Nueva York 2022 ✏️ Blogs of USAViaje a Nueva York del 26 de febrero al 5 de marzo de 2022Author: Alosabes Input Date: ⭐ Points: 4.7 (18 Votes) Index for Blog: Nueva York 2022
01: Presupuesto
02: Llegada a Nueva York y primeros paseos
03: Comenzamos la aventura. NBA & The Ride
04: Contrastes
05: Helicóptero y crucero
06: Bici por Central Park y Blue Man Group
07: Cataratas del Niágara
08: Compras y patinaje
09: De vuelta a casa
10: La definitiva
11: Ahora sí que sí
12: Conclusiones
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La pandemia había paralizado el mundo y, con él, todos los planes de posibles viajes así que cuando escuchamos la noticia de que se volvían a abrir los vuelos de Europa a EE. UU, nos tiramos de cabeza al río con cuatro meses de antelación.
Sabíamos que era un poco arriesgado y, no os voy a mentir, cada vez que veíamos que se aproximaba una nueva ola o que aparecía una nueva cepa, había cierto nerviosismo por si teníamos que cancelar todo después de una espera tan larga. No fue hasta que quedaban solo un par de semana, cuando ya lo empezamos a ver todo más seguro, pero aún nos quedaba un último escollo: la prueba de antígenos previo al viaje. Haber esquivado al virus durante toda la pandemia y pensar que justo al final se podía ir todo al traste, no ayudaba demasiado. Pero por fin pasó el temido momento, y embarcamos rumbo a Nueva York para pasar en la City 7 noches. Presupuesto Vuelo AGP - LIS - NEW con TAP Portugal €568.98 Alojamiento en Doubletree by Hilton New York Times Square West 7 noches €518.00 Entradas NBA Knicks – 76ers €210.36 Entradas Blue Man Group €261.02 Formulario ESTA €26.05 Seguro médico cobertura $100.000 €74.00 Metrocard €62.00 New York Pass €328.83 Excursión Cataratas del Niágara €387.00 Excursión Contrastes €45.00 Excursión Helicóptero €352.48 Tarjeta teléfono Vodafone €15.00 Test antígenos €52.00 Comidas €840.00 Total €3688.72 Abrochaos el cinturón, que nos vamos de viaje Journeys 1 to 3, Total 12
SÁBADO 26 FEBRERO 2022 Por fin llegaba el día, después de muchos meses de espera. Nos levantamos a las 07:30 de la mañana, repasamos por última vez que llevábamos todo lo necesario y salimos caminando hacia la estación de María Zambrano de Málaga con una sonrisa de oreja a oreja para coger el tren que nos llevaría al aeropuerto. Tan solo fueron un par de paradas, así que no tardamos mucho en llegar. Como llevábamos hecho el check in desde casa, fuimos directamente al control de policía y, desde allí, a uno de los bares que había abiertos para desayunar algo. La verdad es que no esperábamos que hubiera mucha gente, pero nos sorprendió bastante ver el aeropuerto casi lleno. Tuvimos que dar un par de vueltas para encontrar una mesa vacía. Desayuna con alegría Nuestro vuelo salía a las 10:30 y, en principio, el embarque estaba previsto que comenzase a las 09:40, pero cuando miramos las pantallas para ver a qué puerta nos debíamos dirigir, salía que hasta las 09:41 no pondrían el número y eso a mí me aceleró el pulso. Lo único que no queríamos que pasase empezaba a amenazar nuestro viaje: parecía que nuestro vuelo iba a salir con retraso y, cuando la escala en Lisboa era de sólo 55 minutos, eso no era ni mucho menos una buena noticia. Intenté no pensar demasiado en ello hasta que no fuese totalmente definitivo, pero los minutos pasaban muy deprisa y cada vez veía más lejos nuestra conexión en Portugal. Finalmente embarcamos con 20 minutos de retraso sobre la hora prevista, y esa demora se mantuvo hasta llegar al país vecino. Ahí nos vamos Tierra a la vista Durante el vuelo, no podía parar de pensar en todo lo que nos íbamos a perder, o por lo menos cómo íbamos a reorganizar