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Relatos de Eslovaquia

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Una semana por Bratislava y alrededores
Autor: Juliomad  Fecha creación:  Puntos: 1 (1 Votos)
Índice del Diario: Relatos de Eslovaquia
04: NITRA 05: MARTINS
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ORASVSKÝ HARD

ORASVSKÝ HARD


Resumen de la visita al pueblo de ORTAVA y al pueblo de Vlkolinec
Localización: Eslovaquia Eslovaquia Fecha creación: 28/10/2019 11:08 Puntos: 0 (0 Votos)
Avanzamos por la autopista que conduce al norte, hacia Polonia y Ucrania. Reclinándome en el asiento me desentiendo parcialmente de la conversación que llevan A.y C. en los asientos delanteros y me pongo a mirar el paisaje por la ventanilla. Es un paisaje llano de campos cultivados - lúpulo, cebada, maíz- a los que a estas horas el sol hace parecer más verde de lo que realmente son. La autovía tiene buen asfalto y pocas curvas por lo que avanzamos con rapidez, adelantamos camiones que llevan matriculas extrañas y en cuyas cajas hay escritos nombres en cirílico. Por la ventanilla de vez en aparece la silueta de pequeños pueblos. La secuencia es más o menos siempre la misma, primero el nombre del pueblo, generalmente impronunciable, se anuncia con un letrero en la autopista, luego aparece tímida al principio, agrandándose según nos acercamos, la esbelta figura del campanario de la iglesia y por último rodeando a la iglesia el resto de casas que forman el pueblito.

Son pueblos muy parecidos unos a otros pequeños, ordenados, coquetos y aparentemente tranquilos, o por lo menos así parece en la distancia. Todos ellos anuncian con grandes carteles marrones en la autopista que se puede hacer en ellos si saliendo de la autopista decides hacerle una visita. Después de 200 Km viendo carteles y pueblos puedo decir que las atracciones que ofrecen los pueblos eslovacos se dividen en tres tipos, o el pueblo tiene un museo dedicado al holocausto “múzeum holokaustu” o tiene un castillo y en algunas raras ocasiones las dos cosas. Y es a ver uno de estos castillos o “Hrad” a donde nos dirigimos. Pero no es un castillo cualquiera si no uno de los más famosos de Eslovaquia, se trata del castillo de de Orava.

El castillo, no solo es conocido por ser uno de los mejor conservados de Eslovaquia sino que también es el más famoso de todos, por lo menos cinematográficamente hablando. Aquí en el año de 1922 Marnau, rodo una de las cumbres del expresionismo alemán. Me estoy refiriendo a Nosferatu. La historia es por todos conocida: un agente inmobiliario ingles tiene que ir a la lejana y atrasada Rumania a vender un castillo y una vez alojado en el castillo es mordido en el cuello por el castellano, que no es otro que Nosferatu. Sí, efectivamente es la historia de Dracula pero por motivos de derechos, los tenía otra productora, hubo de cambiarse el nombre. Esta película solo fue el comienzo de las varias producciones internacionales que se han rodado entre sus muros.

Esta la fortaleza situada en el pueblo, y léelo como te parezca o puedas, de Oravský Podzámok, en medio de los Cárpatos eslovacos encima de un imponente risco y rodeado por un rio y al que se accede por una ligera cuesta empedrada y en cuyo final y frente a la puerta nos encontramos de pie, esperando que empiece la visita al mismo. Mientras esperamos el inicio de la visita y bajo una ligera lluvia, C. aprovecha para contarnos alguna cosa sobre la historia del castillo; como que se construyo en algún momento del siglo XII o que originalmente se levanto en madera y que tras un incendio se reconstruyo ahora si en piedra. Un minuto después de la hora que pone en la entrada, las grandes puertas de madera se abren y comienza la visita guiada a la fortaleza. Siguiendo a la guía, no se puede visitar el castillo si no es de esta forma, cruzamos las imponentes puertas de madera para nada más pasar el muro y después de avanzar junto una pared con una pequeña terraza en la que hay multitud de geranios en flor, encontrarnos aparcado bajo una bóveda, -la visita promete- con un antiguo coche fúnebre de los tirados por caballos. Es un coche grande, negro, con adustos adornos en plata, con los laterales cubiertos de cristal y grandes angelotes en las aristas, faldones negros ribeteados también en plata cubriendo el pescante, con grandes ruedas pintadas también en negro y justo coronándolo todo en el techo una cruz. Tras pasar un túnel abovedado accedemos al primer patio del castillo.

