complejo articulado en torno a un gran patio con tres bares/restaurantes, spa, piscina interior...
La habitación estilo europeo muy bien, amplia, con todas las comodidades, buen descanso...
La pega que no hay ascensor, pero son dos pisos y se accede sin más dificultad.
Tomamos algo en los tres bares, hay uno con un ambiente más cálido y agradable, mas "chill", otro que es el restaurante propiamente dicho, donde se sirve el desayuno, un espacio muy grande pero siempre vacío, y un tercero que es donde finalmente cenamos, con acceso desde la calle por lo que hay más lugareños. La comida bien de precio y muy rica. También lo apuntaron todo a la habitación y al día siguiente lo pagué con tarjeta de crédito.
El desayuno incluido nada del otro mundo.
Ranohira:
H1 Isalo.
Un quiero y no puedo.
Un complejo de bungalows con una piscina en un entorno bonito de vegetación, que podría ser estupendo si estuviese mejor mantenido y se preocupasen de cuidarlo.
El bungalow no estaba mal, estéticamente bonito, de estilo rústico con muchos elementos de madera, techo exterior de paja...cama cómoda, ventilador, (pero sin nevera), con un porche delantero con butacas, ventana con contraventanas de madera para tapar la luz, para mí es muy importante la oscuridad para dormir...pero de limpieza regulera (siempre siendo consciente de que al abrir la puerta, ventanas etc va a entrar polvo). El baño pequeño y oscuro, la cisterna a ratos se quedaba enganchada y teníamos que cerrarla, de la alcachofa de ducha se salía el agua por sitios inverosímiles...las toallas un tanto ajadas por el uso, al igual que la ropa de cama.
La piscina sería preciosa si estuviera el entorno bien cuidado. Tumbonas sucias y medio rotas, la zona de terraza con mesas y sillas algunas oxidadas, rodeado de termiteros bestiales con lo que hormigas a cascoporro. El agua estaba limpia y bien de temperatura, pero demasiado clorada con un olor raro a producto químico. Lo bueno es que los dos días que estuvimos aquí, siempre estuvimos solos, y como nos habíamos comprado una botella de ron arrangè en un puesto local, la tomamos allí tranquilamente sin que nadie nos molestase.
El restaurante, lo peor. Muy dejado, lleno de saltamontes y mosquitos a pesar de las mosquiteras; la comida cara para lo que era. A pesar de que solo vimos a cuatro turistas más, te insistían constantemente en que le dijeras la hora y lo que ibas a cenar, aunque yo creo que en este caso sería para comprar los productos...los baños no muy limpios y rara vez con papel higiénico.
No tomamos nada en el bar porque no era un sitio donde se estuviese a gusto, cuando oscurecía para no poder estar en la piscina preferimos estar en la habitación. Ha sido el hotel donde más tiempo hemos pasado en la habitación porque el bar/restaurante era para ir lo menos posible. Pago sólo en efectivo.
Al menos teníamos buena conexión en la habitación, tanto datos propios como wifi del alojamiento.
Sin problemas de electricidad pero sí algún corte de agua pero sin más, y el agua caliente al ser de acumulación solar, pues cuando se acabase. Por suerte, tampoco salía muy fría si se acababa.
Desayuno incluido básico, aunque los zumos muy ricos.
Ifaty:
La Bella Donna.
Complejo grande con muchos bungalows, restautante, zona "chill", tumbonas en la playa, piscina, vegetación exhuberante. Muy bonito y agradable, nos gustó mucho y nos relajamos un montón.
La pega, es que había muchos turistas, sobre todo a la hora de la cena porque algunos vienen de otros alojamientos.
Nuestro bungalow estaba muy bien situado, cerca de la playa y del restaurante, aunque era zona de paso para la salida y la piscina, era muy tranquilo, y el porche un espacio estupendo donde relajarse sin ser molestado. Habitación amplia, cama grande y cómoda, con ventilador (pero sin nevera, me fastidia porque no puedes tener siempre agua fría). El baño muy grande, y a pesar de la ducha sin separación, entre el suelo en bajada y la amplitud, no se mojaba todo el espacio.
Hacía calor por la noche pero con el ventilador, arreglado. Nunca tuvimos cortes de luz ni agua.
La limpieza muy bien; pese a los esfuerzos por no meter mucha arena, es inevitable, y al día siguiente, ni rastro de ella.
