De crucero por las ANTILLAS y las ISLAS VÍRGENES ✏️ Blogs of Caribbean Sea

Contratando el crucero en la propia página web de la naviera, y saliendo desde San Juan de Puerto Rico, nos disponíamos a embarcar en el Carnival Valor. Crucero donde el inglés es el idioma oficial (apenas hay nada en español). Barco un poco viejo con un buen buffet para comer/cenar.

El servicio impecable, formado sobre todo por indonesios y filipinos, hasta 1.000 personas de tripulación. Y 3.000 pasajeros, la mayoría portorriqueños.
Cenas de gala con langosta, unas pocas tiendas con buenos precios, tumbonas para ver el atardecer desde lo alto del barco, restaurante con panorámica, un teatro con buenos espectáculos nocturnos... en suma una buena opción para recorrer el Caribe de una forma cómoda y agradable.


La moneda en todas las islas es el dólar americano. El tiempo siempre soleado y caluroso. Tiendas en todos los puertos. Y las excursiones, siempre con la opción de contratar al bajar del puerto y con un mejor precio.

Se llega a las islas en torno a las 8 AM y a eso de las 16:30 ya debes estar de regreso en el barco. Es vital que lleves bien planeado lo que quieres ver en las islas cuando bajes, de tal forma que cuando te aborden los taxistas tengas claro lo que quieres visitar y no pierdas tiempo buscando información. Si consigues gente que quiera ir al mismo sitio más barato te saldrá el transporte.

Y así, en el puerto de San Juan, una agradable tarde embarcábamos, en media hora, rumbo a las Islas Vírgenes y sus playas paradisíacas...

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Primera parada del crucero. Saint Thomas pertenece a las Islas Vírgenes de EEUU (USVI). El tiempo, como todos los días que navegamos por el Caribe, es caluroso y soleado.

Para desembarcar nos obligan a portar algún ID (Pasaporte) y al bajar comprobamos que no hay casetas de información ni nada que ayude a los pasajeros. Pero al andar un poco más vemos que lo que hay es un sistema regulado de taxis con tarifas cerradas, por pasajero y según distancia. Te preguntan dónde quieres ir y te indican donde subirte y el precio. Por lo que es importante tener una idea clara de a qué parte de la isla se quiere ir. Y sin regateo posible.


Nosotros nos decidimos por Magens Bay beach (taxi 9$ por persona), calificada por una revista de viajes como una de las mejores playas del mundo. Como llegamos pronto hay poca gente, puedes encontrar sombra para poner la toalla, el agua caliente, sin olas. La playa es preciosa y permite recorrerla andando. De hecho, al llegar a uno de los extremos hay como una pequeña lagunita a unos metros en el interior donde vemos una enorme iguana.


Al rato la playa se llena de gente procedente de los tours, por lo que optamos en cambiar de lugar y, cogiendo otro taxi (están allí mismo esperando) nos dirigimos a Coki beach (9$ por persona). Playa pequeña y repleta de gente. Lo mejor es que hay un buen snorkeling en uno de los extremos rocosos de la playa.

También hay chiringuitos donde tomarse una cerveza local contemplando el mar (y con monedas de Franco como adorno!).


De allí pillamos otro taxi a la capital, Charlote Amalie (9$). El camino desde la playa a dicha ciudad es espectacular, pues para ir de un lado a otro de la isla hay que atravesar como una montaña y al llegar a lo alto de la misma hay magníficas vistas del puerto y la capital. Pero nuestro taxista iba como un tiro y no paró en ningún momento por lo que las fotos que hice tuvieron que ser en plena marcha. Pero si consigues que pare, las fotos son geniales.


Una vez en la ciudad se puede visitar el Fuerte Cristiano, de un bonito color rojo, o la Torre del pirata Bluebeard. Un teleférico que vale $21. Y por supuesto tiendas de souvenirs que no faltan.



La gente local, por lo que pudimos comprobar en todas las islas, son casi todos descendientes de esclavos, de raza negra por tanto. Y no son para nada simpáticos. Correctos, legales y si hablas un rato con ellos puedes trabar conversación. Pero nada de amigables. Quizás sea por el gran número de turistas que llegan cada año en la época de cruceros, pero la realidad es que no son gente “friendly”, como dicen allá.

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Tras desayunar fuerte en el barco a eso de las 9 AM para aguantar hasta el regreso al barco (de esta forma ahorras la comida fuera del barco) desembarcamos en esta isla, que es un país independizado de los ingleses desde 1967 y que perteneció a la Corona Española hasta el siglo XVII. Barbados forma parte de la Antillas Menores.

La población es en su inmensa mayoría de raza negra, y la mayoría protestantes.


La terminal de barcos donde se llega tiene una galería con tiendas y un stand de info turística donde te pueden aconsejar sobre las playas y lugares donde ir. Justo al salir de la terminal hay un buen grupo de taxistas esperando a los pasajeros. Se organizan de manera curiosa, llenando las furgonetas en función del destino, y con precios ya marcados. Y amabilidad la justa.


Nosotros optamos por ir primero a Paynes Bay, una playa muy bonita pero con las motos de agua pasando al lado de los bañistas sin ningún miramiento y mucho barquito atracado al lado de la playa, lo que le resta encanto. El taxi te cobra $15 desde el barco hasta la playa y te devuelve a la hora que le digas.


Lo bueno de esta playa es que, a 100 metros de la orilla, puedes llegar nadando donde se juntan los catamaranes para dar de comer a las tortugas. Allí llegas nadando desde la orilla y las ves. Y gratis, no como en los tours que cobran $40 por el llamado “encuentro con tortugas”.

Al taxista le habíamos pedido que nos recogiera dos horas más tarde, y que no nos llevara al barco sino a Carlisle Bay beach. Allí estuvimos otra hora. Una playa larga, bonita pero con mucho viento. Y mucha tumbona ($5 alquilarla por una mañana). Al no haber sombra y pegar tanto el sol estás casi obligado a alquilarla. Si además quieres tumbona, $5 más por cada una. Y por supuesto un garito para comprar cerveza ($3).


Aquí la gente sí notamos que es más amable, ayudándonos cada vez que teníamos alguna duda e incluso invitándonos a un vaso de agua bien fría. Como esta playa está cerca del centro de la ciudad de Bridgetown, decidimos salir a recorrerla.

El centro histórico de Bridgetown es Patrimonio de la Humanidad con sus casitas coloniales de colores. El calor era intenso. Y la primera parada fue en el Queen's Park, para ver el baobab de mil años, cuya semilla se supone atravesó el Atlántico hace un milenio y llegó allí, que entonces era un lago.


De allí caminando se llega enseguida al centro, pasando por la Catedral de San Miguel y todos los Ángeles, donde puedes descansar un poco del sol, beber agua y ver sus tumbas en el interior del siglo XIX (muchos de ellos muertos por fiebres).


Callejeando cruzas un mercado, llegas a la plaza donde está la estatua de Nelson y el Parlamento, y un poco más adelante están las tiendas donde comprar, entre otras cosas, el ron Mount Gay, supuestamente el más antiguo del mundo.


Desde allí caminando se llega fácil al barco, donde, previo al embarque, una mini orquesta nos da la despedida con su música nacional, el calipso.

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