Un patio que permite ver en toda su amplitud la altura del mismo. En un lateral , pegada a la muralla, se encuentra la capilla, que tiene en uno de sus muros una antigua columna hecha en piedra ,de donde cuelgan unas cadenas acabadas en grilletes que ahora inertes descansan en el suelo y que servían para atar y torturar a los desdichados que de alguna forma contravenían los deseos del señor. Según avanzamos en la visita, la guía se va cogiendo ritmo y va comentando muy animadamente las peculiaridades del castillo, y de las diversas salas que cruzamos, aunque claro, lo hace en eslovaco. Afortunadamente C. nos hace de guía traductor y nos va comentando lo más sobresaliente permitiéndonos comprender lo que vemos.

Pasamos por más patios, por calabozos y mazmorras, por estancias donde se muestran armas y enseres de época, por bastiones y murallas, por salas ricamente adornadas donde están colgados cuadros con los retratos de los distintos propietarios del castillo, ninguno afortunadamente se parece ni remotamente a nuestro conde, y sobre todo subimos por las impresionantes escaleras de madera que adosadas al exterior de la pared del patio interior, permiten ascender de un nivel a otro del castillo. Nos asomamos a terrazas que nos da una imagen bucólica de los alrededores, bonitas montañas, verdes prados, pueblos típicos, la autopista que conduce a la cercana Polonia…. Sin darnos cuenta, hemos llegado hasta lo que se conoce como la ciudadela, el punto más alto del castillo y situado 120 metros más alto que la entrada. Una ciudadela a la que ahora se accede por una pequeña y resbaladiza escalera hecha en piedra y rematada con una no muy segura barandilla metálica, pero que hasta el siglo XIX solo se poda acceder con cuerdas y escaleras que tiraban desde la parte superior. Allí vemos colecciones de trajes típicos de la región, de vajillas, una pequeña exposición de arqueología, otra de pintura, vamos lo típico que se encuentra en estos castillos para justificar el precio de la entrada.

La guía, que por fin parece haberse dado cuenta de que vamos un poco a nuestra bola, se nos acerca y nos pregunta en ingles si necesitamos alguna explicación. Ante nuestra respuesta afirmativa, nos cuenta un poco la historia del castillo y sus alrededores, de sus vicisitudes, de sus habitantes, de ampliaciones y reformas, ósea lo mismo que nos comentó C. a la entrada. Poco después empezamos el descenso, con bastante cuidado. Como todo el mundo sabe, o debería saber, los descensos son mucho más peligrosos que los ascensos, sobre todo por una escalera inestable y mojada.

Quince minutos después estamos delante de unas jarras de cerveza, y pese a que solo son las 12 de la mañana decidiendo que comer. Para quien no lo sepa, entre los que me incluyo, la hora de comer habitualmente en Eslovaquia es entre las 12 y las 13. Al final será C. como conocedor de la gastronomía local, quien decida por nosotros. El menú será para compartir entre los tres y de este modo poder probar de todo, elegimos Gulash que es un estofado de carne y el único plato que A. y yo hemos comido con anterioridad, una especie de sopas de ajo, Cesnačka es su nombre, y que nos calienta el cuerpo en la fría y lluviosa mañana eslovaca que acompañamos con unas empanadillas, pirohy, de fina masa rellenas de carne y para completar el menú Vyprážaný syr que así, bajo este impronunciable nombre es como llaman a unas lonchas de queso rebozadas en pan rallado y fritas. Para terminar un café expreso.

