Como nuestro avión salía a las 23:40 (en teoría), teníamos todo el día libre en Glasgow para ver la ciudad. Glasgow es la mayor ciudad de Escocia y la 2ª ciudad comercial del Reino Unido, después de Londres. Durante los siglos XVIII, XIX y parte del XX fue un gran centro industrial, lo que la convirtió en una ciudad rica, aunque con importantes bolsas de pobreza (eran famosos en el siglo XIX los “slums” de Glasgow por su insalubridad). “Slum” se podría traducir por barrio de chabolas, barrio bajo o suburbio en su sentido más despectivo.
No es tan bonita ni tan turística como Edimburgo, pero tiene su áquel. Lo primero que se nota es que Glasgow está lleno de Glaswegians (naturales de Glasgow), mientras que Edimburgo está lleno de turistas, gente de otros lugares de Escocia, ingleses, europeos y ciudadanos de todo el mundo. Esto se nota también en el habla. Yo ya sabía del endiablado acento de Glasgow, pero a pesar de estar advertido, me costó horrores entender a la gente, desde la chica de recepción en el hotel, hasta los camareros. Para mí de todas las ciudades anglohablantes donde he estado solo se puede comparar en este sentido a Belfast. Fuimos andando hasta George Square, cogimos un mapa en la oficina de turismo, e hicimos una pequeña ruta a pie que traía en la Lonely Planet. Pasamos por las principales calles del centro
Esta es Argyle St
del siglo XIII, donde se encuentra también el edificio civil más antiguo de Glasgow, el Provand’s Lordship.
Y el museo de arte religioso
Esta área era la parte medieval de la ciudad, pero a diferencia de Edimburgo, no ha sido conservada. Subimos hasta la Necrópolis, con espectaculares monumentos y panteones
Para mi gusto un poco descuidada. Desde aquí se ve muy bien la catedral y el enorme edificio que hay detrás que es la Royal Infirmary, el principal hospital de Glasgow.
Bajamos nuevamente hasta la zona de George Sq
Monument al poeta nacional Robert Burns
Tomamos una pinta en un pub llamado “Counting House” (casa de cuentas) por ser esa su antigua función. Esto es una constante en Glasgow. Hay montones de antiguos edificios comerciales y sedes de empresas que se han reconvertido en bares, discotecas, tiendas, etc.... Estos edificios solían ser grises y feos, pero al limpiar la piedra se ha descubierto su verdadero color (rojo o miel según los casos) y son mucho más bonitos.
(barco alto) y de lejos el Clyde Auditorium (para los Glaswegians , “the Armadillo”).
Nos subimos otra vez y nos bajamos en Kelvingrove para ver por fuera la Universidad de Glasgow
sus jardines, donde encontramos estas estatuas,
y hacer nuestras últimas compras.
Esto se llama Hielan'man's Umbrella (paraguas del Highlander en dialecto de Glasgow)
por ser aquí donde se reunían los habitantes de las tierras altas recién llegados a Glasgow.
Luego volvimos al hotel, recogimos las maletas que habíamos dejado en consigna, sacamos el coche del parking al aire libre, valía 3 GBP creo, pero nadie hizo el menor gesto de cobrármelas, y salimos con bastante antelación rumbo al aeropuerto.
Ya me había advertido un forero de la dificultad de encontrar la oficina de Arnold Clark (empresa de alquiler de coches), situada en una rotonda nada más coger la salida de la autopista hacia el aeropuerto. Bueno pues a pesar de ello, me perdí y no la encontré hasta la 3ª vuelta. Para más INRI, no encontré en todo el camino ninguna gasolinera y teníamos que devolver el depósito lleno. Si no, te cobran el relleno más un 10% de penalización. Como no tenía ganas de volver a salir a buscar una gasolinera, me dispuse a pagar. Pues no me salió mal, ya que siempre que reposté con 1/8 de depósito me había salido entre 40 y 50 GBP y aquí al devolverlo con 1/4, me cobraron 26, incluida la penalización.
Nos llevaron en la furgoneta hasta la terminal, donde nos tocó esperar una eternidad a que abrieran la facturación, que no hicieron hasta las 11 de la noche, porque el avión venía con retraso de Madrid, y no despegamos hasta la 1.30 de la madrugada, no sin antes haber tenido que evacuar la zona del control de seguridad, con bastante prisa, ninguna explicación y algunos malos modos que otros por parte del personal. Por culpa de esto no pude cumplir con una tradición de mis viajes a las islas británicas: Tomar mi última o más pintas en el pub del aeropuerto. Tampoco pudimos hacer muchas compras por estar todas las tiendas cerradas menos una, donde compramos unos paquetes de Shortbread (galletas de mantequilla) para gastar nuestras últimas libras escocesas (libras esterlinas de curso legal pero emitidas por bancos escoceses y que por lo visto los bancos españoles no quieren cambiar, supongo yo que por ignorancia más que otra cosa).
Pues aquí termina mi personal relato de un viaje casi completo por Escocia que las otras 2 veces me había quedado con ganas de hacer, y que en un futuro probablemente repita, con algunos cambios claro está.