Por el norte de SUDÁFRICA. Montañas, playas, fauna y sus gentes ✏️ Blogs de SudáfricaDurante 16 días visitaremos el norte de la extensa república sudafricana y los 2 países que encierra entre sus límites, Swazilandia y Lesotho. Conoceremos las montañas Drakensberg y sus poblados zulús, los pastores de Lesotho, las salvajes playas de la costa del Indico y los humedales poblados por hipopótamos y cocodrilos en iSimangaliso NP -Santa Lucía, los rinocerontes del pequeño país de Swazilandia, la diversa fauna del Kruger National Park, el profundo cañón del río Blyde. Montañas, playas, fauna salvaje, y sus gentes, estarán en el punto de mira de nuestra nueva experiencia viajera.Autor: Meha Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (27 Votos) Índice del Diario: Por el norte de SUDÁFRICA. Montañas, playas, fauna y sus gentes
01: Nos vamos a Sudáfrica. Golden Gate National Park
02: Drakensberg: Royal Natal NP. Bajo una nevada africana en el Sentinel Trail
03: Drakensberg: Royal Natal NP. La belleza del Tugela Gorge Trail
04: Drakensberg: Intrincadas formas de Cathedral Peak
05: Drakensberg: El brillo de Champagne Valley. Sphinx – Blind Mans Corner
06: Giant´s Castle: arte nativo, paseo con tormenta, y niebla en escénica carretera
07: Hacia las alturas del Sani Pass y las montañas de Lesotho
08: Las playas del Indico sudafricano
09: Hipopótamos en Santa Lucía: PN iSimangaliso Westland Park
10: Swazilandia - Hlane. Cara a cara con los rinocerontes
11: Kruger: Entrada por Crocodile Bridge y noche en Lower Sabie
12: KRUGER: Despertar en Lower Sabie, atardecer en Skukuza
13: KRUGER: De Skukuza a Satara. Entre ornitólogos y guepardos
14: KRUGER: Persiguiendo leones. Morning Walk en Satara y atardecer en Olifants
15: Kruger: Olifants, Letaba y salida por Phalaborwa
16: KRUGER: ¿Cómo organizarlo?
17: Blyde River Canyon: miradores y cascadas en tierras de los boer
18: Despedida de Sudáfrica y reencuentro con París
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Etapas 1 a 3, total 18
Alguien decía que Sudáfrica no es comparable a ningún otro país. Las heridas de sus discordias y de sus guerras han sido tan dolorosas y profundas que nadie consigue diagnosticar el tiempo necesario para cicatrizarlas.
Al menos, nosotros no intuíamos ningunas asperezas al ver lo amigablemente que charlaban algunos grupos interraciales en la cola del embarque en París. Amanecía sobre el mar de nubes que cubría África, mientras volábamos en el gigantesco A380 de Air France. Allá abajo estaban las selvas del Congo. Después, el sol se desplomaba implacable sobre los desiertos del Kalahari. A las 10 am aterrizábamos en Johanesburgo……….mi octava vez en el hemisferio sur. Ya estaba deseando volver a contemplar sus cielos de Vía Láctea tan resaltada. Durante 16 días visitaremos el norte de la extensa república sudafricana y los 2 países que encierra entre sus límites, Swazilandia y Lesotho. Conoceremos las montañas Drakensberg y sus poblados zulús, los pastores de Lesotho, las salvajes playas de la costa del Indico y los humedales poblados por hipopótamos y cocodrilos en iSimangaliso NP -Santa Lucía, los rinocerontes del pequeño país de Swazilandia, la diversa fauna del Kruger National Park, el profundo cañón del río Blyde. Montañas, playas, fauna salvaje, y sus gentes, estarán en el punto de mira de nuestra nueva experiencia viajera. El mes elegido, abril, otoño austral, buena época para compaginar todos estos ingredientes, tras las lluvias veraniegas, y antes de que los verdes de Drakensberg se tornen amarillentos. 