Kosovo, tan misterioso como sorprendente ✏️ Blogs of Europe OrientalViaje de cinco días realizado en agosto de 2019 recorriendo lo mejor de Kosovo desde Macedonia del Norte. Visitamos Pristina, Peje y Prizren, así como los monasterios e iglesias medievales de Kosovo que son Patrimonio de la Humanidad: Monasterio de Gracanica, Patriarcado de Pech y Monasterio de Visoki Decani. Antes de subir al avión de vuelta conocimos también Skopje.Author: Palafox Input Date: ⭐ Points: 4.6 (9 Votes) Index for Blog: Kosovo, tan misterioso como sorprendente
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Llevaba mucho tiempo detrás de este viaje. Kosovo me llamaba la atención por su misterio, su reciente y cruenta historia, por ser un destino desconocido, al que no va nadie y por su peculiar condición internacional al ser todavía un territorio en disputa. Me iba informando de lo poco que se iba comentando del país a cargo de los escasos turistas que habían ido y mi interés iba creciendo, pues parecía ser que también contaba con preciosas localidades y espectaculares iglesias ortodoxas.
A finales de la I Guerra Mundial se trazan las fronteras en los Balcanes y tras el desmembramiento del Imperio Otomano se crea el estado de Albania aunque Kosovo, poblado en aquella época por un 60% de albaneses, se lo queda Serbia que para eso fue una de las ganadoras de la Gran Guerra. Solo cuando ya estaba bien avanzada la dictadura de Tito, se concedió al territorio una pequeña autonomía a la que se conocía como provincia de Kosovo y Metohija. Posteriormente llegó Milosevic al poder con su discurso ultranacionalista serbio y empezaron las guerras de los Balcanes, siendo la última de ellas la que afectó a Kosovo y que enfrentó a la mayoría albanesa (respaldada por la OTAN) contra la minoría serbia. Se llegó a un alto el fuego por el cual Kosovo no se independizaba pero Serbia admitía tropas militares en su territorio (denominada KFOR) para mantener a las dos etnias en paz. Así hasta 2008 cuando de forma unilateral y apoyados por la práctica totalidad del mundo occidental, Kosovo declara su independencia tras un referendum que boicotearon los serbios. Hoy son 110 países los que reconocen al nuevo país entre ellos EE.UU. y casi todos los estados de la UE, y siguen sin reconocerlo miembros tan importantes como Rusia o China. El Estado español es uno de los pocos países de la UE que no lo reconoce por lo que en teoría un ciudadano con pasaporte español pierde su protección diplomática al entrar en el país, puesto que si te metes en un lío, nuestro gobierno se pondría en contacto con el de Serbia y éste le diría que no tiene control sobre Kosovo. En la práctica podemos acudir a cualquier embajada de cualquier país de la UE y nos deberían atender igualmente. Journeys 1 to 3, Total 6
Desde España no hay vuelos directos a Kosovo, aunque tampoco es difícil aterrizar en el aeropuerto de Pristina (único internacional del país) haciendo escala en Suiza o Alemania. Nosotros volamos a Skopje con Wizz Air desde Barcelona, que tiene una frecuencia de dos días a la semana: los lunes y los viernes. La capital de Macedonia del Norte se encuentra a media hora de la frontera con Kosovo y a menos de dos horas de Pristina en bus. No obstante el vuelo de ida llega de madrugada y además al volar en agosto se puso muy caro por lo que optamos por hacer una escala de hora y media en Budapest. A pesar de que el primer vuelo salió con algo de retraso nos dio tiempo de sobra a coger el segundo avión.
