Esto de los Car Wash era una deuda personal pendiente con Punta Cana pero sobre todo deuda con Carmendue, Pepa y Yara, foreras que me habían hablado muy bien del ambiente de estos locales y que no me hubieran perdonado volver a casa sin conocerlos.
Entrada al Car Wash D´Lujo
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Para quien no sepa de qué va la historia, los car wash son lavaderos de coches en su origen. Lo que ocurre es que en estos locales se empezó a vender cerveza, comenzó reunirse la gente para escuchar música y bailar y hoy en día son de los lugares más típicos, pintorescos y animados de la noche dominicana.
Según mis expertas asesoras el Car Wash más animado es del D´Lujo, en Friusa frente a la bomba (la gasolinera). Ellas me dejaron bien claro que los mejores días son los viernes y los sábados, pero eran tantas las ganas que teníamos de ir, que la primera vez fuimos un miércoles.
Desde el lobby de la Royal nos pidieron un taxi que vino a buscarnos al mismo lobby. Los diferentes taxis nos cobraron distintos precios pero el trayecto iba en torno a los 550 pesos (algo más de 10 euros – nos pareció que cobran por número de viajeros, íbamos 6, no sólo por trayecto, algún experto lo podría confirmar-).
A tope el sábado a la noche
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Como os he dicho, nuestra primera incursión fue un miércoles y lo cierto es que no había mucho ambiente. Habia gente, pero todo el mundo estaba bastante tranquilo. Eso sí, el volumen de la música estaba cercano del límite a partir del cual revientan los tímpanos humanos . ¡Qué estruendo!. Nos vino a saludar un tipo que decía que era el representante de Travelplan en nuestro hotel, pero nosotros no habíamos acudido a la reunión y sólo habíamos tratado con la chica de Travelplan en el bus, así que no le hicimos ni caso pensando que era un geta (días después comprobamos que sí era quien decía, pero era seguro que no podía conocernos… ).
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Entre toda la gente divisamos a Willyam, el Tiburón, camarero del bar de la piscina del Palace. Nos saludó y nos invitó a sentarnos a la mesa que compartía con varios amigos. Sacamos y compartimos con Willyam y los demás un par de cervezas de litro Presidente (con vasos de plástico) a 100 pesos la botella (unos dos euros). Las camareras están atentísimas a tu demanda ya que según nos comentaron trabajan a comisión. No tienes que hacer más que un mínimo gesto para que te atiendan.
Después de esas 2 primeras cervezas nos costó un mundo volver a sacar otra ronda. No porque las camareras no nos atendiesen, sino porque Tiburón y sus amigos no paraban de sacar rondas sucesivamente. No había manera de pagar una ronda. Qué tios!!!!
Practicamente no había nadie bailando en la pista. Willyam nos animaba para que saliésemos a bailar y yo trataba de explicarle que viéndoles bailar a ellos nos daba vergüenza salir a mover nuestras anquilosadas caderas de cemento .
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Pero eran tantas las cervezas que sacaban los secuaces de Tiburón que se nos olvidaron nuestras deficiencias congénitas para bailar como los dominicanos y saltamos a la pista a hacer nuestros pinitos. Lo cierto es que, salvo la cuadrilla de Tiburón, nadie nos prestó demasiada atención y parece que no lo hicimos tan mal, a juicio de René (colega de barra de Willyam) que nos felicitó, no se si por compasión o porque en realidad no somos tan malos (aún me lo estoy preguntando ).
Otra pareja de huéspedes del Palladium que andaba por allí salió a bailar y muy integrados ellos, hicieron intercambio de pareja de baile con una pareja dominicana. Casi les cuesta el divorcio (y a nosotros una costilla, de la risa ). El chico se puso a bailar con la guapa morena que empezó a arrimársele, a “perrear” como dicen ellos. Siendo muy fino: a restregar diferentes partes de sus anatomías al son de la música. Para los dominicanos es lo más normal del mundo y no le dan ninguna importancia, pero la novia del espontáneo bailarín estaba que bufaba (al día siguiente me los encontré en el Palladium y seguía enfadada –y eso que el pobre chico no había hecho nada más que aguantar el tirón!!- ).
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Estuvimos otro rato de charla, casi siempre sentados hasta que nos pareció momento de marchar. No sabíamos donde encontrar taxi, pero el gran Tiburón nos acompañó a la puerta, paró un taxi que no podía llevarnos pero Willyam le mandó que llamase a central para que enviase uno en nuestra busca. Qué grande es Tiburón.
Nos quedó claro que eso tan soso no podía ser la marcha real de un car wash y quisimos volver la noche del sábado. Y así fue, el sábado aquello era otra cosa. Gente a chorromortero. A diferencia del miércoles muy poca gente permanecía sentada. En la pista había bastante gente bailando, la música al volumen de los cañonazos y las cervezas sirviéndose a discreción (casi todo el mundo bebía cerveza). El car wash estaba de lo más animado cuando de repente se anunció por megafonía un concurso de talentos. La verdad que si llega a ser por talento aquello habría quedado desierto. Fueron saliendo al escenario raperos, cantantes y bailarines locales. El que no era malo era pésimo .
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Estaba por allí la tele, Canal 8 creo recordar. Una cámara iba pasando entre la gente grabando el ambiente. Una cosa me llamó mucho la atención. Si en un evento de los que se celebran por aquí, por nuestros pueblos o provincias, aparece una cámara, las chicas tratan de ofrecer su mejor perfil. En República Dominicana también, lo que ocurre que al parecer todas piensan que su mejor perfil es el trasero y el cámara se dedicaba a enfocar uno tras otro todos los que se ponían frente a su objetivo. Las chicas efectuaban entonces unos movimientos increibles con esa destacada parte de su anatomía. Algo chocante .
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Lo cierto es que el concurso de marras hizo que bajase un poco el ambiente hasta entonces reinante en el car wash. La gente en vez de bailar y cantar se dedicaba a mirar hacia el escenario, haciendo que la cosa decayera un poco. Los méritos de los “artistas” merecían casi pena de cárcel (¡qué malos eran!). Allí estuvimos hasta la hora a la que habíamos quedado con el taxista, la 1:00. Siguiendo los siempre oportunos consejos del foro, esta vez al taxista que nos llevó hasta el car was le dimos una hora para que viniese a buscarnos (fue bastante puntual, sólo 10 minutos de retraso). De todas formas, el transporte no parece problema, pasaron varios taxis que nos ofrecieron sus servicios (como habíamos quedado con el otro dijimos que no) y además los motoconchos se nos acercaban zumbando como abejorros por si queríamos volver en moto al hotel.
Y hasta aquí nuestra experiencia. Estoy seguro que si no llega a celebrarse el maldito concurso lo hubiéramos pasado mucho mejor. Así y todo, recomendable local para pasar un buen rato.
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También nos quedó pendiente de conocer el Shop & Drink. Nos lo recomendó una persona que vive en Bávaro y de cuyo criterio nos fiamos. Al parecer es una tienda de licores. Tu compras las botellas que quieras beberte y en unas mesas frente al establecimiento, acabas con su contenido. A medida que avanza la noche se juntar mucha gente y el ambiente parece ser muy bueno. Este local nos queda pendiente para otro año (junto con el famoso Sacaleches de Plaza Bávaro).