carcaro Escribió:
Vivo en un edificio repleto de personas mayores bajando religiosamente a por su periódico. Ufff. Y, si me los cruzó me dicen: - sube, sube en el ascensor. Si hay sitio!!!
No entiendo nada. Debe ser el derecho a la información, que aunque estén digitalizados ahora, no van a cambiarlo por un móvil o la cadena tal de TV.
Sigo pensando que hay mucha gente que no valora nada, no tiene miedo a nada o no se entera..
Si tengo que salir a comprar algo, lo que más veo son personas mayores en la calle.
El otro día me contaban un caso de una persona octogenaria que vive en Madrid, y cada día cogía su bus interurbano para ir a comprar el pan en una panadería específica, porque el que vendían debajo de su casa no le terminaba de convencer. El que me lo contaba era su propio hijo que vive a 500 km de distancia y no solo no podía hacer nada por impedirlo, sino que tenía que desesperarse con estos comportamientos, sabiendo que si su padre enfermaba ni siquiera iba a poder estar con él para acompañarlo.
En mi propia ciudad hay una legión de ancianos que deambulan de aquí para allá y se la sopla el virus, el Estado de Alarma, o el fin del mundo. Y lo que es peor, no solo ancianos. Porque en en los primeros se puede casi disculpar la inconsciencia, pero en personas jóvenes ya no es inconsciencia sino directamente estupidez, falta de luces, o incapacidad de vivir en sociedad.
Si he de ser sincero, yo no creo que cuando pase todo esto aprendamos nada de nada. Enseguida se nos olvidará todo: los muertos, Los héroes, el valor de los servicios públicos, la necesidad de invertir en investigación y ciencia, la necesidad de poseer una reserva fuerte de divisas para afrontar futuras crisis, etc. Volveremos a negarnos a renunciar a nuestra verbena particular como país y volveremos a anteponer la diversión y lo superfluo a lo necesario.
Pero si a alguien le queda alguna luz por ahí después de la tragedia, este país debería implementar como una cuestión de primera necesidad políticas activas de pedagogía social, empezando por reforzar en las escuelas la obediencia y el cumplimiento de las normas como lo más natural del mundo.
No se trata de volver a los tiempos de palmeta y pescozón, sino a introducir la reflexión entre el espacio individual y el colectivo, y las obligaciones que conlleva la vida en sociedad. Llevamos demasiado tiempo viviendo en el parque de atracciones e instalados en el buenismo como filosofía de vida.
Eso evidentemente solo se puede hacer con las nuevas generaciones, porque las viejas está claro, que incluso cuando llega el apocalipsis, son un caso perdido.
Un saludo.
Coincido casi al 100% con tu opinión, pero aun siendo bastante optimista, que lo soy... Pero fíjate que de las nuevas generaciones espero bien poquito.
No me gusta generalizar, y por supuesto que hay chavales jóvenes maravillosos, pero estoy convencido, por comentarios que voy oyendo de ellos mismos y de los que me llegan a los oidos por via padres, de que hay una aunténtica legión de chavales acomodados, que viven estos días encantados dentro de su mundo idílico de play y redes sociales, encantados de no tener que ir al cole o instituto, de no tener que mover un músculo sentados en el sillón...hablo de una franja de los 8 a 17 años, siendo benévolo....ahora, ojalá que los que estén por debajo de este rango, se conciencien de las cosas de otra manera, y para que eso suceda, los que tenemos la llave, somos los padres.