EL BARCO HOSPITAL
Viana do Castelo, es una pequeña ciudad situada en la desembocadura del Río Lima. El Hotel do Parque es donde dormí esta noche, la última noche de mis vacaciones en Portugal. Este hotel no es céntrico pero Viana no es una ciudad grande. Esta noche tiré la casa por la ventana, es un cuatro estrellas con parking privado gratuíto. El mobiliario del hotel es muy viejo y el desayuno me parece caro. Si me coincide dormir en otra ocasión en Viana no elegiré este hotel. Me voy a desayunar a una cafetería del centro, en la calle principal, la que baja desde la estación de ferrocarril. Al final de esta avenida está la Plaza da Liberdade, donde además de un monumental arco rectangular está la biblioteca diseñada por Álvaro Siza, que por su color blanco y líneas rectas es inconfundible.
Plaza da Liberdade
Lo primero que hago cuando termino el desayuno es visitar un barco, el Gil Eannes. Este barco fue utilizado como hospital para los pescadores que se marchaban a pescar el bacalao en Terranova. Es una visita curiosa, a mi me gustó y la entrada no es nada cara. En su interior puedes ver desde camillas de madera, la sala de máquinas, los pequeños camarotes... Hoy funciona, además de como barco museo, como albergue juvenil.
DE PASEO POR VIANA
Entro en el corazón del casco antiguo, la Plaza de la República. Esta plaza, la más representativa de la ciudad, tiene en el centro un precioso chafariz (fuente) de mediados del siglo XVI. Aquí también destaca la Cámara Velha, con soportales en forma de arcos apuntados y rematada con almenas. A la izquierda del ayuntamiento, la Casa da Misericordia, que presenta un montón de figuras de titanes y cariátides esculpidas en piedra. En una esquina de la plaza, si te gustan los trajes regionales, puedes visitar el Museo do Traje; yo no entré porque no me entusiasman.
Plaza da República
El ayuntamiento
Cerca de esta plaza esta la Sé Catedral, de estilo gótico - siglo XV -, y con torres almenadas que recuerdan más a una fortaleza que a un templo religioso. Perdiéndome por las calles llenas de casas blancas y edificios del siglo XVII, llego a la Capilla das Malheiras, de estilo rococó.
La Catedral
Contraste de calles de Viana
Conduzco por una carretera serpeante hasta el monte donde está la Basílica de Santa Lucía. Si no quieres subir en coche puedes utilizar el funicular que te lleva hasta la cima. Este funicular fue construído en 1923, después de algunos años sin funcionar, volvió de nuevo a subir la escarpada montaña el año pasado, en el 2007. El billete de ida cuesta 2 €, y el de ida y vuelta 3 €. De todos los funiculares que hay en funcionamiento en Portugal es el que recorre la mayor distancia, casi setecientos metros, y también, el que salva el desnivel más pronunciado, algo más de 160 metros.
BASÍLICA DE SANTA LUCÍA
Tan pronto bajamos del coche nos asedia un fotógrafo para hacernos una foto con una de esas cámaras enormes con un pedazo de trípode que ni te cuento, hace mal negocio con nosotros. Subimos las escaleras para entrar en la Basílica. El templo es grande, me gusta, tiene su encanto. Para construirlo, se inspiraron en el Sacre Coeur de Montmartre de París. Fue construída a mediados del siglo pasado, entre 1928 y 1954. Las vistas desde aquí son espectaculares.
Vistas de Viana y la desembocadura desde la Basílica
VILA PRAIA DE ÁNCORA
Las nubes y la niebla se van levantando. De camino a casa paro en Vila Praia de Áncora, un pueblo tranquilo, costero y con buenas playas. Doy un paseo por el pueblo, nada destacable que ver... Voy a la oficina de turismo y por consejo de la chica que trabaja allí, subo al Monte del Calvario. Dejo el coche aparcado a los pies del via crucis y subo a pie las escaleras.
En la parte alta del via crucis hay una capilla y unas mesas para poder comer de campo. Subo más escaleras y me encuentro con otra capilla, esta es más singular, está construída en unas rocas. En el interior, en un tablón de corcho, hay mensajes escritos en papel y fotografías de devotos de la pequeña virgen de la capilla. En un lateral, una pila de velas está a disposición de quien quiera encender una y colocarla en el pequeño espacio que hay para este fin. Al lado de las velas hay un buzón para introducir las monedas y pagar las velas que enciendes, pero está forzado y abierto. Desde que algún listillo se cargó el buzón para robar el dinero todavía no lo han reparado.
Unas escaleras rodean la capilla
La pequeña imagen de la virgen está rodeada de velas, entre las rocas brota el agua. Desde la pequeña plaza que hay debajo de esta capilla hay unas buenas vistas del pueblo de Áncora y del océano Atlántico.
Al bajar del Monte del Calvario, regreso al pueblo para comer en un pequeño bar familiar. Sin darme cuenta, entro con el coche en una plaza peatonal, donde está la iglesia parroquial, la gente se me queda mirando, doy la vuelta como puedo y regreso por el camino por donde entré; menuda vergüenza. Camino por un paseo que hay al borde del mar y llego hasta una pequeña fortaleza. Cerca de esta fortaleza hay ropa tendida entre las barcas.