2 horas tardamos en salir del aeropuerto, entre recoger equipaje, pasar control migratorio, cambiar dinero, comprar una tarjeta SIM con acceso a datos para usar el móvil como GPS del coche, recoger coche de alquiler (Bidvest) mientras atendíamos a los consejos de seguridad…………….nunca detener el coche a los lados de la carretera o en zonas despobladas, sólo parar en estaciones de servicio o pueblos. Todos se lo tomaban con mucha calma…….empezábamos a cambiar el ritmo. Johanesburgo se sitúa en la provincia de Gauteng. Nuestro destino final del día será el Royal Natal National Park, en la Cordillera Drakensberg, provincia del Free State. No resultaba nada cómodo manejarse por aquellas autopistas saliendo del aeropuerto, conduciendo por la izquierda con un coche manual e ir atendiendo a que no nos asaltasen en cualquier esquina. Siguiendo la N3 hacia Durban, los feos, llanos y amarillentos campos se hacían muy aburridos. Cultivos de maíz, vacas pastando en los extensos prados pajizos…………………Empezábamos a perder el recelo en cuanto el personal de los peajes nos dedicaba unas sonrisas. De la N3 nos desviamos por la R26 hacia Francfort. Igual de monótono resultaba el paisaje. Las amplias llanuras se perdían en el horizonte, y sólo algunas flores silvestres aportaban colorido. En la radio se alternaba música pop internacional, rap, y canciones africanas. Sortear los socavones de la carretera se había convertido en nuestro principal entretenimiento. Aunque....... la tensión fue ampliamente superada cuando un intenso aguacero iba llenando de agua los surcos formados en la carretera por las rodadas del paso de vehículos, haciendo derrapar el coche, y manteniendo nuestra adrenalina al nivel de un parque de atracciones. A saber el porrón de años que aquella carretera no recibía ni un remiendo. Todo ello iba acompañado de un tenebroso cielo cruzado por sus correspondientes rayos. Sólo faltaba aderezarlo con alguna destartalada furgoneta transportando sobre su techo un sillón en forma de mano gigante color violeta, y entonces la situación resultaba totalmente surrealista. Pasando por Bethlehem, el paisaje reverdecía, los niños jugaban al fútbol bastante bien equipados. Descomunal wafle y zumo de mango de extraño color y más extraño sabor en una cafetería del pueblo, sintiéndonos observados desde que nos bajamos del coche. Sin ningún otro blanco alrededor, mirábamos por el rabillo del ojo a los grupos de negros que merodeaban ociosos y nos habían considerado su centro de atracción. Aproximándonos a Clarens, el paisaje había cambiado. El relieve se elevaba y nos acercábamos a las Drakensberg. Los tímidos rayos de sol iluminaban los peñascos, creando unos bonitos contrastes de luces y colores. Clarens parecía un pueblo bastante cuidado y agradable, entre árboles de tonalidades otoñales que centelleaban al sol. Las formaciones rocosas resplandeciendo por la luz del atardecer nos endulzaban el día, después de tantos momentos de tensión. Lo mejor estaba por llegar. Habríamos necesitado más tiempo para recorrer el Golden Gate National Park. Nuestra fugaz visita sólo nos permitía hacernos una idea. Los colores rojizos y ocres de las rocas iban perdiendo luminosidad al ponerse el sol y ensombrecerse. Las montañas se tapizaban de verde, y los valles parecían haberse derrumbado y se cobijaban entre aquellas paredes rocosas. En cada mirador, la vista era diferente, y nosotros ya no teníamos tiempo para apreciarlo como nos gustaría. La fauna salvaje se contaba por cientos: diferentes tipos de antílopes, gacelas, ñús….., y, junto con el cielo incendiado por un atardecer africano nos iba recordando que estábamos en África. Anochecía, y cruzar Phuthaditjhaba nos ponía de los nervios al conducir en la oscuridad mientras la gente caminaba por los arcenes. Gentes que regresaban andando a casa y se fusionaban con la noche. Montaña arriba, por una estrecha carretera al borde de precipicios y en oscuridad total llegábamos a nuestro primer alojamiento, el Witsieshoek Mountain Lodge, en un lugar aislado. No hemos tenido que cambiar la hora, aquí no hay jet lag, pero sí un agotamiento enorme que nos hace caer redondos después del entrecot y la tarta de manzana. Etapas 1 a 3, total 18
Durante el tremendo desayuno en el Witsieshoek Mountain Lodge no divisábamos nada desde los enormes ventanales. La niebla se había apoderado del paisaje, y los 2200 m de altura a los que nos ubicábamos no nos permitían distinguir el valle al fondo, ni las montañas al otro lado.
