Antes de hablar de esta etapa, me gustaría destacar que a partir de aquí y debido a que son los últimos 100 km, el mínimo exigido para la Compostela, se masifica mucho el camino, sobretodo en esta época. La gente lo hace en plan paseo, sin mochila y de risa sin respetar mucho al resto de peregrinos, pero cada uno hace su camino. Por eso muchos dicen que el camino es sencillo, sin mochila y pocos kilómetros es más fácil, aunque es una buena opción para familias con niños y personas mayores o con problemas físicos. Esta etapa aparte de ser especial por pasar por el km 100 es muy bonita.
Desde la salida de Sarria, justo después de pasar las vías del tren, hay una subida entre bonitos arboles y el paisaje que acompaña casi toda la etapa nos hace el camino más llevadero. Durante la etapa pasamos varios empedrados que sirven como pasales en invierno, ya que el agua cubre esta parte.
Pasamos por numerosas aldeas, en una de ellas paramos para tomar algo a mitad de etapa. La mayoría de aldeas se dedican al ganado sobretodo a las vacas, cosa que se nota por el olor. Paramos a descansar en Mercadoiro, un precioso lugar tranquilo para tumbarte en el césped y relajarte. Tiene un albergue y un bar. Al final de la etapa hay que cruzar el puente sobre el rio Miño para llegar a Portomarin donde tienes que subir una gran escalera de piedra para terminar la etapa.
Nos alojamos en el albergue Ferramenteiro. Estaba lleno, sus instalaciones son de primera, todo nuevo, camas, duchas, mesas y además fue el más grande en el que estuvimos, una habitación grande para 120 personas.
La experiencia en este albergue nos gustó mucho. En esta etapa mi novia sufrió una gran bajada moral debido a una herida, se le reventó una ampolla en la planta del pie y se le quedó en carne viva, le costó mucho terminar la etapa pero yendo más despacio y apoyando en los bastones la terminó, pero ese día se quedo toda tarde descansando viendo la tele y con el pie en alto, que parece una tontería pero viene bien. Yo mientras ella se recuperaba fui al pueblo para conocerlo y la verdad es que me gusto mucho, sobretodo la plaza y su iglesia, preciosa y diferente a las vistas en el resto del camino.
Compré algo para la cena y el desayuno. Volví al albergue y fuimos a comer al restaurante O Mirador, donde comimos bien y con unas vistas maravillosas del rio niño, que esta justo al lado del Ferramenteiro. Después de comer mi novia se fue a descansar y yo me fui a la piscina del pueblo, que por 1 euro esta genial. Estas bañándote contemplando el río Miño a tus pies, es algo espectacular.
Durante el baño en la piscina conversé con otros peregrinos y disfrutamos de la experiencia. Luego regrese al albergue, recogimos la ropa que habíamos lavado y pasamos el resto de la tarde charlando mi novia y yo. Hicimos la cena en la zona d mesas con los demás peregrinos y nos fuimos a dormir temprano. A las 23.00 apagaban la luz de la sala de camas y todo el mundo a dormir. El albergue y el pueblo muy bien.
Desde la salida de Sarria, justo después de pasar las vías del tren, hay una subida entre bonitos arboles y el paisaje que acompaña casi toda la etapa nos hace el camino más llevadero. Durante la etapa pasamos varios empedrados que sirven como pasales en invierno, ya que el agua cubre esta parte.
Pasamos por numerosas aldeas, en una de ellas paramos para tomar algo a mitad de etapa. La mayoría de aldeas se dedican al ganado sobretodo a las vacas, cosa que se nota por el olor. Paramos a descansar en Mercadoiro, un precioso lugar tranquilo para tumbarte en el césped y relajarte. Tiene un albergue y un bar. Al final de la etapa hay que cruzar el puente sobre el rio Miño para llegar a Portomarin donde tienes que subir una gran escalera de piedra para terminar la etapa.
Nos alojamos en el albergue Ferramenteiro. Estaba lleno, sus instalaciones son de primera, todo nuevo, camas, duchas, mesas y además fue el más grande en el que estuvimos, una habitación grande para 120 personas.
La experiencia en este albergue nos gustó mucho. En esta etapa mi novia sufrió una gran bajada moral debido a una herida, se le reventó una ampolla en la planta del pie y se le quedó en carne viva, le costó mucho terminar la etapa pero yendo más despacio y apoyando en los bastones la terminó, pero ese día se quedo toda tarde descansando viendo la tele y con el pie en alto, que parece una tontería pero viene bien. Yo mientras ella se recuperaba fui al pueblo para conocerlo y la verdad es que me gusto mucho, sobretodo la plaza y su iglesia, preciosa y diferente a las vistas en el resto del camino.
Compré algo para la cena y el desayuno. Volví al albergue y fuimos a comer al restaurante O Mirador, donde comimos bien y con unas vistas maravillosas del rio niño, que esta justo al lado del Ferramenteiro. Después de comer mi novia se fue a descansar y yo me fui a la piscina del pueblo, que por 1 euro esta genial. Estas bañándote contemplando el río Miño a tus pies, es algo espectacular.
Durante el baño en la piscina conversé con otros peregrinos y disfrutamos de la experiencia. Luego regrese al albergue, recogimos la ropa que habíamos lavado y pasamos el resto de la tarde charlando mi novia y yo. Hicimos la cena en la zona d mesas con los demás peregrinos y nos fuimos a dormir temprano. A las 23.00 apagaban la luz de la sala de camas y todo el mundo a dormir. El albergue y el pueblo muy bien.