DUBROVNIK
Puerta de Pile, principal entrada a la ciudad.
Habíamos llegado a Orebic sobre las 11:00 de la mañana y eso no era lo más apropiado. Sabíamos que el día iba a ser largo y empezábamos con mal pie, el problema era muy sencillo teníamos que llegar a Dubrovnik a unos 120 km, verla y luego volver a Korkula. A esas alturas una montaña, vamos.
El cansancio hacía que las emociones estuvieran a flor de piel. De hecho ya habíamos pasado un par de veces por situaciones parecidas, una de ellas después de Plitvice, buscando alojamiento en Pazin. Pero también sabíamos que a lo largo de las horas, al coger ritmo, nos iríamos animando y acercando el uno al otro. En fin, no estaba el horno para bollos. Y encima yo lo intentaba arreglar, sabiendo que estas cosas se arreglan más bien solas y con algo de paciencia.
- Has visto?
- Qué? - Me contestó mientras conducía admirando la costa árida del Adríático.
- En esta guía dice que Dubrovnik en realidad fue tomada al mar. Que fue el fruto de años y años de colmar el fondo marino para unir un islote con tierra firme hacia los S. XI y XII.
- Ah... Muy bien
- Y encima eran dos pueblos de origen distinto. En tierra firme era croatas y en el islote de Laus romanizados.
- Ah. que bien. Mira esa abueleta, de luto riguroso y en medio de la carretera cargando fruta.
- Ya.
- Y ¿sabías que un terremoto y un posterior incendio la asoló casi por completo en 1667 y de sus ruinas surgió la ciudad tal como la conocemos mucho más barroca y renacentista? ¿Te imaginas como sería si no? ….como Trogir, Sibenik o Split.... ¿Hola?
- Sí, cariño pero es que me estoy fijando en las curvas. ¿Y qué? que sea nueva, La Velleta me encantó y es la capital más joven de Europa. Y además eso no lo has leído, eso te lo ha dicho una tal Idoia, sí, no me mires así, esa pareja vasca que iba en el ferry.
- (..…....) No has dormido muy bien, ¿no?
- Te quiero. Pero otro día hacemos caso de la alarma o nos quedamos. Y no, no he dormido nada bien, ¿te estraña?
Dicen que el roce no sólo hace el cariño. Y es verdad, se ha de saber combinar el descanso con el turismo extremo, pero ya se sabe cuando una está tan lejos de aquí y con tanto que ver te faltan los días y las horas. Y las fuerzas.
Avanzamos por la inacabable península de Peljesac y al pasar por Ston aplicamos las tres P (pereza, prisa y pa cuando volvamos). Pero en realidad era otra la P la de prioridad de estar el máximo de horas en Dubrovnik la que nos inhibió de hacer una parada casi obligatoria en Mali Ston. de hecho no destacaba mucho en los blogs y diarios y sin embargo siempre sale será porque es paso casi obligatorio para Dubrovnik.
No llegábamos ni a tiros y al cabo de un rato Jaume me consolaba: ¿pero que no lleva ruedas el coche? pues ya está. Ya llegaremos y si no ya se verá. Ya no debe de quedar mucho.
El también se autoconvencía, ya que parecía que en esos momentos lo tenía más por la mano que yo.
- Además, las distancias son psicológicas. - Me soltó en un tono pseudoacadémico.
Pobre, definitivamente había dormido poco. Pensaba: Si me lo pide me pongo yo la volante.
Antes de las 13:00 encontramos sitio por ante la puerta principal de la antigua ciudad, no sin antes hacernos un pequeño lío ya que se deben atravesar amplias zonas semiurbanas y turísticas y nos desorientamos pese a las indicaciones. No hubo problema para aparcar porque pillamos a uno que justo salía y dejaba el sitio.
- ¿Qué? ¿En marcha?
- No puedollllll.
Cogimos las cosas, le pusimos el ticket del parking al coche, y bajo el sol dálmata nos lo tomamos con mucha calma. Había que sacar fuerzas de donde fuese. ¿De una pizza?
Fuimos a comer. Hay infinidad de restaurantes en las calles que salen de Placa, la principal vía de la ciudad y se encaraman a norte y sur de las murallas y la verdad, es que no dudamos mucho en escoger.
Luego retomaríamos la visita haciendo el recorrido por las murallas. No sin alguna que otra pausa.
Torre Minceta del S. XV, una auténtica fortaleza situada en la muralla y verdadero símbolo de la inexpugnablidad.
Es evidente que ese día me toco hacer a mí las fotos. Mi compi filmaba.
A paso de jubilado, cubrimos todo el perímetro de la muralla.
La verdad es que descubrí que uno de los secretos de la 'perla del Adriático' es su concha. Su colosal cinturón de murallas de origen medieval que guardó celósamente la ciudad durante siglos de invasiones por mar y tierra y motivo de orgullo de toda una ciudad. Hace las funciones defensivas y de vigilancia en una contínua ronda de 2 Km. A veces la muralla es doble, ciclópea, sin resquicios, con pendientes e inmensos contrafuertes. Otras asoma al mar, más delgada, por estrechas pasarelas y te acerca a edificios públicos, monasterios y palacios.
La visita a la ciudad prosiguió por su calle principal Placa, que cruza la ciudad de punta a punta y si no recuerdo mal, donde se halla el convento Franciscano en cuyo interior se halla la farmacia más antigua del mundo. Pero solo lo vimos desde fuera, igual que el Palacio de los Rectores situado al otro extremo de Placa, llegando al mar.
El antiguo puerto también nos deslumbró, por su geometría, por sus volúmenes, su envergadura y por su uniformidad de materiales de construcción.
Ahí tuvimos que parar y plantearnos la vuelta, entre goletas, gaviotas y grupos de turistas. En el fondo estábamos sastisfechos y la verdad, a esas alturas del viaje, la curiosidad y las ganas de ver nuevas cosas pasan a segundo término y hay que saber responder a tiempo ya que en el fondo no hay que olvidar que estás más solo que la una y dependes al 100% de tus decisiones. Aunque mal, habíamos llegado y nos habíamos paseado por Dubrovnik, que era al fin y al cabo de lo que se trataba. Además, en una jornada muy dura, cuyas espectativas, de buena mañana no eran las mejores. Los dos sabíamos que habíamos aguantado el tipo en varios frentes y la recompensa era esa visión impresionante de caliza y marmol blanco y terrados y más terrados acariciados por un mágico atardecer mediterráneo. Misión cumplida y hacia Korkula. De hecho, ya apetecía meterse en el coche.
En vez de volver al coche por la Placa (ya sería la cuarta o quinta vez), nos desviamos por la pintoresca parte sur de la ciudad. Impagable, ya que después de pasar por la catedral y la plaza Gunduliceva, caminas por calles aferradas a la muralla con innumerables arcadas de lo más pintoresco. Esa parte de la ciudad me pareció muy especial, en penumbras, algo abandonada. Todo lo bueno se acaba y así llegamos a la fuente de Onofrio.
El precio del billete ida y vuelta Orebic-Domince (Korkula) dos personas + coche fue de 108 kn (15 €).
Por la noche cenamos en un bistro del centro de Korkula. Solo faltaba tener que hacerse la cena en le apartamento. La ternera era de aquellas tan tiernas y jugosas. Con la típica sopita de pescado de entrante. Perfecto para reponernos.
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