La Praça de Comercio (Metro: Terreiro do Paço/ Baixa-Chiado), por donde vamos a comenzar nuestra visita, es la plaza más grande e importante de Lisboa. Rodeada de ministerios, tiene salida al mar, pues antiguamente aquí se situaba una lonja de pescado que se surtía del pescado dejado por los barcos en la misma plaza. En el centro, se encuentra la estatua de José I, en cuyo reinado se produjo el terremoto de 1755. Por cierto, aquí se celebra la nochevieja…
Recientemente ha sido restaurado el Arco da Vitoria, arco triunfal que da acceso a la plaza, y en esa restauración, además de devolverle su color blanco, se ha habilitado un mirador, desde el que se ve toda la Baixa (2,5 euros)
Junto a la Praça de Comercio esncontramos la Praça do Município, donde destaca la fachada neoclásica de la Câmara Municipal y el pelourinho central.
Atravesando el gran arco monumental, enlazamos la Rua Augusta, peatonal, con muchas tiendas y locales, y turistas… Toda esta zona es conocida como la Baixa, un barrio en cuadrícula reconstruido tras el terremoto, donde podemos encontrar multitud de edificios del XVIII y el XIX con fachadas de azulejos (más o menos cuidados…).
A la izquierda de la Baixa se extiende el tradicional barrio del Chiado, que enlaza la Baixa con el Barrio Alto. El Chiado, a pesar del terrible incendio del 88, sigue siendo uno de los barrios más pintorescos de la ciudad y está tomado por los turistas.
Aquí encontramos el centro comercial do Chiado, justo donde parte la Rua Garrett, con muchas tiendas, tres iglesias y el histórico café A Brasileira, con una estatua de Fernando Pessoa sentada en un velador. No es demasiado caro…
Los edificios decimonónicos continúan hasta la Praça Luis de Camoes, también muy animada (sobretodo por las noches…). Antes de alcanzar esta plaza, podemos desviarnos hacia el río para visitar el Teatro Nacional de Sao Carlos, del siglo XVIII, la ópera de Lisboa, considerado uno de los teatros más bellos del mundo. Se hacen visitas guiadas, pero no todos los días. No obstante si lo concertáis con antelación, el personal de las taquillas os enseñarán la sala de forma gratuita
Las calles que suben de esta plaza, como la Rua do Norte ya pertenecen al Bairro Alto, otro barrio pintoresco con calles destartaladas y sucias, que concentra la mayor parte de la marcha nocturna lisboeta.
Subiendo la Rua do Carmo desde la Rua Garrett, llegaremos a la Praça do Carmo, donde además de edificios oficiales, se encuentran las ruinas del convento do Carmo, hoy un museo arqueológico. Este convento gótico se encuentra tal y como quedó tras el terremoto, y eso es lo curioso de la visita…
Precisamente hasta aquí nos trae el famosísimo elevador de Santa Justa, un ascensor metálico construido a finales del XIX por Raoul Mesnier de Ponsard, con el interior forrado en madera. Con la entrada podemos acceder a la terraza superior, desde donde se tienen unas bonitas vistas de la ciudad… Hay que hacer cola… Caminando por la Baixa, llegaremos hasta la Praça de Pedro IV, más conocida como Praça de Rossio, centro neurálgico de la ciudad, con una estatua del primer rey de Brasil, y el sobrio edificio del Teatro de Doña María II, ubicado en el lugar que antes ocupaba el Palacio de la Inquisición.
De esta plaza destaca sobretodo la fachada neomanuelina de la Estación de Rossio, del siglo XIX y con una bonita zona de andenes.
Muy cerca, está la Iglesia de Sao Domingo, no os la perdáis, os sorprenderá. Pegada al Rossio se encuentra la Praça de Restauradores, con un obelisco en el medio, el Hard Rock Café, un teatro de estilo salazarista y varios hoteles importantes. Aquí empieza la Avenida da Liberdade, una gran calle a imitación de los Campos Eliseos, que desemboca en la Praça Marques de Pombal, una gran rotonda con una estatua del hombre que reconstruyó Lisboa después del terremoto de 1755. Haciendo honor a su nombre, siempre tiene alguna paloma en la cabeza…
Por detrás de la plaza se extiende el Parque de Eduardo VII, con el extraño monumento a la Revolución de los Claveles y las famosas Estufas, una especie de invernaderos que acogen miles de especies tropicales y exóticas, formando un muy agradable paseo salpicado de grutas y pequeños lagos (3 euros).