La carretera discurre entre bosques de abetos y hayedos que dan paso a prados de un tono de verde tan intenso y fresco que dan ganas de ser vaca para disfrutar de la hierba. De vez en cuando clavadas en los arboles vemos señales que indican la presencia de osos y también los indicadores de los innumerables senderos que recorren toda Eslovaquia. Nos dirigimos al pueblo de Vlkolinec, un pequeñísimo lugar, situado en lo alto de la montaña. La lluvia que sigue cayendo intermitentemente y las nubes nos impiden la visión de las cumbres. Al llegar aparcamos justo enfrente de una roulotte que vende miel. Andamos bajo la fina lluvia una decena de metros hasta llegar a la entrada del pueblo. Justo ahí, hay un pequeño establo construido en madera rodeado de una pequeña valla de madera que da paso a un prado que se extiende inacabable delante nuestro hasta perderse colina abajo. Viéndolo, me pregunto en qué momento aparecerán Heidi y Pedro empujando a Clara monte abajo.

El pueblo esta recorrido por una única calle a la que divide un pequeño riachuelo, y son tan pocas las casas que lo componen, no más de una veintena, que no es posible escribir todas las letras de patrimonio de la humanidad, que ese es su galardón, en sus paredes. Es un pueblo realmente bonito y pintoresco. Casas de una planta, con pequeñas ventanas en los laterales, construidas totalmente en madera, con tejados a dos aguas hechos con tejas también de madera, con un pequeño jardín o a veces u huerto delante de las mismas y pintadas en vivos colores, aunque hoy debido a la llovizna y a las nubes bajas luce algo desvaído. La mayoría de las casas siguen estando habitadas, y los dueños de las mismas hartos de que los turistas se metan en el jardín de sus casas para fotografiarles han colgado carteles prohibiendo que se les hagan fotos. Una de las casas es ahora una pequeña tienda para turistas y otra se ha convertido en un museo que muestra cómo era la vida de estas personas hasta mediados del siglo XX, una tercera lógicamente es una serrería y carpintería. Para completar el cuadro costumbrista, el pueblo tiene además un pozo y un campanario también construidos como no puede ser de otra manera en madera. Me llama mucho la atención que el único edificio construido en piedra sea en la iglesia. Por otro lado, quizás sea el lugar con más bocas antiincidencios que haya visto nunca, prácticamente hay una delante de cada casa. Son bocas de esas de película, altas, con tres tomas en la parte superior, pintadas de verde.

Empieza a anochecer cuando retornamos por la autovía hacia Bratislava, con un bote de miel eslovaca en la mochila, y el sol casi oculto ilumina con sus últimos rayos los campos de cereales, dándole a todo el paisaje un color dorado, como de cuento de hadas. En el horizonte los restos de otro Hrad, realmente hay decenas de castillos esparcidos por toda Eslovaquia, se recortan contra los últimos rayos de sol.

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Bratislava

Bratislava


Bratislava, que ver
Localización: Eslovaquia Eslovaquia Fecha creación: 29/10/2019 10:53 Puntos: 0 (0 Votos)
Andamos por el centro de Bratislava, con C. como siempre como nuestro guía y anfitrión.

Es Bratislava, una capital pequeña y tranquila, que siempre ha estado un poco al borde de la historia y quizás por ello no es una ciudad monumental. Su catedral es pequeña, su centro histórico no demasiado impresionante, no tiene palacios fastuosos como su vecina Viena, tampoco estatuas en honor de próceres de la humanidad y sus edificios respiran dignidad pero no nobleza y poderío.