El aeropuerto de Skopje es muy pequeño pero moderno. Enseguida vimos una caseta donde vendían los billetes de autobús que te dejan en el centro de la ciudad por menos de tres euros al cambio. Se pueden consultar los horarios en internet aunque tengo la impresión de que no son estrictos sino que se adaptan a la llegada de los vuelos. El conductor del autobús iba diciendo por megafonía las paradas aunque la mayoría de los pasajeros nos bajamos en "bus station", que está a 10 minutos del centro. Nosotros íbamos a dejar esta ciudad para el último día del viaje y pondríamos rumbo inmediato a Kosovo. Compramos en taquilla el billete para el próximo bus a Pristina, que salía en 20 minutos. Hay unos 20 buses diarios y el precio es de algo menos de 6 euros. Pagamos con tarjeta, medio de pago que ya no volveríamos a utilizar en todo el viaje puesto el resto de compras fueron en efectivo. En cuanto nos entregaron el ticket y leí en caracteres cirílicos "Pristina" me entró una mezcla de incredulidad y expectación. Por fin iba a visitar este agujero negro de Europa del que tanto había leído. Como estábamos hambrientos y teníamos algo de tiempo fuimos a comer a un kebab que estaba en la parte trasera de la estación. No teníamos dinares macedonios y no tenían tarjetero, pero admitían euros. Así que pagamos con euros y nos devolvieron dinares. Dos kebab con sendas bebidas nos salieron por 4,50 euros. Una gozada. Montamos en un autobús que iba medio vacío. Nos iban pasando un documento en el que teníamos que poner nuestros nombres y número de pasaporte para entregarlo en la frontera. El paso fronterizo me causaba expectación. He estado en 48 países pero he pasado pocas aduanas por vía terrestre. Llegamos a la frontera y en la parte macedonia un responsable del autobús se llevó nuestros pasaportes. La frontera no estaba muy concurrida y apenas tuvimos que esperar. Al poco tiempo nos devuelve los pasaportes y llegamos a la zona kosovar. Fue emocionante ver el cartel de "bienvenido a Kosovo". Aquí sube un policía kosovar muy educado que igualmente se lleva los pasaportes y a los 5 minutos nos los devuelven. Me hizo gracia ver a un policía con el escudo de Kosovo, empezaba a percatarme que efectivamente este país existía. Paso fronterizo rápido y sin incidencias, aunque para mi decepción no me pusieron ningún sello en el pasaporte. Perdón por la calidad de la foto que cuelgo a continuación pero en los pasos fronterizos hay que disparar a escondidas y sale como sale... Pasar a Kosovo fue un momentazo para mí por lo idealizado que lo tenía. Justo al cruzar la frontera se ve algún comercio y enseguida nos metemos en una carretera estrecha que aparenta ser de media montaña. Yo estaba emocionado y como estábamos en la parte trasera del bus me iba cambiando a los asientos de la izquierda o derecha según se encontraba el mejor paisaje. La carretera no me pareció que estuviera en mal estado y me sorprendió ver grandes puentes que sorteaban la peculiar geografía de esta parte del país. Los últimos kilómetros antes de llegar a Pristina fueron por una estupenda autovía de 2-3 carriles por sentido. Empezaba a darme cuenta de que no estaba en un país precisamente subdesarrollado. Ponemos pie en la estación de autobuses de Pristina y tras unos minutos de desorientación debido a que no me funcionaba bien la aplicación maps.me, conseguimos ubicarnos gracias al recuerdo mental que tenía en mi cabeza sobre la ciudad. La primera impresión no puede ser mejor. Vemos gente con un aspecto normal, urbanizaciones con sus parquecitos, niños jugando... igual que en cualquier ciudad del mundo. Llegamos a la céntrica avenida Bill Clinton, presidente de EE.UU. al que adoran todos los albanokosovares por su impulso definitivo a la independencia de Kosovo. Unos dicen que actuó para evitar un genocidio étnico a manos de los serbios, otros que le interesaba tener presencia militar en este avispero del mundo. La cuestión es que por todos lados vemos banderas de Kosovo, de Albania y de EE.UU. Incluso en edificios oficiales. Nos hacemos una foto con la enorme estatua en su honor, pasamos por la tienda de ropa Hillary y seguimos nuestra ruta hasta el hostal. Si bien he dicho que me parecía un país desarrollado, tienen actitudes que demuestran lo contrario sobre todo al volante: muchos conducen hablando por el móvil, pocos llevan puesto el cinturón de seguridad, ningún motorista lleva casco y cruzar la calle llega a ser un acto arriesgado. Nos alojamos en el hostal Tuba, que se encuentra entre la estación de autobuses y el centro de la ciudad, en una habitación grande con baño privado y una terracita que da a un bonito patio interior por 20€ la noche. Tras descansar un poco salimos a dar una vuelta y cenar por el centro. Llegamos rápidamente al bulevar Nene Tereza en honor a Teresa de Calcuta, santa originaria de Skopje pero de familia