A la izquierda de la plaza, pasando el Largo de Rato, encontramos el parque y la basílica da Estrela. La basílica, neoclásica y barroca, fue construida en 1790 por orden de María I, quien prometió construirla si se le concedía un niño (luego el niño murió antes de que terminaran las obras…). Está enterrada aquí.
Recientemente ha sido restaurado el Arco da Vitoria, arco triunfal que da acceso a la plaza, y en esa restauración, además de devolverle su color blanco, se ha habilitado un mirador, desde el que se ve toda la Baixa (2,5 euros)
Junto a la Praça de Comercio esncontramos la Praça do Município, donde destaca la fachada neoclásica de la Câmara Municipal y el pelourinho central.
Atravesando el gran arco monumental, enlazamos la Rua Augusta, peatonal, con muchas tiendas y locales, y turistas… Toda esta zona es conocida como la Baixa, un barrio en cuadrícula reconstruido tras el terremoto, donde podemos encontrar multitud de edificios del XVIII y el XIX con fachadas de azulejos (más o menos cuidados…).
A la izquierda de la Baixa se extiende el tradicional barrio del Chiado, que enlaza la Baixa con el Barrio Alto. El Chiado, a pesar del terrible incendio del 88, sigue siendo uno de los barrios más pintorescos de la ciudad y está tomado por los turistas.
Aquí encontramos el centro comercial do Chiado, justo donde parte la Rua Garrett, con muchas tiendas, tres iglesias y el histórico café A Brasileira, con una estatua de Fernando Pessoa sentada en un velador. No es demasiado caro…
Los edificios decimonónicos continúan hasta la Praça Luis de Camoes, también muy animada (sobretodo por las noches…). Antes de alcanzar esta plaza, podemos desviarnos hacia el río para visitar el Teatro Nacional de Sao Carlos, del siglo XVIII, la ópera de Lisboa, considerado uno de los teatros más bellos del mundo. Se hacen visitas guiadas, pero no todos los días. No obstante si lo concertáis con antelación, el personal de las taquillas os enseñarán la sala de forma gratuita
Las calles que suben de esta plaza, como la Rua do Norte ya pertenecen al Bairro Alto, otro barrio pintoresco con calles destartaladas y sucias, que concentra la mayor parte de la marcha nocturna lisboeta.
Subiendo la Rua do Carmo desde la Rua Garrett, llegaremos a la Praça do Carmo, donde además de edificios oficiales, se encuentran las ruinas del convento do Carmo, hoy un museo arqueológico. Este convento gótico se encuentra tal y como quedó tras el terremoto, y eso es lo curioso de la visita…
Precisamente hasta aquí nos trae el famosísimo elevador de Santa Justa, un ascensor metálico construido a finales del XIX por Raoul Mesnier de Ponsard, con el interior forrado en madera. Con la entrada podemos acceder a la terraza superior, desde donde se tienen unas bonitas vistas de la ciudad… Hay que hacer cola… Caminando por la Baixa, llegaremos hasta la Praça de Pedro IV, más conocida como Praça de Rossio, centro neurálgico de la ciudad, con una estatua del primer rey de Brasil, y el sobrio edificio del Teatro de Doña María II, ubicado en el lugar que antes ocupaba el Palacio de la Inquisición.
De esta plaza destaca sobretodo la fachada neomanuelina de la Estación de Rossio, del siglo XIX y con una bonita zona de andenes.
Muy cerca, está la Iglesia de Sao Domingo, no os la perdáis, os sorprenderá. Pegada al Rossio se encuentra la Praça de Restauradores, con un obelisco en el medio, el Hard Rock Café, un teatro de estilo salazarista y varios hoteles importantes. Aquí empieza la Avenida da Liberdade, una gran calle a imitación de los Campos Eliseos, que desemboca en la Praça Marques de Pombal, una gran rotonda con una estatua del hombre que reconstruyó Lisboa después del terremoto de 1755. Haciendo honor a su nombre, siempre tiene alguna paloma en la cabeza…
Por detrás de la plaza se extiende el Parque de Eduardo VII, con el extraño monumento a la Revolución de los Claveles y las famosas Estufas, una especie de invernaderos que acogen miles de especies tropicales y exóticas, formando un muy agradable paseo salpicado de grutas y pequeños lagos (3 euros).
A la izquierda de la plaza, pasando el Largo de Rato, encontramos el parque y la basílica da Estrela. La basílica, neoclásica y barroca, fue construida en 1790 por orden de María I, quien prometió construirla si se le concedía un niño (luego el niño murió antes de que terminaran las obras…). Está enterrada aquí.