Mis aventuras en la otra punta del mundo ✏️ Blogs de AustraliaTres semanas en la costa este australiana: Sydney, Cairns y Melbourne/GORAutor: Laura83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.3 (12 Votos) Índice del Diario: Mis aventuras en la otra punta del mundo
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Este viaje, como todos los viajes un poco largos, empieza con una experiencia poco grata, como es un viaje de 28 horas desde Bilbao hasta Sydney.
Iniciamos el viaje en el aeropuerto de Loiu el 18 de Agosto, aunque cuando lleguemos a Sydney ya será día 20, jeje. Elegimos, por decirlo de alguna manera, un vuelo Bilbao – Frankfurt – Singapur – Sydney, con British Airways, que luego resultó ser operado por Qantas (esto es algo que no entiendo de las líneas aéreas, porqué British Airways me vende un vuelo en el que no hace nada). El dichoso vuelo nos costó 1.300€ a cada uno (muuuy caro, como después pudimos comprobar). Aviso a navegantes: si voláis desde Londres a Sydney, contratando el vuelo directamente con Qantas, y luego os pilláis un vuelo barato desde vuestra ciudad a Londres, os sale mucho más barato (unos 400€ como mínimo, según pudimos comprobar). Además, os hacen descuentos si luego contratáis los vuelos internos también con Qantas (aquí ya no sé cuanto os ahorraríais, porque no lo miramos). Misteriosamente, esta opción no nos la ofrecieron en ninguno de los buscadores que utilizamos para preparar el viaje, y no la conocimos hasta que ya teníamos el viaje contratado. ¿Cómo?: “investigando” en los foros de “Los viajeros”. Conclusión es muuy útil cotillear en los foros antes de hacer cualquier reserva. En fin, a pesar de la desilusión de que el vuelo nos podría haber salido 400€ más barato, lo que nos hubiera permitido visitar el Uluru (que se quedó fuera por falta de presupuesto), el vuelo fue bastante bien, todo lo bien que puede ir un vuelo tan largo. El avión de Qantas era bastante cómodo, y tuvimos la suerte de que en el primer tramo del viaje, hasta Singapur, íbamos los dos solos en un asiento de tres, lo que permitió a mi novio dormir muy cómodamente. Yo no tuve tanta suerte, porque en Singapur nos cambiaron de asientos y el avión iba completo. Afortunadamente, habíamos pedido unos somníferos al médico antes de emprender el viaje, y después de tomarme la pastillita hubiese dormido en cualquier sitio. Esto es algo totalmente recomendable, el viaje hubiera sido un auténtido infierno de no ser por las seis horas de sueño profundo que me regaló la pastillita….. Así que sabeis. Llegamos a Sydney a las seis de la mañana, después de más de 28 horas de viaje. Recogemos las maletas, desayunamos en el aeropuerto y nos vamos al hotel. Cogemos un tren en el aeropuerto que nos lleva hasta el centro, al lado de nuestro hotel. Carísimo, por cierto; no el hotel, sino el tren. Como todo el transporte público en Sydney. Esto me ha sorprendido bastante, porque hay una red muy buena de metro, trenes y autobuses, pero es todo bastante caro. En el hotel, a pesar de que son poco más de las siete de la mañana, nos dejan hacer el check-in y entrar en la habitación para darnos una duchita, ¡¡¡¡¡¡¡menos mal!!!! Estamos en el hotel Rydges World Square. La reserva, como todas, la he hecho yo misma por Internet. El hotel está muy bien, buena relación calidad-precio y muy céntrico, a unos quince minutos andando de Circular Quay (donde está la ópera) y Darling Harbour. Totalmente recomendable. Una vez que nos hemos dado una ducha y somos un poco más personas, tenemos nuestro