todo para que no supusiese mucho trastorno, pero había cosas que tendríamos que dejar de hacer seguro. Cuando salimos del avión eran ya las 11:35 y apenas quedaban 25 minutos para el despegue del siguiente y aún teníamos que pasar un control de pasaportes, localizar la puerta del vuelo a Nueva York y confiar en nuestra suerte mientras cruzábamos el aeropuerto. No os voy a engañar, pero lo veía todo bastante negro. Lo único positivo (si se puede llamar así) es que en nuestro vuelo había más de 20 personas que hacía el mismo viaje, y ese era el clavo ardiendo al que nos estábamos agarrando. Fuimos hasta el control de pasaporte, y allí se obró el milagro. De pronto apareció personal de TAP que nos preguntó si íbamos a Nueva York y nos pidió que nos diésemos toda la prisa posible. Y eso solo podía significar una cosa: nuestro vuelo aún no había salido. Pero a pesar de esta pequeña victoria, aún nos quedaba camino por delante. Para empezar, el control de pasaportes. Se puede pasar de dos formas diferentes. En una, lo haces todo tú solo (pones el documento en un lector, y luego te hace una foto y listo) y en la otra, te comprueba los datos un policía. Como era de esperar, la primera no funcionaba demasiado bien y la segunda iba bastante lenta, así que primero nos pusimos en una cola, luego cambiamos y finalmente volvimos a la primera al ver que la cosa iba acelerándose. Después, tocó carrera a toda velocidad por el aeropuerto. Allí quería haber visto yo a Usain Bolt corriendo con la maleta y la mochila a cuestas. Fueron unos momentos frenéticos que solo nos permitió respirar cuando vimos que el embarque del vuelo aún no estaba cerrado. De hecho, aún faltaba bastante gente por subir al avión. Nos pidieron los documentos que habíamos rellenado sobre las vacunas para Estados Unidos, pero curiosamente, no los de Portugal. Estábamos tan nerviosos que no dábamos pie con bola y nos costó encontrar los de los dos, pero finalmente todo salió bien y pudimos subir a bordo sin problemas. El avión, un Airbus 330-900 tiene en la clase turista los asientos separados por 2 pasillos en una configuración 2 – 4 – 2. Es decir, dos asientos un pasillo, 4 asientos más, el segundo pasillo y los otros dos sitios. A nosotros nos había tocado la fila 39 (de 43) y los asientos centrales de la parte de en medio. No era la opción ideal, pero a esas alturas lo importante era que íbamos a llegar a Nueva York dentro del horario previsto, y eso compensaba todo lo demás. Grande, ¿verdad? Los “mejores asientos” El entretenimiento del avión está bastante bien, ya que cada asiento cuenta con una pantalla individual con una amplia selección de películas, series y música. También tiene puerto USB para que nuestros dispositivos electrónicos no se queden sin batería (e incluso enchufes por debajo entre asiento y asiento). Además, hay Wifi durante el vuelo. Gratuito si solo se quiere enviar y recibir mensajes (sin imágenes) y de pago cuyo precio va en función de los megas que se quieran contratar. De todo un poco Hay que enchufarse En cuanto a la comida, nos dieron un almuerzo que estuvo muy bien (mejor de lo esperado). Se podía elegir entre pollo y pasta. Bueno, pudo elegir todo el mundo hasta el señor que estaba a mi lado y al que le cedí la última ración de pasta (ni las gracias me dio), por lo que nosotros tuvimos que comer pollo sí o sí (es lo que tiene sentarse en una de las últimas filas del avión). Pinta regular, pero buen sabor Antes de llegar, nos dieron un sándwich y una bebida, pero eso ya no nos gustó demasiado. Este ya no tanto Aterrizamos en Nueva York a las 15:50 y por fin podíamos decir que ya habíamos llegado a nuestro destino. Bienvenidos!! En el