CAMBOYA ✏️ Blogs of Cambodia

Después de haber estado en Singapur, Bangkok y Myanmar (2009), Indonesia (2011) y Malasia (2016), además de en Hong-Kong (2013) y Taiwán (2016), estaba un poco saturado del sud-este asiático, así que mi intención era no volver en unos cuantos años. Pero la verdad es que me había quedado con las ganas de visitar los templos de Angkor, en Camboya, así que cuando me salió una oportunidad, no lo pensé demasiado. Como hacía escala en Vietnam, y a pesar de que el país no me motivaba demasiado, decidí pasar algunos días ahí. Soy muy de ciudades, así que Hanoi podría estar bien y, además, quería ver algo de naturaleza, pero sin aguantar las masas turísticas de la bahía de Halong y tampoco me apetecía ir a Sapa. Me documenté y vi que la zona de Trang An podría estar bien: reunía el paisaje de montañas cársticas de lo primero con los arrozales de lo segundo. Quizás no era tan bonito como aquellos dos lugares, pero compensaba, porque era un lugar accesible y además tenía otros alicientes, como los templos. No en vano, es patrimonio de la Unesco tanto a nivel cultural como natural.


Tras una escala en Londres, llegué a las 4 de la madrugada a Hanói, y me fui a descansar al hotel, el Bella Rosa. Bastante recomendable: barato, confortable y con un desayuno buffet espectacular (buenísima la sopa de fideos con ternera, pho ba, que es lo que comen sobre todo los vietnamitas, además de los rollitos de primavera, el dim sum, el pollo frito…espectacular todo). El único inconveniente es que es algo ruidoso, pero creo que todos los hoteles del Barrio antiguo lo son. Me fui a dar una vuelta por la ciudad…ciertamente, como se ha comentado ya en este foro, las visitas tampoco es que sean algo espectacular. En cambio, yo de la ciudad destacaría que hay muy buen ambiente, con peluqueros en las calles (un espejo y un enchufe), mucha vidilla, mercados…además de que los edificios, estrechos y destartalados, tienen encanto. No es una ciudad para visitar, pero sí para pasear. A la tarde el Barrio antiguo se llena de turistas que vienen de las excursiones y eso le resta mucho encanto, ya que muchos comercios están dedicados a ellos (restaurantes, agencias de viajes, tiendas de souvenirs…) pero si se alza la vista hacia el segundo piso, se disfrutan los edificios, con un punto decadente que a mí me gustó. Además, fuera del casco antiguo hay zonas muy interesantes, como el barrio entre el lago y el templo de literatura (aconsejo meterse por los pasajes y callejones, se ven estampas muy auténticas) o la zona de la pagoda de Chua Tran Quoc, donde se ve mucho ambiente al atardecer, con personas jugando a bádminton, tomando agua de coco y divirtiéndose, además de gozar de una bonita puesta de sol. A la tarde volví al Old quarter y estaba lleno de turistas, así que comí algo en algún puesto callejero y me encerré en el hotel: estaba realmente cansado.
A la mañana siguiente volví a dar una vuelta por ese barrio, donde en según qué calles se pueden disfrutar todavía de antiguos oficios, agrupados por gremios (herboristas, escultores de lápidas, orfebres…), y también por el barrio francés, y a las 14:00 fui a pillar el tren para ir a Ninh Binh. Mi idea inicial era pillar el siguiente, a las 19:00, pero no me veía deambulando todo el día por Hanói, donde ya había estado el día anterior entero. Me apetecía ver naturaleza y llegar a Trang An durante el día, para gozar del paisaje aun con algún rayo de sol. El trayecto son unas 2,5 horas y cuesta solo 3 euros.

Al llegar me instalé en el hotel, Nguyen Shack, que ya ha sido recomendado varias veces en este foro, y me fui a dar una vuelta. Por cierto, ha sido recomendado y con razón: el lugar es increíble. Unas cabañas en un estanque, donde te puedes tomar una cerveza o el zumo de lima natural que hacen, contemplando las montañas cársticas, no tiene precio. Bueno, sí lo tiene, y está tirado: por dos noches, con desayuno, más una comida, dos cenas, algunos zumos y cervezas y el alquiler de la bici, pagué solo 65 euros. Y el personal es de lo más simpático.
Tras instalarme, me fui a dar una vuelta por los alrededores…se ponía el sol ya, pero pude gozar de algunos paisajes: las montañas, los arrozales con los bueyes, los canales…