primer contacto con Sydney. Nos acercamos hasta Darling Harbour dando un paseo por Chinatown. Realmente, el Chinatown es sólo una calle, nada muy espectacular. Además, son las ocho de la mañana y está todo muy muerto, claro, y tenemos fresco en la mente el recuerdo de San Francisco el año pasado, y eso es difícilmente superable….. Visitamos los jardines chinos, son bonitos, pero muy pequeños, y los edificios que se ven por detrás estropean un poco las vistas. Además, es invierno, y aunque hace una muy buena temperatura, eso se nota y muchos árboles no tienen hojas. Este día comimos en un food court. Hay un montón de estos por allí, son locales en los que tienes un montón de restaurantes, de comida rápida pero bastante buena, y un espacio central para comer, así que, si vas varias personas, cada uno puede comer lo que quiera. Está bastante bien, y son asequibles de precio. En este que estuvimos el primer día, prácticamente todos los restaurantes tenían comida asiática. El paraíso para mí (que me encanta probar cosas nuevas), pero el infierno para mi novio, jejeje. En Sydney, como en el resto de ciudades que luego visitamos, puedes encontrar restaurantes de prácticamente todos los tipos y nacionalidades. Una gozada, la verdad. Después de comer, como estábamos muertos, cometimos el error de irnos al hotel, a echar una pequeña siesta…. Error mayúsculo, pero estábamos cansadísimos. Todavía no sabíamos que en Sydney, en invierno, anochece entre las cinco y las cinco y media. Así que cuando nos despertamos de nuestra siesta, que se alargó más de lo que hubiésemos querido, pues ya era de noche. Salimos del hotel con la intención de acercarnos hasta King's Cross para tomar algo. En la guía que nos habíamos comprado, nos decían que era una de las zonas en las que hay ambientillo nocturno. Pero empezamos a andar un poco sin rumbo y no veíamos nada de movimiento, así que al de un rato nos hartamos y volvimos hacia la zona del hotel. Luego, mirando el plano, resultó que habíamos llegado realmente hasta King's Cross, que me pareció bastante sin más. Paseamos un poco por el Queen Victoria Building, un centro comercial bastante chulo, porque está en un edificio un poco antiguo, y por dentro tiene un montón de alfombras, lámparas, relojes y tal. No fuimos de compras, lo prometo, jeje. Las tiendas son bastante pijillas en este sitio. Ese día estábamos tan muertos que ni siquiera cenamos, eso sí, nos tomamos un estupendo capuccino y una tarta de chocolate deliciosa en una de las cafeterías del centro comercial. En todas las zonas en las que hemos estado, hemos encontrado cafeterías estupendas, unos capuccinos realmente buenos, y unas tartas, ummmmmm…. Así que si os gusta el café, y sois golosos, como yo… ¡aprovechad!! Creo que a las ocho ya estábamos en la cama… Fue una pena, pero el cambio horario nos hizo polvo en Sydney, así que yo que vosotros lo tendría en cuenta para planificar el viaje. A mí me hubiese gustado disfrutar un poco del ambiente de Sydney por las noches, que tenía un montón de pubs y cafeterías con muy buena pinta… Pero entre lo pronto que anochecía, y el cambio horario, fui incapaz de permanecer despierta ningún día más allá de las diez de la noche. Así que disfruté un montón de mis días en Sydney, pero no pude disfrutar de salir a cenar o tomar una copa, y fue una pena….. Si lo hubiese sabido, hubiese visitado primero Melbourne, que me gustó bastante menos, dejando Sydney para el final, y así disfrutar a tope la ciudad de día y de noche. Etapas 1 a 3, total 9
Pues eso.