Entramos al centro de la ciudad por una puerta abierta en la antigua muralla, cruzando un pequeño puente de piedra que está adornado con una estatua de Juan Nepomuceno, un santo que parece estar por todas partes en Eslovaquia. La puerta se abre bajo la torre del reloj, y al lado justo de la casa donde en tiempos vivía el verdugo. Avanzamos por una calle peatonal entre edificios de tres plantas de altura, con empinados tejados punteados de chimeneas y las fachadas pintadas en vivos colores y donde se abren decenas de ventanas. En los bajos de los mismos se disputan al turista cafés, restaurantes y tiendas de recuerdos que han sustituido a las viejas tiendas que ahí había. Las calles del centro, en contraste con las del resto de la ciudad, están llenas de gente, mayoritariamente turistas. En la terraza de una cervecería unas decenas de hinchas croatas, vistiendo la camiseta ajedrezada de su selección siguen celebrando que ayer noche su equipo ganó 0-3 a los anfitriones.

Me fijo en que incrustadas en el suelo hay unas pequeñas señales en forma de corona. C. me explica que estas señales marcan el recorrido que seguían los reyes húngaros camino de su coronación en la catedral.

Siguiendo el trazado que marcan las pequeñas coronas, cruzamos por delante del bonito edificio que alberga la Universidad Politécnica de Bratislava, antes de entrar a curiosear en el patio del palacio del primado papal. Dentro apoyada en un árbol hay una bicicleta. Me acerco, resulta que la bicicleta es un adorno.

Paseamos por la plaza del ayuntamiento, donde hay colocadas, pequeñas duchas que vaporizan agua, y por donde la gente pasa para refrescarse y para combatir los rigores estivales, en Sevilla en agosto quisiera ver yo a esta gente.

Y si es verdad que Bratislava no puede competir con Praga o Budapest en cuanto a edificios magníficos donde si destaca es por sus originales estatuas. Pasamos delante de una estatua que representa a un personaje del siglo XIX. Un vecino de la ciudad, un personaje real. Era un hombre que vestido con traje y chistera, regalaba flores a las mujeres con las que se cruzaba. Tenemos también la estatua de un soldado napoleónico que apoyado en un banco, mira el trajín de la gente en la plaza mayor. Cerca de esta última estatua está la de un soldado, impasible el ademán, haciendo guardia en su garita.

Pero sin duda la estatua que más fama tiene y la más conocida y fotografiada, la más recordada es la que llaman el mirón y que representa a un obrero saliendo de una alcantarilla. Debido a su colocación en el suelo, ha sido descabezada un par de veces por los coches que circulan. Y es por ello que el ayuntamiento puso la placa de “Man at work” justo encima de la misma para avisar a los conductores despistados.

Hay o debería decir había otra estatua famosa aunque ahora mismo solo queda la esquina donde se encontraba y que responde al nombre del paparazzi. La historia de esta estatua es curiosa ya que era propiedad de un conocido café, que al mudarse de sitio, y pese a los intentos del ayuntamiento para que la dejase en el lugar se la llevo consigo. Para poder contemplarla ahora, hay que ir al lugar donde se ha mudado el restaurante. Justo el mirador giratorio que hay en la parte superior de la torre existente encima del nuevo puente que cruza el Danubio.

Como cualquier otra ciudad Eslovaca que se precie tiene Bratislava un castillo. El castillo blanco, es su nombre y desde lo alto de una colina, domina toda la ciudad. Es un edificio grande y cuadrado al que se accede por una imponente escalinata flanqueada por monumentos gigantescos, que representan hechos de armas, más figurados que reales creo yo, y mucho más bonito por fuera que por dentro. Un castillo que merece una visita para pasear por sus varios jardines y para disfrutar de sus vistas que nos permiten ver toda la ciudad. Desde la cercana catedral, está literalmente a los pies del castillo y se dice que los cañones del mismo apuntaban a la catedral, para asegurarse la lealtad del clero, al gigantesco puerto fluvial, donde se ven decenas de contenedores y mercancías esperando ser estivados y al fondo del paisaje, apenas a cinco kilómetros, los montes que nos indican la presencia de Austria. Reconozco que antes de entrar a la fortaleza nos entro algo de miedo, ya que en los jardines que rodean los muros del mismo hay un cartel que en eslovaco y en inglés advierte literalmente que esa zona no ha sido tratada químicamente y que paseas bajo tu propio riesgo. Adri y yo, nos preguntamos a que se puede referir el cartel y hacemos la ronda un poco acongojados pensando que nos podemos estar contaminando de alguna enfermedad o peor aún acabar siendo los protagonistas feos de una película de zombies. Posteriormente sabremos, gracias una vez más a C, que lo que realmente indica el cartel es que en invierno en esa zona no será tratada para que la nieve se hiele y que si te resbalas es todo culpa tuya.

