ESCAPADA A ISLANDIA ✏️ Blogs of Iceland

Islandia siempre había sido un destino que me llamaba la atención. Pero Islandia en invierno... y con la posibilidad de ver la aurora boreal. Sin embargo nunca surgía la oportunidad de ir, se le daba prioridad a otros viajes hasta que estas navidades tonteando en internet encontré vuelos directos Madrid-Keflavík a un precio bastante apetecible...
Fue todo dicho y hecho. Sacar vuelos, buscar alojamiento y planificar ruta (esto he de agradecérselo a una gran amiga que había hecho el mismo viaje y fue la que lo tenía todo resuelto).
Sólo serían cuatro días (en verdad sólo tres, porque el último era volar de regreso a Madrid a las 11 de la mañana... así que no cuenta), en enero, con esos día supercortos,... pero había que intentar aprovechar y ver lo máximo posible e intentar ver la tan ansiada aurora...

Antes de empezar a contar los días en Islandia, hago resumen de todos los datos...

VUELOS: con compañía Norwegian (www.norwegian.com/es), directos Madrid-Keflavík i/v

ALOJAMIENTO: Apartments Aurora (Hverfisgata 78, Reykjavík) a través de www.Booking.com


COCHE ALQUILER: Hyundai i20 para tres días, con Budget a través de www.rentalcars.com

Bueno, pues todo reservado, todo preparado... ya sólo queda iniciar la aventura.

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Toca madrugar. El vuelo está programado para las 7:10 de la mañana en la Terminal 2 del Aeropuerto de Barajas. La hora prevista de llegada es a las 10:20 hora local (recordad que Islandia tiene una hora menos en invierno y dos menos en verano). El vuelo tranquilo y sin sobresaltos.
Una vez aterrizados esperaba hacer una cola para mostrar pasaporte, algún tipo de control,... pues nada de nada. Ni rastro de nadie. Lo digo por la gente que pregunta en el foro si se puede llevar comida o embutidos para Islandia y te lo puedan quitar al llegar. Yo llevaba algunas cosillas porque viajaba con dos niños (12 y 10 años) a los que siempre les echo algo por si luego la comida local no les hace mucho chiste. Pues como digo, sin problema. Ningún registro ni nada.

Recogida del coche instantánea en mostrador de Budget y a las 11 ya estamos en marcha. Al salir del aeropuerto hasta el aparcamiento donde está el coche ya notas un ligero fresquito, unos -3ºC.

Este primer día teníamos previsto hacer la siguiente ruta:


Así que nos dirigimos hacia Garðskagaviti, un faro en las inmediaciones de Garður que se encuentra a unos 15 minutos del aeropuerto. Nos esperábamos montones y montones de nieve pero había llovido los días anteriores y no había ni rastro. Aún así el paisaje es super bonito por esa zona, con llanos repletos de piedras volcánicas cubiertas de musgo, algunas casitas diseminadas por aquí y por allá, y sobre todo mucha tranquilidad. La carretera para nosotros solos.
La llegada al faro fue sencilla. Como he dicho antes nadie en el lugar. Sólo nosotros cuatro. Bajamos del coche y entonces es cuando notas el frío de verdad. Ese viento gélido que viene del norte cuando estás a -3ºC, hace que sientas un escalofrío por todo el cuerpo... Fotos de rigor en el faro y de nuevo para el coche a poner la calefacción.


Ahora tenemos unos 35-40 km hasta llegar a Miðlina, falla que separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. Normalmente en los sitios turísticos suelen estar cercanos a las carreteras existentes y los coches de los aventurados turistas se ven fácilmente. De todas formas, id atentos a las señales que hay en carretera y cuando veáis el simbolo es que hay algo que ver.
En Miðlina ya sí encontramos más gente. Hay un aparcamiento amplio y el puente sobre la falla está a unos 30 metros. Es curioso ver la grieta en la tierra que hace que cada año nos separemos un poquito más del continente americano. Foto en América, foto en Europa y seguimos ruta.


Tras comernos el picnic que llevábamos preparado de casa, que ya tocaba, seguimos hacia Bláa lónið o Laguna Azul, que estaba a unos 25 km. Cinco minutos después de ponernos en marcha e ir comentando lo bonito del paisaje volcánico y viendo salir vapor por entre las piedras, encuentro una señal como la que he dicho antes marcando un camino que sale hacia la derecha. "¿Nos metemos a ver que es? Venga, tírale". Tras un camino de un kilómetro escaso llegamos a un aparcamiento con tres o cuatro coches y una pasarela de madera que te lleva a un pequeño mirador donde se ven un montón de fumarolas, un punto con agua burbujeando, todo con aspecto fantasmagórico debido a los vapores que inundan todo el paisaje... Al ser la primera vez que ves algo así, la verdad es que impresiona. Te sientes como en otro planeta.