¿Quién no ha visto alguna vez fotos de la Ópera de Sydney y ha pensado: “como me gustaría visitarla algún día? Entonces, ya os podéis imaginar adonde nos fuimos en nuestro primer día en esta maravillosa ciudad… Nos acercamos en metro hasta Circular Quay desde el hotel. Aquí hicimos un poco el tonto porque podíamos haber llegado andando perfectamente, y con el metro nos cobraron casi cuatro dólares por hacer dos paradas. Desde la terminal de los ferrys, ya se puede ver la ópera, pero a medida que te vas acercando, la vista, con la ópera a la derecha, brillante por la luz del sol, y el Harbour Bridge a la izquierda, es casi mágica. Hicimos un tour por el interior de la ópera, de una hora de duración más o menos, que me gustó bastante. Conseguimos tener un descuento del 20%, por un folletillo de información que cogimos en el aeropuerto. Mirad bien cuando lleguéis, porque hay bastante folletos con información para turistas, que te incluyen cupones de descuento para un montón de cosas. Nosotros cogimos para el zoo, la Sydney Tower y el tour por la ópera, pero hay para muchas cosas más. El edificio, que por fuera es precioso, por dentro lo es casi más, las vistas de la bahía desde los ventanales, mirar hacia arriba cuando estás debajo de una de las bóvedas…. Es una sensación difícil de describir con palabras. Será que soy urbanita, tal vez me impresionan más las edificaciones humanas que los parques naturales, no lo sé. Pero me hubiese pasado horas paseando por los alrededores de la ópera. Nosotros no tuvimos tiempo, pero estudiad la posibilidad de reservar una noche para ver algún concierto u ópera. Con los tickets de los tours te hacen precios especiales en todos ellos. Después de la visita a la ópera, y antes de comer, nos fuimos a dar un paseo por los jardines botánicos. Están justo al lado de la ópera, son enormes y muy bonitos. Tened cuidado con los murciélagos, hay una zona del jardín en la que simula el ecosistema del rainforest australiano, y los árboles están plagados de ellos. Cuando visitamos Cairns descubrimos que efectivamente a estos animales les debe gustar mucho el clima de esta zona del país, porque los árboles de esta ciudad, en determinadas zonas, estaban plagados de murciélagos. De noche los veías volar sobre tu cabeza lanzando sus desagradables chillidos. Asqueroso. Comemos un sándwich en una de las terrazas de Circular Quay, disfrutanto del espectáculo de la gente saliendo de las oficinas para comer tranquilamente en los jardines (¡qué envidia de clima! Igualito que los inviernos de Bilbao). Después de comer, cruzamos a pie el Harbour Bridge. Aquí, de nuevo, nos traicionó el recuerdo de San Francisco, porque después de haber cruzado el Golden Gate, este puente, en el que una valla de metal bastante alta fastidia todas las vistas, nos dejó más bien fríos. Ello a pesar de que haya leído en varias guías que este es “el puente más largo del mundo sobre un solo arco”, “el puente con los arcos más anchos del mundo” y “el puente de acero más alto del mundo”. Nos hizo bastante gracia esta manía de los australianos de buscarle a todo cualidades de record Guiness, jeje. En Cape Tribulation, llegamos a ver anunciado “el bar más grande del mundo tallado de una única pieza de madera”. Sin comentarios. Todavía estábamos bastante cansados, y eso se hizo notar. Una vez cruzado el puente, paseamos por la orilla de la bahía cruzando el Luna Park. En varias guías que consulté, describían este sitio como un parque de atracciones. A mí más bien me recordó a las ferias que ponen en las fiestas de los pueblos, con atracciones de medio pelo, todas vacías, muchas cerradas. No se si sería por la hora (eran como las tres de la tarde), pero me pareció un lugar hasta un poco triste. No lo incluiría en ninguna visita de la ciudad, ni este, ni el de Melbourne (hay uno igual junto a la playa de Saint Kilda). Tras la desilusión, nos acercamos caminando hasta Lavender Bay, un lugar que me encantó. Realmente no tenía nada de especial, simplemente una pequeña y tranquila ensenada con casitas bajas junto al mar, como me imagino que serán el resto de bahías de la ciudad. Pero sin lugar a dudas un sitio de ensueño para vivir…. Volvemos de nuevo a la otra orilla de la ciudad, cruzando a pie el Harbour Bridge, lo que acabó con mis pocas fuerzas… Este fue un día muy intenso, jejeje De camino al hotel, aprovechamos para subir a la Sydney Tower (totalmente prescindible) y terminamos el día cenando en un irlandés de lo más normalito. Por cierto, y para los que seáis entusiastas de la cerveza, como mi querido novio: la cerveza australiana está, en general, muuuuy mala. Sólo se salvan la Victoria Bitter y la XXXX (Bitter, no Gold), que son, sin más, pasables. Las demás….. cada uno tiene sus gustos, pero son bastante difíciles de digerir. No así el vino, sobre todo el blanco, que está realmente bueno. Probad la variedad riesling, no os arrepentiréis. Etapas 1 a 3, total 9
Cuando estaba preparando el viaje, leí en varios sitios que las Blue Mountains eran una excursión que podía hacerse de Sydney, pero que era prescindible. No estoy en absoluto de acuerdo, es más, diría que es una de las excursiones que más me ha gustado del viaje, mucho más que la de la Barrera de Coral (ala!!! lo que he dicho, jejeje).
