CÓMO SUIZA NOS ATRAPA POR 5º VERANO CONSECUTIVO + CARENNAC Y LOUBRESSAC ✏️ Blogs of Switzerland

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Nos levantamos pronto, las previsiones anuncian una mañana despejada y una tarde de nuevas tormentas, así que empezamos el planing del día: aseos, recogida, compramos el pan en el supermercado y nos dirigimos a Wilderswill, de cuya estación sale el tren al destino de hoy: SCHYNIGE PLATTE, una horita y cuarto de camino nos esperan por delante.

En las primeras semanas de Julio, mientras recavaba información sobre qué lugares visitar de la lista de destinos pendientes en Suiza, descubrí una oferta de Schynige Platte en facebook. Después de muchos correos con ellos para que me quedase claro qué incluía y qué no, decidimos jugárnosla con el tiempo y reservar una noche en lo que mi hijo catalogó como PARAÍSO. Y dicho sea de paso, fue el capricho del verano.
Bien, pues el pack incluía: subida y bajada en el histórico y nostálgico tren a la estación superior de Schynige Platte, alojamiento en habitación triple, cena degustación de 5 platos, desayuno buffet, y media hora de jacuzzi con copa de vino. Oferta, lo que se dice oferta tal y como conocemos los españoles, no es, las cosas como son. Pero bueno, nos picó el gusanillo y compensaba económicamente para ser Suiza y sus desorbitados precios.
Venga, que queréis saber cuánto pagamos verdad?, pues fueron alrededor de unos 350 francos la broma...a ver...sí, es caro, pero solo el tren subir y bajar 3 personas eran los 100 francos. Más cena, desayuno, alojamiento, y momento jacuzzi (hot pot como lo llaman allí), pues ya no parece tan caro...

Dejamos la furgo aparcada en el parking de la estación de Wilderswill (este se paga a parte, todo sea dicho), había posibilidad de dejarlo fuera quizá algo más económico, pero este parking tiene barreras y la furgo iba cargada así que mejor curarnos en salud, que Suiza es perfecta hasta que deja de serlo...
Cogimos una maleta pequeña y subimos en el siguiente tren hacia Schynige Platte, a 2.100 metros de altura, y con unos paisajes de ensueño durante los 50 minutos que dura el viaje, entre bosques, pastos, vacas,...



Una vez arriba unas trompas alpinas daban la bienvenida a los recién llegados:


Nos dirigimos al hotel para dejar la maleta. Aún era pronto, pero nos indicaron que la habitación ya estaba preparada, así que nos dejaron hacer el check in... El hotel es una maravilla, conserva el encanto de cuando lo abrieron, hace 100 años, y sus instalaciones, aunque reformadas, han sido respetadas: camas rústicas, vajilla de porcelana, nada de tele...pero unas vistas a los tres cuatromiles que parecía que podíamos tocarlos. Os dejo fotos de nuestra habitación y de las maravillosas vistas que teníamos desde ella:




En el pasillo que llevaba a la habitación continuamente reponían un cesto de manzanas rojas que podías saborear en cualquier momento del día. Fuera de la habitación estaban también los baños (esto lo descubrimos allí), respetando la distribución de hace 100 años. En nuestro pasillo había poquitas habitaciones, y cada vez que alguien usaba el baño, el personal del hotel pasaba a limpiar; y eso que había varios aseos y duchas.

Dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos a descubrir los encantos de la zona. Comenzamos recorriendo el Jardín alpino, con más de 600 especies de plantas y flores, una delicia para los amantes de la naturaleza. Todo está muy bien señalizado, y estuvimos recorriéndolo, parando, fotografiando y demás cerca de hora y media.


Después de comer hicimos el sendero del "Nature Cinema", una ruta circular de 2km en los que hay un par de photocalls con vistas a las montañas. Es muy sencilla y no tiene un desnivel excesivo. Y quedan unas fotos preciosas, aunque solo os puedo mostrar esta...


Hugo y yo nos fuimos un ratito a descansar a la habitación, mientras mi marido optó por una de las muchas rutas que ofrece la zona. Llegó hasta el Oberghorn, desde donde se podían ver los dos lagos entre los que se encuentra Interlaken.


Se acercaba la hora en la que habíamos reservado el jacuzzi, allí lo llamaban hot pot o hot tube...al realizar la reserva tenías varias franjas horarias que elegías. Nosotros cogimos a primera hora de la tarde, ya que solo quedaba libre en esa franja o ya bien a las 10 de la noche, y nos daba miedo a esas horas por si las temperaturas bajaban...
En recepción te explican como funciona, te dan dos copas de prosecco, y empieza el momento relax...



Simplemente espectacular...solo por ese rato mereció la pena todo.
Para llegar al hot pot sales por una puerta lateral del pasillo de las habitaciones, tienes que subir una escalera ya que está colocado encima del hotel, para que las vistas sean perfectas. Allí tienes tambien hamacas para tomar el sol, duchas al aire libre y un pequeño vesturario.
La reserva era de media hora, pero como detrás de nosotros no había nadie, nos dejaron quedarnos una hora entera. Fue el tiempo ideal, porque a partir de entonces, todo empezó a nublarse...las previsiones no fallaban.