El objetivo era subir al Anfiteatro y contemplar la segunda cascada más alta del mundo, Tugela Falls,de 950 m de altura. Para ello deberemos llegar hasta el Sentinel Car Park por una pista sólo apta para 4x4, y por eso contratamos un transfer en el hotel. Nos acompañaba una pareja de rubios ingleses, y su guía, una negra rechoncha de cara redonda y rastas recogidas en un moño. Al menos no estaremos solos. Eso siempre es bueno en las montañas, y más si están perdidas entre la niebla. En absoluto coincidía el tiempo real con la previsión meteorológica. Si se predecía un día claro y soleado, la realidad es que la niebla no permitía ver nada más que las florecillas que íbamos encontrando. Florido otoño. Después de caminar hora y media engullidos por las nubes, al ver que se iban disipando y al enfrentarnos de repente al paisaje montañoso,……..¡guau!...........la sorpresa es mucho mayor. Son peculiares estas montañas revestidas de verde hierba, y con esa configuración de pliegues y lomitas, y de surcos a imitación de ríos de lava. Es también cuando empieza la trepada…………terrible. Las manos son continuamente necesarias y mi zancada casi insuficiente para escalar los peñascos. Finalmente, conseguíamos alcanzar la cima plana a 3100 m de altura, con vistas a la característica silueta del Anfiteatro. Si las montañas siempre ejercen una irresistible atracción, éstas emiten un misterio especial. Drakensberg se traduce como la montaña del dragón. Siempre pienso que un viaje lleva a otro viaje, y tal vez, el destino nos ha traído hasta las montañas del dragón tras nuestro último viaje por Bután, el país del dragón. Y también aquí hay leyendas de dragones voladores. La tormenta nos amenazaba, los truenos ensordecían y las nubes volvían a enturbiar. Pero lo peor era que empezaba a nevar, eso ni nos habíamos imaginado que podía ocurrir. Nosotros nos estábamos quedando tan blancos y helados como la montaña. Tugela Falls, la segunda cascada más alta del mundo, estaba muy cerca. Habíamos pasado lo más difícil, y en teoría sólo quedaba lo fácil. Pero, la principal preocupación era la supervivencia, y escapar cuanto antes de aquella ventisca de nieve. Nos estábamos encontrando en apuros. La nieve se acumulaba en ropa, cabeza, manos, y por más que nos sacudíamos, en pocos segundos se volvía a acumular……… pantalón de verano……….guantes empapados………manos congeladas…………..ropa empapada. Invisible se había quedado el camino, todo blanco en poco tiempo……….truenos, rayos, niebla………y un frío que nos mataba. Atajando camino y gracias a la imprescindible ayuda del GPS conseguimos llegar a las Chain Ladders. Bajarlas ya no parecía tan difícil como presentíamos, a pesar del hielo en cada peldaño. Lo que habíamos pasado era mucho peor, esto era nuestra salvación. La montaña siempre es impredecible en cualquier lugar del mundo. Pocos podrán contar que han estado bajo una nevada africana!!! Recibíamos el sol con alegría en cuanto descendimos un par de cientos de metros. El sendero fácil y las bonitas vistas al verde entorno montañoso nos hacían disfrutar la marcha mientras nuestra ropa se iba secando y los dedos se iban descongelando. Mi cámara de fotos, congelada por la nevada, había entrado en coma. La cámara de repuesto estaba salvada. Desde el View Point resultaba imponente la vista del Anfiteatro. ¡Tremenda caída vertical! Estaba claro que todo se había confabulado en contra y habíamos pillado la tormenta en el peor momento, justo en la cima. Descargable para GPS: es.wikiloc.com/ ...d=10126368 En el parking nos esperaba el 4x4 para devolvernos al Witsieshoek Mountain Lodge. Ahora podíamos apreciar el privilegiado lugar en el que se ubica este lodge, y contemplar las vistas que antes ocultaba la niebla. Nuestro alojamiento para esa noche se encontraba al otro lado de las montañas, lo que obliga a dar un gran rodeo por carretera de casi 2 horas, y a cambiar de la provincia Free State a Kwazulu-Natal. Lucía el sol y conducíamos mirando las verdes montañas del Dragón, protagonistas de tantas historias y leyendas. Cruzábamos el pueblo de Phuthaditjhaba bajo un sol radiante. Su origen, como capital del territorio segregado para los basotho durante el apartheid, ha generado una alta concentración humana. Entre verdes prados se desparrama su gran extensión de casitas de ladrillo o de barro, la mayoría con su placa solar y su depósito de agua en el tejado………otras, de hojalata, en las que no faltaba su antena parabólica. Ningún blanco. Algunos atendían al partidillo de fútbol de los chavales. Los niños sonreían. Se palpaba un ambiente alegre. Los bordes de la carretera se convertían