control de pasaportes no había casi nadie y pasamos el trámite sin muchos problemas, aunque mientras estábamos allí vimos cómo los chicos con los que íbamos a compartir el taxi hacia Manhattan se iban acompañados de un agente. Finalmente, todo quedó en nada ya que la culpa la había tenido una manzana que se habían traído desde casa, así que una vez aclarado, siguieron sin problemas. Recién llegados Reservamos un Uber hasta la puerta de nuestro hotel (en la 40 St con la 9ª Ave) por algo más de 58$, que era un precio bastante bueno si lo dividíamos entre 2. Ramón, nuestro conductor nos dijo que para la próxima vez sería mejor que solicitásemos un UberXL si íbamos 4 personas con maletas por temas de espacio. Personalmente, el coche con el que vino a buscarnos me pareció suficientemente grande, pero no dejó que se sentase nadie delante y Ana tuvo que compartir trayecto con las maletas. Coche, ¿pequeño? A las 17:30 estábamos en la cola del check in del Double Tree Inn by Hilton Times Square West. El chico de recepción hablaba español y fue muy amable. Me retuvieron en la tarjeta de crédito el importe de la estancia más una fianza de 50$ por noche (ya lo sabíamos antes de llegar) y que te devuelven el día de salida y nos hicieron firmar un papel dónde avisaban de esto, así como de que si querías servicio de limpieza de la habitación tenías que avisar el día antes. Nosotros le dijimos que la limpiaran todos los días y no nos puso ninguna pega. También le preguntamos por el rooftop, pero nos comentó que estaban de reformas y lo tenían cerrado. Casi en casa Buena pinta Nos toca!! En la reserva habíamos solicitado una planta alta (por eso de evitar los ruidos de la calle) y nos asignaron la 20, así que no nos podíamos quejar. Como curiosidad, durante el proceso de entrada nos dieron una galleta de chocolate a cada uno que estaba muy buena. La habitación se encontraba al final de un pasillo junto a la máquina de hielo y pensamos que eso podría generar bastante ruido, pero preferimos esperar un tiempo prudencial. Más, teniendo en cuenta que por lo menos nos habían dado la planta que habíamos pedido. Lo primero que me sorprendió al entrar fue que era más grande de lo que me esperaba. La vez anterior en Nueva York me tocó una mucho más pequeña, y esta se veía cómoda. Tenía aire acondicionado, cafetera, caja fuerte, secador de pelo y cargadores USB integrados en los enchufes de las mesillas de noche. Quizás las vistas no eran las mejores, pero en ese momento eso era lo que menos nos importaba. Tocaba dejar las cosas y salir a explorar la City. Tú y yo vamos a ser amigos Muy limpito, así me gusta Llevábamos la ruta más o menos hecha, así que, con ayuda de Google Maps, fuimos recorriendo todos los lugares que llevábamos anotados. Comenzamos en Times Square, porque creo que toda primera visita a Nueva York (como era el caso de Ana) debe empezar allí. Ese momento en el que te encuentras con todas esas luces es algo que suele recordarse para siempre. No nos pudimos hacer la típica foto en las escaleras rojas, ya que había una manifestación contra la guerra en Ucrania y estaban cortadas, pero por lo menos vimos algo original. Además, durante el paseo vimos que estaban rodando alguna escena de película o serie por la calle. De película Todo luces Increíble No puede faltar Luego, dimos una vuelta por Broadway viendo los musicales que estaban en cartelera, para acabar dirigiéndonos hacia Bryant Park . Allí, tenían montada la pista de patinaje sobre hielo y era algo que estábamos considerando seriamente, aunque más adelante en el viaje. Al seguir con nuestro camino, vimos en uno de los laterales nuestras primeras ratas en la ciudad (no