Tiene también la ciudad un monumento erigido en honor de los soldados soviéticos que liberaron el país de las tropas nazis. Es un mausoleo gigantesco, donde están escritos en las paredes los hitos de la liberación, nombre de la ciudad y año de su liberación. En el frontal bajo una imagen de un valeroso soldado, determinación en su rostro, firmeza en su gesto, muy realismo socialista la figura, hay una llama votiva donde siempre hay flores frescas. El edificio está rodeado de un pequeño jardín cementerio donde se entremezclan los restos de soldados y oficiales soviéticos junto con miembros de la resistencia eslovaca. Vemos a parejas de enamorados que suben hasta aquí para hacerse fotos. El monumento está en el barrio más pijo de la ciudad, en lo alto de una colina que domina toda la capital, frente a la embajada de china y muy cerca de la embajada de los EEUU, que es una copia en pequeño de la casa blanca.

Pero si algo puede presumir Bratislava es de sus alrededores. Bosques densos de abetos, recorridos por multitud de senderos, que cubren los montes que rodean la ciudad y que son los elegidos por los eslovacos para pasar un domingo, hacer un picnic, salir a pasear con sus perros, tomar algo en alguno de los pequeños restaurantes o si es invierno ir a esquiar.

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DEVÍN

DEVÍN


Viaje al pueblo de Devinska y alrededores
Localización: Eslovaquia Eslovaquia Fecha creación: 05/11/2019 09:28 Puntos: 0 (0 Votos)

Estamos justo donde el rio Moravia se une al Danubio, a los pies de lo que una vez fue el castillo de Devín, en Bratislava, al lado de un corazón gigante hecho con los restos, herrumbrosos, del alambre de espino que en una época formó el telón de acero. Si soy sincero, tengo que reconocer que esto que cuento no es del todo cierto, ya que el corazón original y que sí se hizo con los restos de alambre que surgieron al derribar el telón, misteriosamente desapareció una noche. El que vemos ahora es una reproducción realizada por un artista local poco tiempo después. Avanzamos por una pista asfaltada que en los viejos tiempos del comunismo solo podía ser recorrida por los militares y sus perros, a cada pocos metros están los restos de los postes de hormigón que mantenían tensos los alambres. El paseo se ve jalonado por pequeños monumentos y recordatorios a aquellas personas que querían huir a Europa Occidental y perdieron la vida en el intento. Frente a nosotros esta Austria, o más bien sus bosques, de las que solo nos separan los no muchas más de 15 metros de anchura del rio Moravia.

Un barco de pasajeros, surca a toda velocidad el Danubio camino de la cercana Viena levantando pequeñas olas que mueren antes de llegar a la orilla. En algún lugar, en un estrechamiento del camino cruzamos unos fuertes muros de piedra que sirven junto a unos tablones de madera, para salvaguardar esa zona de las crecidas del Danubio y el Moravia. Unas señales en las piedras marcan la altura, y os aseguro que es mucha, a las que pueden llegar aquí las aguas.

Nos dirigimos al antiguo pueblo de Devinska y que hoy es un barrio más de Bratislava, aunque eso sí, puede presumir de ser el más alejado del centro de la ciudad. Es un pueblo normal y corriente, ni bonito ni feo, casas de a lo sumo dos plantas pintadas de blanco, con tejados de teja roja y con macetas de flores en las ventanas, que desprende calma y calidez. Hay un bonito café con una pequeña terraza en las que hay mesas con flores, y en las afueras unos pocos bloques de pisos construidos durante la época socialista. Las casas se desparraman sin mucho orden por el campo y llegan hasta la misma orilla del Moravia, y según nos cuenta C. durante los años del telón de acero, estas casas fueron confiscadas a sus dueños para ser entregadas a miembros del partido de los que no había ninguna duda sobre su lealtad al régimen. Ya se sabe que quién evita la tentación….

