...por cierto mas fresca y mas rica que alguna que comimos en restaurantes de Bayahíbe, en un sitio privado de Pepe; luego visita al pueblo de Mano Juan y el santuario de las tortugas donde cuidan los huevos hasta que nacen las crías, y ya de regreso pasada por los manglares y mas cerca de la costa que a la ida, contemplando un paisaje de palmeras espectacular
[Foto-Eliminada-Tinypic]
Parada en la piscina natural, merienda allí mismo en el agua, bizcocho riquísimo y roncito con Coca Cola, las consabidas fotos con las estrellas de mar -no sacarlas del agua por completo- y de regreso.
Otra cosa prevista era acercarnos a Boca de Yuma a ver un poco aquello y comer pescado; estuvimos en el restaurante La Bahía, con bonitas vistas al mar, que hubieran sido mucho mas bonitas sin esa enorme mancha marrón resultado del lodo que arrastraba el río que allí desemboca, lodo producido por tanta lluvia.
[Foto-Eliminada-Tinypic]
Ahí se puede ver el color marrón del agua y solo muy hacia el horizonte está azul.
El río se puede remontar en lancha y dar un paseo por la costa, pero lo descartamos porque estaba muy caudaloso y como ven todo muy sucio.
En el restaurante encontramos a Manolo, un gallego que lleva un montón de años en RD y que "su jefe no lo deja que se vaya"...normal porque es un prodigio de actividad, él solo hace por cuatro o cinco camareros dominicanos. Como digo íbamos con intención de comer algún pescado, le preguntamos a Manolo y nos dijo ¿Os gusta la paella? porque el cocinero es especialista...Así que fuimos a Boca de Yuma a comer pescado y comimos paella, eso sí, una paella de marisco riquísima.
De vuelta nos desviamos hasta San Rafael de Yuma para visitar la Casa-Museo de Ponce de León, interesante por ser algo histórico, pero con poco que ver dentro. Tanto a la ida como a la vuelta llovió con fuerza a ratos
[Foto-Eliminada-Tinypic]
Una noche fuimos a The Pit Stop una discoteca en las afueras (300+300 pesos en taxi) estaba bien, muy amplia, pero muy poca gente; en general por las noches solo había algo de gente en los restaurantes durante la cena, luego prácticamente nada; por supuesto el colmado del pueblo sí estaba a tope de ambiente hasta el cierre que era temprano, no recuerdo si a las 10 o incluso antes, ambiente típico dominicano, buenas Presidentes cayeron allí con la música a toda pastilla
La vuelta hasta Santo Domingo la hicimos con el mismo taxista que nos llevó a Boca de Yuma, un hombre muy formal y prudente conduciendo, 4000 pesos nos costó de la puerta del Villa Iguana a la del hotel de la capital, un trayecto que actualmente se hace en 1 hora y 45 minutos yendo tranquilo, sin tener que atravesar La Romana ni San Pedro de Macorís.
El siguiente fin de semana fue en la capital, donde un diluvio universal me sorprendió en la Independencia, que en poco tiempo se convirtió en un río, y en vista de que aquello no paraba no tuve mas remedio que encomendarme a la Virgen de la Altagracia y echar a correr hasta el hotel, que en verdad no estaba lejos, pero suficiente para llegar absolutamente empapado de arriba a abajo.
Ese diluvio me enseñó una cosa nueva que pudo costarme cara: como la mayoría de las aceras están llenas de desniveles y agujeros, éstos con la lluvia se cubren de agua y no los ves... y sí, metí el pie en uno de ellos, mejor dicho, no lo llegué a meter del todo, porque hubiera terminado con el tobillo muy fastidiado. Eso mismo le pasó luego en Sosúa a un... Leer más ...
...por cierto mas fresca y mas rica que alguna que comimos en restaurantes de Bayahíbe, en un sitio privado de Pepe; luego visita al pueblo de Mano Juan y el santuario de las tortugas donde cuidan los huevos hasta que nacen las crías, y ya de regreso pasada por los manglares y mas cerca de la costa que a la ida, contemplando un paisaje de palmeras espectacular
[Foto-Eliminada-Tinypic]
Parada en la piscina natural, merienda allí mismo en el agua, bizcocho riquísimo y roncito con Coca Cola, las consabidas fotos con las estrellas de mar -no sacarlas del agua por completo- y de regreso.
Otra cosa prevista era acercarnos a Boca de Yuma a ver un poco aquello y comer pescado; estuvimos en el restaurante La Bahía, con bonitas vistas al mar, que hubieran sido mucho mas bonitas sin esa enorme mancha marrón resultado del lodo que arrastraba el río que allí desemboca, lodo producido por tanta lluvia.
[Foto-Eliminada-Tinypic]
Ahí se puede ver el color marrón del agua y solo muy hacia el horizonte está azul.
El río se puede remontar en lancha y dar un paseo por la costa, pero lo descartamos porque estaba muy caudaloso y como ven todo muy sucio.
En el restaurante encontramos a Manolo, un gallego que lleva un montón de años en RD y que "su jefe no lo deja que se vaya"...normal porque es un prodigio de actividad, él solo hace por cuatro o cinco camareros dominicanos. Como digo íbamos con intención de comer algún pescado, le preguntamos a Manolo y nos dijo ¿Os gusta la paella? porque el cocinero es especialista...Así que fuimos a Boca de Yuma a comer pescado y comimos paella, eso sí, una paella de marisco riquísima.
De vuelta nos desviamos hasta San Rafael de Yuma para visitar la Casa-Museo de Ponce de León, interesante por ser algo histórico, pero con poco que ver dentro. Tanto a la ida como a la vuelta llovió con fuerza a ratos
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Una noche fuimos a The Pit Stop una discoteca en las afueras (300+300 pesos en taxi) estaba bien, muy amplia, pero muy poca gente; en general por las noches solo había algo de gente en los restaurantes durante la cena, luego prácticamente nada; por supuesto el colmado del pueblo sí estaba a tope de ambiente hasta el cierre que era temprano, no recuerdo si a las 10 o incluso antes, ambiente típico dominicano, buenas Presidentes cayeron allí con la música a toda pastilla
La vuelta hasta Santo Domingo la hicimos con el mismo taxista que nos llevó a Boca de Yuma, un hombre muy formal y prudente conduciendo, 4000 pesos nos costó de la puerta del Villa Iguana a la del hotel de la capital, un trayecto que actualmente se hace en 1 hora y 45 minutos yendo tranquilo, sin tener que atravesar La Romana ni San Pedro de Macorís.
El siguiente fin de semana fue en la capital, donde un diluvio universal me sorprendió en la Independencia, que en poco tiempo se convirtió en un río, y en vista de que aquello no paraba no tuve mas remedio que encomendarme a la Virgen de la Altagracia y echar a correr hasta el hotel, que en verdad no estaba lejos, pero suficiente para llegar absolutamente empapado de arriba a abajo.
Ese diluvio me enseñó una cosa nueva que pudo costarme cara: como la mayoría de las aceras están llenas de desniveles y agujeros, éstos con la lluvia se cubren de agua y no los ves... y sí, metí el pie en uno de ellos, mejor dicho, no lo llegué a meter del todo, porque hubiera terminado con el tobillo muy fastidiado. Eso mismo le pasó luego en Sosúa a un... Leer más ...