serían las últimas). De paseo Todo perfecto ¿Nos atreveremos? Manténganse a la espera Pasamos por la puerta de la Biblioteca Pública de Nueva York, pero estaba reservada para la celebración de una boda (eso nos dijeron). Me imagino que no debe ser nada barato. Y desde allí continuamos por la 42 hasta Grand Central Terminal desde donde pudimos ver los edificios Metlife y Chrysler, antes de entrar allí. Me encanta ese vestíbulo. ¿Por cuánto saldrá celebrar allí mi cumple? Cruce de caminos Los 3 mosqueteros Perfecto Chu, chuuuu, próxima estación Ya era algo tarde, así que decidimos regresar al hotel, pero antes hicimos una parada para comprar algo para desayunar todos los días en la habitación y nos llevamos nuestro primer susto con los precios de allí. Una cajita con unas magdalenas de canela y otra con unos trozos de una especie de bizcocho “solamente” nos costaron 16$. Pero aún nos quedaban más sorpresas. Al lado del hotel había un sitio donde vendían porciones de pizza a 1$, así que nos pareció un buen sitio para llevarnos algo de cenar al hotel. Pedimos 5 porciones y un refresco y la broma nos salió por 21$. Es cierto que las que valen 1 dólar son las que llevan solo queso y nosotros cogimos 2 de pepperoni y otras 3 variadas, pero llevábamos el cartel de turistas tatuado en la frente y lo pagamos caro. Tampoco me apetecía discutir en nuestro primer día de vacaciones. Cenamos en la habitación y nos acostamos a las 21:30, muertos después de un largo e intenso día. Comenzamos nuestro marcador de pasos con 13661. Nada mal para empezar. Journeys 1 to 3, Total 12
DOMINGO 27 FEBRERO 2022 Día de playa Apenas eran las 4 de la mañana y ya estábamos los dos despiertos. Es lo que tienen los cambios horarios y las ganas de salir a conocer cosas. Hicimos algo de tiempo en la habitación mientras descubríamos cómo funcionaba la cafetera y, después de desayunar, salimos a la calle en dirección a Vessel que quedaba muy cerca de nuestro hotel. Eran solo las 7 de la mañana y el acceso estaba cerrado, pero pudimos hacer unas cuantas fotos por fuera con todo eso vacío y, solo por eso ya había merecido la pena madrugar. Fresquito Ni un alma Así, mejor Casi sin darnos cuenta encontramos la entrada a High Line y decidimos recorrerlo entero. Qué tranquilidad Contrastes No me quiero imaginar el ascensor Disfrutando de las vistas Arte callejero Rincones Hay que pasar la segadora Mucha paz A descansar Esta parte también estaba desierta y fue un gusto disfrutar de ese paseo tan tranquilos hasta llegar al Chelsea Market. Nos vamos al mercado Me encanta la decoración Hasta los ascensores ¿Qué habrá por allí? Me he perdido Parece navidad La sala de máquinas Un poco lioso Al principio pensamos que estaba cerrado, porque no encontrábamos el acceso, pero finalmente lo encontramos en la 9ª Ave y nos animamos a entrar. Como imaginábamos, todos los locales estaban cerrados, pero aun así merecía la pena darse una vuelta por allí dentro. Desde allí, continuamos hacia el sur en busca del edificio de Friends que es una de las series que más me han marcado y de la que me conozco más diálogos de los que me gusta reconocer. No he contado la cantidad de veces que la habré visto, pero digamos que muchas a lo mejor se queda corto. Me suena de algo Teníamos un par de sitios más pendientes por esa zona y luego caminamos hasta Washington Square Park. La más estrecha Todo un icono Ideal Por la parte que entramos nosotros había bastantes vagabundos, aunque no parecían especialmente peligrosos. Cruzamos el parque hasta el inicio de la 5ª Ave y fuimos subiendo hasta llegar a la puerta del Empire State, dónde había quedado con una compañera de trabajo que estaba también de