Nos duchamos, y fuimos a ver el Parque Alpino de Lily, una vaca de madera que junto a otros animalejos de granja viven en la montaña. Tienen sus tiendas, su establo,...todo de madera para que los peques disfruten mientras los papás nos seguiamos maravillando de las vistas de la zona:




La cena comenzaba a las 18:30, y fueron 3 horas de cena, con 5 platos de degustación a cual más rico. La mesa llena de detalles al llegar, un pergamino en un botecito nos informaba del menú, un sobre con nuestros nombres para indicarnos la mesa, y unas postales que escribías y ellos te las mandaban a España gratuitamente...fue una velada estupenda. El único pero, es que fuera no dejaba de llover, y los rayos y truenos amenizaron la cena.
Al terminar y para bajar un poco la cena salimos fuera (hacía muchísimo frío, menos mal que no reservamos el hot pot para el turno de noche), dimos un pequeño paseo y volvimos al hotel, donde Ludwig nos esperaba, y es que es un hotel donde las mascotas son bienvenidas, y en la entrada siempre tienen preparado para ellos agua y comida.


Cuando nos acostamos y apagamos la luz, descubrimos que en el techo estaba dibujado el universo y la vía láctea y solo se veía a oscuras...era el colofón para un día prácticamente perfecto.

El día amanecía despejado, y como el anterior, las previsiones eran de un buen día y una tarde de nuevo pasada por agua, así que desayunamos (este fue flojito la verdad, no había demasiado donde elegir) y cogimos uno de los primeros trenes de la mañana. Os dejo unas últimas fotos...

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Dejamos la maleta en la furgo y nos damos un paseo por Wilderswil, que la verdad es que está fenomenal, es una pequeña aldea muy cercana a Interlaken, y como ya os he dicho, desde cuya estación parte el tren que sube a Schynige Platte.
Se ve rápido, apenas 15 minutos.
Tiene un puente de madera tipo el de Thun pero muy pequeñito, y un buen parque infantil con canchas de futbol y baloncesto incluidas donde nos quedamos un ratito a jugar con Hugo al balón.

A media mañana vamos a Thun a dar un paseo como cada año, ya que es sábado y está el mercado semanal. Allí ya nos empieza a llover, así que compramos comida precocinada en un coop y como allí todo está perfectamente pensado, tienen microondas, cubiertos, servilletas, mesas y sillas, y allí que comimos esperando a que dejase de llover. Cosa que no ocurrió y finalmente tuvimos que coger la furgo e irnos a explorar la zona a ver donde podríamos pasar la noche, ya que hasta el día siguiente no entrábamos en la casa.

Queríamos estar cerca de Beatenberg para poder llegar pronto al día siguiente, asi que el destino, la suerte, o la lluvia nos llevó a SIGRISWILL, una minúscula localidad que pertenece a Thun.
La lluvia daba una pequeña tregua, y veíamos a gente que venía caminando a lo lejos, así que aparcamos y fuimos a ver de donde venían (así, muy a lo español). Tras caminar como unos 10 minutos descubrimos esta maravilla:

PANORAMABRUCKE:

Se trata del puente colgante de Sigriswill, y forma parte de una iniciativa en la que están construyendo 4 puentes colgantes para comunicar pequeñas localidades. Ya están abiertos este y el de Leissigen.
Este en concreto está situado a 180 metros de altura (impresionaba, la verdad) y mide casi 350 metros de largo. En su web pone que hay que pagar y que hay un guía allí que te enseña los nidos de los pájaros y demás. Nosotros no encontramos a nadie que cobrase entrada ni que contase nada de la fauna, así que cruzamos el puente varias veces a lo largo de la tarde.
Las fuertes tormentas de las dos últimas noches habían roto un par de árboles que caían sobre el puente y los operarios estaban intentando cortar las ramas (era todo un espectáculo, por eso había tanta gente, ya que estaban colgados de los árboles a una altura más que considerable). Estuvimos viendo un poquito cómo trabajaban y corriendo a la furgo de nuevo porque volvía el diluvio universal...
Buscamos info en internet y vimos que al otro lado del puente había un parking para caravanas, así que dimos toooda la vuelta y allí que nos colocamos.
La lluvia volvía a dejarnos cruzar el puente por fin, y descubrimos que tenía unas vistas maravillosas del Monte Niesen, y con aquella tarde tan horrorosa aún lucía más espectacular si cabe.


Y allí pasamos la tarde, paseamos por Sigriswill, que aunque pequeña es muy coqueta, y cuando llovía nos refugiábamos en la furgo, porque llovía como si no hubiese un mañana. Junto a la iglesia están los baños, súper limpios, cuidados y con la calefacción puesta, porque hacía un frío...
En el parking tambien hay merenderos y pistas de futbol para los peques. Incluso un bonito sendero que baja hasta el río, y del que recorrimos solo un trozo porque era muy empinado y llovía cada poco.
Pasamos la noche estupendamente. De hecho salimos a ver los fuegos artificiales, de alguna localidad en fiestas, desde el puente. Y compartimos noche con un par de autocaravanas.

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