Volvemos al coche y ahora sí llegamos a Bláa lónið. Es un balneario geotermal que está en el campo de lava más joven del oeste de Islandia y fue descubierta casualmente a finales de los años setenta, reconocida mundialmente por las propiedades medicinales de sus aguas. Es un lago artificial que se nutre con las aguas procedentes de la cercana central geotérmica Svartsengi, ubicado a 200 metros de profundidad en la tierra, a una temperatura de 240ºC. Al no drenar bien las aguas procedentes de la central, empezaron a acumularse en este lugar. Imagino la sorpresa de los primeros ojos afortunados en ver esta impresionante formación.
Pero sin duda lo más espectacular es el entorno, de contraste entre el negro volcánico de las rocas con el azul celeste y brillante de las aguas, y las columnas de humo y chorros de vapor surgiendo alrededor, creando un paisaje único e inolvidable.


Aquí si que hay gente. Aparcamiento lleno y la laguna de gente bañándose, con su cervecita en mano tan campantes. Los niños querían haberse bañado, pero dije que no, que hacía mucho frío y luego al salir se iban a acordar... Es algo de lo que luego me arrepentí, porque seguro que esa experiencia era quizás lo que más iban a recordar de este viaje.

Nuestra siguiente parada era la zona de Krisuvík, que es otra zona geotermal en la que ves el agua brotar de la tierra a más de 100ºC, montones de zonas humeantes, olor a azufre intenso, colores en la roca de tonos amarillentos... Esta zona ya sí que estaba nevada, por lo que el contraste entre las zonas humeantes y amarillentas y el blanco inmaculado de la nieve quedaba muy bonito.



El tema de la nieve en la carretera es algo que me empezaba a mosquear. Los que somos de latitudes meridionales y no estamos acostumbrados a eso pues lo vemos complicado. Es cierto que el coche lleva neumáticos de invierno y que agarran bastante bien sobre la calzada con nieve, pero cuando no estás acostumbrado piensas que te vas a salir en cada curva y, evidentemente, vas pisando huevos. Los pocos coches que pasaban me adelantaban a velocidades para mi gusto excesivas, pero poco a poco vas cogiendo confianza en tu destreza como piloto de rallies sobre nieve y se conduce bastante bien.
Pasamos al lado del lago Kleufavatn y seguimos alucinando con las vistas. Cielo encapotado, montañas nevadas, lago color negro gélido... A mi parecer, vistas de postal.


Antes de llegar a Reykjavík hicimos parada en Hafnarfjörður porque había leído en internet que tiene un barrio con casitas vikingas y lo mismo llamaba la atención de los niños. Ni fu ni fa. Curioso pero tampoco gran cosa. Aprovechamos que pasamos por la puerta de un supermercado Bonus he hicimos compra de cuatro cosillas para desayunos y cenas. También nos tomamos un café calentito que nos sentó de muerte.


La llegada hasta la capital fue sencilla y encontrar el apartamento también. La situación del apartamento era muy buena, a 200 m de Sólfarið y en calle paralela a "la calle de tiendas" Laugevegur. Hay aparcamiento en la puerta. Casi todo es zona azul hasta las 18:00h, salvo los sábados que es hasta las 16:00. Los domingos gratuito.

Eran sobre las 18:30 y teníamos previsto hacer un primer intento de ver auroras, pero estaba bastante nublado. Para ver auroras hay que tener día despejado, un valor de Kp mayor de 3 (en el caso de Islandia) y, sobre todo, mucha suerte.
Sobre el tema auroras, hay dos páginas que creo son imprescindibles para poder dar con ellas:

en.vedur.is/ ...ts/aurora/
www.aurora-service.eu/ ....forecast/

En la primera se puede ir viendo la evolución de la nubosidad, para ver a que hora puede estar despejado. Y en la segunda vienen los valores de Kp también por tramos horarios y días.

En nuestro primer día teníamos algo de cielo despejado sobre las 20:00 y el Kp estaba en 4. Teníamos por tanto un ratillo que aprovechamos para dar paseo por calle Laugevegur a ver tiendas de souvenir y poco más.
A las 19:40 cogimos de nuevo coche y nos fuimos hacia una zona un poco apartada de la ciudad para que haya la menos luz posible. Está a unos 10 min del centro de Reykjavík.
Hay un aparcamiento al lado del faro de Grótta Island en el que pacientemente hay que esperar para ver la tan ansiada aurora. Las tres noches que estuvimos en Islandia fuimos al mismo sitio y la cantidad de coches que van a lo mismo es alucinante. A la hora en la que se supone que está despejado y el Kp es bueno, llegas y hay 40-50 coches en el aparcamiento esperando lo mismo. Algunos esperan dentro de los vehículos para evitar las gélidas temperaturas exteriores; los más intrépidos se pasean de un lado a otro para pasar el tiempo...