vacaciones por esos lugares. El comienzo Qué horas son estas Ni el tato El paseo fue largo, pero nos gustó tanto que decidimos que quizás no iba a ser necesaria la Metrocard, ya que seguramente no la íbamos a amortizar y pusimos a prueba a nuestros pies. El encuentro fue breve, ya que todos teníamos cosas por hacer, pero estuvo genial encontrarse con alguien conocido en el otro lado del planeta. Tocaba estrenar la NY Pass y el proceso fue muy sencillo. Había que reservar hora para la visita, pero como afortunadamente no había casi gente, una amable empleada nos lo arregló en un momento en unas máquinas que tienen allí mismo en la entrada, y fuimos a sacar nuestros tickets para subir al mirador de la planta 86, después de enseñar el pasaporte Covid y nuestros pasaportes (bueno, una foto en el móvil). Pues no es tan grande Yo, esa viga la pondría en el otro lado. Tú sabrás Allí al fondo se ve mi casa Estoy inspirado La VISTA La vez anterior pasé mucho más frío, ya que no tenían en ese momento instalados los calefactores que hay ahora, así que se hizo mucho más agradable. ¿Las vistas? Pues seguramente las habrá mejores, pero creo que es uno de los sitios que tienes que visitar por lo menos una vez en la vida. Se va animando la cosa A las 13:00 teníamos un partido de la NBA, pero antes nos dio tiempo a volver al hotel y comprar algo más de desayuno ya que a mí lo del día anterior no me había hecho demasiada gracia (por suerte a Ana sí que le gustó). También tuvimos que enseñar el pasaporte Covid en algo que ya se estaba convirtiendo en rutina, pero allí no hacía falta llevar mascarilla. Tanto si te gusta el baloncesto (no es mi caso), como si no, un partido de la NBA es mucho más que eso. Si de algo saben los americanos es de entretenimiento. Es más, todo lo que se monta alrededor del partido, que el juego en sí. A jugar! Buen ambiente Todos en pie Las entradas las habíamos sacado a través dela página de ViaGogo, pero no las recibimos hasta el día antes del partido. Unos días antes del viaje, me puse en contacto con ellos para ver si todo estaba bien, y me dijeron que no me preocupase que algunas entradas no se emiten hasta pocos días antes del evento, pero que estaban garantizadas. Nos llegó un mail que pedía que aceptásemos las entradas, y luego ya estaban disponibles para usar. Allí estaba yo, que lo único que conozco del baloncesto es que hay que meter una pelota por un aro (y eso lo sé porque está en el propio nombre), un poco perdido, pero contento. En el descanso nos pedimos un par de perritos calientes y dos cervezas y los 48$ que nos cobraron me quitaron el hipo para toda la vida. Imaginaba que sería caro, pero no pensé que llegase a eso. Cada cerveza 16$ y cada perrito 8$. Encima, comerlo en esas sillas estrechas es u n poco incómodo, pero salvo eso, todo estuvo genial. Lo de menos fue el marcador, aunque acabásemos perdiendo 109 – 125. Aquí, en el Bulli Ya había algunas cosas que me habían empezado a llamar la atención de Nueva York. La primera era esperada y es la cantidad de Starbucks que hay por allí. La segunda, que siempre te encontrabas por lo menos a un par de vagabundos que iban hablando solos a grito pelado. Y la tercera, el intenso olor a marihuana que hay por las calles. Nosotros ya lo habíamos notado en nuestro hotel, pero por la calle era una pasada. Nosotros bromeábamos cada vez que lo olíamos diciendo que así cogíamos energías para seguir caminando. Volvimos a la zona del hotel y nos acercamos de nuevo a Vessel para ver si podíamos subir, pero solo estaba permitido el acceso al nivel más bajo, aunque no supimos muy bien por qué. La mujer de seguridad que había allí simplemente nos dijo que lo