Pero si estamos aquí es para acercarnos a un puente que salvando el rio Moravia une Austria y Eslovaquia. Es un puente de acero, moderno y funcional, pintado de blanco, que permite el paso de paseantes y bicicletas y en cuyo centro hay una raya negra pintada en el suelo que marca el límite de ambos países. Quizás penséis y con razón, que tampoco es un puente que merezca una visita y no os faltaría razón, pero este puente tiene detrás de él una historia peculiar. Es un puente construido al poco de la entrada de Eslovaquia en la Comunidad europea con fondos de la misma, y por esas cosas que les da a los políticos de vez en cuando, podemos llamarlo paternalismo, decidieron que fueran los ciudadanos quienes por medio de de una votación eligiesen el nombre que debería llevar el puente. Todo iba más o menos según lo previsto, cuando alguien voto porque el nombre del puente fuese Chuck Norris y creo que no hace falta explicar los motivos. Obviamente el nombre hizo fortuna y arraso en las votaciones. Así que los políticos haciendo caso del sentir del pueblo, podemos llamarlo democracia, decidieron llamarlo puente de la Libertad. Así que tenemos un puente que en los libros y guías es llamado de una forma por la que ningún eslovaco que se precie lo reconoce.

Avanzamos por el puente hasta pararnos en la misma frontera, nos hacemos la típica foto con un pie en cada país. Por debajo del puente discurren tranquilas las marrones aguas del Moravia. En el lado austriaco se ven las casas de un pueblo, en el eslovaco, se siguen viendo los restos del telón de acero, la pista de arena, las casamatas y trechos de alambrada, como recordatorio de lo que una vez fue. Unos operarios están cortando la hierba con un cortacésped, en un brazo del rio unos pescadores prueban suerte. Estamos los tres solos, salvo por la misteriosa presencia de dos hombres en el extremo eslovaco del puente que intentan pasar desapercibidos, pero que quizás debido a que llevan traje o a que el traje no oculta que son personas corpulentas o a que no tienen ninguna pinta de turista, ni menos de lugareños está claro que no lo consiguen.

Volvemos sobre nuestros pasos y descendemos del puente para dar un paseo por la pradera. Allí me fijo en las casamatas y me parece que están construidas al revés. En lugar de tener las bocanas apuntando hacia el lado del enemigo occidental, apuntan hacia el propio país. Aunque tiene su lógica si piensas que estaban hechas no para interceptar la entrada de un hipotético enemigo, sino para impedir la salida de los reales habitantes del país. Nos acercamos a los restos del telón dejados aquí como museo al aire libre, tres filas de postes, separadas entre sí por más o menos un metro y medio de tierra, y en cada poste varias hileras, no menos de 8, de alambre de espino. Un poco más allá se alza una torre que servía a los soldados para vigilar desde las alturas. Enganchado en los alambres hay pequeños papeles con más nombres de personas que murieron en el intento. Miro hacia el puente, los dos hombres siguen allí, ahora mirando hacia donde nos encontramos.

Caminamos por un frondoso sendero camino de la orilla cuando nos topamos con un equipo de la televisión eslovaca. C. se acerca y pregunta a la redactora que ocurre, le comenta que la nueva embajadora de los EEUU en el país está recorriendo en bicicleta un tramo del viejo telón. Carlos se entretiene hablando con la periodista cuando de repente se arma un revuelvo y los cámaras cogiendo sus herramientas de trabajo se dirigen a la carrera dos metros más allá de donde estábamos parados para ver aparecer un nutrido grupo de ciclista todos ellos uniformados como si fueran el Sky o el Movistar y esto no fuese un recóndito rincón de un pequeño país, sino la etapa reina de la vuelta. Buenas bicis, culote negro, camiseta blanca con motivos alusivos a la caída del muro, casco para proteger la cabeza de imposibles caídas y en medio de este enjambre, una mujer sonriente que no puede ser otra que la embajadora. La comitiva se para junto a las cámaras y la embajadora sin llegar a descender de la bici hace las consabidas declaraciones frente al micrófono que le presenta la reportera. Me fijo en que uno de los ciclistas que lleva unos calcetines con la bandera estadounidense. Sin pausa el grupo, como si fuese una pandilla veraniega, vuelve a montar en las bicis y se pierde camino del pueblo. Todo muy de película del actor cuyo nombre lleva el puente.