La verdad es que hacía tela de frío porque el aire que hace por esas tierras de Dios es criminal, pero el paisaje a mi me gustó mucho.


Estuvimos esperando un buen rato; se despejaba por algunas zonas, pero en general estaba el cielo muy nublado. Tras hora y media de espera vimos como se formaba un círculo blanco que iba adquiriendo un color verdosillo, pero no era muy nítido. Estuvo como unos cinco o seis minutos y desapareció... Eso fue lo único que vimos esa primera noche.

Cansados después del madrugón para coger avión y todo el día danzando de un sitio a otro, nos volvimos al apartamento.

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Amanece un nuevo día en Reykjavík. En verdad no es cierto, ya que amanece sobre las 10:30-11h.
Hoy teníamos que salir del apartamento sobre las 8:30 para hacer el recorrido que llaman Círculo Dorado.
La idea inicial era empezar por el parque Þingvellir, la cascada Öxararfoss, ver el valle Haukadalur con sus geíseres Geysir y Strokkur y terminar el día el la cascada de Gullfoss.
Como amanece a la hora que he dicho anteriormente preferimos hacerlo al revés. Ir hasta Selfoss y subir hasta Gullfoss para llegar cuando ya sea de día. Ea, pues dicho y hecho, vamos allá.

Consejo importante que yo no tuve en cuenta. Tened siempre a mano la página www.road.is. Es fundamental para saber en cada momento como están las carreteras.
Durante la noche había estado nevando pero tampoco gran cosa. Las calles tenían su nieve y el coche estaba cubierto pero parecía que las carreteras estaban bastante bien. Nos dispusimos a hacer los 50 km que nos separan de Selfoss.


A los 20 minutos de salir de Reykjavík, totalmente de noche aún, empieza a levantarse un viento bestial que hace volar la nieve de la calzada y no se ve nada. Cuando digo nada es absolutamente nada. Ni los delimitadores amarillos de la carretera. La verdad es que se pasa un mal rato ver que está toda la calzada llena de nieve, que no se ve nada cuando se levanta algo de viento y que no pasa ni un coche...
En fin, poquito a poquito fuimos avanzando hasta que mejoraron las condiciones meteorológicas.
Poco antes de llegar a Selfoss está el desvío que te indica la carretera hacia Geysir. Ahí ya el tiempo es bastante bueno, con cielo cubierto y alguna que otra escaramuza de nevada, pero bastante bien. Los paisajes con la nieve recién caída son espectaculares.


Por fin llegamos a la cascada de Gullfoss. Ya nos habían hablado de ella y nos habían dicho que era asombrosa. Efectivamente, la fama que tiene es merecida. Es impresionante ver los dos saltos de agua, casi congelados y el ruido que hace al caer. Dicen que es la cascada más bonita de Islandia y la más visitada... por algo será.
El frío que hace es aterrador. Dicen unos por allí que -8ºC, pero la sensación térmica es de menos no se cuanto... Primero estuvimos en el mirador que hay en la parte baja y después subimos a la zona donde está el restaurante/cafetería y nos dirigimos al mirador desde el que se ve la cascada desde arriba. Ambas vistas son impresionantes.


Pasamos por la cafetería para tomarnos un capuccino muy muy caliente y aprovechar para ir al baño...
A estas alturas del día se había despejado casi por completo el cielo y todo parecía que iba a ir sobre ruedas. Después de Gullfoss llegamos en 10 minutos a Geysir. Montón de gente, aparcamiento casi lleno, autobuses de japoneses (esta gente siempre está en todos los sitios)... Venga, vamos, que tenemos que ver como escupe agua de forma violenta el interior de la tierra.
Aquí pasa como en Krisuvík. Sale vapor por un montón de sitios y se forma una neblina que crea una atmósfera especial.


Seguimos la zona acordonada que nos hace llegar a una pelotera de gente alrededor de un agujero en la que se ve agua que empieza a burbujear... y de buenas a primeras... POOOOOOOOMMMMMMM, cañonazo de agua que se eleva sobre nosotros seguido de un OOOOHHHHHH del respetable y expectante público. Es el géiser Strokkur, que cada 10-15 minutos representa su escena. Decidimos esperar para volver a ver el espectáculo... y volvimos a decir OOOOHHHHHH .


Dimos vuelta para ver el Geysir, pero este no hizo nada de nada...
Bueno, venga, vamos a comer que ya se nos ha olvidado el mal rato de carretera de esta mañana, ha salido el sol y nos queda aún media jornada para ver las cosas que llevábamos apuntadas.