mirásemos en la web. Otro punto de vista No nos dejan subir Y, aunque andábamos algo justos de tiempo, decidimos subir a The Edge. Un mirador diferente, pero que también tiene su encanto, aunque casi salimos volando del aire que hacía. Flotando The edge Toca ir a la pelu Teníamos reserva a las 16:30 para The Ride. Nos hubiese gustado hacerlo un poco más tarde, pero era el único día que nos encajaba bien en los planes. El punto de recogida es junto al restaurante Villa en el cruce de la 42 St con la 8ª Ave. Dura 75 minutos y hace un recorrido por Manhattan donde van explicando cosas, pero con mucho humor. El único inconveniente es que para disfrutarlo al máximo hace falta un buen nivel de inglés. Merece muchísimo la pena. Listos para empezar Que comience el espectáculo Se estaba empezando a acercar la hora de la cena y ese día teníamos pensado ir al Ellen´s Stardust Diner. Había algo de cola en la entrada, pero me apetecía mucho ir allí porque sabía que a Ana le iba a encantar. Mientras esperábamos fuera, descubrí que hay una aplicación donde puedes guardar tanto tu pasaporte Covid como una foto de tu DNI y que así sea mucho más fácil el proceso cada vez que te lo piden el entrar en algún sitio y la verdad es que funciona de maravilla. Se trata de NYC Covid Safe. Tras comprobar los nuestros, como aún estábamos en la calle, nos pusieron un sello como prueba de que habíamos enseñado los documentos. Creo que la última vez que me pusieron uno para entrar en algún sitio, yo no tendría ni 18 años. La cena estuvo muy bien, y nos hartamos de reír y de cantar todo el rato. Según nos dijeron muchos camareros trabajan allí con la esperanza de dar el salto a Broadway, y ese había sido el caso de 18 de ellos, aunque no recuerdo bien en cuánto tiempo. Brian, que era quien servía nuestra mesa, lo dio todo cuando le llegó su turno de cantar. Estábamos teniendo un primer día completo espectacular y aún quedaba alguna sorpresa más. Cenita son show No me dejan subirme Mi interpretación de la dieta mediterránea Como los niños Estábamos cansados de tanto andar, pero me apetecía cerrar esa noche tomándonos una copa en algún lugar interesante y el elegido fue el 230 5th. Mientras bajábamos, vimos a un chico salir de una tienda corriendo con unas zapatillas y nos quedamos un poco sorprendidos, pero justo después salió uno de seguridad de la tienda y entonces entendimos lo que había pasado. Llevábamos solo un rato en la ciudad y ya habíamos sido testigos de un rodaje de una serie o película, unas ratas, y un robo en una tienda. ¿Quién da más? Justo enfrente del bar de copas, teníamos el Museo del Sexo, que también estaba incluido en la NY Pass, pero solo estaba abierta la tienda, por lo que tendríamos que ir otro día más pronto. Primer museo Al entrar en el portal del 230 5th, nos comprobaron el DNI con una luz ultravioleta y nos dejaron subir. Los ascensores están al fondo del todo, pero están muy bien indicados. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y, como no queríamos nada de comer, tuvimos que ir a la barra a por nuestras bebidas. Pedimos un Pineapple Moscow Mule, a base de zumo de piña, vodka y cerveza de jengibre y una Pink Lemonade que llevaba vodka, zumo de lima, 7 Up y granadina y brindamos por un día de ensueño. Autorizados para entrar De copas Menudas vistas Noche tranquila Así, sí Ya sé lo que me voy a comprar para mi terraza Apenas llevábamos como quien dice un rato en aquella ciudad y parecía que llevábamos allí una semana por lo menos. A las 22:30 ya estábamos rendidos en la cama. Hoy había que sumar 37934 pasos para un total de 51595 Journeys 1 to 3, Total 12
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