Poco después, nosotros también volvemos al pueblo, observo al mirar hacia el puente que los dos hombres han desaparecido. Antes de volver a Bratislava decidimos hacer una parada en el coqueto café. Sentados en una de las mesitas disfrutamos de un café, reconozco que hacen muy buen café en Eslovaquia, mientras charlamos sobre lo que acabamos de ver. Poco después estamos recorriendo los bosques que rodean Bratislava camino del centro de la ciudad

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indamatossi.marta
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Fecha: Vie Jun 23, 2023 01:13 pm    Título: Re: Viajar a Eslovaquia - Consejos

De vuelta de una semana por Eslovaquia, un pais fantastico, que me ha sorprendido para bien , y muy bien. Vuelo con Austrian Bcn- Viena, traslado a Bratislava en Bus. Muy facil. Coche de alquiler con rentalcars, al final lo que mas barato me salio, Europcar en Bratislava, 7 días, automatico, con todo riesgo 240 euros. ( En Viena lo mismo y el cruce de paises eran 530, así que la decision era obvia) Circular desde Bratislava, por el norte hacia Kosice, y luego volviendo por el sur. 1430 Kms. Visitando Día 1.-Vuelo a Viena, traslado a Bratislava. Visita ciudad. Día 2.- Bratislava...  Leer más ...
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03-04-2009
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Fecha: Vie Jun 23, 2023 01:30 pm    Título: Re: Viajar a Eslovaquia - Consejos

Gracias por contar a tu vuelta, @indamatossi.marta Aplauso Aplauso Amistad Amistad
Abdelkrim
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03-04-2008
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Fecha: Dom Jun 25, 2023 08:17 am    Título: Re: Viajar a Eslovaquia - Consejos

Gracias Marta, muy buen resumen. Felicidades por un viaje tan interesante y cómodo a la vez.
izzarbe
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01-04-2023
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Fecha: Dom Feb 11, 2024 07:16 pm    Título: Re: Viajar a Eslovaquia - Consejos

Hola, muchas gracias por tu resumen, estamos pensando en ir con nuestros hijos este verano y habíamos pensado visitar algún balneario o similar. ¿Por qué eliminarías de tu ruta el balneario de Piestany? ¿las rutas de senderismo son fáciles para ir con niños? Veo que las rutas más famosas son con escaleras para trepar y no sé si eso será apto para mis hijos.
Acepto cualquier tipo de recomendación de quienes hayan ido por allí, también recomendaciones gastronómicas (platos deliciosos, quesos, pasteles...) Mil gracias y un saludo.
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05-06-2014
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Fecha: Dom Feb 11, 2024 10:08 pm    Título: Re: Viajar a Eslovaquia - Consejos

Eliminaria Piestany, porque si no te metes en termas... Pues no esta mal el lugar pero a mi no me apasiono ( a mis amigas si..... ) Por cierto..... Te dicen que hay un busto de Sissi, pues si lo esta¡¡¡ pero vaya jaleo para encontrarlo.... No hicimos casi senderismo como tal, pero te aseguro que para ver los castillos vas a caminar. Y el día de las cuevas también andas, te aconsejo que no te pierdas eso con los niños. Hicimos una pequeña ruta en Spania Dolina también muy facil. Y podiamos haber hecho alguna caminata mas, pero se puede decir que aunque somos de caminar, en este viaje...  Leer más ...
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