católica albanesa por la que tanto albaneses como macedonios profesan gran devoción, lo cual sorprende teniendo en cuenta que más del 90% de los kosovares son musulmanes. El bulevar está muy animado, hay muchas terrazas y todas están a tope, cuesta encontrar una mesa libre. Además la temperatura era muy agradable, una constante que se repetiría en todas las noches que pasaríamos en Kosovo. Finalmente encontramos mesa en una pizzería. Al ver lo precios tan bajos pensamos que las pizzas serían pequeñas y pedimos una grande... craso error. La grande era gigante, si los precios son bajos es porque son así, no porque las raciones sean pequeñas. Estábamos en una terraza de la principal calle de la ciudad, y la cuenta por una pizza familiar, una botella de agua y una cerveza Peja de medio litro subió a 4 euros por cabeza. Puede parecer barato, pero fue la comida más cara que tuvimos hasta la última noche del viaje. Volvimos al hostal con una gratísima impresión de Pristina, una ciudad animada, con muy buen ambiente, sin apenas marginalidad, donde hay una tranquilidad total y donde la gente, insisto, era totalmente normal. Yo me esperaba más indumentaria musulmana, más barbas largas y más niqabs. Pero nada más lejos de la realidad, los kosovares son personas muy occidentalizadas, que iban en pantalón corto y muchas chicas en tirantes. Y con un aspecto físico como el que presenta la gente de cualquier lugar de Europa. La imagen del bulevar Nene Tereza podría ser la de cualquier ciudad de nuestro entorno. Nos dimos cuenta de que, pese a compartir religión, esto no era Estambul ni Sarajevo. Related images Journeys 1 to 3, Total 6
Hoy tocaba visitar la capital y el enclave serbio de Gracanica. Salimos del hostal buscando alguna cafetería para desayunar. Entramos en una que tenía buen aspecto y el chico que nos recibe llama a un colega suyo porque no tiene ni idea de inglés. Primera persona joven no española que me encuentro que no sepa nada de inglés. No iba a ser la tónica general puesto que nos pudimos desenvolver sin problemas en un inglés básico en el resto de comercios. Como nos ofrecen sopas y tortillas, declinamos su propuesta y nos indica dónde podemos desayunar cruasanes y demás dulzaina. Llegamos adonde nos habían propuesto y nos pedimos dos cruasanes de chocolate y dos enormes cafés por el módico precio de 1,70 euros que nos comimos en la agradable terraza del local mientras veíamos la vida pasar.
Lo primero que nos encontramos fue la Biblioteca Nacional de Kosovo, de discutido diseño. Algunos ven algo espectacular y otros la catalogan como uno de los edificios más feos del mundo. A mí como me gusta el diseño atrevido, me gusta. Entramos dentro donde nos sorprendió ver un "corner USA" con un montón de tomos relacionados con el colega estadounidense. Compartiendo césped con la biblioteca está la iglesia de Cristo Salvador. Se trata de un templo inacabado, totalmente vacío en su interior y cerrado a cal y canto. Milosevic la quiso levantar dando a entender que aquello es Serbia pero no se entendió semejante templo para una ciudad en la que apenas había ortodoxos. Ahora dudan si derruirla o terminarla. Como ninguna solución es buena, ahí está como se quedó antes de la guerra. Volvemos sobre nuestros pasos de anoche y llegamos al bulevar Nene Tereza, pasando antes por la gran plaza de Ibrahim Rugova. Vemos el puesto de información turística, en el que no vimos preguntar a nadie salvo nosotros. Subiendo por el bulevar vimos la estatua de la Madre Teresa, monumentos en honor a la KFOR y al final del bulevar una fuente de la que sale agua del suelo junto a edificios gubernamentales y la estatua de Skanderberg, héroe albanés que defendió a su país de los turcos y vasallo del rey de Aragón Alfonso V. Abandonamos el bulevar fotografiándonos con la estatua de Ibrahim Rugova, líder albanokosovar que falleció sin ver a su país independiente. Antes de adentrarnos en el barrio de las mezquitas vemos el altísimo monumento de tres puntas de la época yugoslava que representa la armonía de las tres principales etnias del extinto país, hoy con unas figuras delante pintadas con las banderas de los países que reconocieron antes a Kosovo. Ahora sí cruzamos la calle y nos encontramos la mezquita Jashar Pasha cerrada. Seguimos subiendo hasta que vimos la torre del reloj, que tampoco nos dice gran cosa. Y finalmente llegamos a la mezquita Fatih, la más grande de la ciudad. Estaba cerrada por dentro aunque desde el patio se podía ver el bazar de Pristina, al que accedimos bajando la calle. Había muchos puestos de fruta, ropa y complementos. Y mucha ropa de marca por supuesto falsificada. Compré una camiseta con la bandera de Kosovo por 5€ y otra de la selección nacional de fútbol por 8€. No sé si tenía que haber regateado o no, pero los precios no me parecieron como para apretar a los vendedores. Volvemos por el