Chamomix-Mont Blanc
Este día fue sin duda uno de los más impresionantes del viaje. Nos levantamos muy temprano, sobre las 7. Nuestra primera parada: Chamomix-Mont Blanc, un pueblecito precioso a los pies del Mont Blanc, donde pasamos toda la mañana disfrutando como niños, pues parece un parque de atracciones con sus teleféricos y su tren de cremallera al Mer de Glace.
Cosas importantes:
- Nosotros al llegar aparcamos en el parking del teleférico de L´Aiguille du Midi, pero luego conocimos a unas chicas que nos dijeron que ellas habían aparcado en una calle sin parquímetros así que lo sacamos.
- Llegamos al teleférico sobre las 8 y ya había una fila considerable para subir, pero luego al bajar sobre las 11 la fila era inmensa, así que compensa el madrugón.
- En el propio teleférico compramos un ticket por 52 euros por persona que incluye todos los teleféricos y el tren de cremallera, excepto el Telecabina Panorámico del Mont Blanc. Sólo con subir al Aiguille du Midi e ir al Mer du Glace, que es lo que hicimos nosotros, compensa.
- Llegamos al teleférico sobre las 8 y ya había una fila considerable para subir, pero luego al bajar sobre las 11 la fila era inmensa, así que compensa el madrugón.
- En el propio teleférico compramos un ticket por 52 euros por persona que incluye todos los teleféricos y el tren de cremallera, excepto el Telecabina Panorámico del Mont Blanc. Sólo con subir al Aiguille du Midi e ir al Mer du Glace, que es lo que hicimos nosotros, compensa.
Teleférico de L´Aiguille du Midi
El teleférico de L´Aiguille du Midi (Aguja del Mediodía) sube hasta el pico del mismo nombre, que es una montaña del Macizo del Mont Blanc situada a 3. 842 metros, la más alta de todas las que rodean Chamomix. Para llegar arriba hay que coger dos teleféricos, uno hasta una plataforma intermedia, y otro totalmente vertical hasta la Aguja, que está a 3. 777 metros. Allí además se puede coger un ascensor que sube hasta la punta, llegando a los 3. 842. Y desde allí se puede coger el Telecabina Panorámico del Mont Blanc, que atraviesa el Glaciar du Geant hasta Helbronner, en la frontera con Italia. Éste último como digo no estaba incluido en el precio, y como luego íbamos a ir al glaciar en el tren de cremallera decidimos no cogerlo.
La subida de L´Aiguille du Midi para mi fue como ir en una montaña rusa pero a cámara lenta. Las cabinas son bastante grandes y caben muchísimas personas. La verdad es que te tratan un poco como si fueses ganado, porque las llenan demasiado y no puedes ni moverte, como cuando vas en hora punta en el metro. Pero sin duda merece infinitamente la pena subir, incluso para los que, como yo, tengan algo de miedo a los teleféricos, pues al llegar arriba te alegras de haber subido y se te olvida el viaje. Yo tuve mis dudas al ver aquello, sobre todo el segundo teleférico que sube totalmente vertical paralelo a la roca, pero al final, animada y casi obligada por mi novio me atreví a subir, aunque fui todo el trayecto mirando al suelo de la cabina intentando pensar que estaba en otro sitio.
La vista desde arriba y el entorno no se pueden describir con palabras, así que os pongo algunas fotos, aunque no es lo mismo que en directo claro. Llama la atención el cambio de temperatura, pues mientras que abajo hacía 25 grados, al llegar arriba hacía bajo cero. Ah y arriba hay un café increíble y tampoco era tan caro como esperábamos teniendo en cuenta el sitio privilegiado donde estaba.
Estaba lleno de alpinistas y era bastante impresionante verlos
Vista desde arriba de la plataforma y el pueblo de Chamomix
En cuanto a la bajada, para que no os pille por sorpresa como a nosotros, decir que el segundo teleférico coge algo de velocidad en los postes, y parecía una montaña rusa con todo el mundo gritando cada vez que pasábamos por uno.
La subida de L´Aiguille du Midi para mi fue como ir en una montaña rusa pero a cámara lenta. Las cabinas son bastante grandes y caben muchísimas personas. La verdad es que te tratan un poco como si fueses ganado, porque las llenan demasiado y no puedes ni moverte, como cuando vas en hora punta en el metro. Pero sin duda merece infinitamente la pena subir, incluso para los que, como yo, tengan algo de miedo a los teleféricos, pues al llegar arriba te alegras de haber subido y se te olvida el viaje. Yo tuve mis dudas al ver aquello, sobre todo el segundo teleférico que sube totalmente vertical paralelo a la roca, pero al final, animada y casi obligada por mi novio me atreví a subir, aunque fui todo el trayecto mirando al suelo de la cabina intentando pensar que estaba en otro sitio.