en la pasarela sobre la que lucir sus galas de domingo; ellos trajeados, ellas sobre altos taconazos…..antes muerta que sencilla. En las praderas acariciadas por el sol pastaban cientos de cabezas de ganado. Y es que el ganado forma parte de la historia de Sudáfrica tanto como sus batallas o su colonización. La propiedad de las bestias marcaba el poder en las tribus indígenas. Muchas batallas se debían al robo de ganado. Las obras en la carretera R74 nos obligaban a una pausa de un buen rato, junto con otros coches. Un niño negrito me pedía agua y me sonreía mientras rellenaba su botella con la mía. No hablaba inglés, pero el mundo de las señas, de las sonrisas y de los agradecimientos es universal. Supongo que hablaba alguna de las once lenguas oficiales que coexisten en Sudáfrica; ello da idea del conglomerado de diferentes comunidades y culturas que conviven en el país. Diversidad idiomática y diversidad religiosa. Después, iban surgiendo pequeñas montañitas. Resultaba curioso……..la llanura, y las pequeñas colinas que emergen de repente, forradas de verde y coronadas por peñascos ocres y rojizos. Y de nuevo en las Drakensberg, carretera de curvas y paisaje más verde, ahora adornado por algunos árboles bajo un atardecer africano. Nuestro alojamiento es el Tower of Pizza en Royal Natal National Park, con un restaurante muy animado en el que niños blancos y negros jugaban juntos, y donde triunfan las pizzas. Estaban bastante ricas, peeeero ¡es que la tarta de chocolate era puro vicio!. Noche de Vía láctea y cielo estrellado. Me gusta. Etapas 1 a 3, total 18
El desayuno tan contundente del Tower of Pizza nos ocupaba un buen rato sentados en la terraza, contemplando los extensos campos sudafricanos interrumpidos por algunas colinas en la lejanía. A nuestras espaldas quedaban las Drakensberg.
En el apacible entorno, las aves abundan y viven felices alejadas de los depredadores. Unas aves de pico alargado se paseaban por delante del balcón, escarbando en la tierra buscando alimento. Otras emitían extraños sonidos guturales escondidas entre el follaje de los árboles. Muchos pajarillos revoloteaban enérgicamente, trinando acompasadamente. Otros se rascaban el plumaje con la patita sobre lo alto de la Torre original que da nombre al establecimiento. Bucólico. Por la carretera que conduce al interior de los límites del Royal Natal NP, la silueta del Anfiteatro enmarcaba el paisaje. Recorríamos pequeños poblados y campos floridos………………muchas flores en otoño. Las mujeres cubrían sus cabezas para protegerse del insistente sol, o cargaban bultos a la cabeza como perfectas equilibristas. Algunos niños se encaminaban a las escuelas, impecablemente uniformados. A otros les tocaba acarrear enormes garrafas para ir a buscar agua. Las mujeres amasaban a las puertas de sus humildes casas cónicas. En el centro de visitantes del Parque Nacional nos informaron sobre el parque. Abrían los ojos como platos mientras les contábamos nuestra aventura en la ventisca de nieve. No es normal en esta época. Siguiendo unos pocos kilómetros más, llegábamos al parking Tendele, cruzándonos con babuinos y una especie de ardillas de color vede. Justo frente al Anfiteatro comenzábamos la caminata por la garganta del río Tugela, el Tugela Gorge Trail, que sigue el curso del río. Ya nos habían advertido de la escasez de agua que están sufriendo, y que la cascada Tugela no es más que un hilo de agua, prácticamente imperceptible. Todo era desconocido para mí, no era capaz de reconocer ninguna de las especies vegetales que nos envolvían, ni hierbas, ni arbustos, ni árboles. ¡Qué despejadas vemos ahora las cumbres por las que nos movíamos ayer! Fue increíble lo que nos pasó. El valle se iba abriendo y el panorama de las Drakensberg se nos mostraba más amable. En manga corta, después de la congelación de ayer. Mi cámara de fotos ha resultado seriamente perjudicada tras su congelación. Al menos vuelve a funcionar el disparador, pero ninguno de los otros botoncitos responde. Imponentes vistas del Anfiteatro, en forma de gigantesco circo glaciar, aunque no sea glaciar su origen. Murallón de más de 3000 m de altura, flanqueado a cada lado por cumbres todavía más altas: Eastern Buttess, Mount-aux-Souces y Sentinal. La ruta me estaba pareciendo mucho más bonita de lo que esperaba. De hecho, se trata de uno de los trails más populares del parque, y por ello nos vamos encontrando con numerosos caminantes. Helechos!.......Al fin, alguna planta conocida. Pero todas las demás seguían siendo desconocidas. …………..Y empezábamos a conocer las proteas, arbustos de grandes flores, que daban un