La piscina está lejos de la playa, y allí hay otros bungalows en torno a ella. Nos bañamos varias veces porque el agua estaba fresquita y la del mar más bien caliente; clorada pero no tanto como la del H1.
Pero donde pasamos mejores ratos fue en las tumbonas de la playa. A la sombra de los cocoteros, tomándonos nuestra botellita de ron, mirando el mar y a los lugareños pasar...relax total. Y solos. Porque pocos guiris se bajaban ahí por no enfrentarse al "acoso" de los lugareños.
Una vez que hablas con ellos y les dices que no quieres lo que sea que te ofrecen, les sonríes, les dices tu nombre y te dicen el suyo, te acabas haciendo amigos de ellos y te dejan en paz.
Los niños se vienen a bañar contigo al agua y acabamos jugando con ellos una vez que dejan de querer vender y pasan a ser eso, niños.
El restaurante es maravilloso. Todo lo que comimos estaba exquisito y de gran frescura y calidad. Sardinas, mejillones, pescado, langostas...riquísimo. Viendo que el resto de restaurantes de la playa eran más o menos del mismo precio, decidimos quedarnos allí sin más preocupaciones. No quisimos acercarnos al pueblo porque no queríamo movernos más que lo justo y nos pareció lejísimos
También preparan buenos cócteles.
El personal es muy agradable y siempre preocupado porque todo esté bien, limpio y en su sitio.
Al igual que en Palmarium, te van apuntando lo que consumes, pero al final del día firmas el recibo para saber lo que vas llevando. El cobro final fue rápido y pude pagar con tarjeta, aunque aquí cobraron un recargo del 4% por ser mastercard (la N26). Por visa cobran el 3.5%. Ha sido el único sitio donde he pagado con tarjeta que me han cobrado el recargo (obviamente te lo advierten antes).
Manja:
Hotel Kanto.
El infierno en la tierra.
Había leído mucho sobre este tugurio, y nada bueno. Tenían razón.
Es como una cárcel con diferentes estancias, a nosotros nos dieron un bungalow quiero creer que "bueno" (por las otras habitaciones que vimos), en una zona con palmeras y demás vegetación; enano, con una cama doble pegada a la pared (por suerte pudimos moverla lo justo para poder salir por el otro lado), un baño minúsculo separado por una cortina que ni se nos pasó por la cabeza ducharnos allí, un ventilador nuevecito pero que de poco sirve si no hay luz, un ventanuco con una contraventana de madera que es que ni nos molestamos en abrir.
Tiene un espacio central con mesas que hace de restaurante pero que preferimos no cenar ahí y hay más habitaciones pero no parecía haber nadie. Luego un bar que se accede desde el hotel y desde la calle donde también hay habitaciones, con un jaleo tremendo (nos querían haber emplumado una de esas, pero el guía ya se tuvo que medio cabrear. El personal es bastante desagradable.)
Cuando llegamos había luz, así que aprovechamos para dejar los móviles cargando y menos mal, porque luego desde la 1 de la mañana que se fue, ya no volvimos a verla.
Por la noche mucho calor, sin poder usar el ventilador pero por nada del mundo iba a abrir la ventana. El colchón incómodo, muy fino que se clavaba en la dura madera de la cama. A las 5:30 estaba ya levantada pero sin luz, arreglándonos con los móviles y rezando para no dejarnos nada olvidado (tampoco sacamos nada de las maletas, por lo menos tardamos poco
)
Sorprendentemente, el desayuno muy bueno, una tortilla francesa con media barra de pan rico y calentito que nos hicimos unos señores bocadillos. El zumo de pena.
Lo mejor fue pasar la tarde de terraceo en los dos bares/tienda que hay, uno el del hotel, y otro al lado que también lo lleva el personal del hotel
Cervezas frías de verdad por 1€ el botellón de 65cl. Con unas samosas que le compramos al del puesto de en frente cuando lo puso al caer la tarde, apañaos.
La gente nos miraba como a marcianos, y hubo un señor que trajo a un niño de poco más de un año para que nos viera, porque seguramente fuera la primera vez que ese crío veía a un guiri. Fue una gran experiencia local, sobre todo después de haber estado en la burbuja turística del Bella Donna.