Nos dirigimos ahora hacia el parque Þingvellir y la cascada Öxararfoss. Carretera con nieve pero buenas condiciones para conducir, cielo despejado, bonitos paisajes,... y en menos de una hora tenemos que estar en la cascada. Ya llegando empieza de nuevo a nublarse y empiezan a caer los primeros copos. No pasa nada. Eso es bonito. Es abandonar la carretera 36 para meternos en la 361 que da acceso al aparcamiento y empieza a caer nieve como si la estuvieran tirando. Son unos dos kilómetros y cuando llegamos al parking vemos cinco o seis coches y un autobús. Aunque nieva lo más grande, echamos a andar hacia la cascada. Es un paseillo de 5 minutos y merece la pena y más verla nevada y medio congelada.


La vuelta al coche se hace dura con la nevada que está cayendo. Le digo a los niños de andar un poco más hasta la falla que hay un poco más adelante, pero me dicen que no. Así que nos dirigimos al coche y decidimos que ya se acaba la excursión por hoy, que nos volvemos para Reyjkavík.


Y ahora es cuando empieza lo realmente bonito del día... Salimos de nuevo a la carretera 36 que va hasta la capital, y vamos en cola unos 8 o 10 coches, a velocidades reducidas porque la ventisca no deja ir mucho más rápido. Había momentos en que no es que no vieras las luces del coche de delante, es que no veías la parte delantera de tu coche. Se veía todo blanco, nada más que blanco... De buenas a primeras el primer coche se para. No puede seguir porque dice que es que no ve nada. La gente del lugar que lleva buenos todoterrenos con ruedas más grandes que yo, siguen hacia delante... Los pobrecillos turistas como nosotros nos quedamos tirados ahí en medio de ese campo blanco, algunos atascados sin poder mover el coche, otros por precaución,... hasta que alguien dice que la carretera está cortada por la impresionante nevada que acaba de caer...
Algunos intentan seguir pero empiezan a patinar; otros llaman al 112 y les dicen que no nos movamos, que esperemos que ya van a por nosotros. En el coche de delante nuestra iban una pareja de japoneses (que casualidad), que dicen que lo suyo es que esperemos todos juntos. Es lo más prudente, la verdad, antes que aventurarse a seguir solo con la que estaba cayendo.
En esas que aparece tras el manto blanco una fornida lugareña que empieza a decir a unos y otros lo que tenemos que hacer. "Tú mueve tu coche para allá" "Tú intenta seguir que con ese coche puedes" "Vamos a empujar a este otro coche para que no siga atascado". La verdad que era admirable la mujer, ahí con su moquillo congelado cayendo y esas cejas cubiertas de escarcha... La pobre lo intentó, pero no se pudo hacer nada salvo esperar.
Tras hora y media metidos en nuestro coche, viendo como iba anocheciendo, algunos medio llorando con sólo pensar que íbamos a pasar la noche allí metidos... apareció una muchacha de rubia melena con su chaleco reflectante con una cruz roja en la espalda y unos pantalones naranjas diciendo que venían a por nosotros Tras ella montón de musculados chicos islandeses bajando de sus todoterrenos de "protección civil" que nos dicen que ya podemos seguir, que las máquinas quitanieves han llegado hasta ahí. Nos ayudan entre tres o cuatro a darle un empujón al coche para que no patinara en la cuestecilla que teníamos frente a nosotros y ahí que nos vemos de nuevo en marcha hacia lo desconocido... Porque la realidad fue esa. Supuestamente íbamos a salir todos tras una quitanieves y miro hacia atrás y sólo vamos tres coches... Y ni rastro de la quitanieves... Quedaban unos 40 km hasta Reykjavík que se hicieron eternos. De noche, sin ver en algunos tramos nada de nada, más ventisca... puf, una odisea. En fin, dejo de contar penas porque vaya rato...
Llegamos a la ciudad sobre las 19:00 y nos metimos en un KFC que vimos nada más llegar. Dijimos que era buena hora para cenar y desde ahí ir otra vez a nuestra zona de auroras para intentar ver algo, aunque la previsión era de nublado total. Fuimos más bien por cabezonería mía que quería hacer unas fotos del faro.
Cuando llegamos no había casi nadie. Sólo dos o tres coches. Aguantamos 20 min porque el frío que hacía era insoportable, y además las previsiones que había para ver auroras eran mínimas, así que coche hacia el apartamento.
De camino pasamos por Harpa, y aprovechando que abre hasta las 0:00 pues entramos para verlo por dentro. Es bonito pero tampoco me llamó mucho la atención. Supongo que el cansancio acumulado de todo el día hacía prestar poca atención a las cosas.
Llegada al apartamento, ducha calentita y a dormir... a ver como se nos da mañana.

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