Una barca-mirador en el paseo
Un puente hacia el océano en Áncora
CAMINHA
Salgo hacia Caminha y me paro unos kilómetros antes, en el pueblo de Moledo. Desde aquí hay unas buenas vistas del Monte Santa Tegra (Pontevedra), ya estoy en la desembocadura del río Miño. La playa de Moledo es enorme, hace algunos años, en un par de ocasiones vine en verano a esta playa. Desde aquí también se ve una pequeña isla donde hay una fortaleza, el Fuerte de Insua, construído a mediados del siglo XVII.
Playa de Moledo, al fondo el Monte Santa Tegra
Playa de Moledo, al fondo el Forte de Ínsua
Vistas del Miño desde el paseo de Moledo
Ya en Caminha, cuya zona emblemática es la plaza donde está la torre del reloj, me tomo un café en una de sus terrazas. En el centro de la plaza hay un precioso chafariz renacentista de mediados del siglo XVI. La torre del reloj es la única que se conserva de las 13 torres que había en la muralla medieval de este pueblo. Su nombre se lo debe al reloj público que está en la parte superior de la torre y que fue realizado a principios del siglo XVII.
Dando un paseo - Caminha es un pueblo muy pequeño -, me acerco a la Iglesia matriz, de estilo gótico y con algunos detalles del renacimiento. Se nota que la piedra fue lavada recientemente. Muy cerca de la iglesia está el embarcadero desde donde zarpa el transbordador que cruza el río Miño, desde Camiña hacia A Garda (Pontevedra).
A UN VELATORIO SIN INVITACIÓN
Un par de calles mas adelante me dispongo a entrar en la Capilla de Sao Joao, la puerta está abierta y corro la cortina roja que hay en la entrada. Me encuentro con un ataúd en el centro de la pequeña capilla, al principio, pienso que es uno de los ataúdes en los que en su interior hay una figura de cristo (no es el primero que veo en las iglesias de Portugal), aunque me parece raro ver el ataúd en el mismo centro de la capilla porque los que ví hasta ahora, están en los laterales.
Entro en la capilla y veo que el cuerpo que hay allí dentro no es el de Cristo, giro la mirada hacia mi izquierda y veo a tres señoras vestidas de negro que se me quedan mirando. Ains, entonces es cuando me doy cuenta que allí hay un velatorio y que el cristo del ataúd es un cadáver, salgo disparado para afuera, menudo susto. Por la calle pasan dos señoras y les pregunto si es normal velar al muerto en la capilla, me responden que es lo habitual, porque las casas son pequeñas y no disponen de tanatorio. Antiguamente también utilizaban las iglesias para estos menesteres. Desde entonces, siempre que entro en una capilla en Portugal me aseguro de que los que están dentro están todos vivos...
Para finalizar mi visita al pueblo, me acerco a la estación de tren. La estación está vacía, solo una pareja de enamorados se están dando el lote en uno de los bancos del vestíbulo. Como no podía ser de otra manera, está decorada con azulejo. Un curioso puente de hierro salva el cauce del río que hay cerca de esta estación.
VILANOVA DA CERVEIRA
En Vilanova da Cerveira, que está a poco más de 20 minutos de Caminha, aparco en las afueras, en un jardín que hay cerca del río. En el pueblo es imposible encontrar un sitio, hoy hay mercadillo y está lleno de gente. Los jardines están muy logrados, y además, al lado del Miño, una gozada vamos. Aquí también hay un pequeño museo del agua.
Es mi última parada antes de irme para casa, después de diez días en tierras portuguesas quemo mis últimas horas de vacaciones paseando entre los puestos del mercado de Cerveira, que se celebra todos los sábados. Por cierto, aquí hay más españoles que portugueses. Las reinas del mercado son las mujeres, nos ganan por mayoría aplastante.
Dentro de la ciudad hay un pequeño núcleo intramuros que está rodeado por murallas. Es pequeño, pero merece la pena darse un paseo. En la puerta de entrada de esta entrañable miniciudad, te recibe la imagen de un cristo que hay detrás de un cristal. Te pongo algunas imágenes de la zona intramuros de Cerveira.
Por último, me acerco a un pequeño parque donde hay diferentes esculturas de ciervos. Algunas son horteras a más no poder. El ciervo es el símbolo referente de la ciudad, de ahí toma su nombre. Delante de este parque está el ayuntamiento de la ciudad, que me parece muy grande para lo pequeña que es esta ciudad.
Con alguna bolsa de más, consecuencia del embrujo de los puestos del mercado, me encamino a coger mi coche para regresar a casa; hogar, dulce hogar..., en el camino de vuelta, harto de cargar con las bolsas, veo en la fachada de una casa algo que me sorprende, parece representar la evolución del hombre, del homo sapiens... Con esta imagen, termino mi ruta por el Noroeste portugués, después de diez días que me pasaron volando y que aproveché al máximo.