Por suerte no hubo problemas de bichos (fumigamos bien la habitación antes de irnos al bar) y sólo por la mañana al abrir la puerta entró una cucaracha que salió escopetada por donde había entrado del grito que pegué.
Morondava:
Le Vezo Beach.
Ya comentado en el post anterior. Maravilloso (y más vienendo de Manja
) y pude pagar todo con tarjeta de crédito, también en el restaurante de en frente, L'Etoile. Aquí el dueño nos invitó a dos arrangès más, aparte de los dos que te ponen de cortesía al pagar.
Ambatolampy:
Hotel Mampionona.
Íbamos ya camino de vuelta al aeropuerto y lo usamos para hacer noche de parada.
Básico tirando a mal; edificio renovado por fuera pero no por dentro. Habitación en un 5º sin ascensor (a la llegada nos subieron las maletas para al salir no), los dos primeros pisos son viviendas normales y los dos últimos son del hotel.
Habitación muy amplia, sí, pero vieja y dejada, paredes manchadas, la puerta de entrada parecía que se iba a abrir de una patada, grandes ventanales que no aíslan del ruido en absoluto con lo que parece que duermas en la calle, y encima las cortinas puestas al tuntún, tapando algunos cristales y otros no, así que luz por la noche de las farolas y luz en cuanto amaneció.
Baño enano con el inodoro suelto, ducha sin cortina y un enorme saltamontes en la cortina de la ventana.
Por la mañana vi una araña negra enorme y rarísima en la cortina de encima de la cama y casi me da un microinfarto (no puedo con ellas) que si la veo por la noche no pego ojo.
La cama tampoco cómoda del todo, más bien dura, y con el cuerpo machacado por 14 horas de viaje, lo que menos necesitas es algo así.
Cenamos en el restaurante del hotel porque no había nada cerca (al menos pudimos comprar agua fría en una tienda en frente, más grande y barata) y estaba lloviendo de manera torrencial, así que como para salir a la aventura. No fue caro pero sí malo. Pollo a la parrilla que sólo estaba bien la parte de arriba churruscada, luego bastante crudo, y las patatas fritas igual. Se lo acabó comiendo un perro que había por allí. Sólo efectivo.
Pregunté por el baño y al verlo decidí mejor no ir. En el patio, sucio, sin papel y sobre todo sin luz.
Al menos el personal era muy amable.
El desayuno empezaba tarde, a las 8, y queríamos salir pitando de allí lo antes posible además para ir al aeropuerto por lo que pudiera pasar (y la vida nos dio porque la final tardamos 4 horas en hacer 90km), y como tampoco me esperaba nada bueno nos fuimos sin desayunar allí.
Estoy bastante contenta con los hoteles, de tantos días, malos malos sólo han sido uno y medio, y el malo ya iba sobre aviso, así que no me pilló de sorpresa.
Me ha sorprendido la comodidad de los colchones, ambos tenemos problemas de espalda y yo también de cervicales y hemos descansado fenomenal, de los mejores países donde hemos estado (el peor ha sido Uzbekistán, de lejos, con esas piedras que usan por colchones).
En todos los hoteles hay muchísimo personal, me pregunto para qué y cuánto les pagarán al ser tantos, porque les ves mano sobre mano (al menos cuando hemos estado nosotros, pues no había mucho turismo que digamos), pululando de acá para allá pero sin hacer nada realmente.
Y claro, están los maleteros que en cuanto aparca el coche no te dejan casi ni salir para coger ellos las maletas. En algunos hoteles, también estaban esperando fuera de la habitación a la hora que nos íbamos a marchar, para conseguir doble propina. A veces era ridículo porque teníamos el coche justo frente a la puerta del bungalow (como en Isalo) y ya les tuvimos que decir que no...
También se nota una gran diferencia entre los hoteles que son gestionados por extranjeros de los locales. Aparte de funcionar mejor, los empleados no están tan pendientes de cada movimiento que haces para conseguir una propina.
Algunos locales se les ve el esfuerzo que están haciendo para hacer una buena gestión, aunque aún están un poco perdidos, pero les ponen ganas y supongo que con el tiempo irán adquiriendo experiencia y mejorando.
Porque una cosa importante ya la tienen, que es la amabilidad, el buen trato hacia el cliente y el intentar ayudar en todo lo que puedan.
Todos los pagos que he hecho con tarjeta han sido con la N26, la física, y sin problema.
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