bulevar y nos desviamos un poco para ver el "New Born", levantado con la independencia del país. Me lo hacía más grande y llamativo, pero es una de las imágenes de la ciudad. Enfrente está la escultura "heroína" en honor al esfuerzo de todas las mujeres kosovares en la guerra, y detrás el palacio de la juventud. Ya solo nos quedaba ver la catedral católica, denominada, cómo no, Madre Teresa. Es de reciente creación pero sorprende el tamaño de la misma para una ciudad en la que no hay católicos. Es tan nueva que en sus vidrieras se puede ver a los papas Benedicto XVI, Francisco y por supuesto a Teresa de Calcuta. Hay un mirador en su torre al que se puede subir, pero en nuestra visita estaba estropeado el ascensor y las escaleras cerradas. Visto todo lo que había que ver en unas pocas horas, nos fuimos a la estación de autobuses para ir a Gracanica. El billete de bus cuesta 0,50€ y aquí hay que estar atento porque no se ve dónde están las paradas y el conductor tampoco avisa dónde estamos. En cuanto vi la pequeña Gracanica (una enana capilla que recuerda al monasterio) nos levantamos del asiento y nos bajamos. Gracanica es una localidad que, como otras tantas por estos lares, tiene una calle principal atestada de tráfico con numerosos comercios y restaurantes, y unas pocas calles perpendiculares mucho más tranquilas. En este caso, al ser un reducto serbio, todo está en caracteres cirílicos, se ven banderas paneslavas y algún coche más con matrícula serbia. Comimos en uno de los restaurantes de la calle principal dos hamburguesas, un plataco de salchichas y dos bebidas. Las salchichas las cogimos porque la hamburguesa costaba 1,80€ y pensábamos que sería pequeña.... craso error de nuevo. Fue la hamburguesa más grande que he comido nunca. El precio es barato porque estamos en Kosovo, no porque la comida sea escasa. La cuestión es que acabamos con dolor de estómago por querernos terminar unas salchichas que nos sobraban completamente. Gracanica tiene un plano turístico en el que aparte del monasterio, te proponen ver un par de estatuas de héroes serbios: Milos Obilic y el rey Milutin. Entramos en el monasterio. Los monasterios de Kosovo son templos pequeños pero rodeados de una zona ajardinada muy cuidada que crean un gran entorno de paz y sosiego. Estaba disfrutando del momento. Recuerdo cuando estaba en la localidad herzegovina de Trebinje y subí a lo alto de una colina donde había una iglesia que se llamaba también Gracanica y pensaba lo que me gustaría ver la auténtica Gracanica, la que está en Kosovo. Pues bien, ahí estaba yo. Entramos y vemos un atractivo nártex, aunque no tan profusamente pintado como otros que veríamos posteriormente. Entramos en la iglesia y nos pareció realmente espectacular por la cantidad y calidad de los frescos. Como están la monjas en algún tipo de ceremonia y nos miran raro, salimos de la iglesia a tomarnos unos helados con la idea de volver más tarde. El vigilante estaba sentado a la sombra en el jardín así que yo había aprovechado para echar alguna foto con disimulo porque pone bien claro que no están permitidas. Nos tomamos unos helados por... 0,20€ cada uno!! y una vez recuperadas las fuerzas volvemos a entrar y disfrutamos de todos los recovecos del templo. Estábamos completamente solos y no había vigilante a la vista así que saqué mi móvil y empecé a disparar en modo metralleta. Por supuesto sin flash, lo último que desearía sería dañar semejante tesoro. Salimos de la iglesia y justo aparece un grupo organizado, el único que veríamos en todo el viaje, y para nuestra sorpresa ¡el guía les habla en español! Me dio la impresión de ser un grupo de origen diverso, de varios países, pero el guía hablaba español así que nos pegamos disimuladamente a pillar algo de sus explicaciones. Lo más interesante que dijo fue que todas las pinturas son originales del siglo XIV. El guardia de seguridad ya había vuelto y echó un broncazo tremendo a un turista que hacía fotos sin el mayor disimulo. Yo no pude por menos que reír en silencio puesto que ya tenía mis fotos en el móvil al haber sido más espabilado. No he mencionado que la entrada al complejo es totalmente gratuita. La verdad es que me fascinó la iglesia, no tenía ninguna prisa en irme. Cogimos el autobús de vuelta a Pristina enfrente de donde nos había dejado a la ida aunque tuvimos que esperar 15 largos minutos hasta que pasara. Como la comida había sido muy copiosa, para cenar nos conformamos con una mazorca que venden en uno de tantos puestos callejeros y un crepe en otro puesto callejero. El ambiente en el centro de Pristina era estupendo y la temperatura ideal. Terminamos el día echándonos una cerveza Peja en el patio del hostal mientras repasábamos lo que nos esperaba al día siguiente. Había sido un buen día. Related images Journeys 1 to 3, Total 6
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