toque especial al paisaje. Debe de resultar impresionante verlas florecidas en verano. La alternancia de espacios abiertos y soleados, y de bosques umbríos, nos dejaban las sensaciones de los cambios de temperatura y humedad, y también de los sonidos que percibíamos. Por momentos nos sentíamos absortos como si estuviéramos en las junglas africanas y fuese a aparecer Tarzán en cualquier momento, en el entorno de verdor, de musgos recubriendo las rocas, de lianas colgando, de troncos entrelazados y enroscados unos con otros. El valle del río Tugela es también tan diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora, con unas laderas tan peculiares. El murmullo del río…………….los sonidos de los pájaros…………un entorno encantador. Finalmente, accedíamos al sector más estrecho de la garganta, tras trepar y saltar piedras por el cauce del río. Más adentro, el agua cubría por encima de la rodilla y arrastraba con fuerza…….ya no era posible continuar. Unas escaleras de gato que remontaban una pared rocosa se me insinuaban, diciéndome: “súbeme, súbeme”. La curiosidad me podía y hacia arriba me empujaban las piernas. Sin embargo, lo más difícil venía después, una trepada vertical, agarrándome a raíces y a cables colocados para posibilitar el ascenso. El sendero continuaba, y yo mantenía la esperanza de llegar a ver Tugela Falls, la segunda cascada más alta del mundo. Las vistas se abrían hacia el Anfiteatro, muy cercano, muy bonito. El murallón rocoso que cae vertical es una pasada. La cascada me la imaginaba cayendo desde lo alto, desde 950 m de altura por la pared. Es un paisaje increíble. Peeeero, la cascada estaba más seca que las praderas de Gauteng. Y, claro, después hay que bajar las escaleras. Aunque más complicada fue la destrepada anterior, resbaladiza y vertical. A orillas del río, la pizza que nos habíamos traído de The Tower of Pizza sabe a gloria antes de emprender el camino de regreso. Me ha encantado la ruta. ¡Cuánta belleza hay en el mundo! Descargable para GPS: es.wikiloc.com/ ...d=10126383 Otra bonita estampa era la que obteníamos desde el laguito en el área de picnic, que se sitúa al lado del Centro de Visitantes. La imagen del Anfiteatro reflejada en sus aguas sirve de portada a los folletos de información del parque, aunque el movimiento del agua nos impedía presenciar esos reflejos in situ. Buena elección de nombre, The Amphitheatre, uno se imagina que va a comenzar un espectáculo en cualquier momento en este escenario natural. La hora y media que tardábamos en desplazarnos al próximo alojamiento se convertía en un festival de escenas de la vida de los zulúes. En las faldas de las Drakensberg se diseminaban aldeas zulúes de tradicionales casas redondas con tejados de paja, o de viviendas más recientes de estructura cuadrada. La tentación estaba pintada en el mapa como “non-recommended road”……………..Ésa era la carretera de tierra que decidíamos tomar. Los niños regresaban de las escuelas, muy elegantes, algunos caminando muchos kilómetros, saludaban y sonreían. Las mujeres llevaban coloridos vestidos, con turbantes anudados a la cabeza. Una caminaba agarrando una gallina por las alas. Otras cargaban a sus pequeños sobre la espalda, o grandes bolsas o cajas sobre su cabeza. Los hombres recogían el ganado o remataban sus faenas agrícolas. Percibiendo tal placidez en la atmósfera y tantas sonrisas, costaba creerse el pasado cruel y guerrero del pueblo zulú. [/align] Medio perdidos íbamos por aquellas carreteritas terrosas y repletas de agujeros. Ellos se desvivían en saludos y en explicaciones cada vez que parábamos a preguntar. En ocasiones, improvisaban bailes en los bordes del camino a nuestro paso. Nosotros subíamos hacia las montañas, parecía interminable, cuando, de pronto……….el atardecer nos regalaba un cielo rosado sobre las colinas verdes y los picos que empezábamos a reconocer: Cathedral Peak y compañía. Ya en oscuridad, pasábamos la valla de acceso y continuábamos hasta Didima Camp, nuestro alojamiento, en un lugar excepcional, frente a los picos, y bajo un cielo infinitamente estrellado. También estupendo el restaurante del Camp: trucha de los ríos de Drakensberg, entrecot, tarta de fresas y tarta de toffee. Sólo nosotros y otra pareja éramos los únicos clientes. Nula contaminación lumínica. Orion poniéndose por detrás del horizonte montañoso, la Vía Láctea surcando la bóveda celeste, la oscura silueta de las montañas, el sonido del agua del río y de las cascadas, los chillidos de las chicharras………así era la noche que teníamos ante nosotros. Etapas 1 a 3, total 18
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