El nombre de Bay of Islands le viene a este lugar que ni pintado. Son multitud de pequeñas islitas muy juntas entre si, habitadas unas, deshabitadas las otras, algunas con pequeños pueblitos, otras con algún pequeño resort u hotelillo y otras simplemente con algunas granjas de ovejas. La idea allí era, por un lado, hacer un crucero de un día por la bahía y, si se presentaba la ocasión, nadar entre los delfines que hay en esas aguas; y por otra parte visitar los pueblitos de la zona.
El mas poblado de todos es Paihia. Realmente no es mas que un minipueblo en el que si quitásemos todos los hoteles, moteles, alojamientos para mochileros... y las oficinas de las agencias que se dedican a organizar los cruceros, vuelos panorámicos y demás, apenas si quedarían unos centenares de habitantes incrustados en un paisaje, eso si, casi idílico. Pero realmente merece la pena ir hasta allí a pasar unos días.
Apenas a dos kilómetros esta situado Waitangi, lugar de gran significación histórica para los neozelandeses porque fue allí donde se firmo el tratado de paz entre Reino Unido y los jefes de las tribus maoríes que reconocía a Nueva Zelanda como una nación bajo soberanía británica en la que todos sus habitantes, ya fuesen los descendientes de los británicos como los maoríes, eran iguales. Y el otro pueblo que hay por esa zona y bien merece una visita es Russell, situado enfrente de Paihia y al que se puede llegar en ferry (no llega a los 15 minutos) o dando un rodeo por carretera de unos 15 km. Es un pequeño pueblo de apenas unos cientos de habitantes y muy coqueto. El paseo da para poco pero las vistas de la bahía por la tarde merecen la pena, siempre y cuando el tiempo acompañe. Además se come estupendamente.
Nosotros dedicamos la primera tarde que estuvimos allí a dar un paseo por Paihia, donde teníamos el hotel, que en si suponía recorrerte el puerto y, de paso, echar un vistazo a los restaurantes. Y al día siguiente embarcamos para recorrer la bahía en un crucero de día completo y, si teníamos la oportunidad, darnos un baño con los delfines que habitan en ella. El día fue como todos hasta la fecha, en unas zonas hacia sol y a un par de kilómetros llovía a mares, así que tuvimos de todo. Incluso el baño con los delfines. La verdad es que no había muchos porque en esta época el agua todavía esta muy fría y se desplazan a otras zonas, pero tuvimos la oportunidad de meternos al agua con ellos, por supuesto con un traje de neopreno que nos prestaron. El problema fue el frió que hacia a la salida pero mereció la pena. El resto del crucero estuvo muy bien. El barco en el que fuimos también repartía el correo por las islas y a mediodía paramos en una de ellas a comer en las dos mejores horas del día porque hizo mucho calor y pudimos tumbarnos un rato al sol en la playa. Fue en este momento cuando me di cuenta de por que las ostras son baratas en este país, las había a miles en las rocas.
Tras el crucero dedicamos la tarde a visitar Waitangi (apenas lleva una hora hacer la visita pero vale la pena) y Russell, donde la visita dura todavía menos pero igualmente lo merece, donde nos quedamos a cenar después de tomar algo en lo que era el bar, casino, centro de reuniones... del pueblo, es decir en el único bar que había abierto que no era un restaurante (debe ser el único que abre todo el año...). Y después de eso nos fuimos de retirada al hotel porque al día siguiente teníamos que coger un vuelo a primera hora, destino Auckland donde continuaríamos en coche hacia las cuevas de Waitomo primero y Rotorua después.
[/align] El mas poblado de todos es Paihia. Realmente no es mas que un minipueblo en el que si quitásemos todos los hoteles, moteles, alojamientos para mochileros... y las oficinas de las agencias que se dedican a organizar los cruceros, vuelos panorámicos y demás, apenas si quedarían unos centenares de habitantes incrustados en un paisaje, eso si, casi idílico. Pero realmente merece la pena ir hasta allí a pasar unos días.
Apenas a dos kilómetros esta situado Waitangi, lugar de gran significación histórica para los neozelandeses porque fue allí donde se firmo el tratado de paz entre Reino Unido y los jefes de las tribus maoríes que reconocía a Nueva Zelanda como una nación bajo soberanía británica en la que todos sus habitantes, ya fuesen los descendientes de los británicos como los maoríes, eran iguales. Y el otro pueblo que hay por esa zona y bien merece una visita es Russell, situado enfrente de Paihia y al que se puede llegar en ferry (no llega a los 15 minutos) o dando un rodeo por carretera de unos 15 km. Es un pequeño pueblo de apenas unos cientos de habitantes y muy coqueto. El paseo da para poco pero las vistas de la bahía por la tarde merecen la pena, siempre y cuando el tiempo acompañe. Además se come estupendamente.
Nosotros dedicamos la primera tarde que estuvimos allí a dar un paseo por Paihia, donde teníamos el hotel, que en si suponía recorrerte el puerto y, de paso, echar un vistazo a los restaurantes. Y al día siguiente embarcamos para recorrer la bahía en un crucero de día completo y, si teníamos la oportunidad, darnos un baño con los delfines que habitan en ella. El día fue como todos hasta la fecha, en unas zonas hacia sol y a un par de kilómetros llovía a mares, así que tuvimos de todo. Incluso el baño con los delfines. La verdad es que no había muchos porque en esta época el agua todavía esta muy fría y se desplazan a otras zonas, pero tuvimos la oportunidad de meternos al agua con ellos, por supuesto con un traje de neopreno que nos prestaron. El problema fue el frió que hacia a la salida pero mereció la pena. El resto del crucero estuvo muy bien. El barco en el que fuimos también repartía el correo por las islas y a mediodía paramos en una de ellas a comer en las dos mejores horas del día porque hizo mucho calor y pudimos tumbarnos un rato al sol en la playa. Fue en este momento cuando me di cuenta de por que las ostras son baratas en este país, las había a miles en las rocas.
Tras el crucero dedicamos la tarde a visitar Waitangi (apenas lleva una hora hacer la visita pero vale la pena) y Russell, donde la visita dura todavía menos pero igualmente lo merece, donde nos quedamos a cenar después de tomar algo en lo que era el bar, casino, centro de reuniones... del pueblo, es decir en el único bar que había abierto que no era un restaurante (debe ser el único que abre todo el año...). Y después de eso nos fuimos de retirada al hotel porque al día siguiente teníamos que coger un vuelo a primera hora, destino Auckland donde continuaríamos en coche hacia las cuevas de Waitomo primero y Rotorua después.