Nos acercamos a este fantástico parque natural en tren. Desde la Central Station, se puede comprar un billete de tren que por 51 AUD, te lleva ida y vuelta hasta Katoomba (pueblo de entrada a las Blue Mountains) y te permite coger un autobús que recorre el parque natural, del que puedes subir y bajar todas las veces que quieras en un día. El viaje dura unas dos horas, si no tenéis la mala suerte que tuvimos nosotros. Las vías estaban en mantenimiento, y tuvimos que hacer un transbordo en autobús, y encima en la carretera estaban en obras, por lo que tardamos casi una hora más de lo debido. A pesar de esto, me alegro de haber visitado las Blue Mountains por nuestra cuenta, y no en viaje organizado, porque así visitamos lo que quisimos, haciendo rutas que nos permitían bajar hasta la base de las cascadas, y llegar a los miradores menos turísticos. Las zonas más conocidas, como las Three Sisters y las escaleras que bajan desde allí hacia el valle, son muy bonitas pero estaban infestadas de turistas, incluyendo esa raza de mujeres que ve normal visitar con taconazos esta clase de sitios. Eso le restaba un poco de encanto. Aún así, me pareció un lugar maravilloso. Los cañones excavados por los ríos, y las mesetas cubiertas de árboles que se extendían hasta donde alcanzaba nuestra vista, me recordaban ligeramente al paisaje del Grand Canyon, si éste no fuera un desierto sino un bosque tropical inmenso, lleno de pájaros de distintas razas que llenaban el aire con sus cantos. Quedarse sentado en uno de los miradores menos transitados y disfrutar del paisaje, del silencio, de los pájaros revoloteando a nuestro alrededor…. Ay!!! Quiero volver!!!!!! Nada más llegar, nos dieron, junto con los pases para el autobús, una guía (traducida al español si la pides) en la que recomendaban varias rutas para caminar. Nosotros pasamos del teleférico, del funicular y demás turistadas, y nos dedicamos a explorar el parque a pie. Sólo nos dio tiempo a hacer las tres rutas que recomendaba la guía como imprescindibles para conocer el parque en un día, pero aún así estuvimos en lugares preciosos, como las Leura Cascades y el mirador de Bridal Veil. Y también en las Three Sisters, claro. Después de un viaje de vuelta, auténtica pesadilla por el lío del autobús y las obras, y teniendo en cuenta que llevábamos en pie desde las seis de la mañana, estábamos tan muertos que nos fuimos directamente a comer un crepe a una cafetería francesa que había cerca del hotel. Eso sí, el cansancio no nos impidió premiarnos con dos deliciosos capuccinos y un crepe de Nutella. Ummm, no era como el de la Patisserie Jean Philippe del Bellagio, en la increíble Las Vegas, pero estaba bien. Etapas 1 a 3, total 9
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