La vista desde arriba y el entorno no se pueden describir con palabras, así que os pongo algunas fotos, aunque no es lo mismo que en directo claro. Llama la atención el cambio de temperatura, pues mientras que abajo hacía 25 grados, al llegar arriba hacía bajo cero. Ah y arriba hay un café increíble y tampoco era tan caro como esperábamos teniendo en cuenta el sitio privilegiado donde estaba.
Estaba lleno de alpinistas y era bastante impresionante verlos
Vista desde arriba de la plataforma y el pueblo de Chamomix
En cuanto a la bajada, para que no os pille por sorpresa como a nosotros, decir que el segundo teleférico coge algo de velocidad en los postes, y parecía una montaña rusa con todo el mundo gritando cada vez que pasábamos por uno.
Mer du Glace
Desde allí fuimos al tren de cremallera que sube al glaciar Mer de Glace, el más grande de Francia. El trayecto, que dura unos 20 minutos, es también muy bonito, y en este caso sí pude disfrutar de las vistas. El glaciar y su entorno son preciosos. Allí además en verano se puede ver el glaciar por dentro, gracias a la cueva de hielo excavada cada año dentro del propio glaciar (ya que éste se va reduciendo año tras año), a la que se accede bajando en un telecabina desde la estación y después por unas pasarelas y bastantes escaleras.
Al bajar dimos una vuelta por el pueblo de Chamomix, que tiene mucho ambiente, y es muy bonito por su situación en plenos Alpes, y ya después de comer nos marchamos, con mucha penita porque nos encantó y no pudimos subir a todo, pero queríamos ver más sitios y no daba tiempo a todo.
Al bajar dimos una vuelta por el pueblo de Chamomix, que tiene mucho ambiente, y es muy bonito por su situación en plenos Alpes, y ya después de comer nos marchamos, con mucha penita porque nos encantó y no pudimos subir a todo, pero queríamos ver más sitios y no daba tiempo a todo.
Camino a Grenoble
Desde allí fuimos hacia Grenoble, donde íbamos a hacer noche, pero por una carretera de película, atravesando prados verdes inmensos, con vistas impresionantes a las montañas, y pasando por muchos pueblecitos alpinos donde hacíamos pequeñas paradas. Destacan los siguientes:
Saint Gervais les Bains, un pueblo con mucho encanto donde además estaban en fiestas, así que había un mercadillo medieval y bailes populares en la plaza del pueblo.
Megève, un típico pueblo alpino, precioso, con todas las casitas de madera y todo lleno de flores de colores y de terracitas.
Notre Dame de Bellecombe, que es otro pueblito más del mismo estilo, en medio de las montañas.
En Albertville cogimos la autopista hacia Grenoble porque ya era bastante tarde, pero antes de llegar al hotel hicimos otra pequeña parada en Saint-Jean-le-Vieux, un pueblo al lado de Grenoble, en lo alto de una colina, también muy bonito.
Hotel: Kyriad Grenoble Sud-Seyssins. Cogimos este hotel a las afueras de Grenoble, cerca de la carretera para perder menos tiempo. Es el hotel que menos nos gustó del viaje, muy normalito y anticuado. No lo recomiendo.
Saint Gervais les Bains, un pueblo con mucho encanto donde además estaban en fiestas, así que había un mercadillo medieval y bailes populares en la plaza del pueblo.
Megève, un típico pueblo alpino, precioso, con todas las casitas de madera y todo lleno de flores de colores y de terracitas.
Notre Dame de Bellecombe, que es otro pueblito más del mismo estilo, en medio de las montañas.
En Albertville cogimos la autopista hacia Grenoble porque ya era bastante tarde, pero antes de llegar al hotel hicimos otra pequeña parada en Saint-Jean-le-Vieux, un pueblo al lado de Grenoble, en lo alto de una colina, también muy bonito.
Hotel: Kyriad Grenoble Sud-Seyssins. Cogimos este hotel a las afueras de Grenoble, cerca de la carretera para perder menos tiempo. Es el hotel que menos nos gustó del viaje, muy normalito y anticuado. No lo recomiendo.