Qué está pasando a las 6 de la mañana? fácil, llueve a cántaros, y la noche es azul oscuro. Rondo por las galerías de la corrala del hostal. Me cruzo con un japo que me inclina la cabeza. Echa humo y yo también, pero se fuma en silencio a esa hora. Escribo durante una hora, hasta que Sandra asoma, y marchamos a la caza de cafeína. La calle está llamativa, con chubasqueros mojados de colores y paraguas a pie o en moto. Compro tabaco: 2 marlboros a 80 THB (1'9 eu) paquete. Para los viajeros con vicio, las marcas conocidas que se venden en las tiendas, son Marlboro y LM, en todas sus versiones, rubio, negro mentolado,light, etc a 1 euro y medio, y con unas preciosas fotos mucho más repelentes que las de Spain.
Volvemos a por los bultos que nos acompañan también a Chiang Rai, en el autobús de las 13'15, al coste de 169 THB (4 eu) y con viaje estimado de 3 horas, que sacamos en las primeras ventanillas entrando a la izquierda de la estación. No tenemos problema y la atención es excelente. Las tres horas pasan livianas entre la película de montañas forradas de papel pintado verde, la parada de descanso y el rato de somnolencia.
Al llegar, nos reciben Ayé y Achó, hermano y cuñado de Ni, amiga nuestra y nuera de Rosa, que está trabajando y veremos por la tarde. Todos son Akhas. En la ranchera, vamos a su casa, y saludamos a sus padres y a parte de su familia, con los que se reencuentra Rosa después de bastante tiempo. Ni, vivía en Barcelona pero se volvió a su tierra al cabo de unos años. Tras la visita, Achó nos transporta a un par de hoteles, y elegimos un hostal cercano llamado Janson house, de discretas habitaciones algo rancias, pero barato, 350 THB (9 eu) la habitación, con desayuno incluido, a.a., TV, nevera, y buena ubicación.
Son sobre las 6, descansamos y hacemos la primera comida del día en el Korea house, auténtico restaurante coreano frente al hostal, que mira de reojo al Wat Jet Yod. Como el comedor principal está lleno, y las pocas mesas libres, sin recoger, nos meten en una sala anexa con cristalera, con temperatura de cámara frigorífica. La comida es muy buena, y los platos, que van acompañados de platillos a modo de picapica, rondan los 100 THB (2'5 eu).
Aunque son apetecibles las llamadas barbacoas, en las que en una parrilla o caldero, te cocinas tú mismo la carne o las verduras que quieras, pedimos los platillos para probar, junto a dos arroces, unos makis (rollos con alga)s, y un guisado picante de cerdo. Sumado a los tes fríos de gentileza, y las large singhas que bebemos, la cuenta sube a 120 THB (3 eu) pax, lo que remata esta casa de comidas tan elogiable.
En el mercado nocturno, encontramos el puesto de artesanía de la familia de Ni, que aparece instantes después con la misma sonrisa y timidez de siempre, pero manteniendo su alto nivel de castellano. Con ella y Vao, su sobrina de 2 años que no para de brincar, nos vamos a dar una vuelta por el mercado, instalado alrededor de dos grandes plazas, con unos enormes escenarios fijos ambas. Una, la ocupa una estructura de madera con bancos y sillas también de madera, y la otra, más popular, no tiene estructura y está llena de sillas y mesas amarillas plegables, rodeadas por las casetas fijas de comidas de los laterales, donde el personal elige lo que quiere comer o pide de beber. Las actuaciones continuas en los escenarios de las 2 plazas, varían desde un trío cantando pop en inglés o bailes tradicionales, hasta un@s lady boys cantando en play back.
La cita con el diluvio, se traduce en una estampida general hacia los laterales con toldo, mientras los camareros con paraguas, recogen las mesas abandonadas bajo el chaparrón. Así se cierra el primer día en Chiang de arriba.