El día siguiente era domingo, así que pensé que en las cuevas habría bastante gente…las de Tam Coc las había descartado, prefería ir a las de Trang An, que dejé para el lunes. Ese día, pillé una bici y me fui hasta el conjunto de templos de Bai Dihn , a 20 quilómetros del alojamiento. El lugar está muy bien, un complejo enorme de edificios religiosos con unas bonitas vistas a lo lejos, y todo es turismo local…había quien se hacía fotos conmigo incluso. Volví a descansar, y durante el pase pude ir disfrutando de los paisajes. A la tarde, subí a Mua Cave, que está a 300 metros del hotel. Bonitas vistas del atardecer, aunque demasiado lleno de gente.
A la mañana siguiente, fui a las cuevas de Trang An. Entré a las 7:45 y las pude disfrutar completamente solo. Me crucé únicamente con las barcas que empezaban el recorrido al final del mismo. El lugar es bonito…no es nada inolvidable, pero está muy bien. Además, yo quería ir solo. Me dijeron que no podía. Que, en todo caso, pagara 4 entradas…les dije que no, que compraba otra y ya está. Es decir, pagué 8 euros en total pero pude disfrutar yo solo de la barca y el paisaje. Después, vuelta a Nguyen, descanso en la hamaca y a pillar el tren de vuelta a Hanói. Esa tarde la pasé paseando lejos del casco antiguo, que me había saturado un poco con tanto guiri, y fui a la zona del Mausoleo de Ho Chi Minh (cerrado, ya que sólo abren un par de horas a la mañana) y el lago occidental donde, como he dicho antes, al atardecer se disfruta de un gran ambiente local.
Vietnam era solo el preludio de mi viaje, que era esencialmente a Camboya, pero me gustó estar esos cuatro días por ahí, disfrutando tanto de la cultura como de la naturaleza, de los paseos en barco y bicicleta, de los trayectos en tren, de los paisajes, templos y ambiente de las ciudades.

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A la mañana siguiente, tren a Phnom Penh, con escala en Vientián. En esta ocasión, cambio de tipo de alojamiento. Siempre que viajo intento pasar alguna noche en alguna casa particular; tanto hotel cansa y así también puedes ver dónde vive la gente “normal del país”. Así pues, pillé un apartamento vía AirBnB, y la verdad es que estaba muy bien. Una sala de estar enorme y acogedora, un dormitorio separado, cocina y una terraza genial con vistas al Museo nacional…y todo por 15 euros la noche. Esa misma tarde me fui a dar una vuelta por la capital: el mercado, las calles llenas de edificios coloniales franceses…Phnom Penh me pareció una ciudad menos atractiva que Hanoi, y con un ambiente menos interesante. Pero, por el contrario, las visitas me parecieron mejores. Es decir, creo que para pasear es mejor Hanói, no sólo porque los edificios son más bonitos y tiene barrios más atractivos, además de un ambiente en la calle más curioso y con oficios antiguos. Phnom Penh me pareció menos atractiva para pasear, ya que los edificios parecen apartamentos de playa pero por lo contrario, los puntos de interés son mejores que en la capital vietnamita: el museo nacional, el palacio real y la cárcel de Tuol Sleng, donde fui al día siguiente. Un lugar estremecedor, sin duda. Además, me había leído el libro El legado de los jemeres rojos, de Mark Aguirre y me estaba leyendo El infierno de los jemeres rojos, de Denise Affonço, así que estaba bastante informado y concienciado sobre el tema. (Siempre que viajo intento leer algo de literatura, ya sea de ficción o, a ser posible, de no-ficción, sobre el país que visito).
A pesar de ello, me gustó estar dos días en la capital camboyana, yendo a comer al mercado, paseando, viendo el genial ambiente que hay entre el palacio y el río, con las familias y los monjes que van ahí a pasar el día y, en definitiva, haciendo un poco de vida local, gracias también a que al hecho de estar en una casa particular (pero sin el propietario) no te sientes estrictamente como un turista. Intenté en la medida de lo posible la parte del paseo del río que está lleno de restaurantes para turistas…la verdad, no entiendo cómo la gente puede ir allí: te vas a otro país precisamente a ver cosas diferentes y en cambio te estás en un restaurante con menú turístico y rodeado de otros extranjeros, cuando podrías ir a degustar comida callejera como un loca. Comerse en amok en Sisowath es como comerse una paella recalentada en Las Ramblas. Pero bueno, en fin, cada uno viaja como quiere…

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En Camboya sólo iba a pasar una semana pero, a pesar de ese poco tiempo, no quise limitarme a ver Phnom Penh y Angkor. Recomendado por el foro, pillé un mini-van hasta Battambang (por cierto, decía que tardaba 4 horas y por eso me cobraron dos dólares más, 12 en total), y acabó tardando 6…y es que mirando google maps ves que menos de 5 no tarda). Pero bueno, el trayecto no se hizo pesado, pensaba que iría con más extranjeros y yo era el único. Hizo una parada en un área de servicio donde sólo tenían ancas de rana (que degusté…hacía 20 años que no probaba esa comida y me encantó) y al llegar a la segunda ciudad del país ya me dispuse rápidamente a ir en tuk tutk ir a Phnom Sampeau. Curioso lugar, lleno de templos y donde también viven familias, muy pobres, por cierto. Los murciélagos saliendo de la cueva es un espectáculo digno de verse. Después fui a dar una vuelta por la ciudad, paseando entre edificios coloniales, y a cenar en algún chiringuito del paseo de río.

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